Literautas - Tu escuela de escritura

<< Volver a la lista de textos

Sonó el teléfono. - por AliciaR.

SONÓ EL TELÉFONO

La ciudad en pocos años se convirtió en un lugar incómodo para vivir por el ruido de los coches, de los autobuses y el incremento del costo de vida que abarcó desde los alquileres, las compras en supermercados, los enseres y hasta el ocio. Fomentó que un gran número de personas decidieran ir a vivir fuera de ella, y los nuevos residentes que llegaban a la ciudad por motivos laborales, la mayoría de ellos, no dudarán en asentarse en el extrarradio.

En este momento, en uno de los tantos andenes de la zona del metro, se encuentran unos cuantos usuarios a la espera del próximo metro; el andén no estaba muy concurrido. Se hallaban una mujer cargada de bolsas de supermercado, unos jóvenes ejecutivos, un hombre de mediana edad hablando desde su teléfono móvil y unas muchachas que parecían escapadas de un centro educativo. Cada uno inmerso en sus asuntos. Las jóvenes eran las más bulliciosas; se notaba claramente el interés por atraer la atención de los jóvenes, pero ellos ni siquiera las miraban cuando de repente el teléfono sonó.

Los viajeros, algunos de los cuales estaban concentrados en sus teléfonos móviles, sorprendidos, levantaron la mirada y miraron a su alrededor por ver qué teléfono sonaba. Al identificar el origen del timbre, sin dar crédito a que aquella máquina que observaban un día sí y otro también funcionara. Se mantuvieron parados y con la duda de si responder o no la llamada.

Empezaron a surgir ideas como:
—Tal vez nos quieran notificar acerca de alguna emergencia —dijo el señor de mediana edad, muy trajeado.
—Usarían la alarma central que tienen todos estos edificios —afirmó algo nerviosa una de las jóvenes.
Con estos y más comentarios del mismo tipo, que no los llevaban a ninguna parte, uno de los jóvenes, muy decidido, se acercó al aparato.
—Sí —contestó al descolgar el teléfono.
Todos van a morir, oyó.
—Perdón —le dijo el joven.
—Todos van a morir —repetía una y otra vez más con una voz que recordaba a las voces siniestras que se escuchan por las fiestas de Halloween.
—Y tú, gilipollas —le contestó el joven mientras intentaba colgar.
No cuelgues, logró escuchar.
_ ¿Cómo que no cuelgue?
_ En media hora, van a saltar por los aires —le informó la voz misteriosa.
—¿Qué? —respondió alarmado el joven. ¿De qué hablas?
_ Ahora sí que estás escuchando, ¿verdad? Te recuerdo, solo les va quedando ya unos veinticinco minutos; el tiempo se les va agotando y yo de ustedes haría algo.

El joven, muy emocionado, se encaminó al grupo que esperaba ansioso en el andén para conocer de qué iba el asunto.
Al comunicarles de la conversación telefónica. Se generó un caos entre ellos; algunos sugerían esperar el próximo tren, mientras que otros se habían percatado de que no habían pasado trenes desde hacía un rato.

Todos se apresuraron hacia las escaleras mecánicas para acceder a la salida, pero descubrieron que no funcionaban. Se miraron y vieron que no había otra alternativa que subirlas como fuera. Decidieron ayudarse unos a otros y esa ayuda recayó de momento en la mujer, que de entrada se resistió a abandonar los paquetes que llevaba. No podían pararse por estas menudencias; la vida de todos corría peligro.

El control del paso del tiempo le recayó precisamente al joven que recogió la fatídica llamada, el cual la iba notificando cada poco tiempo.
Los quince minutos finales causaron una gran confusión; la mujer intentó tirar la toalla, pidió que la dejaran a la mitad de la escalera, no podía seguir adelante. Los demás se negaron e hicieron lo imposible para volver a moverla, siempre recordando el tiempo que transcurría sin ningún freno.
Ya habían llegado al término de la escalera y del tiempo marcado por la voz siniestra. Les comenzó un sudor frío debido a la incertidumbre de lo que iba a ocurrir y de ver que a donde llegaban no había nadie. El miedo se agravó en todos los rostros. Algunos ya no podían contenerse, y las lágrimas salían de sus ojos sin tratar de frenarlas ni disimularlas.

El sonido de una sirena los alertó.
—¡Corran! —gritó el joven—. El tiempo se acabó y justo en ese instante, una explosión generada en el interior del inmueble los arrojó al exterior.

Los titulares de los principales diarios de la ciudad resaltaban como la gran noticia de hoy “La explosión ocurrida ayer en la Estación Central”, además de enfatizar que no se registraron víctimas humanas.

Comentarios (4):

Moldy Blaston

17/03/2025 a las 21:16

Hola Alicia, soy tu vecino del (*17) y me corresponde dejarte unos comentarios a tu relato, con mucho gusto.

Veo una tensión narrativa efectiva: la secuencia del aviso explosivo y la cuenta regresiva generan un ritmo apremiante, aprovechando el escenario claustrofóbico del metro para intensificar el peligro. Muy bien logrado todo ello.
La mujer aferrada a sus bolsas y el joven que lidera la huida reflejan arquetipos reconocibles y facilitan la identificación con el pánico colectivo, lo que le da un toque genial al relato.
Por ponerte una mínima apreciación de mejora, creo que al final la supervivencia de todos resta impacto al riesgo establecido; un giro oscuro (ej.: heridos no fatales, daños psicológicos) habría reforzado el realismo sombrío implícito en la premisa.

En definitiva creo que es un relato con potencial para articular crítica social mediante el suspense, y con una base técnica (ritmo, escenarios) muy sólida, aunque la profundidad simbólica y psicológica necesitaría un mayor desarrollo, pero tenemos las limitaciones de las 750 palabras y no es fácil.

Te felicito por el relato, muy muy interesante.

Si quieres puedes pasarte por mi relato (*17) y me dejas tu opinión.

Nos leemos!!!

Carlos Tabada

18/03/2025 a las 14:30

En la descripción del andén y usuarios, en la propia conversación, en la huida, le veo, y me gusta bastante, un tono aséptico, de un narrador que contempla manteniendo una saludable distancia.
Si tuviera que pensar como mejorarlo, no termino de ver una relación (que de hecho está ahí, sin explicitar) entre la descripción de la fria ciudad versus la reacción solidaria de los pasajeros

María Jesús

18/03/2025 a las 17:33

Hola Alicia: Me ha parecido un relato que mantiene es suspense desde el momento en que descuelgan el teléfono, las descripciones anteriores, para meternos en materia, muy logradas, te mantienen el interés hasta que empieza la acción. Yo no le busco tres pies al gato, así que la trama que creas me parece bien desarrollada. Un saludo.

David Llurba

19/03/2025 a las 11:13

Hola, Alicia, un gusto leerte.

En el primer párrafo muestras la escena en un contexto muy concreto, casi de crítica social respecto a la vida en la ciudad. Seguidamente, la escena ocurre en el andén del metro y poco o nada influye el primer párrafo. Quizá contemplaría eliminarlo para darle más cabida (palabras) para el desarrollo del relato.

Con la escena de suspense a contracorriente, celebro la idea porque se parece bastante a la mía. Eso sí, veo pegas en el planteamiento de la misma. Una pega sería la percepción del tiempo. Creo que todo lo que ocurre en la escena podría ocurrir en cinco minutos o menos. Bajo mi punto de vista eso sería lo realista. Básicamente de una frase de diálogo a la otra pasan cinco minutos y eso me ha sacado bastante del texto. El recurso de ir midiendo el tiempo conforme avanzan los acontecimientos es de diez, pero ver que acciones que se hacen en segundos durar minutos, te saca del texto.
Tampoco me ha gustado el personaje del terrorista, es un poco de chiste: un señor que suplica que no le cuelguen, que le faltan el respeto y encima habla de usted. No es creíble, aunque me ha encantado cuando lo llaman gilipollas.
También veo incoherencias argumentales como plantear unas escaleras mecánicas inoperativas como un serio obstáculo. Siguen siendo unas escaleras, no sé.

Me apunto la palabra “menudencias” que no la tenía en mi diccionario.

Formalmente, también tendría cosas que decir. Aunque pasando el texto por un corrector no me da ningún error, sí creo que se podría mejorar la estructura de varias frases. Se podrían economizar algunas, sobre todo homogeneizar los tiempos verbales, y he visto una frase mal puntuada:
“Al identificar el origen del timbre, sin dar crédito a que aquella máquina que observaban un día sí y otro también funcionara. Se mantuvieron parados y con la duda de si responder o no la llamada.”
El punto sería una coma.

Espero haber sido constructivo, si no te invito a ser duro conmigo si te pasas por mi relato.

Un saludo.

Deja un comentario:

Tu dirección de correo no se publicará. Los campos obligatorios aparecen marcados *