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El Crucero del Amor - por Osvaldo Mario Vela SáenzEl CruR.

Hoy, es el último día de crucero antes de regresar a Miami. Después de la cena nos citaron aquí en cubierta, recibiremos el instructivo para el desalojo del barco.
Este anochecer nos despide. Un horizonte de mucho colorido al poniente.

El Sol repite su agonía diaria, diferente a la de días anteriores y desigual a las que vendrán después. Deceso de intensa brillantez, que refleja sobre el interminable oleaje del Golfo de México, su rojizo destellar en nuestros rostros. Ambiente purpurino que despierta al intelecto y serena al espíritu.
El suave golpeteo de la brisa húmeda en mí faz, semeja ser una caricia.

Félix, de pie a mi lado, recargado sobre el barandal de cubierta.

Me mira y yo me cuelgo de su brazo y a punto de darle un mimoso beso al oído, Félix comenta:

—Sabes Elvira, la luminosidad en tu rostro me recuerda el callejón oscuro donde te conocí. No imaginé que tuviera frente a mí, una profecía que anunciaba todo lo que hemos pasado.

Nunca, desde el día en que besé a la heroína de nuestra historia y a la vez la actriz más hermosa que hubiese visto jamás había yo padecido sobresalto alguno por lo que nos espera ya casados.

—Ahora que ya sabes que soy tuya en cuerpo y alma empiezas a tener dudas, ¿por qué?

—Es que has estado muy callada Elvira ¿Acaso estás meditando?

—Bueno; casi, casi. En realidad, repasé la historia de nuestra boda desde que entramos a la capilla hasta este momento.

—Pero para que, si nos falta mucho por vivir.

—Yo, al igual que la abuela Sofía, quiero tener siempre fresca en mi mente, lo que vivimos. Un día quisiera contárselo a nuestros nietos.

—¿Cuantos quieres tener?

—Los que Dios nos quiera mandar.

—Como que esta conversación, ya la escuché antes. Y sí, antes pensaba que era un soborno para mantenerme junto a ti, mira que me interesa cueste lo que me cueste.

Si, pero mi respuesta esta vez es diferente. Van tres y faltan nueve.

—¿Cómo dijiste?

—Faltan nueve para completar la docena

—¿Estás segura?

—Pasé por la enfermería, cuando me pediste que te trajera una coca cola con hielo de la barra, y lo confirmaron.

Terminaron estrechamente unidos.

Ahora, Félix era quien meditaba.

La abuela Sofía, me señaló el camino. Me enseñó los ingredientes perfectos para una concepción sin falla: amor y entrega. Pero para completar doce está en chino. Creo que vamos a tener que completar la docena con los nietos esos que mencionaste.

—Yo pienso igual. Sólo te voy a comprometer, a que por amor no quede.

El sol, se despedía escondido tras las nubes. Dos pares de ojos, desde cubierta, con la felicidad reflejada en ellos miraban más allá del nuberío. Podían imaginar las lejanas tierras durangueses antes de llegar a la inmensidad del Océano Pacifico; allá les esperaba su nueva vida junto a sus hijos, la abuela Sofía y la hacienda Quinta Hermosa…

Ellos seguían abrazados…

Lejos en el horizonte, a la puesta del sol, caprichosos nubarrones semejaban ser monigotes de algodón que conocían la historia completa del arrepentido. Estas figuras, asomándose desde las alturas al escenario que les atraía. Se sentían gozosos por los personajes. Aquellas esculturas de vapor eran los guionistas de esta historia, quienes, escondidos en aquellos disfraces voluminosos, miraban su obra: inmóviles y seducidos por la historia de un rayo de luz que marcó el rumbo de ambas vidas.

El amor, fluía con plenitud.
Ningún sentir tan profundo como el de dos emisarios célicos: un jefe arrepentido y una madre de dos angelitos. Seres unidos para compartir una existencia programada desde otra dimensión.

¿Iría a ser, su nueva vida en común la continuidad de la misma historia celestial ya cumplida? Guion escrito en otro entorno, en el cual, todo encajaba perfecto y saliera a pedir de boca para ellos. El roncho La Alborada y la hacienda Quinta Hermosa fueron los dos edenes, escogidos como destino de redención para encausar al arrepentido y darles la dicha merecida a los otros tres.

¿O iría a ser su historia, solo el borrador de inicio a una vida que ellos deberían de terminar de escribir? Eran tantas las cosas por enmendar como penitencia a la vida de la que él fue rescatado que nunca deberían dudar del regalo recibido.

El amor de ambos, mas, unos niños y la abuela Sofía quienes, con su inquebrantable apoyo, en esta nueva etapa de redención formarían una familia muy unida; como pareja, se sabían bendecidos.

Comentarios (3):

Osvaldo Mario Vela Sáenz

17/04/2025 a las 23:51

Hola a todos los que participan en el taller.

Este trabajo es el final de la historia del callejón oscuro donde una lampara que parpadeara, iluminó el rostro más bello que Félix hubiese visto.

ala boda se celebró en la capilla de la Hacienda quinta hermosa y el regalo de boda del personaje que sufrió el secuestro fue un crucero a las Bahamas. el reto adicional de un barco como escenario permitió esta participación.

Gracias ´por su visita y espero que disfruten el relato.

Patricia Redondo

19/04/2025 a las 14:35

Hola Osvaldo! pues gracias por la aclaración por que lo cierto es que no recordaba tus textos anteriores (algo del arrepentido me sonaba pero no acababa de concretar) y me estaba haciendo un lío.

Me asomo porque suelen gustarme tus textos, pero antes de entrar a mayores permiteme una crítica sin malicia:
El título!! Ese título, no es que sea azucarado, es que es empalagoso, un merengue completo. Y a mi , que encima he sido educada en la televisión , me recuerda a un serial televisivo de hace muchos años en el que veiamos embobados las historias de amorios que se desarrollaban en un crucero que comandaba un capitán gruñón , un sobrecargo en pantalones cortos y una azafata de lo más pizpireta ¡The love boat! ¡Que tiempos!

Respecto al texto, buen cierre con final feliz de una historia relatada en distintos talleres. Para mi gusto quizá un poco excesivo: demasiada hacienda, demasiado amor , demasiados hijos…”demasiada felicidad” que diría una de mis escritoras favoritas (Alice Munro) para expresar justo lo contrario…
Pero escribes muy bien , dominas el arte de las palabras. En algunos parrafos tus escritos son casi poesía, por ejemplo:

El Sol repite su agonía diaria, diferente a la de días anteriores y desigual a las que vendrán después. Deceso de intensa brillantez, que refleja sobre el interminable oleaje del Golfo de México, su rojizo destellar en nuestros rostros.

Un saludo Osvaldo, nos seguimos leyendo.

Estoy en el 51 por si te apetece pasarte

Osvaldo Mario Vela Sáenz

19/04/2025 a las 22:42

Hola Patricia Redondo, agradezco de sobremanera el comentario que haces porque ya lo había recibido muchas veces antes, pero por primera vez recibí el mensaje. Con tu forma de plantearlo, algo del contenido despertó en mí, la curiosidad de poder explicar el porqué.

El comentario al texto de amadeo, escrito obligatorio que me concierne, me hizo ver la luz. esto fue lo que escribí.

Yo a los dos años padecí poliomielitis.

El médico que le encargara a mi madre el programa de ejercicios y cuidados para que el efecto fuera atenuante a mi físico, fue el Dr. Alejandro Velasco Zimbrón.

Así fue, como mi madre se convirtió en la mejor enfermera del Dr. Velasco Z. el Medico falleció cuando yo tenía once años y mi madre siguió siendo la mejor enfermera póstume del mundo. Todavía, después de casado., ella me llamaba para recordarme de seguir el tratamiento.

la polio finalmente me alcanzó a los 68 años, limitándome a muletas y silla de ruedas- Ahora a mis setenta y siete sigo ejercitando el tratamiento. Ayer visite a mi madre de Noventa y nueve años y juntos entonamos canciones de antaño-

Agradecí a amadeo por permitirme con el tema de su escrito, el poder dedicarle a mi madre un merecido homenaje a su dedicación a aliviar mis males-

Fueron increíbles las bendiciones que he recibido toda mi vida y el agradecimiento es el don que me permite continuar.

Ahora te agradezco a ti, porque al despertar en mí una realidad, buscas otorgarme una bendición más: Gracias-

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