Literautas - Tu escuela de escritura

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Garo y el pirata Bienvenido - por Auxi M.AR.

–¿Quién osa destrozar mi navío? –el capitán salió bramando de su camarote, dando tumbos con los bruscos movimientos, buscando al culpable con rabia.
No obtuvo respuesta alguna. Pronto se dio cuenta que el barco parecía estar completamente vacío.
–¿Aún estáis despierto?.
Una voz le llamó desde la popa. No iba a tener piedad con él.
–¿Despierto? ¿Qué cojon…?.
–No digáis palabras malsonantes. Mi madre dice que es muy vulgar.
Cuanto más se acercaba al timón más joven parecía el niño. No podía tener más de doce años.
–¿Qué narices haces en mi barco?.
–Siento comunicaros que este ya no es vuestro barco. He tomado el control.
El capitán sacó su espada, apuntando al ladronzuelo en la garganta.
–Te voy a dar una oportunidad de tener dignidad y saltar por la borda, evitando la muerte lenta que te voy a dar yo. No sin antes decirme que has hecho con mi tripulación.
–Los tenéis ahí delante.
El marino miró donde apuntaba el muchacho con su cabeza. En el casco del barco, se encontraba un pequeño grupo de sapitos, gorditos y verrugosos.
–Lo que no entiendo es porque vos seguís despierto. La bruja me aseguró que la pócima funcionaría en cualquier…
El muchacho se detuvo a observar al capitán con detenimiento, parecía no tenerle miedo alguno.
–¿Has osado envenenar a mis hombres?
–Hombres… sí, en eso estaba pensando –el niño parecía hablar con galimatías.
–¡Maldito demonio! ¿Cómo has conseguido esto?.
–Oh, muy sencillo, un soborno. Una hechicera me vendió la pócima y sólo tuve que sobornar a vuestro cocinero, mezclar el potingue con su comida y esperar a que salieran los animalillos.
Al capitán le dolió profundamente esa traición. Confiaba en todos y cada uno de los hombres de su tripulación como si compartieran sangre.
–¿Estáis seguro que sois vos el líder de este navío?
–Tú no me conoces de nada, mequetrefe –agarró al muchacho por la nuca, apartándole del timón con brusquedad. El joven no se inmutó.
–Claro que me conocéis… bueno, el capitán me conocía, vos supongo que no.
El bucanero titubeó durante un segundo
–¿Qué tonterías dices?.
–Soy Garo, el hermano de Minerva, la actriz, lleva el teatro de los enanos en el sur. Todos los años, todas las primaveras, este mismo barco atracaba en el puerto para comerciar bienes de dudosa procedencia y todos los años, todas las primaveras, tu tripulación disfrutaba de las obras de mi hermana. Hasta hace dos años.
–¡Soy el temido pirata Bienvenido! ¡Capitán de la nave más maliciosa! ¡Líder de la tripulación de peor calaña!
Habían llegado al borde de la timonera, un paso más y caerían al mar. Garo seguía tranquilo y sonriente, como si no fuera con él nada de lo que estaba ocurriendo.
El corsario, en cambio, temblaba.
Garo suspiró. Tenía una sonrisa llena de sorna y burla. El pirata podía tener el sable en su mano pero era el muchacho quien tenía el poder en ese enfrentamiento.
–Sois más bajo. No mucho pero la ropa os queda algo grande, sobre todo en las mangas.
–Yo…
–Además, Bienvenido tenía los ojos verdes, vos los tenéis marrones.

El pirata suspiró, separándose del chico, sintiéndose derrotado.
–Maldita sea… Dos años llevo aguantando esta farsa y vienes tú y me la hundes.
–La verdad, lo he sospechado desde el primer momento. La bruja fue muy explícita “la pócima funcionará en cualquier hombre que la tomara”. Si con vos no surtió efecto…
–Mucho de hombre no tengo, pero de pirata tengo un buen trecho y me acabas de arruinar la vida –la mujer se sentó en la timonera con lágrimas en los ojos.
Tantos años luchando y robando para conseguir sus metas y ahora un niñato malcriado se lo había robado todo de un plumazo.
Garo parecía, realmente, compungido. Una punzada de culpa le atravesó.
–Lo siento muchísimo… Esa nunca ha sido mi intención pero necesito llegar a la cueva de los deseos y hablar con el genio que en ella vive antes de que sea demasiado tarde. Si me acompañais, os devolveré el barco y vuestra tripulación y nadie tiene que enterarse de lo que aquí ocurrió.
La pirata le miró. ¿Acaso tenía una mejor opción?.
–No es fácil. Debemos cruzar el valle de las calaveras, derrotar a la quimera de los rubíes y atravesar infernales tormentas monzónicas. ¿Qué es tan importante para enfrentarte a esos peligros?.
Garo se sentó a su lado. De pronto parecía incluso animado con la situación.
–Debo detener una profecía.

Comentarios (2):

Patricia Redondo

19/04/2025 a las 09:36

Buenas Auxiliadora, soy tu vecina de arriba, así que este mes me toca leerte y comentar.
Una historia interesante, y bien narrada. Tiene incluso su pizca de gracia y de ironía: todos esos hombretones convertidos en sápidos….
Parece más bien el principio de algo más grande. Una novela de fantasía y de aventuras. Tiene buena pinta, así que adelante con ello, ya nos contarás o narrarás 😀
He visto alguna construcción que me ha chirriado algo te las señalo por aquí, pero no soy experta así que tómalo como un comentario sin demasiada importancia.
“Con los bruscos movimientos “ ese los me sobra.
Tantos años luchando y robando para conseguir sus metas… esta frase , que es una construcción bastante actual, parece que no pega con el ambiente de época y fantástico del relato, conseguir metas parece más bien una construcción contemporánea y casi empresarial., me choca en el texto , nada más.
Ha sido un placer leerte, estoy justo arriba por si te interesa

Patricia Redondo

19/04/2025 a las 09:37

Perdona por lo de Auxiliadora, escribí Auxi pero el maldito corrector me completo la palabra sin mi permiso!

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