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Vuelves a ser tú - por Emmeline Punkhurst
Desconocía si los sueños eran de colores, si eran preludio de situaciones venideras, si su significado denotaba alguna característica de personalidad. Simplemente sabía que se había despertado allí, en el suelo de un tugurio de mala muerte, rodeado de personas que le dirigían miradas iracundas.
Sentía cómo el pómulo izquierdo le latía con un dolor indescriptible y cómo un reguero de algo caliente (¿sangre?) recorría su piel a paso lento. Desconcertado, trató de levantarse mientras aquel hombre plantado ante él se preparaba para un nuevo ataque. Instintivamente se tapó la cara con las manos, gesto ante el cual el hombre bajó los puños.
De los labios de éste salieron las siguientes palabras:
– Pedro, ¿vuelves a ser tú?
Cerró los ojos víctima de su confusión. ¿Quién era Pedro? ¿Quién era él mismo? ¿Dónde estaba?
De repente, una imagen en su cabeza lo ensombreció todo. Fue una visión fugaz, quizá poco importante para otra persona pero no para él.
Pausadamente, se incorporó y comenzó a caminar, cojeando pero con paso decidido. La gente arremolinada a su alrededor se empezó a apartar para abrirle paso. Con la mirada perdida, abrió la puerta del bar y salió al callejón oscuro. Allí, lo vio todo más claro y decidió hacerlo de una vez por todas. No soportaba el sufrimiento causado y, aún menos, la sensación de culpa que lo seguía. Encontró una botella de bourbon rota e hizo lo que tenía que hacer…
A la mañana siguiente, otra persona que no tenía nada que ver con la oscuridad que reinaba allí se despertó en una cama vacía. Inmediatamente, Marina supo que algo no andaba bien y se levantó como un resorte a buscar a Pedro por la casa. Le llamó insistentemente sin obtener respuesta alguna y se temió lo peor. El sonido taladrante del teléfono se lo confirmó. Habían encontrado a Pedro desangrado a las puertas del Phillies.
Ella lo sabía. Tras muchos peregrinajes por consultas médicas, psicólogos, curanderos y chamanes varios, el maldito trastorno de sueño lo había acabado matando.
Marina lloró a Pedro, aquel hombre dulce que le había enamorado, no así a Carlos, aquel personaje violento en quien se convertía cuando el “sueño lento” se apoderaba de él.
Comentarios (7):
lunaclara
30/04/2013 a las 16:15
Muy original! Felicidades!
Eloyzinho
01/05/2013 a las 08:56
Original y todo un homenaje al Dr. Jekyll y Mr. Hyde. Por cierto, me ha sorprendido su brevedad ya que lo habitual suele ser rozar el límite de 750 palabras 😉 Muy bien escrito, enhorabuena 🙂
Enrique
01/05/2013 a las 10:57
Muy buena la historia y muy bien escrito, enhorabuena.
Emmeline Punkhurst
01/05/2013 a las 16:06
Muchas gracias! Sé que el relato de este mes ha sido más corto de lo habitual pero consideré que si le añadía alguna palabra más restaría calidad al relato
Olaya Pérez
01/05/2013 a las 16:07
Muchas gracias por vuestros comentarios! Este mes el relato ha sido más corto pero pensé que añadirle más palabras restaría calidad a la historia
Carlos Dauro
04/05/2013 a las 17:29
El conflicto de la dualidad, el bien y el mal. Como tú bien has dicho, no hacen falta más palabras en este buen relato.
teresa
10/05/2013 a las 04:56
Muy bueno! Claro, conciso y contundente. No le falta ni le sobra nada. Felicitaciones.