Literautas - Tu escuela de escritura

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La tentación - por Mónica Bezom

Web: http://letrasturquesa.blogspot.com

Por fin, último día de clases.
Adiós a la escuela secundaria.
Juan y Fausto coincidieron en el tren y conversaban sobre su futuro. Juan estudiaría abogacía. Fausto emprendería un negocio de inmediatas y jugosas ganancias, según sus palabras.
—Quieres sumarte como socio? Solo aportarías un capital de inicio.
Juan comentó que su familia nunca le solventaría algo que no fuera el estudio.
—¿Cuál es ese negocio? —inquirió, con curiosidad.
—Compraventa de piezas de autos, sin pasar por la aduana —soltó Fausto, guiñando un ojo. Y bajando la voz, agregó:
—Si te interesa, considera tomar “prestado” dinero de tu casa; podrás reponerlo enseguida sin que lo adviertan.
—Me lo pensaré.
Se despidió apurado; era el cumpleaños de su madre.

***

Juan, abogado, treinta y ocho años, llegó a la estación de ferrocarril algo nervioso. Venía del aeropuerto, debía abordar el tren y, desde la terminal, trasladarse hasta su pueblo en el taxi de Tito.
Se acomodó en un banco. La formación venía con retraso.
Respiró profundo. Era una tarde serena y perfumada por el incipiente verano.
El arrullo de los pájaros en la solitaria estación calmó su ánimo. Los recuerdos de su niñez y de la sonrisa de su madre fueron acunándolo en un sosiego nostálgico y dulce.
El roce de un viajero ubicándose a su lado lo devolvió a la realidad. Consultó la hora; era tardísimo y ni noticias del tren. Pronto anochecería.
Al costado del andén, una cabina albergaba un teléfono público del siglo pasado que, desde su vigilante reposo, parecía burlarse de su suerte.
“¡Vaya matusalén telefónico!”
Con el viajero criticaron la informalidad del servicio ferroviario. “Hay que armarse de paciencia”, ironizó Juan.
El otro asintió con la cabeza al tiempo que le alargaba la mano.
—Soy Ángel. Creo que también necesitamos templanza —declaró, sonriendo. —Voy a San Sebastián de Garabandal.
—Yo, Juan. Un gusto. También mi destino es Garabandal —respondió, devolviéndole el gesto, mientras hacía girar una caja de regalo apoyada en sus rodillas.
—Parece un obsequio importante — observó Ángel.
—¿Este paquete? Sí. Contiene dos tazas de consomé; son para mi madre, hoy es su cumpleaños. Espero llegar a tiempo. Aunque… Quizás es demasiado tarde —balbuceó Juan, como para sí.
¿Por qué dice eso? —indagó el otro.
—Tuvimos una terrible discusión a mis dieciocho años y me largué. Desde entonces… —un sollozo ahogado lo obligo a interrumpirse —desde entonces no he vuelto a hablarle. No sé qué le diré.
—Pídale perdón, dele un abrazo —sugirió Ángel, conmovido ante la aflicción de aquel hombre que, de pronto, parecía un niño atormentado.
—¡Cómo quisiera volver el tiempo atrás para evitarle aquellas amargas horas por mi causa! —se sinceró Juan. —¿Por qué me perdonaría?
—Ya lo habrá hecho. Estará esperándolo. ¿Recuerda la parábola del hijo pródigo? — lo animó Ángel, palmeándole el hombro con calidez.
La demora del tren se eternizó mientras Juan daba rienda suelta a sus remordimientos hablando del consomé que le preparaba su madre los mediodías; de la confianza que había depositado en él que, sin embargo, la defraudó; del dolor infligido…
Debió quedarse dormido ya que despertó de mañana, solo y sin noticias del tren.
Recordó a Tito, el taxista; tenía que hablarle, pero su móvil estaba muerto.
Se sintió perdido en esa estación atemporal.
Su mirada tropezó con el viejo teléfono público. Se preguntó si semejante matusalén funcionaría. “De conservar el cableado, podría ser”, se esperanzó.
Introdujo una moneda y discó.
—¿Aló? —respondió una voz del otro lado.
“Increíble”.
—¿Taxi? ¿Tito? Soy Juan. El tren…
—¿Cómo que taxi Tito? ¡Mi hijo tiene tres años! ¿Quién habla allí? —le interrumpió un hombre, con enfado.
Estupefacto, Juan cortó. Pero el teléfono empezó a llamar.
Decidió ignorarlo.
Se sentó a fin de evaluar los hechos. Tito el taxista, ¿un infante? La insistencia del aparato no lo dejaba pensar.
Optó por atender.
—Quien seas, ¡deja de llamar! —gritó, alterado.
—Soy Ángel, Juan. Escúchame: vendrá un tren; abórdalo ya que no habrá otro. En la terminal te esperará un auto para llevarte a Garabandal.
La comunicación se cortó bruscamente dejando a Juan sumido en el desconcierto.
El silbido del tren aproximándose anuló sus cavilaciones.
Subió con alivio. Al rato lo invadió una alegría adolescente.
Reflexionó sobre la propuesta de Fausto; la rechazaría.
Un niño pasó repartiendo estampas del ángel de la guarda; el rostro de la figura le resultó familiar. Se rio de tal disparate.
No veía la hora de abrazar a su madre, de anunciarle que ingresaría a la universidad y, sobre todo, de regalarle las dos tazas para consomé.

Comentarios (20):

IreneR

17/03/2025 a las 13:51

Buenas, Mónica.

Un relato muy curioso, aunque debo confesar que no lo he llegado a entender del todo. Después de esa llamada por el teléfono todo se vuelve extraño. Diría que el pasado se mezcla con el presente, o el presente se hace pasado o… No me ha quedado demasiado claro lo que ocurre. Aun así, me parece una historia interesante.

Aquí falta el signo de inicio de la pregunta: “—Quieres sumarte como socio? Solo aportarías un capital de inicio.”

Y hay unas cuantos errores con la puntuación de los diálogos.

“—Compraventa de piezas de autos, sin pasar por la aduana —soltó Fausto, guiñando un ojo. Y bajando la voz, agregó:
—Si te interesa, considera tomar “prestado” dinero de tu casa; podrás reponerlo enseguida sin que lo adviertan.” El Si te interesa, no va con punto y aparte, sino justo después del agregó, con raya de diálogo, pues sigue hablando el mismo personaje.

“—declaró, sonriendo. —Voy a San Sebastián de Garabandal.”. Las rayas de diálogo siempre van pegadas al parlamento del narrador, nunca se pone un signo de puntuación entre ellos.

“—Parece un obsequio importante — observó Ángel.”. En este caso, la raya de diálogo siempre va pegada al parlamento del narrador, sin ninguna separación, se separa de lo que dice el personaje.

“Desde entonces… —un sollozo ahogado lo obligo a interrumpirse”. Un sollozo tendría que ir en mayúscula, ya que no es un verbo dicendi.

Nos leemos.

Un saludo.

Irene

Daniel Calleja

17/03/2025 a las 19:31

Hermoso relato. Yo entiendo que Ángel es un ángel y le cumple el deseo de volver a ser adolescente y negarse a entrar en el negocio fraudulento. La vida le da otra oportunidad y él la toma con “adolescente alegría”. Creo que esas palabras reflejan la vuelta atrás en la línea temporal. Los errores ya te los marco Irene. Saludos

Alberto Suárez Villamizar

17/03/2025 a las 21:29

Me pareció interesante la historia, hasta el momento en que hace la llamada a través del teléfono viejo de la estación. Presenta una regresión en el tiempo que me confundió. Sin embargo, me preció una historia bien manejada.
Te invito a visitar mi historia ubicada en el #70, titulada “Solamente una vez”, y le agradezco sus comentarios

Karla Lopez

18/03/2025 a las 00:40

Muy buena redacción, la historia esta interesante. Solo me perdí un poco cuando hace la llamada a través del teléfono viejo. Creo que hay que corregir y aclara esa parte.

Patricia Redondo

18/03/2025 a las 12:47

Hola Monica! Un relato original y contado con la maestría a la que nos vienes acostumbrando.
Pero…ese juego espacio-temporal, como le ha sucedido a otros lectores, me ha despistado.

Entiendo que hay un angel (o Angel) que le da una segunda oportunidad a Juan para que deshaga el desencanto que sus acciones del pasado le causaron a su madre ¿Pero que acciones? Porque si Juan en el presente es un abogado de 38 años quiere decir que no siguió el malconsejo de su amigo y optó por la via que quería su madre , que era convertirse en abogado…

O es que no ? y eligió mal ? y su vida fue otra que no nos han contado ? y luego el pasado vuelve y enmienda? o…? en fin que me he hecho un lio.

No me busques que este mes entre lios de trabajo y que la cabina parlante no me acababa de sugerir nada que me gustara, no armé relato.

Nos seguimos leyendo!
Saludos!

Mónica Bezom

18/03/2025 a las 15:45

¡Hola, compañeros!

Irene: gracias por pasarte y porlos fallos que me apuntas, los tendré en cuenta.

Daniel: agradezco tus palabras así como tu interpretación sobre el relato; has dado en la tecla totalmente. ¡Gracias!

Alberto: gracias por leerme y por tus palabras. Ya me paso por tu texto encantada.

Karla: ¡Gracias! Y sí, tendré que revisar el texto para su mayor trasparencia.

Patricia: Gracias por leerme y dejar tus impresiones. Me has ayudado, así como los compañeros, en cuanto a una correcta interpretación del texto que, obviamente, no supe transmitir.
Saludos a todos.
Nos seguimos leyendo.

Cristina Otadui

18/03/2025 a las 15:49

Hola Mónica,
como siempre, interesante tu relato.
La estructura del texto está bien equilibrada, con la tensión inicial en torno al futuro incierto de los personajes y el conflicto interno de Juan sobre su relación con su madre. Con el viaje en tren llega la resolución y una sensación de alivio y reconciliación, que logras mediante las pequeñas interacciones con otros personajes, como Ángel y el taxista, que ayudan a Juan a encontrar su camino.
La paradoja temporal añade un aire de surrealismo y simbolismo a la narrativa mostrando a ese Juan atrapado en una especia de tiempo suspendido.
Buen desarrollo del personaje principal, Juan, y el conflicto interno que tiene con su madre y bien manejada su evolución emocional.
Para mi el ritmo de la narración es algo irregular: el texto pierde algo de pulso en la segunda parte pero sin duda es un relato emocionalmente rico y mezcla temas como la esperanza, la redención o el remordimiento a través de un viaje, tanto literal como ficticio, suficientemente efectivo.
Este mes estoy en el puesto 67 por si te apetece pasarte.

Gracias por escribir y compartir, un saludo

¡¡Nos leemos!!

IGNACIO Zrgz

18/03/2025 a las 16:50

Hola Mónica. Un gusto leer tus relatos. Escribes muy bien, con un toque especial que no se definir, pero muy agradable.
En esta ocasión el inicio me recordaba la historia de Fausto (uno de los personajes se llama así) y pensaba que iba a finalizar de otra manera. De repente hay un giro mágico y volvemos al principio. La llamada de teléfono ha quedado confusa, como ya te han dicho otros compañeros.
Saludos

Yvonne (María Kersimon)

18/03/2025 a las 20:50

Hola Mónica,
Encantada de leerte de nuevo. Me parece un cuento encantador, finamente hilado y que exige del lector una entrega atenta y una participación activa. En realidad el cuento lo hacen el binomio escritor-lector. Ambos se encuentran y cooperan en la atribución de sentido. A mi modo de ver, no hay un sólo cuento sino tantos cuentos, novelas, o ensayos como lectores. No todo el mundo pensará igual, ya sé, pero por mi parte opino que hay tantos Quijotes como lectores, dependiendo del trasfondo cultural, étnico, educacional, vivencial… de cada uno. Las diferencias serán nimias tratándose de un grupo de lectores de la misma nación y nivel cultural pero grandes si se trata de un grupo heterogéneo. No todos vemos ni entendemos lo mismo. El lector contemporáneo tiende a estar acostumbrado (alienado) a un significado ¨prêt-aporter¨ basado en la inmediatez y transformado en consumidor. Ni se percata de que tiene un papel que jugar en la atribución de significado.
Dicho esto, a tu texto:
Me ha requerido estar atenta y lo he estado, sino me hubiera perdido el primer aviso. Cuando Juan se encuentra a Ángel por primera vez y Ángel dice ¨Creo que también necesitamos templanza¨, la primera persona del plural no podía ser una falta gramatical. Aquí entrábamos en lo supernatural. Si te perdías este paso lo tenías más difícil. Luego Juan, al contar su historia, llega a un arrepentimiento genuino y desea con todas sus fuerzas hacer volver el tiempo atrás. El poder del deseo: teniendo un ángel por acompañante, este deseo no puede por menos que cumplirse y regresamos a la bifurcación temporal en que tiene lugar la elección, partiendo de nuevo en la dirección deseada. ¿Por qué no, teniendo a un ángel de guía? Me ha parecido un desenlace bonito, bien engranado con el resto del cuento y que deja con buen cuerpo, es decir con alegría sin llegar a ser ¨buenista¨ o en exceso sentimentaloïde. Lo justo en cuanto a emociones y bien expresadas.
En la forma no hay mucho que corregir, quizás un par de tildes que se fueron volando y un artículo sobrante: la (defraudó).
Un gusto leerte.

Moldy Blaston

18/03/2025 a las 21:29

Hola Mónica, siempre que puedo me paso por tus escritos. Allá va mi apreciación.

Tu relato entrelaza realismo cotidiano y elementos fantásticos sutiles, construyendo una parábola sobre la redención y las cicatrices del tiempo. El teléfono público en este caso concreto actúa como umbral temporal y me recuerdan los artefactos simbólicos de Jorge Luis Borges en su exploración de realidades paralelas.
El consomé como hilo conductor (regalo/reconciliación) evoca el uso de objetos cotidianos cargados de significado y es un acierto a mi modo de entender.
Por ponerte un pequeño aspecto mejorable te diría que el salto de 18 a 38 años necesitaría a mi entender anclajes sensoriales (ej: olor a tren diésel vs. eléctrico, cambio en la vestimenta de los viajeros) para marcar el paso del tiempo.
En conclusión, es un relato conmovedor que podría convertirse en fábula universal sobre el perdón y los lazos que desafían el tiempo. Logras profundizar el conflicto emocional mientras se justifica el realismo mágico del desenlace.
Te felicito y animo a seguir.
Si quieres puedes pasarte por mi relato. Estoy en el (*17).
Nos leemos!!!

Maria Carmen

18/03/2025 a las 23:46

Hola Mónica, un relato bien redactado. Te felicito. ha sido un placer leerte, y una vez más percibir tu sensibilidad.

Buen trabajo.

Saludos

Mónica Bezom

19/03/2025 a las 14:57

Cristina, muchas gracias por tu elaborado análisis del relato; no solo me ha gustado sino que he aprendido.

Ignacio, gracias por tus amables palabras.

Yvonne, ¡qué decirte! Tu introducción acerca del rol del lector me ha encantado y he aprendido también. En cuanto al comentario en sí, me alegra esa lectura cuidadosa y agradezco tus palabras, es tal cual tu interpretación del texto.

Moldy, gracias por leerme y por tu comentario; mira, no me apercibí del rol de hilo conductor del consomé que apuntas, con total acierto.

María Carmen, muchas gracias por tu lectura y palabras.

Osvaldo Mario Vela Sáenz

20/03/2025 a las 00:10

Saludos Mónica,

Me gusto tu relato y más la forma de redactar tus letras. tienes la habilidad de describir los sentimientos de los personajes con mucha precisión. De solo pensar el sentir del hijo y de la madre después de veinte años de no hablarse es algo muy profundo.

En realidad, esta redacción puede tocar el centro del corazón de un lector. Y Juan como hijo arrepentido llevaba un regalo a su madre. Reacción muy humana es recordar la cocina y la forma de preparar los alimentos. Así es que le lleva unos tazones para el consomé.

Para cerrar el escrito recurres a un niño quien le entrega una estampita de un ángel de facciones familiares. un final con señales muy devotas. TE FELICITO Y ENHORABUENA.

Codrum

21/03/2025 a las 11:39

Hola, Mónica Bezom.

Yo también me lié un poco con la historia. Pero las partes en las que describes la estación estan muy bien. Creo que quitando la historia -que es un poco confusa- me parece un gran texto. las descripciones son claras, la lectura amena, Incluso los dialogos me parecen correctos.

!Buen trabajo!

PROYMAN1

21/03/2025 a las 18:20

Saludos Mónica he leído tu relato y me ha gustado sobre todo el salto en el tiempo que planteas leyendo. Saco en conclusión que por mucho distanciamiento que se haya tenido con la madre aun en sueños se vuelve a su cariño.
Te doy las gracias por haber leído mi relato y que te haya gustado, como tu cuando escribes el deseo es que al que lee tu escrito se sienta satisfecho con lo que lee.
Confío en seguir leyéndonos.

Kelvin I. Márquez

24/03/2025 a las 02:49

Saludos Mónica

Como a algunos compañeros, confieso que si me perdí un momento después de la llamada pero una segunda lectura con más calma me ayudó bastante. La historia me gustó de principio a fin. Que Juan pudiera volver atras y evitar su error, cualquiera que fuera, es algo fántastico que le sienta bien al relato.
Mis felicitaciones y nos leemos!

CARMELILLA

24/03/2025 a las 13:17

Hola, Mónica. Gracias por leerme y tu amable comentario.
Has logrado transmitir muy bien el paso del tiempo en tu historia.
Una primera parte muy ágil que consigues con el buen diálogo que mantienen los personajes.
Me encantan los primeros seis párrafos de la segunda parte, las descripciones consiguen que sienta lo que sentía Juan mientras esperaba el tren.
El posterior diálogo entre Juan y Ángel vuelve a darle agilidad al texto y sitúa el conflicto que tiene Juan consigo mismo por la situación que generó y provocó una discusión de tal envergadura que llevó a años de alejamiento total de su madre, esto ya me generó la intriga suficiente para ver cómo el sonar de un viejo teléfono colocaba la situación para un lado y para otro. Sin embargo, cuando el diálogo terminó, sí empecé a descolocarme y tener que realizar varias lecturas de esa parte por los motivos que ya han comentado.
Me parece que has realizado y muy buen trabajo, Mónica.
Saludos.

José Torma

24/03/2025 a las 18:32

Hola Monica.

Me leí tu relato como cinco veces. Los brincos en el tiempo son confusos; más cuando Juan es abogado, lo que nos lleva a pensar que no aceptó la oferta de Fausto. Al final es claro que el ángel estuvo con él platicando y dándole consejo. Me chirria un poco que, si ya estaban cara a cara, usara el teléfono para comunicarse, pero también teníamos una consigna en el taller y todo se vale.

Son cosas pequeñas que no demeritan tu estilo, que es prolijo y fluido. Las historias de segundas oportunidades abren un gran abanico de posibilidades y aquí, todo nos indica que va Juan a estar bien.

Felicidades, como siempre un gusto leerte.

Mónica Bezom

24/03/2025 a las 22:11

Osvaldo, Codrum, Proyman,Kelvin, Carmelilla y José:
Agradezco la lectura y los comentarios vertidos; tomo debida nota de sus consideraciones que me servirán para un mejor quehacer en la escritura.
Nos seguimos leyendo.

El Monje

26/03/2025 a las 17:51

Perdón por la tardanza.
En cuanto al relato ¡Chapeau! Enhorabuena Mónica.

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