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Se vuelven contra nosotros - por Luciano Sívori
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Me giré al escuchar sus pasos. No puedo asegurar qué es lo que ha ocurrido a este cuento. Comenzaba bien, dentro de lo que uno consideraría “normal”: seguía las reglas de la gramática castellana, con una prosa clara y palabras sencillas. No redundaba en detalles innecesarios, poco trascendentes. Trataba con una única emoción, como sabía aconsejar Poe a la hora de escribir un relato corto. En mi caso era la frustración de un hombre cuyo cuento se le rebela, lo desobedece.
¿Pero por qué escuchar las recomendaciones de Poe? Un hombre que, al fin y al cabo, hizo trampa. Su habitación no estaba cerrada de forma hermética. Gastón Leroux lo arregló, su cuarto si era impenetrable. Mi cuento también cerraba en todo sentido. Era perfecto. Tenía una “pistola de Chejov” lista y cargada, que iba a generar un mejor efecto con su sorprendente final. En mi caso era una olla de agua caliente, que aparece haciendo ebullición en el segundo párrafo y se vuelve fundamental para el desenlace.
El final del cuento tenía ese estilo de “twist ending” (como ahora lo llaman) que está tan de moda. Un giro argumental en las últimas líneas, abrumador, que te dejaba la piel de gallina y una sensación desasosiego. Aquel sentimiento de horror y perturbación que generan los eventos incontrolables.
A partir del cuarto párrafo las cosas se pusieron muy raras, casi surrealistas. Lo lógico sería pensar que un virus entró en mi computadora, pero mis instintos primales de escritor de ciencia ficción me llevan a pensar otra cosa. Creo fue una distorsión espacio-temporal la responsable de que, ni bien puse punto y aparte, el cuento no hiciera otra cosa que cobrar vida. A escribirse a sí mismo, alimentándose de mis propios pensamientos.
Supongo que no existe el cuento perfecto. Nuestras creaciones, tarde o temprano, se nos vuelven en contra. Somos esclavos de lo que creamos. Ya está ahí, no se puede borrar. Somos esclavos y responsables de lo que concebimos. ¿Y ahora mi cuento cobró vida? No puedo confirmarlo, pero ahí estaba yo, en la cocina, preparándome unos spaghetti al filetto de cena cuando percibí aquellos ruidos de pisadas. Vivía solo, así que he de admitir que me sobresalté de forma desmedida. ¿Podía ser él? ¿Mi propio texto acechándome?
Me giré al escuchar sus pasos, y en mi torpeza golpeé la olla de agua hirviendo. Sentí el ardor en mi espalda a medida que el agua se desparramada. Caí como plomo al suelo y así quedé, inerte, durante unos segundos. Los ruidos se hacían cada vez más fuertes y cercanos. Cerré los ojos, incapaz de seguir mirando.
Comentarios (4):
Eunice
29/05/2013 a las 10:32
Me ha encantado. Es una rayada de texto pero ha parecido genial. Felicidades!
Nhicap
29/05/2013 a las 17:09
Brillante historia Luciano. Un derroche de imaginación y muy bien narrado. Me ha gustado mucho.
Felicidades.
lunaclara
31/05/2013 a las 10:30
Genial! Original! Felicidades!
Luciano Sívori
01/06/2013 a las 14:39
Muchísimas gracias por sus comentarios!! Lo he colgado en mi blog, con algunas pequeñas mejoras y correcciones. Por si les interesa les dejo el link:
http://viajarleyendo451.blogspot.com.ar/2013/05/se-vuelven-contra-nosotros-cuento.html
En el blog tengo otros cuentitos tmb… ojala puedan darse una vuelta y decirme qué opinan. Saludos!!