Literautas - Tu escuela de escritura

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Decepción - por Noemi

DECEPCIÓN
Me giré al oír sus pasos, eran unos pasos profundos, seguros y recios, como todo en mi padre. Le había invitado a comer a él y al resto de la familia. Llevaba ya dos meses viviendo en mi nueva casa y era hora de presentarla en sociedad.
– ¿Qué te parece? – pregunté con nerviosismo.
– No está mal. Aunque creo que la terraza la tendrías que haber hecho más grande y no tengo nada claro que hayas elegido la mejor orientación a la hora de construirla…- respondió impasible.
“Ya. Eso es bastante obvio, pero no tenía otra opción” pensé mientras terminaba de preparar su plato favorito. Para entonces el resto de la familia ya estaba en el comedor, mis hermanos después de haber fumado su imprescindible pitillo y mi madre encantada de que, por una vez, no le tocara cocinar a ella.
– Bueno, ¿nos sentamos o qué? – pregunté con una sonrisa.
Por mucho que pasara el tiempo, estas comidas familiares siempre me alteraban, ser la persona anfitriona me enervaba, y pasaba los días previos dándole vueltas al menú, para que todo saldría prefecto. Pero esta vez creo que había dado en el clavo, algo tradicional y contundente, no podía fallar.
Desde la infancia, mi padre siempre ha sido mi modelo a seguir, sensato, reflexivo, ético… un trabajador imparable que lo había tenido difícil desde joven…
– ¡Que no quieres estudiar!, ojala yo hubiera tenido esa oportunidad… con las ovejas tenía que estar,…, el día que podía ir a la escuela para mí, era un lujo – me contaba en mi infancia cuando remoloneaba con los estudios.
– ¡Que no os gusta!, lo que tenéis es vicio, tus tíos y yo comíamos patatas todos los días y no había nada más,…, y contentos si se podía añadir algo de carne al guiso, pero normalmente, ni eso, ¿y crees que nos quejábamos?- me decía. La verdad que con esas historias no podía negarme a comer, ni a estudiar, ni a ser la mejor persona posible…, yo lo tenía todo más fácil,…, pero a veces era tan difícil.
Siempre he sido una persona trabajadora, no se si será genético o aprendido, pero sea como sea, nunca se me han caído los anillos por hacer ningún trabajo. No soy una persona con muchos dones, pero la constancia y la tenacidad me han hecho conseguir mis propósitos a lo largo de la vida. Siempre pendiente de hacer lo que hay que hacer y hacerlo bien. Todavía me acuerdo de cuando tomé la decisión de no confirmarme.
– ¡Tú no estás bien de la cabeza!, tres años asistiendo semanalmente a clases de confirmación para ahora decidir que no te han convencido, que no crees en el cristianismo…y ¿aunque así fuera?, pues confírmate ¿quien sabe el día de mañana si lo vas a necesitar para algo?…- estaba verdaderamente enfadado, pero meses después me dijo:
– Has tomado una decisión, no asumir el cristianismo como religión. Me parece bien, es tu vida, pero tienes que ser coherente, si alguna vez dices que quieres casarte por la iglesia, me decepcionarías enormemente. – Pocos padres puede haber tan coherentes.
– ¡Que aproveche!, tiene todo muy buen pinta- comentó mi madre.
– Sí, ésta vez he decidido hacer una buena alubiada, algo tradicional que gusta a todos ¿no?.
– A tu padre desde luego,…, si por el fuera comería alubias todos los días…y de postre habrás hecho algo dulce ¿no? – preguntó mi madre mientras servía a uno de mis hermanos.
– Pues cuajadas de leche de oveja. La leche me la ha regalado el vecino de abajo, vamos que son caseras, caseras – respondí con orgullo.
Dimos buena cuenta de las alubias y de sus “sacramentos”, era la hora del postre, había hecho unas tejas de miel y con un poco de mermelada de frambuesa y membrillo, el postre quedaba redondo.
– Bueno, he hecho de más, así que si alguien quiere repetir, no hay problema – comenté mientras emplataba las cuajadas.
– Yo no quiero, podéis comeros la mía si queréis – dijo mi padre.
“¡¡Mierda!!, eso me pasa por hacer algo distinto” pensé mientras se me hacía un nudo en la boca del estómago, “nata montada o crema pastelera, eso era lo que a él le gustaba. ¿Cómo había podido, ni pensar si quiera, qué le daría una oportunidad a algo nuevo?”
“Otro fallo, otro error” pensé con rabia y cerré los ojos, incapaz de seguir mirándoME.

Comentarios (3):

David Ballester

28/05/2013 a las 17:34

Has sabido transmitir muy bien la relación entre un padre severo y un hijo que aspira a agradarle, a recibir una palmadita en la espalda y un sincero “buen trabajo”. Quizá, incluso, te ha sobrado explicación, los diálogos son buenos, la emoción que reflejan se entiende y se empatiza con los personajes. Mi impresión final es que has sabido transmitirme una muy creíble relación padre-hijo.

lunaclara

29/05/2013 a las 11:15

Sí, yo también he empatizado directamente con la protagonista. Pero ¿sabes qué? Me hubiera gustado que la historia hubiera dado un giro terrible… como, por ejemplo, que el padre le dijera con rotundidad que no era su verdadero padre, jejeje… menuda se habría liado. Felicidades!

Noemi

03/06/2013 a las 08:45

Muchas gracias por vuestros comentarios que ayudan a seguir teniendo ganas de escribir.

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