Literautas - Tu escuela de escritura

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La Luz 4 - por Borja

Julio continuaba temblando cuando salió a la calle. En su cabeza todavía resonaban las palabras de la vidente. Percutiendo como si quisieran perforarle el cerebro. Y por poco que fueran, por poca certeza que le trasmitieran, notaba que una nueva esperanza anidaba en su corazón.
Levantó la vista al cielo, apenas quedaba un rato antes de que se fuera el sol. Veinte minutos, media hora quizá. En el fondo no tenía prisa. Le daba igual.
Es más, ojalá se lo llevara la Luz. Así podría reunirse con su mujer y su hija. No habría necesidad de esperar a nada más. No necesitaría tener la fe que la nigromante le había pedido que tuviese.
Aunque, por desgracia, sabía que la Luz a él no lo quería. Ya lo había rechazado una vez. No tenía motivos para pensar que podría ser diferente esa noche.
Caminó de regreso a su coche, esquivando aquella concentración de frikis que vio a la ida. Sentía cierto alivio en su alma, no quería que se volviese a emponzoñar al ver como aquellos idiotas anhelaban algo que a él solo le había causado dolor.
Estaba a punto de entrar en el coche cuando el sol desapareció.
La función iba a comenzar.
Arrancó y condujo por las calles casi desiertas de la ciudad. Apenas un coche por aquí y otro por allá.
Se paró en un semáforo en rojo. Encendió el enésimo cigarrillo y arrancó al cambiar el disco a verde. Giró en la siguiente calle y se encontró con un espectáculo dantesco. Los gritos apenas eran perceptibles a través de los cristales cerrados, pero el rumor llegaba hasta sus oídos.
Frenó en seco. La Luz estaba al final de la avenida.
Los pocos rezagados que quedaban huían despavoridos, mientras que esa ominosa luminosidad se llevaba a unos y dejaba a otros atrás. Como si escogiese tomates en el supermercado. Este sí, este no.
Julio tiró el cigarrillo por la ventanilla. Apretó el volante con fuerza. El corazón comenzó a palpitarle con una velocidad que no conocía. Fijó su vista en el centro de la Luz y aceleró a fondo.
Las ruedas chirriaron contra el asfalto, soltando un ligero humillo. El coche comenzó a recortar distancia de manera vertiginosa. Sí la luz no venía a por él, iría él a por ella.
Cerró los ojos, esperando que algo sucediese al estrellarse contra ella.
Pero no.
No pasó nada. Nada, excepto que el motor del coche desfalleció una vez atravesó la luz.
Julio volvió a abrir los ojos al notar la pérdida de velocidad.
Se hizo a un lado y bajó del coche.
La luz estaba inmóvil en el mismo lugar. La observó con rabia. Por un momento tuvo la sensación de que se burlaba de él.
Entonces tan repentina, tan brusca como siempre, desapareció. Como si jamás hubiese estado allí.
Julio regresó a su coche. Trató de arrancarlo de nuevo, pero el motor no respondía. Resignado, se volvió a bajar. Se pasó la mano por el pelo mientras se le escapaba un suspiro.
Miró a un lado y al otro. Encontró una entrada al metro y se introdujo en ella. Los sitios bajo tierra, parecían seguros. Nunca nadie había desaparecido allí. Por eso se habían convertido en inesperados refugios.
Tomó el primer metro que lo acercó a la estación de tren y se bajó allí. Podría coger un tren de cercanías que lo dejara cerca de casa. Se dirigió a la máquina expendedora y sacó un billete.
Tenía quince minutos, más o menos, hasta que fuese la hora.
Se dedicó a dar paseos nerviosos de un lado a otro. Fijándose en lo vieja y destartalada que estaba la estación. Hacía más de veinte años que no la pisaba y la decadencia era total. Asientos rotos, olor a orín, cabinas telefónicas anacrónicas…
” ¿Cómo es posible que sigan quedando teléfonos públicos como estos?”- pensó-. ”Ahora todo el mundo tiene móvil, ya no son necesarios…”
Y en ese preciso instante el teléfono sonó.
Solo para él. Pues no había nadie más.
Incomodo, se acercó al teléfono. Extendió la mano, temblorosa. Tocó el auricular, dudando si cogerlo o no.
Cerró los ojos y se armó de valor.
Descolgó y se lo acercó a la oreja.
Solo había un silencio hueco.
Iba a volver a colgar cuando una voz neutra e impersonal dijo:
-No lo vuelvas hacer.
-¿Quién eres? –Chilló- ¿Qué quieres?
Pero no tuvo respuesta.
En ese momento, el tren entró al anden.

Comentarios (3):

Berundgaar

17/03/2025 a las 18:53

Lamento tener que corregirte. Sé que no es plato de buen gusto para nadie, máxime cuando uno (o una) pone tanto empeño en escribir bien.
En la cuarta frase, desde el final, escribes “no lo vuelvas hacer”. Sé que suena bien, al leerlo, pero lo correcto es “no lo vuelvas A hacer”.
Digo que lo siento, porque soy bastante pejiguera en estas cosas, pero es que me resulta muy difícil evitarlo.
Por lo demás, bien. Es bastante misteriosa la razón de porqué la luz se lleva a unos y a otros no. La narración te deja con ganas de saber más.
Espero que no te moleste mi comentario. Es puramente constructivo.
Un saludo.

Carmen sánchez Gutiérrez

18/03/2025 a las 09:27

Hola Borga. Misterioso relato que no resuelves, nos dejas con la intriga y eso me gusta aunque yo acostumbre a redondear siempre los míos, admiro vuestra capacidad para dejar en suspenso al lector.

es un buen relato, muy trabajado a pesar del error que te ha comentado la compañera, solo veo demasiados párrafos y muy corto cada uno de ellos. tal vez alguno para dar más efusión a una idea, esté bien, pero en tu caso me han parecido excesivos porque ralentizan la lectura.

Pero solo es una idea y no tiene porqué ser la correcta, en cualquier caso, es un buen relato y lo he disfrutado.

Nos leemos.

Patricia Redondo

20/03/2025 a las 09:30

Hola Borja!

A mi el relato me ha dejado bastante confusa. Creo que puede ser parte de algo mayor (si es así animate a desarrollarlo y nos vas contando) y por tanto hay muchas incognitas que resolver. ¿Cual es el problema del protagonista? Obvio que ha perdido a su mujer y a su hija pero más allá de esto poco sabemos de él. ¿Qué anhelan esos frikis que a él le ha causado dolor? ¿Qué vaticina la nigromante? ¿Qué es esa luz que selecciona a unos y deshecha a otros? ¿la luz es anhelada u odiada o temida? En fin que deja tantas cosas en el aire que me provoca cierto desapego, no acabo de entrar en la historia.

Del aspecto formal no te comento nada por que no soy ninguna experta y temo equivocarme.

No me busques que este mes la cabina no acabó de cerrarme un relato y no envié nada
Nos seguimos leyendo!
saludos!

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