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Como cada mañana - por dopidop
Web: https://historietasypiruletas.blogspot.com/
Llevaba varios días sin dormir, la doctora le había dicho que era un efecto secundario de las pastillas. La verdad es que no tenía mucha confianza en que el nuevo tratamiento funcionara. Se había metido tanta mierda a lo largo de su vida que los químicos no actuaban de forma normal en su cuerpo. Pese a todo estaba tomando la medicación. Había avanzado mucho con la terapia y quería empezar, de una vez por todas, a hacer las cosas bien.
Aunque aún era muy pronto, la pequeña estación burbujeaba de vida. Se dejó caer en uno de los bancos de madera del andén para observar el ir y venir de los viajeros que caminaban absortos en las pantallas de sus móviles. Hombres y mujeres de todas las edades y condiciones que compartían la misma mirada cansada y vacía.
Y allí, al fondo, como cada mañana, sentada en el mismo banco, estaba ella. Con su melena roja como el fuego, embelesada por el fantástico mundo que le ofrecía el libro que tenía en las manos. Sonrió para sí mismo, su presencia era una bocanada de aire puro.
El antiguo reloj anclado en la pared de ladrillo marcó las ocho menos cuarto, el cercanías no tardaría en aparecer por la vía, ella se subiría y desaparecería de nuevo como todos los días. Tenía que reconocer que se había planteado más de una vez subir a ese mismo tren para averiguar su destino. Podría observarla desde algún asiento cercano. Podría seguirla. Se moría por saber más de ella. Pero hasta él mismo se daba cuenta de que aquello no estaría bien. Él no era un perturbado. Ya no.
El chirrido de los frenos del tren que llegaba lo sacó de sus pensamientos, volvió a mirar en su dirección y la vio levantada al lado de la vía. Observó cómo subía y le pareció que en el último momento, antes de entrar al vagón, miraba hacia él y le sonreía.
¿Era eso posible? Si lo pensaba, no era descabellado que se hubiera fijado en el tipo larguirucho lleno de tatuajes y con unas pintas un poco raras que se sentaba todas las mañanas en la otra punta del andén. Llevaban semanas coincidiendo.
La idea le gustaba tanto como le asustaba. De pronto una presión en el pecho amenazó con dejarle sin respiración. ¿Debía acercarse al día siguiente? ¿y si no le había mirado y solo habían sido imaginaciones suyas? ¿Qué pensaría ella? Iba a parecer un loco. Y esa etapa ya la había pasado. Se levantó nervioso. ¿Qué debía hacer? ¿Llamar a su psicóloga? Sacó el móvil de su chaqueta, pero antes siquiera de desbloquearlo lo escuchó.
No estaba seguro cuanto llevaba sonando, pero el “ring” de un teléfono antiguo resonaba por encima del bullicio. Miró a su alrededor para localizar de dónde provenía el estridente sonido y no pudo evitar fijarse en que si alguien más lo oía, nadie parecía interesarse por ello. Enseguida vió el viejo y destartalado teléfono de pared de la estación. Se acercó, lo miró dubitativo, alargó la mano y un escalofrío le recorrió la espalda al descolgar el auricular y darse cuenta de que no estaba conectado. Se lo puso en la oreja y tragó saliva antes de contestar.
—¿Sí?
Había alguien al otro lado de la línea ya que se escuchaba una respiración. Tardó unos segundos en oír una voz distorsionada que le resultaba odiosamente familiar.
—¿Por qué no vas a por ella? —le preguntó con tono burlón. De fondo se escuchaban risillas.
En otro tiempo habría colgado y habría salido huyendo a refugiarse en la seguridad que le ofrecía su alijo de narcóticos. Pero no ahora. Ahora era más fuerte, tenía el valor, las armas y estaba harto de que las malditas voces dirigieran su vida. Ya no iba a ser nunca más ese tarado pusilánime.
—Eso no va a pasar —contestó con autoridad, dejando que su pasado se escapara al pronunciar cada palabra. Ni siquiera permitió que las voces le replicaran, colgó el teléfono y una reconfortante sensación de victoria se adueñó de su cuerpo. Soltó una carcajada que hizo que un par de curiosos levantaran sus cabezas de las brillantes pantallas para ver qué pasaba.
En ese momento llegó su tren y echó una carrera para meterse en el último vagón. Se acomodó en el asiento, hacía tiempo que no se sentía tan feliz y seguro de sí mismo. Definitivamente, al día siguiente hablaría con la pelirroja.
En algún lugar, las voces rieron satisfechas.
Comentarios (7):
IreneR
17/03/2025 a las 15:11
Buenas, dopidop.
Me ha gustado mucho tu relato. La historia de una persona con un pesado duro pero que, a pesar de todo, consigue salir adelante y superar las dificultades. Muy bien llevado.
Aunque por un momento quise creer que era la chica la que le llamaba desde el otro lado del andén. Habría sido un giro interesante. No eran ilusiones de él, ella también se había fijado en el tipo largirucho.
Nos leemos.
Un saludo.
Irene
IGNACIO Zrgz
18/03/2025 a las 19:28
Hola Dopidop. Tu relato es muy bueno. Voy a empezar por la crítica. Creo que le sobra el primer párrafo entero. Lo he leído dos veces y toda la información que das en esa entrada se puede ir percibiendo poco a poco en cada frase y en cada párrafo. Controlas muy bien el ritmo y el tema está muy bien escogido. La cabina aparece de una forma natural pero con un toque mágico. Perfecto.
Saludos.
Jesusa
18/03/2025 a las 21:08
Me ha gustado tu relato.
Yo me imaginaba una persona con esquizofrenia medicada para dejar de oír voces, pero que la sigue oyendo igual que hoy el teléfono que nadie más oye y además está desconectado y escucha a bbalguien qué le contesta. Muy buena la idea de que va a dejar de oír voces y va a volver a la normalidad y a hablar con la chica. Te sigo leyendo
Moldy Blaston
20/03/2025 a las 19:23
Hola Dopidop te incluyo mis comentarios.
Tu relato tiene bastantes fortalezas y destaca por su hábil exploración de la lucha interna de un personaje en recuperación, mezclando elementos de realismo psicológico con un toque sutil de lo sobrenatural. Mantienes una tensión constante entre el deseo del protagonista de mejorar y las tentaciones que lo acechan. Creo que el desarrollo del personaje principal es sólido y empático, mostrando su vulnerabilidad y determinación de forma equilibrada. La historia ha mantenido mi interés, invitándome a la reflexión con un final ambiguo.
En general, mi opinión es que se trata de un relato sólido, que explora temas complejos como la adicción y la salud mental de manera sensible y creativa. Me ha gustado mucho y te felicito por ello.
Si quieres puedes pasarte por mi relato (*17) y me comentas.
Un saludo. Nos leemos!!!
El Monje
20/03/2025 a las 22:49
Buenas noches DOPIDOP: Muy bueno, he visto perfectamente la lucha y el propósito de la enmienda del larguirucho, pero creo que va a necesitar más apoyo. Por mucho que el final parece abierto, para mí está claro, el larguirucho va a volver a las andadas. Lo confirman “las voces rieron satisfechas”.
Una pregunta:¿hace falta tanta introducción para describir al drogata?
Yvonne (María Kersimon)
21/03/2025 a las 23:04
Hola Dopidop,
He disfrutado la lectura de tu relato. Muestra a la vez atrevimiento y sensatez en la gestación de la idea y soltura en la ejecución. El vocabulario nada rebuscado sino preciso y congruente va delineando con fluidez los vaivenes mentales del personaje y, finalmente, tras una pausa impuesta en los delirios, se vuelve firme y aplomado denotando la alegría de haber vuelto a la serenidad. Modelas bien el lenguaje para hacer sentir al lector el estado anímico del personaje.
Saludos
María Jesús
24/03/2025 a las 21:55
hola Dopidop: Muy buen relato el tuyo, me ha gustado especialmente como describes las neuras del protagonista, así como la introducción del personaje de la pelirroja para darle chispa. Creo que has resuelto muy bien la trama. Espero que al final, el protagonista se arme de valor y hable con la guapa pelirroja.
Un saludo.