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Una noche cualquiera en casa de los Hopper. - por Viktor Golewsky

Web: http://libresdelectura.blogspot.com.es/

– ¿Qué te parece, Jo? ¿Por qué escribes tanto? Llevamos dieciocho años casados y te conozco lo suficiente como para saber que cuando callas tanto, cosa inaudita en ti, es por alguna razón, y realmente, con las esperanzas que tengo puestas en esta obra, me gustaría que me lo contaras.

Edward introduce su pincel en el vaso de agua, ese vaso que perteneció a Robert Henri, su fiel mentor, su profesor en la Escuela de Arte de Nueva York; y se sienta en el sillón mirando fijamente a Josephine, su Jo, ya casi veinte años casados, cómo pasa el tiempo, y ella sigue ahí, como si de una taquígrafa sin control se tratase, escribiendo todos los detalles de su obra, con sus propias observaciones, siguiendo al pie de la letra el consejo que pregonaba Robert en sus clases a todos sus alumnos: “Yo no estoy aquí para enseñaros únicamente a desarrollar vuestro talento, yo estoy aquí para que aprendáis en un futuro no muy lejano a promocionar y gestionar vuestras carreras con rigor y decisión”. Y eso es lo que hacía ella, escribir al pie de la letra todos los pasos, todos los movimientos que Edward realizaba, aportando sus propios matices, por si algún día, todos esos datos pudieran reportarles éxito y reconocimiento.

– Bueno, ahora estoy anotando que para mí hay demasiada oscuridad, ¿no crees que le falta algo de color? La meta de vivir es encontrar la felicidad, y personalmente, hundiéndote en ese pozo oscuro en el que estás no la encontrarás, llena tu vida de color Edward, estoy cansada de decírtelo, no puedo estar con una persona tan deprimida y pesimista.

Josephine deja su libreta en la mesita y mira fijamente a Edward, ¿qué vio en él? Aún recuerda cuando estaban los dos en el mismo curso en la facultad, era el raro de la clase, todo el mundo hablaba de él, se reían, pero a ella había algo que le llamaba la atención, no sabía explicarlo, pero esa fuerza la hizo acercarse a él, hasta hoy.

Edward se levanta del sillón, con la cara encendida de ira y se dirige al lugar donde está recostada su mujer. No soporta que siempre quiera tener la razón, es su trabajo, es su sueño, quiere perseguirlo, quiere seguir caminando por ese túnel sombrío hasta encontrar la luz, sabe que llegará, y no tiene prisa.

– A veces me da la sensación de que vives en otro mundo, de verdad. Josephine, esos malditos japoneses se han estrellado contra nuestra base, sal a la calle y mira como está todo el mundo, esto solo es un reflejo de cómo esta el pueblo en una ciudad tan grande como Nueva York, la gente está totalmente apagada, transitan las calles como sonámbulos, como búhos en la noche, sin vida, sin felicidad. Eso es lo que estoy queriendo transmitir, la oscuridad a la que nos está llevando esta guerra.

– Edward, esta respuesta está muy bien para alguien que quiera saber de su significado, pero, por favor, no intentes mentir a tu mujer con sandeces como esta. En el caso de que lo que dijeras fuera verdad, que no lo es, dime: ¿por qué la barra es un triángulo sin salida?, o, ¿por qué el bar no tiene puerta? Te conozco demasiado cariño, a mí no me puedes mentir, sé de tu soledad, sé de tu añoranza, de tu falta de cariño, de apego, de amor, y por eso estoy aquí, para ayudarte. No intentes ponerme lo de Pearl Harbor como escusa, a mí no. Y te sigo diciendo que con obras así no cosecharás ningún éxito, hazme caso, tanta negatividad y tanta oscuridad no llamará la atención de nadie, no llegarás a nada como pintor. Yo sé que es tu sueño, sé que es a lo que has aspirado siempre, pero quizás no es tu fuerte, Edward, quizás no naciste para ello. Y creo que me debes mucho, siempre he estado a tu lado, tanto en buenos como en malos momentos, he estado a tu lado aún negándome el tener hijos, aún teniendo que aceptar que pintes a otras mujeres, aunque veo que vas recapacitando en este tema, ¿qué mejor musa puedes tener que no sea yo?; he estado a tu lado viéndote pintar, apoyándote en ello, anotándolo todo, todo; pero… ¿y si es el momento de dejarlo? ¿Y si el tren ya pasó?

– Quizás tengas razón Josephine, quizás el tren ya pasó…

Comentarios (3):

Carlos

30/04/2013 a las 00:30

Me ha gustado mucho tu historia. La verdad es que los artistas consagrados son siempre un buen tema. Has tenido muy buen gusto apartándote de todas esas historias de infidelidades, de tiros y de borrachos más o menos malditos. He visitado tu página y me ha causado también muy buena impresión. Yo he empezado en Literautas con este ejercicio. Si tienes tiempo échale un vistazo “noctámbulo a la fuerza”, me gustaría saber tu opinión. Nos leemos.

Olaya Pérez

30/04/2013 a las 20:16

Si bien es cierto que la escena propuesta para este mes invitaba al relato más cercano a la novela negra, esta historia es una agradable sorpresa. Muy original y además con el mérito de conseguir que escenas más cercanas a la cotidianidad resulten atractivas

lunaclara

03/05/2013 a las 16:00

No termino de ver esa peculiar relacion amor-odio entre Hooper y su mujer, empeÑada en hundirlo en la miseria… Las entradas de dialogo son muy largas, me parece. Hablamos tanto en la cotidianidad?? A lo mejor el narrador podria apropiarse de parte de esos dialogos, se haria mas agil la lectura. Aun asi, me ha gustado mucho, es muy original meternos a todos dentro de la casa de los Hooper.

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