Literautas - Tu escuela de escritura

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Compartir - por Ariadna Ortiz

-Acaba de echarme en cara otra supuesta infidelidad —se quejaba él, con esa completa desconocida que hacía 10 minutos se había sentado junto a él.
-Bueno, alguna razón ha de tener. Las mujeres siempre nos damos cuenta de las cosas, ya sabes, es algo así como un sexto sentido.
-Que va, esas cosas no existen. Lo que pasa es que ella es muy fácil de manipular. Escucha a la gente hablar mal de mí, e inmediatamente les cree. No confía ni tantito en mí.
-Ya, como digas. A todo esto, ¿le fuiste infiel o no?
-No tiene por qué quejarse, no le hace falta nada.
-Claro, claro, los hombres siempre tienen a sus mujeres viviendo como reinas. Joyas, ropa, zapatos, todo lo que ella quiera. Pero yo te hice una pregunta, ¿le fuiste infiel o no?
-¿Tu qué crees?
-No lo sé, apenas te conozco. Pero por la forma en que evades la pregunta me haces suponer que sí.
-No se juzga a un libro por su portada, querida.
-No lo estoy juzgando por su portada, lo juzgo por su contenido, o su falta de.
-¿Qué me estas queriendo decir?
-Nada, es sólo que con cada cosa que dices me haces pensar que tu mujer tiene razón.
-Si eso es lo que crees, está bien, es tu opinión —dijo él, al tiempo que se levantaba para irse de aquel bar.
-Sí, es lo que creo. Aunque yo sé de algunas mujeres a las que no les importaría compartir.
No pudo hacer otra cosa, más que detenerse y girarse. Al darse la vuelta vio en ella una media sonrisa muy sugerente.
-Así que no te importa compartir, eh.
-No, la verdad no.
Entonces ella también se levantó y se acercó a él. Él podía sentir su cálido aliento. No pudo soportarlo más, de verdad le gustaba esa mujer. La besó. Se fundieron en un beso pasional, lujurioso. Y salieron del bar.
Desde la ventana del primer piso del edificio de enfrente un par de ojos miraban la escena.
-Ves, ya te lo había dicho todo el mundo. Tu marido te engaña. Ya deberías dejarlo.
-No lo sé, hay mujeres a las que nos gusta compartir.
-Pero a mí no. Yo no te quiero compartir más.
Ella lo miró, y con una sonrisa en el rostro, se volvió a meter a la cama.

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