Literautas - Tu escuela de escritura

<< Volver a la lista de textos

ELIGEME - por Abbey

ELÍGEME
Me giré al escuchar sus pasos. Ella se aproximaba. Era la tercera ocasión, en esta semana, que entraba en el local. Cada vez deambulaba en su interior arriba y abajo, abajo y arriba, indecisa…
Antes, cuando me había tomado entre sus brazos, creí por un momento que sus añorados ojos me habían reconocido, que se había reestablecido el antiguo vínculo con el que despertábamos cada mañana. Entonces, y antes de que yo articulara palabra, posaba su mano sobre mis labios, hundía su mirada en la mía por unos instantes y me decía que no hacía falta que hablara, que con solo mirarme a los ojos sabía de qué humor estaba y lo que iba a decir. Dibujaba en su boca una sonrisa de medio lado, sacudía levemente su cabeza, me besaba y se levantaba de un salto de la cama, dejándome a mí entre las sábanas, con un rictus de felicidad en un rostro a medio despertar.
Pero lo único que conseguí en ese momento fue un par de caricias lentas en la cara, de esas que se dan distraídamente, como cuando agitas la cucharilla en la taza de café, sin prisa pero fugazmente… Luego me dejó y se alejó llevándose sus caricias.
¿Cómo no podía reconocerme? Era cierto que había cambiado mucho. Sí, fue toda una transformación. Había adquirido costumbres nuevas, como esa de chuparme incesantemente los dedos (a propósito, ¿por qué no puedo parar?), pero todavía quedaba mucho de mi yo anterior, mucho de lo que a ella tanto le gustaba. Como cuando me sentaba a escuchar sus quejas y preocupaciones con la espalda bien recta y el cuello ligeramente inclinado hacia la derecha. Se reía tanto…, le parecía que girando yo la cabeza hacía girar el universo y convertía sus problemas en grandes jamones colgantes.
Por cierto, me llamo Armando. Nací el 18 de Agosto de 1975 en Caracas. Morí el 5 de Octubre de 2012 en Madrid y por una de esas cachondas leyes de la reencarnación, he renacido en el cuerpo de un gato. En concreto en un siamés, de un pelaje negro y brillante. Siempre he estado muy orgulloso de mi aspecto físico, e incluso en estas circunstancias, no me puedo quejar. Sí lo puedo hacer del reto que tengo que superar. Tengo que conseguir que mis seres queridos me acepten como soy ahora para reencarnarme en hombre de nuevo. Fácil, ¿no? Ja, ja.
Hace una semana, mi mujer entró en la tienda de animales donde tengo fija mi residencia en estos momentos, buscando una mascota para sus dos hijos. –Han perdido a su padre hace un par de meses- le explicó al dependiente.-Me han aconsejado que adoptar un animal puede ser una buena válvula de escape para ellos.
-Para casos como éste solemos recomendar que se lleven un perro. Los más cariñosos con los niños son los bóxer- sugirió el encargado acercándole un precioso cachorrito del color del caramelo derretido.
-Les va a encantar…-suspiró ella con los ojos muy abiertos. Sonrió de medio lado, sacudió levemente la cabeza y besó al animal. Eso fue demasiado.
Cerré los ojos, incapaz de seguir mirando.

Comentarios (6):

David Ballester

28/05/2013 a las 17:24

Muy original, de verdad. Al principio pensaba que iba a tratarse de un caso de amor entre ancianos, uno de ellos con Alzheimer, posiblemente. Cuando hemos llegado a eso de las nuevas costumbres, lo de chuparse los dedos, he pensado en la reencarnación, pero en un niño. Lo de la reencarnación lo has soltado como un mazazo. El comienzo de ese párrafo sería un perfecto inicio de un relato cómico, aunque quizá rompa un poco el aire casi dramático que habías estado creando. Sólo me queda una duda: si al principio ella le acaricia y luego al final resulta que se lleva el Boxer, ¿cuándo le acaricia? ¡Pensaba que ya había conseguido convertirse en la mascota de la familia!

Melania

28/05/2013 a las 18:27

Me encantó! Tan simple y llano el relato, y a la vez tan bien manejado el factor sorpresa! Breve y al punto. Redondito!

Abbey

28/05/2013 a las 19:37

Gracias chicos. ¡Que ilusión!. En breve os devuelvo la visita.
¡Upps! Ahora que lo dices David, si he cometido un error en la línea temporal del relato. Lo del perro debía de ser en el presente al igual que el principio del relato. Asi no se entiende bien. ¡Muchas gracias por el apunte!.

Milenia

29/05/2013 a las 15:20

¡Hola, Abbey!
Te devuelvo la visita (sospecho que querías comentar el relato de Melania y comentaste el mío, nuestros nicks son parecidos…).
Pues aprovecho y te cuento que me encanta la idea, pero yo no la ocultaría hasta tan adelante, diría lo de la reencarnación enseguida, porque aunque mola esa confusión inicial (yo también pensé en el Alzheimer) luego hay un corte demasiado drástico en la narración.
Por lo demás, me encanta la frescura del texto y la originalidad.
Besos azules.

lunaclara

29/05/2013 a las 22:07

Por favor Abbey!! Que frustracion que se lleve al perro!!! Vayaaa… Muy bien escrito. Es muy fresco y original, lleno de expresiones que me han gustado mucho, como la de los jamones (esta guay pensar que mis problemas es posible convertirlos en ricos jamones jajaja) y tambien me ha gustado mucho lo de “se alejo llevandose sus caricias”, me parece super romantico!!! De verdad, enhorabuena!!

walternik

31/05/2013 a las 04:08

Muy bueno Abbey!, como dijo David el principio genera algunas dudas, pero luego el texto va creciendo en intriga y en intensidad y es coronado con un final excelente. Felicitaciones!

Deja un comentario:

Tu dirección de correo no se publicará. Los campos obligatorios aparecen marcados *