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Carmina, tuyo por siempre - por Uxía de AvellanedaR.
Web: http://creapixeletra.blogspot.com
Era una tarde estival del mes de julio. Día dieciséis, una fecha señalada. Se celebraba el día de la patrona de los marineros, la Virgen del Carmen, y la gente del mar la marcaba en rojo en el calendario. Yo tenía ocho años y no entendía por qué mi abuelo se escondía detrás de las rocas en su pequeña embarcación “Carmina” en honor a su esposa. Sin embargo, no se perdía detalle de la procesión marítima y memorizaba incluso los nombres de los barcos participantes para, posteriormente, narrarlo en su diario de navegación. Lo hacía así desde que yo recordaba. Lo fundamental era mantenernos a salvo de miradas indiscretas, bajo ningún concepto deberíamos destacar nuestra presencia. Mi abuelo Juan, experto lobo de mar, dejó pasar el tiempo suficiente para que todas las embarcaciones participantes en la travesía marítima llegasen a puerto y atracasen una a una, con orden, en cada uno de los puntos de atraque previamente asignados a tal efecto. Al día siguiente la fiesta continuaría y ningún barco se haría a la mar. No fue necesario un soborno para que mi abuelo abriese su corazón. Además, yo sólo tenía ocho años y desconocía el significado de la palabra soborno y todas sus connotaciones. Sin previo aviso, el mar se agitó, las olas se volvieron negras y amenazantes y en el rostro confiado del abuelo Juan percibí los signos de un nerviosismo cercano al miedo. Nuestra pequeña embarcación Carmina zozobraba. Mi abuelo subió el volumen de sus imprecaciones. Hizo alusión a la Profecía Carmina, según la cual para conjurar una tormenta marítima los navegantes deberían confiar ciegamente en sus compañeros, desnudar su alma y comunicarles el más oscuro secreto que sus entrañas albergasen. Y así fue como mi abuelo Juan me hizo partícipe del doloroso motivo por el que no participaba en el homenaje a la Virgen. «Hace más de cincuenta años que mi pecho carga con este horrible peso. Desde entonces, niego la vida. Mi esencia se borró. Me aniquiló como hombre y como ser humano. Se llamaba Julia Romero y era la mujer más atractiva que te puedas imaginar. Su expresividad y gracia natural fueron elementos clave para encumbrar su carrera como actriz primero y como soprano después. La obra Carmina Burana la enajenó. Se perdió en la búsqueda de la libertad por caminos errados: placeres varios y vida fácil la cautivaron. Se fue con un cura jesuita progresista, tan amante de las artes que ejercía de director de la ópera Carmina Burana». Con cada palabra, el mar enmudecía, dispuesto a serenarse, a silenciarse, para escuchar y comprender el relato en profundidad. «Desde aquel día, hace hoy cincuenta y dos años, reniego de Dios y de la religión. Sólo conservo cierta devoción por la Virgen del Carmen porque siempre fui marinero y así me siento. Además, fue en las fiestas de la patrona cuando saqué a bailar por primera vez a Julia y los recuerdos no se pueden borrar tan fácilmente, menos todavía cuando veo en tus ojos azules, querido nieto, los ojos de tu abuela huída». Sin saber cómo, mi abuelo, diestro como pocos, amarraba su pequeña embarcación, Carmina, al costado de babor de la lancha de salvamento engalanada para la ocasión con flores y banderas. Y mi abuelo, viejo gruñón, protestaba y renegaba del irónico destino porque se había hecho tarde y a él ya nadie lo podría salvar.
Ccomentarios (1):
Vespasiano
19/04/2025 a las 21:00
Buenas noches, Uxía de Avellaneda:
Me toca comentar tu relato y lo hago con agrado.
Primeramente quiero destacar algunas coincidencias que ocurren con tu (entiendo que seudónimo) y la ópera “Cármina Burana”. La primera por ser Avellaneda el nombre de uno de mis personajes retratados en mi relato: “Aldonza la mesonera”, y la segunda el hecho de yo que haya cantado esa obra con la coral polifónica de mi ciudad en más de una ocasión.
Una historia de desamor, la tuya, que me ha parecido interesante y me ha gustado. Aunque veo contradiciones en ella:
“Hace más de cincuenta años que mi pecho carga con este horrible peso. Desde entonces, niego la vida. Mi esencia se borró. Me aniquiló como hombre y como ser humano”.
Me parece al menos extraño que el abuelo se sintiera emocionalmente así, cuando antes has escrito:
“…mi abuelo se escondía detrás de las rocas en su pequeña embarcación “Carmina” en honor a su esposa”.
Leyendo esto entiendo que el abuelo rehízo su vida en compañía de su mujer a la cual incluso homenajea poniendo su nombre “Carmina” a la barca.
También me ha parecido muy abigarrada la presentación del relato.
He echado de menos algunos puntos y aparte.
Espero que podamos seguir leyéndonos en futuros retos.