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Una llamada inesperada - por Karla Lopez
Una llamada inesperada
En la estación de tren hay un teléfono público que casi nadie usa. Es un modelo antiguo, de esos de metal y con el auricular pesado. La mayoría de los viajeros pasan de largo, con sus móviles en la mano. Pero un día sonó insistentemente como si se tratase de una llamada urgente y no paró de sonar. Aún estando a punto de anochecer, aquello seguía timbrando como si no hubiera un mañana. La situación se tornó tan desesperante para los presentes, que empezaron a sentir inquietud y preocupación ante lo inusual del suceso.
Hasta que un hombre se hartó de la situación y se sintió lo suficientemente valiente como para atender la llamada y descubrir de qué se trataba. No obstante, el conserje de la estación detuvo su intento y les dijo a todos los viajeros que no contestaran el viejo teléfono, ya que por aquella hora de la noche, rondaba una legión de demonios que no había sido alimentada desde hacía mucho tiempo por las autoridades y que buscaría saciarse a través del miedo de la gente, utilizando toda clase de trucos, tal y como estaba sucediendo con el timbre del teléfono.
Pero la verdad es que, la mayoría de la gente que frecuentaba aquella parada sabía que no era necesaria una supuesta actividad demoníaca para que el lugar resultara inquietante, porque ya era desagradable de por sí: siempre estaba lleno de borrachos y drogadictos, y el ambiente estaba impregnado de olores putrefactos. Por lo tanto, todos los viajeros mantenían una actitud de alerta constante. Sin embargo, tras las palabras del conserje, dicho estado de alerta y tensión dio paso a una especie de autosugestión colectiva, en la que se empezó a creer en lo sobrenatural. Incluso, un borracho aseguró haber visto el espíritu de una mujer flotando sobre las vías del tren, cuando en realidad se trataba simplemente de una indigente que pasó por allí.
Ante este panorama, los viajeros se llenaron de incertidumbre y no sabían cómo proceder ni en quién confiar. Para algunos, la historia del conductor sobre los demonios sonaba a embuste y la aparición de la mujer flotante solo resultó ser una fantasía salida de la mente de un borracho. Así que, decidieron no darle más vueltas al tema, porque nadie tenía certeza sobre nada. En un intento por ignorar lo que sucedía, los viajeros optaron por colocarse los audífonos con música a alto volumen o por cubrirse las orejas con bufandas. Hasta que, de repente, el teléfono cesó su sonido. En ese momento, creyeron que todo había terminado y que por fin habían superado aquella amarga experiencia. Pero diez minutos después, el teléfono volvió a sonar una y otra vez, como si no hubiera un final.
Tras una hora y media de repetidos timbrazos, una mujer se atrevió a contestar el teléfono y una voz masculina al otro lado de la línea le aconsejó que no subiera al próximo tren, ya que había riesgo de accidente por falta de mantenimiento. Incluso le pidió que avisara al conductor en cuanto llegara, ya que no había podido comunicarse con él a causa de fallos en los sistemas de comunicación.
Comentarios (4):
HenkoSlowLife
17/03/2025 a las 20:18
Es un relato con una atmósfera inquietante y un giro final que deja pensando, no me lo esperaba y eso me ha gustado. Enhorabuena!
Carlos Tabada
18/03/2025 a las 12:38
Me encanta la idea de un empleado de estación alertando de una legión de demonios en la noche, uno piensa en la atmósfera cargada del andén, en túneles oscuros a ambos lados, quien no le daría cierto crédito? 😀
Alberto Suárez Villamizar
18/03/2025 a las 17:58
Un relato que crea suspenso sobre lo que puede ocurrir en torno al sonido del teléfono, y el entorno de la estación. Utiliza una buena forma para mantener cautivo al lector, haciendo que se desee llegar con la lectura hasta el final. Felicitaciones.
Te invito a visitar mi historia titulada “Solamente una vez”, ubicada en el #70.
Gracias por sus comentarios, que me servaran para mejorar.
Mónica Bezom
18/03/2025 a las 18:41
Hola, Karla.
Un relato en el que nada es lo que parece con buen manejo del suspenso; el temor narcotizante de la sugestión colectiva casi los mata de veras.¡Excelente giro final!
Me ha encantado.
No le encontré peros.