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La excepción - por Patricia Fernández+18
El frío de la noche me hiela la cara, mientras me mantengo inmóvil para evitar ser visto. Desde mi posición la veo a ella, con su vestido rojo, él mismo que llevaba el día en que nos conocimos. Más de un año después y todavía puedo verla entrando en el salón de aquel hotel, hasta su aroma se filtra en mis recuerdos como uno de esos venenos que, de tan dulces que son, no te importa que te maten. Una muerte deseable, eso era lo que había sentido al tenerla entre mis brazos.
Desde el principio, yo había sido consciente de las reglas del juego y la confianza era un lujo que nunca me había podido permitir. Mi trabajo consistía en seguir el guión mientras ella pudiera resultarme útil, ni un minuto más, para luego deshacerme de ella como quién tira un chicle después de masticarlo. El plan de siempre… y esa vez no podía ser la excepción, había demasiado en juego. Eso me repetía a mí mismo cada vez que me sumergía en ella, como sumergiéndome en arenas movedizas sabiendo que ya nunca podría salir. Hasta que llegó el día en que mis jefes empezaron a sospechar que algo no iba bien. Yo sabía el precio que me costaría un desliz como ese, mi vida; aunque para entonces ya me preocupaba mucho más la suya.
Primero llegaron las advertencias; nada sutil, el mensaje estaba claro y, como resultado, varias costillas rotas y quemaduras por todo el cuerpo. Tenía que tomar una decisión y tenía que hacerlo deprisa. Y así lo hice, así es como decidí huir de todo lo que había conseguido mantenerme con vida desde que mis padres me abandonaran en un callejón. Todo por ella, por mantenerla a salvo.
La noche en que se lo confesé todo, ella lloró y dijo que nunca podría volver a confiar en mí. Lo recuerdo bien, siempre lo recordaré. Le supliqué de todas las formas posibles que me perdonara, le insistí en como ella me había hecho encontrar una razón para cambiar, pero nada parecía convencerla de lo real de mi amor. Amor. Lo pienso ahora y me entran arcadas, pero me contengo, no puedo hacer ruido, no puedo dejar que me descubran. Esta noche tengo que hacerlo bien.
Tras una angustiosa discusión, conseguí hacerle entender lo que ella significaba para mí y lo importante que era huir de aquel lugar. Huir juntos, tan lejos como pudiéramos. Ella accedió y nos perdimos entre las sábanas una vez más, sin yo saber que sería la última. Sin yo saber que ella había hecho una llamada a mis espaldas y que esos últimos besos eran su forma de distraerme hasta que llegaran los suyos. Sin yo saber que todo era una trampa en la que yo me había dejado caer voluntariamente.
A esa noche le siguieron diez meses de cautiverio y maltratos en los que no hubo un día en que el agotamiento no me obligara a caer en un sueño profundo en el que sólo la veía a ella. No sé qué querían de mí ni sé por qué no me mataron mientras pudieron, pero ahora ya es tarde. Ahora estoy aquí, milagrosamente vivo, observándoles y dispuesto a matarlos; a todos, empezando por ella.
Comentarios (4):
Giriel
29/04/2013 a las 22:29
Intenso. Aunque no habla mucho de los personajes en sí, sino de las emociones del protagonista-narrador. No supe a qué se dedicaba, pero es una relación de esas intensas, peligrosas y extrañas.
Josep García
01/05/2013 a las 05:46
Atrapa.
Olaya
01/05/2013 a las 16:00
Muy interesante. Digno de una película sobre el rencor y la venganza
David Ballester
02/05/2013 a las 17:42
Muy bueno, obsesivo, te hace seguir leyendo, aunque un cierto aire funesto desde el mismo principio te hace presuponer el resto. Sin dar demasiados detalles, has logrado dejar entrever más de lo que muestras sobre los personajes y el violento mundo en el que se mueven.