Literautas - Tu escuela de escritura

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El espejo de Isis - por Ricardo S.R.

Nadie sabía muy bien por qué la actriz Sara Méndez había decidido abordar aquel crucero por el Nilo. Conocida por su hermetismo y una carrera llena de papeles oscuros y incomprensibles, era raro verla fuera de las pantallas o de algún set cuidadosamente cerrado al público. Sin embargo, ahí estaba, en la cubierta del Seti I, vestida con una túnica color marfil, bebiendo lentamente un cóctel mientras el sol descendía sobre las aguas milenarias.

La mayoría de los pasajeros fingía indiferencia, aunque todos sabían quién era. La acompañaba un hombre de mediana edad, su asistente, siempre atento, siempre en silencio. Algunos decían que viajaba para preparar un papel; otros, que escapaba de un escándalo.

En la segunda noche, el crucero atracó cerca del templo de Kom Ombo. Los pasajeros bajaron en grupos pequeños, guiados por un arqueólogo local llamado Farouk. Era un hombre enjuto, de barba gris y ojos agudos, que parecía conocer cada piedra del templo como si la hubiera colocado él mismo.

Sara se detuvo frente a un relieve deteriorado que representaba a Sobek, el dios cocodrilo. Farouk se acercó y, tras un instante de duda, le susurró algo. Nadie supo qué le dijo, pero la actriz palideció. Desde ese momento, su comportamiento cambió. Se volvió más reservada, si eso era posible, y comenzó a preguntar con insistencia sobre antiguas leyendas egipcias.

Aquella noche, Sara no bajó a cenar. Envió a su asistente a buscar a Farouk.
—La señora Méndez desea hablarle —dijo el asistente con tono neutro.

—¿Sobre qué? —preguntó Farouk, aunque ya lo intuía.

—Sobre la profecía.

Farouk frunció el ceño.

—Hay muchas profecías en Egipto, y casi todas han sido malinterpretadas por siglos de superstición.

—Esta no —replicó el asistente, sin titubeos.

La habitación de Sara estaba adornada con flores de loto y una lámpara de aceite que ella insistía en usar en lugar de la iluminación moderna. Farouk entró con recelo. La actriz estaba sentada en el suelo, rodeada de papiros que, claramente, no pertenecían al inventario del crucero.

—Usted lo sabía —dijo ella sin mirarlo—. Lo que me dijo frente a Sobek… Eres la portadora del eco de la diosa.

—No lo inventé. Está en un texto del Templo de Philae —respondió Farouk—. Pero nadie lo toma en serio. Una antigua profecía que habla de una "voz de mujer nacida entre máscaras" que traerá el renacer de Isis.

—¿Y si fuera verdad? —preguntó Sara con los ojos brillantes.

Farouk dudó. Había pasado su vida entre ruinas y mitos, pero nunca creyó que algo tan fantasioso pudiera volverse real. Sin embargo, aquella mujer tenía algo en la mirada… algo que no podía explicar.

—¿Qué es lo que quiere? —preguntó, cruzando los brazos.

—Quiero ver el templo de noche, sin turistas, sin interrupciones. Quiero escuchar lo que Isis tenga que decirme.

Farouk se rio, incrédulo.

—¿Y qué me ofrece a cambio?

La actriz sacó un sobre de su túnica. Dinero. Bastante.

—No es un soborno. Es… gratitud anticipada.

El arqueólogo dudó, luego lo tomó con resignación.

Esa noche, cuando el crucero dormía, una lancha los llevó hasta la isla de Philae. Farouk abrió las puertas del templo como un ladrón devoto, y Sara caminó sola entre las columnas, murmurando fragmentos en copto que había aprendido para un papel nunca estrenado.

Se detuvo en el sanctasanctórum. El aire era más frío allí. El silencio pesaba. Cerró los ojos.
Entonces, escuchó una voz. No era la suya. Tampoco era de este mundo.
"Portadora del reflejo. Voz que despierta lo dormido. Tu eco reavivará la balanza."

Sara cayó de rodillas. Su cuerpo temblaba, no de miedo, sino de una revelación súbita. No sabía si era real o un delirio inducido por su obsesión, pero algo dentro de ella cambió. Cuando se levantó, sus ojos eran otros.

Farouk la esperaba afuera, encendiendo un cigarrillo con manos temblorosas.

—¿La escuchaste? —preguntó él.

Sara asintió.

—Sí. Y ahora sé lo que debo hacer.

El crucero regresó a El Cairo unos días después. Sara descendió con la cabeza alta y una calma inusual. Nunca más volvió al cine. Desapareció de la vida pública como si nunca hubiera existido. Algunos dicen que se unió a una orden secreta que custodia los secretos de Isis. Otros, que enloqueció y vive en un convento en Alejandría.

Ccomentarios (1):

Alberto Suárez Villamizar

19/04/2025 a las 19:02

Entretenida historia donde se pone a volar la imaginación acerca de las predicciones antiguas. Das un buen manejo al suspenso en torno a la profecía, así como el final de Sara y su destino final.
Te invito a visitar mi historia titulada “Brillando con su propia luz”, y dejar tus comentarios, asunto que te agradeceré.

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