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Asesino de dinosaurios - por OtiliaR.
El invierno despertó de golpe y, sin tiempo a desperezarse, la nieve empezó a caer cubriendo los furgones olvidados en las vías muertas de la estación. El gran reloj marcaba las ocho, y el tren, con destino a Madrid, ya estaba estacionado cuando Malena irrumpió en la terminal y con caminar rápido recorrió el andén en busca de su vagón. De pronto, aquel teléfono público arrinconado por los móviles de los viajeros empezó a sonar. Malena lo miró, pero siguió su trayecto. No obstante, el retintín desafiante en sus oídos y la curiosidad la hicieron volver sobre sus pasos e instintivamente levantar el auricular.
—Dinosaurios.
Colgó mientras la palabra escuchada traía al presente su infancia. Con ocho años, recibió un libro, regalo del abuelo, sobre esa especie y su extinción debida al impacto de un asteroide. «¿¡Asteroide!?», pensó. El pensamiento acercó otros, como niños cogidos de la mano…
La atmosfera clara, sobre el observatorio de Sierra Nevada, permitía a Malena y a Luis, ambos astrónomos, trabajar en un programa de búsqueda de cometas y asteroides. Investigación coordinada con científicos de todo el mundo.
Cerca de la medianoche, en el sector del cielo que ocupa la órbita de Venus, Malena vio un objeto desconocido.
—Parece un cometa, pero su halo es demasiado grande.
—Me pondré en contacto con el Instituto de Astrofísica de Arizona —dijo Luís—. El telescopio del observatorio Kitt Peak es más potente.
Este centro llevaba meses con cálculos sobre el posible impacto de un asteroide en el planeta azul. Todavía no querían generar alarma, pero las sucesivas observaciones daban como resultado la previsión de su órbita. Estimaban que el cometa podría alcanzar la Tierra en los próximos meses.
Todos los observatorios, desde distintas coordenadas del mundo, captaron lo que parecía un cometa y el dictamen de los científicos de la Unión Astronómica Internacional fue inapelable: se trataba de una cadena, un collar de cometas que viajaban juntos y que, de estrellarse contra el planeta, sería un cataclismo en la historia de la Humanidad.
La noticia desveló a Malena. Desde que tuvo uso de razón se recordaba mirando ensimismada la grandiosidad del cielo de un azul insolente o lleno de nubes retadoras; los miles de estrellas, las distintas fases de la luna. Con los años, hizo de la astronomía su vida. Tuvo la suerte de que en su camino se cruzara Luis, un especialista en el desarrollo de técnicas de análisis fotográfico, que compartía el mismo amor por el Universo. Se enamoraron y formaron su familia en la provincia de Granada.
Un soleado día de verano de 1998, se dirigieron al observatorio IRAM Pico Veleta, donde trabajaban. A las seis de ese mismo día, el cometa Shoemaker-Levy sobrepasó el límite de Roche, que marca la distancia mínima a la que dos cuerpos celestes pueden acercarse sin que sus fuerzas gravitatorias les afecten, y entró en colisión con el planeta Júpiter. Este impacto, en las profundidades del sistema solar, se produjo en la cara oculta del gigante de los planetas, sin testigos. Aunque los fragmentos, al entrar en contacto con la superficie gaseosa, se incineraron, dando como resultado un destello luminoso blancoazulado que Luis y Malena, desde el observatorio de Sierra Nevada, pudieron observar.
Habían tenido la suerte de vivir este suceso astronómico que les iba a tener ocupados, a ellos, y a toda una generación de científicos. Conocerían mejor Júpiter y su atmósfera, pero, sobre todo, estudiarían como prevenir y conocer los efectos de un choque semejante contra la Tierra.
De pronto, rodeada de extraños en el tren de las 8:30 a Madrid, surgió el recuerdo que no buscaba, preciso, vivo, tozudo…
Llegaron a casa exultantes, mas enseguida, la alegría por el acontecimiento desapareció: Luis estaba enfermo.
Después, se sucedieron los hospitales, los médicos, el dolor y la muerte. Todo impregnado de un aire de irrealidad, donde lo único cierto era la desgracia que había cambiado el curso de su vida.
Su memoria era arcilla fresca donde quedaron grabados todos los instantes que pasaron juntos. ¿Qué hacer para olvidar las caricias y los labios ávidos que besaban su cuerpo, los abrazos…? No pudo contener las lágrimas apoyada la cabeza en la ventanilla del compartimento viendo alejarse la estación.
El traqueteo del tren que partía junto con el del que llegaba silenció el ¡riiin, riiin! del viejo teléfono salvo para el guardagujas que a su lado descolgó cabreado.
—¡Ya era hora! —gritó—. A las once de la noche recibiréis el cargamento en la dirección acordada…¿Nombre del local?… ¿Dinosaurios?
Comentarios (4):
Dante
18/03/2025 a las 06:46
¡Hola Otilia! Soy tu vecino del 29, así que por norma me ha tocado comentar tu relato.
La suerte me ha favorecido, pues me ha gustado mucho.
En líneas generales lo encuentro muy bien trabajado tanto desde lo formal como a nivel del contenido y, en lo que pudieran ser áreas susceptibles de mejora, en parte podrían tener que ver con cuestiones subjetivas o de preferencias o bien, puede que haya incidido en ello el estrecho límite de 750 palabras, ya que si el recuento de palabras no me ha fallado, tu relato llega justo a esa cantidad.
En cuanto a las áreas susceptibles de mejora, encuentro un solo error de ortografía que entiendo sería de tipeo (“Luís” con tilde, cuando va sin tilde), una posible discordancia de género (“los miles de estrellas”, cuando correspondería “las miles de estrellas”, por ser estrellas un sustantivo femenino) y algunas cuestiones de puntuación o de construcción de las frases que podrían incidir sobre el ritmo del relato y la fluidez de la lectura.
En lo que respecta a la puntuación, en términos generales podría decirse que hay una tendencia a usar muchas comas y frases largas. Más allá de que esto es una cuestión de estilo y que, como tal debe respetarse, te invito a reflexionar si esto, en relación a tu intención narrativa (lo que quisiste contar y cómo quisiste hacerlo), ha resultado conveniente o no.
“El gran reloj marcaba las ocho, y el tren, con destino a Madrid, ya estaba estacionado cuando Malena irrumpió en la terminal y con caminar rápido recorrió el andén en busca de su vagón.”
Percibo a esta oración como larga y no estoy seguro de que quede alineada con tu intención narrativa. Quizás podrías considerar la posibilidad de subdividirla en dos. Por ejemplo: “El gran reloj marcaba las ocho. El tren, con destino a Madrid, ya estaba estacionado cuando Malena irrumpió en la terminal y, con caminar rápido, recorrió el andén en busca de su vagón”.
Esta variante (que además incorpora algunas comas adicionales) permitiría destacar que el reloj marcaba las ocho, la situación del tren, la acción de Malena, el objetivo que persigue y el modo en que ejecuta aquella. Creo que resaltar toda esa secuencia es donde se centra tu intención narrativa, o al menos eso percibo como lector.
“No obstante, el retintín desafiante en sus oídos y la curiosidad la hicieron volver sobre sus pasos e instintivamente levantar el auricular.”
No diría que esta oración está mal construida, pero te invito a considerar la posibilidad de reformularla para evitar los infinitivos, sobre todo el de levantar. Más que a nivel de construcción de la frase en relación al ritmo o que algo atinente a la corrección gramática podría vincularse con la sonoridad: no siempre los infinitivos “suenan bien”. (Aclaro que esto es una excepción, porque en términos generales tu texto sí que suena bien).
Concedo también que es posible que hayas formulado así la oración por el límite de 750 palabras. Sin embargo, si nos abstrajéramos de él, podríamos pensar en una variante como la siguiente: “No obstante, el retintín desafiante en sus oídos y la curiosidad hicieron que volviera sobre sus pasos y que instintivamente levantara el auricular”.
Es cierto que aquí tendríamos dos “que” (“que volviera” y “que instintivamente”), pero a nivel sonoridad esos verbos ya no en infinitivo sino en pretérito perfecto del subjuntivo. Creo que además se llevarían mejor con el tono introspectivo y melancólico del narrador.
“Colgó mientras la palabra escuchada traía al presente su infancia.”
Analizada desde un punto de vista aislado y abstracto, nada habría de incorrecto en esta oración.
Sin embargo, dado que el relato se encuentra en tiempo pasado, la frase “traía al presente” no parece ser la más apropiada y, en mi opinión personal, convendría reemplazarla por otra expresión que produjera un efecto similar. A su vez “la palabra escuchada”, podría ser también reemplazada por otra construcción más directa.
Te invito a considerar esta variante: “Colgó: esa palabra le trajo el recuerdo de su infancia”. O: “Colgó: esa palabra le trajo a la memoria su infancia”. O: “Colgó al escuchar esa palabra que le traía el recuerdo de su infancia”. O: “Colgó al escuchar esa palabra que le traía a la memoria su infancia”. En los dos primeros ejemplos, los dos puntos contribuyen a dar la sensación de que Malena “se quedó helada”. Que el tiempo se “freezó”, se “congeló” para ella. Y que el efecto fue inmediato, de ahí el pretérito perfecto para “trajo”. En vez de “presente” sugerí expresiones sinónimas. En los dos últimos ejemplos, en cambio, respeté la idea original, esto es, el verbo en pretérito imperfecto que da una idea de acción inacabada en el pasado y cierta simultaneidad y continuidad desde el haber escuchado la palabra hasta el recuerdo, pasando por el colgar el auricular. Como sea, desde mi punto de vista cualquiera de estas variantes, aún siendo tan diferentes, respetaría lo que el lector capta como intención del narrador (lo que éste quiere decirle).
“Con ocho años, recibió un libro, regalo del abuelo, sobre esa especie y su extinción debida al impacto de un asteroide.”
En esta oración la coma después de “ocho años” interrumpe el flujo natural de la frase y, al menos en mi opinión, no parecería del todo atinada la preposición “Con”. Quizás reformulando la construcción de las frases y subdividiéndola en dos oraciones quedaría un poco más corta, clara, fluida y concentraría la altísima carga emotiva que tiene este pasaje: “A los ocho años recibió un regalo de su abuelo. Era un libro sobre esa especie y su extinción debida al impacto de un asteroide”. O: “A los ocho años recibió un regalo de su abuelo: un libro sobre esa especie y su extinción debida al impacto de un asteroide”. En cualquiera de los dos casos (con punto y seguido o con dos puntos) quedan bien separadas las ideas y a la vez relacionadas de modo íntimo e indisoluble, de modo tal que el ritmo no se “frena” por la abundancia de comas y la carga emotiva de este pasaje (que es fundamental porque define la vocación de la protagonista) se concentra tanto como fluye durante el curso de la lectura que desgrana esas frases.
“El pensamiento acercó otros, como niños cogidos de la mano…”
Esta oración no está mal. Sin embargo, como en la oración anterior se reproduce un pensamiento específico que tuvo lugar en la niñez, es decir, respecto de una distancia cronológica considerable, quizás sería conveniente considerar el reemplazo de “El pensamiento” por “Ese pensamiento” o por “Aquel pensamiento”.
“La atmosfera clara, sobre el observatorio de Sierra Nevada, permitía a Malena y a Luis, ambos astrónomos, trabajar en un programa de búsqueda de cometas y asteroides. Investigación coordinada con científicos de todo el mundo.”
En este párrafo percibo que hay una oración larga y otra que suena un tanto “seca” o impersonal. Por lo que sugeriría repensar su formulación así como la puntuación. En su lugar, te invito a considerar, a modo de ejemplo, la siguiente variante: “La atmósfera clara sobre el observatorio de Sierra Nevada les permitía trabajar en un programa de búsqueda de cometas y asteroides. Malena y Luis eran astrónomos, y su investigación estaba coordinada con científicos de todo el mundo”.
“Aunque los fragmentos, al entrar en contacto con la superficie gaseosa, se incineraron, dando como resultado un destello luminoso blancoazulado que Luis y Malena, desde el observatorio de Sierra Nevada, pudieron observar.”
Esta oración se siente un tanto larga y, en lo que concierne al adjetivo “blancoazulado”, el procesador de texto lo marca como un aparente error. No estoy seguro de que se escriba todo junto. Sí he visto escrita la palabra por separado. Aunque entiendo que seguramente has buscado una unión íntima de esos colores, de manera tal que se perciba como una unidad, y que, por otro lado, puede que lo hayas necesitado por el límite de palabras. Tampoco estoy seguro de que la última coma (después de “Malena”) sea conveniente. Quizás estas dificultades pudieran superarse si se reexaminara la formulación de la oración. En su lugar, te invito a considerar la siguiente variante: “Aunque los fragmentos, al entrar en contacto con la superficie gaseosa, se incineraron, dando como resultado un destello luminoso blanco azulado que Luis y Malena pudieron observar desde el observatorio de Sierra Nevada”. En mi opinión, esta formulación de la oración tornaría más fluida la lectura y contribuiría positivamente al ritmo del relato (aspecto que de por sí has trabajado muy bien).
“Habían tenido la suerte de vivir este suceso astronómico que les iba a tener ocupados, a ellos, y a toda una generación de científicos.”
A mi modo de ver, las comas después de “ocupados” y de “ellos” serían innecesarias porque interrumpirían el flujo natural de la oración y frenarían el ritmo del texto. En su lugar, te invito a considerar esta variante: “Habían tenido la suerte de vivir este suceso astronómico que les iba a tener ocupados a ellos y a toda una generación de científicos”. O si preferís separar y marcar las dos ideas, tal vez sea recomendable usar dos puntos: “Habían tenido la suerte de vivir este suceso astronómico que les iba a tener ocupados: a ellos y a toda una generación de científicos.”
“Conocerían mejor Júpiter y su atmósfera, pero, sobre todo, estudiarían como prevenir y conocer los efectos de un choque semejante contra la Tierra.”
Esta oración es correcta. Sólo se ha deslizado un error de tipeo en “como”, que debe llevar tilde (“cómo”) por haber sido utilizado como pronombre interrogativo indirecto.
“De pronto, rodeada de extraños en el tren de las 8:30 a Madrid, surgió el recuerdo que no buscaba, preciso, vivo, tozudo…”
Esta oración es correcta desde todo punto de vista. Sin embargo, entiendo que tu intención narrativa radica en focalizar en las caracteríticas de ese recuerdo indeseado. Por lo que te sugiero que consideres la posibilidad de reemplazar la coma después de “buscaba” por dos puntos: “De pronto, rodeada de extraños en el tren de las 8:30 a Madrid, surgió el recuerdo que no buscaba: preciso, vivo, tozudo…” Los dos puntos concretan y especifican esa enumeración que encima remata en unos superlativos e inobjetables puntos suspensivos que contribuyen a crear un clima emocional perfecto. De esta manera, por un lado se remarca el recuerdo y las ganas de evitarlo y por el otro “se clava el puñal” tres veces: el lector “saborea” (y sufre con la protagonista) cada una de las características de ese recuerdo. Y los puntos suspensivos le dan carácter continuo y permanente a esa herida…
“Llegaron a casa exultantes, mas enseguida, la alegría por el acontecimiento desapareció: Luis estaba enfermo.”
Esta oración es correcta, aunque me parece que la coma después de “enseguida” debiera suprimirse pues cortaría el flujo natural de la lectura. A mi modo de ver, debería quedar: “Llegaron a casa exultantes, mas enseguida la alegría por el acontecimiento desapareció: Luis estaba enfermo”.
“El traqueteo del tren que partía junto con el del que llegaba silenció el ¡riiin, riiin! del viejo teléfono salvo para el guardagujas que a su lado descolgó cabreado.”
En esta oración percibo que faltaría una pausa después de “teléfono”, la que podría venir dada por una coma o por un punto y seguido: “El traqueteo del tren que partía junto con el del que llegaba silenció el ¡riiin, riiin! del viejo teléfono, salvo para el guardagujas que a su lado descolgó cabreado.” O: “El traqueteo del tren que partía junto con el del que llegaba silenció el ¡riiin, riiin! del viejo teléfonoo. Salvo para el guardagujas que a su lado descolgó cabreado.”
Como ves, la mayoría de las áreas que entiendo susceptibles de mejora tiene algún pero: o son cuestiones discutibles o de preferencias, o bien pudo haber influido en ellas el límite de 750 palabras ya que tu texto habría llegado a él. Muy pocas podrían ser propiamente objetivas. No obstante ello, las dejo planteadas por si te sirvieran para reflexionar.
Por lo demás, TODOS los aspectos formales están MUY BIEN TRABAJADOS.
El TONO es melancólico, introspectivo, en general triste pero con momentos luminosos, agradables. El LENGUAJE es acorde a ese tono.
Si bien yo no soy partidario de una división tajante entre géneros, es un tanto difícil encuadrarlo en un género o en una fusión de géneros o pensar que navega entre varios, porque para responder a esa cuestión hay que salir de la forma e ir al contenido, a la trama en sí (y voy adelantando que es porque aquí hay una gran virtud del relato, a la que luego me referiré).
Como sea, cualquiera sea el GÉNERO o los géneros en los que se quiera encuadrar a la historia, lo cierto es que el lenguaje utilizado prácticamente se lleva bien con todos.
En cuanto a la ATMÓSFERA O AMBIENTACIÓN, la misma está muy bien lograda. Se siente tanto la estación de tren como el observatorio astronómico, la colaboración con los colegas, la intimidad de la pareja, los recuerdos, la ausencia… Todo está interrelacionado y muy bien logrado.
El RITMO, visto desde el punto de vista de la ACCIÓN es pausado, lento y está bien que así sea. En gran medida lo apoya la CONSTRUCCIÓN DE LAS FRASES que, en general es correcta, y al ser en su mayoría largas y con abundancia de comas, contribuye a que el ritmo discurra a esa velocidad. Esto cabe resaltarlo sin perjuicio de lo que he señalado como posibles áreas susceptibles de mejora después de un reexamen que pudieras hacer si lo considerases pertinente.
Ese ritmo es completamente coherente, además, con el tono y con la atmósfera o ambientación.
Por lo demás, la ORTOGRAFÍA es prácticamente perfecta (salvo un par de errores de tipeo), la GRAMÁTICA es correcta (sólo podría señalarse una mínima incoherencia de género ya apuntada) y la PUNTUACIÓN, excepción hecha de algunas cuestiones que he marcado para la reflexión está exquisitamente trabajada.
La SONORIDAD, salvo un pequeñísimo detalle, que reconozco depende del punto de vista meramente subjetivo, y al que me referí antes (cambiar unos infinitivos por unos subjuntivos) es adecuada para la historia que se quiere contar y para el tono del relato.
El PUNTO DE VISTA tiene relación directa con el NARRADOR. El narrador elegido, que es apropiado para la historia que contaste, es tercera persona omnisciente y su punto de vista se centra en Malena, la protagonista. Se fija en Luis en cuanto fue compañero de trabajo y pareja de Malena, y otro tanto con el resto de los personajes que de un modo u otro se vinculan con ella.
Al mirar la trama desde la distancia, pero también entrar en la intimidad de Malena, el tono melancólico e introspectivo se intensifica y logra meter al lector dentro de la historia. Quizás se hubiera podido lograr también con un narrador protagonista. Sin embargo, algunas apreciaciones relativas a la profesión (como lo que sucedía en Júpiter) no hubiesen podido señalarse con tanta precisión y se hubiera perdido ese juego entre lo inmenso y lo “pequeño”, que, por otro lado, para las personas es todo.
Un dato saliente del relato es que hay pocos DIÁLOGOS: Malena y el guardagujas que atienden el teléfono y el diálogo con Luis. Fuera de eso, lo que más se le asemeja es el pensamiento de su niñez.
Esos diálogos son pocos pero pertinentes, contribuyen a la trama y en parte a delinear a los personajes.
Las DESCRIPCIONES se encuentran presentes en su justa medida. Pero no sólo respetan ese estándar cuantitativo, sino también el cualitativo: todas ellas tienen un por qué y un para qué, esto es, se encuentran justificadas.
El CONFLICTO está presente, aunque para tratar de este elemento, al igual que lo que sucede con el GÉNERO, habría que ir directamente al contenido (ya volveré sobre esto). Toda vez que el conflicto está presente, también lo está la INTRIGA, que nos hace pensar qué sucederá a continuación hasta llevarnos a ese final abierto que nos deja con ganas de más. Aunque pude que no haya más y que debamos imaginar qué significa esa palabra al otro lado de la línea y qué es lo que ha sucedido/sucede/sucederá… (O ¿nos? sucederá…)
Vamos ahora al CONTENIDO.
Tengo que decir que es muy rico y atractivo.
Sólo hay un punto que no queda del todo claro: si hay una línea temporal de los recuerdos o no. Resulta clarísimo que después de aquel gran descubrimiento del año 1998 algún tiempo después Luis enfermó y murió. Tampoco ofrece duda el “viaje” a la infancia donde Malena descubrió su vocación.
La duda aparece en estos párrafos:
“Este centro llevaba meses con cálculos sobre el posible impacto de un asteroide en el planeta azul. Todavía no querían generar alarma, pero las sucesivas observaciones daban como resultado la previsión de su órbita. Estimaban que el cometa podría alcanzar la Tierra en los próximos meses.”
“Todos los observatorios, desde distintas coordenadas del mundo, captaron lo que parecía un cometa y el dictamen de los científicos de la Unión Astronómica Internacional fue inapelable: se trataba de una cadena, un collar de cometas que viajaban juntos y que, de estrellarse contra el planeta, sería un cataclismo en la historia de la Humanidad.”
Al parecer, Luis habría muerto no mucho después de ese descubrimiento del año 1998, y al no ser claro exactamente en qué año Malena vivió lo que se cuenta en el relato, no quedaría claro cuándo se había realizado este descubrimiento del cometa que podría alcanzar la Tierra en los próximos meses. La duda se genera porque en el diálogo anterior interviene Luis, quien iba a contactar al Instituto Astrofísico de Arizona.
Como sea, de todos modos el lector podría reconstruir un marco temporal que concilie todos estos eventos y situarlo (para que a su vez resulte coherente con los móviles) en algún momento de la primer década del siglo XXI. Por otra parte, esa aparente o posible “falta de precisión” o de “orden” puede tener que ver con que, aunque no sea un “flujo de conciencia” porque no es una narradora protagonista, la vinculación del narrador, aunque omnisciente, con Malena, es máxima.
Ahora aparece lo interesante.
Primero el título: “Asesino de dinosaurios”.
Esta sería una expresión propia de una niña. Que justamente impactada por el tamaño de aquellos gigantes, como le sucede a todos los niños, más impactada quedó con “aquel” (no digo “aquello” sino “aquel” adrede) que los “mató” (también uso este verbo así a propósito). Eso definió la vocación de toda una vida.
Cuando Malena atiende el teléfono aparece aquella palabra: “dinosaurios”.
Y es aquí cuando el narrador, que lo sabe todo porque es omnisciente (conoce no sólo lo que pasó en Júpiter sino también hasta los pensamientos, recuerdos y emociones de Malena) pero NO nos cuenta todo empieza a dejar librada la cuestión a la imaginación del lector…
¿Habla desde “el más allá” el abuelo de Malena?
¿Será Luis, también desde el “más allá” que a través de Malena intenta advertir a la humanidad?
¿Aunque Luis y Malena eran/son astrónomos y por ende familiarizados con la física, puede que Einstein no estuviera del todo acertado y que Dios (o no precisamente Dios) “jugara a los dados” y que, por ende, por el mero azar se tratara de un bromista? ¿O de un niño?
¿Por alguna paradoja temporal no sería Malena niña, “fanática de los dinosaurios”?
¿Es una suerte de “profecía” que va en consonancia con el descubrimiento que habían hecho y sobre el que había unanimidad en la comunidad científica (al que refieren los párrafos en los que planteé la duda temporal)?
¿O algo más mundano y algo emparentado con lo que cree entender el guardagujas hasta que queda desconcertado: un código, probablemente “non sancto”…?
Estas múltiples posibilidades hace que dentro de esta historia puedan superponerse varias posibles, como así también distintos niveles de conflictos, aunque el conflicto organizador es el que experimenta Malena consigo misma cuando sus recuerdos se remueven y se entretejen su vocación, la importancia de su profesión, tal vez misión y la ausencia de Luis.
Como sea, esa ambigüedad de la palabra dinosaurios, ese descubrimiento que habían hecho acerca de la potencialidad del cataclismo, nos lleva a otro nivel de “ida y vuelta” y de superposición, que va de la mano de ese narrador omnisciente y en cierto contraste con el tono del relato.
Ese narrador nos cuenta hasta lo que pasó en Júpiter. Y hasta usa (muy atinada y claramente por cierto, lenguaje técnico astronómico que la mayoría de los lectores desconocemos pero nos lo facilita de una manera que nos permite comprenderlo) y en ocasiones se detiene en detalles de un punto en la Tierra: la estación de tren, el observatorio astronómico y a veces desciende más aún: va a diálogos entre personas o a recuerdos, pensamientos, emociones…
Es como si desde lo cósmico viajara hacia el microcosmos que es el alma y la psicología de la persona.
Y en la persona de Malena está esa dualidad: alguien que mira a la inmensidad y que a su vez, respecto de esa inmensidad, es pequeña como cualquiera de nosotros. Y por la ausencia de otra “pequeñez”, esto es Luis, ella siente un vacío que no es menos inmenso que aquel universo.
Entretanto, el guardagujas vaya a saber a qué clase de cargamento se refiere y si quien está del otro lado es o no el mismo emisor de la palabra “Dinosaurios” y si no será un código de algo ilícito. Suponiendo que así fuera, esas personas, al igual que quienes están enfrascados en sus móviles, cada cual está “en la suya”. En sus pequeñas vidas, en sus pequeñas cosas.
Malena, en su pena (perdón que salió con la rima del tango Malena -sólo falta el bandoneón, jaja-) que para ella es inmensa, no deja de ser pequeña a escala cósmica, y por ende, no es distinta a los demás.
Y en ese “estar cada uno en la suya”, en la pequeñez, subyace la posibilidad de que “Dinosaurios” signifique un augurio próximo, concreto e inminente relacionado con el descubrimiento de Malena, Luis y sus colegas: la posibilidad de que otro “asesino” venga y haga lo mismo con los “dinosaurios” de hoy, es decir con la humanidad.
Finalmente, hay otro símbolo que debería considerarse: todos los recuerdos de Malena y el teléfono que refiere a la equívoca o multívoca palabra “Dinosaurios” (que abre tantas interpretaciones y permite entretejer conflictos, tramas y hasta variar el género en el cual encuadrar el relato), todo ello GIRA ALREDEDOR DE LA ESTACIÓN DE TRENES Y DE LOS TRENES.
Las estaciones de trenes son lo que en palabras del antropólogo Marc Augé se denominan “no lugares”. Espacios donde no hay “raíces”, no hay una vinculación propiamente dicha, donde reina el anonimato. Cabría preguntarse, ¿qué subjetividad quedará después del “asesino de dinosaurios”?
Y los trenes son una metáfora de lo fútil, lo temporal, lo pasajero. El recordatorio de que la vida no es más que un viaje. Viaje que puede ser colectivo y que puede terminar de una manera definitiva, colectiva e insospechada. Tanto la estación como el tren implican a una multiplicidad de personas, lo que da idea de destino común y nos emparenta nuevamente con el título.
Por último, ofreceré mi COMENTARIO PERSONAL: se trata de un relato extremadamente bien trabajado en cuanto a forma y contenido, con un buen manejo de los elementos formales y un contenido rico y atractivo. Contenido que utiliza una fina simbología y entreteje distintos conflictos y se basa en una exquisita ambigüedad que atrapa al lector y lo deja reflexionando profundamente.
¡Bravo! Gran trabajo.
Me gustó mucho el relato y espero que hayas disfrutado al escribirlo como nosotros al leerlo.
Saludos y nos seguimos leyendo.
José Torma
19/03/2025 a las 15:45
Hola Otilia.
Eres mi segundo relato en este ciclo. Antes de empezar, te diré que me gusto, aunque tengo un par de apuntes que hacer, que creo podrían mejorar tu texto.
El asunto de las comas y su uso o abuso (en mi caso) es tema sensible. En el inicio de tu texto me brincó la siguiente línea:
“El gran reloj marcaba las ocho, y el tren, con destino a Madrid, ya estaba estacionado cuando Malena irrumpió en la terminal y con caminar rápido recorrió el andén en busca de su vagón.”
Es una frase muy larga y por eso, tal vez, sentimos (me uno al sentimiento) que tenemos que hacer pausas, pero creo que, al menos en esta frase, lo ralentiza. En mi humilde y posible equivocada opinión te sugiero lo siguiente:
“El gran reloj marcaba las ocho. El tren, con destino a Madrid, ya estaba estacionado cuando Malena irrumpió en la terminal y, con caminar rápido recorrió el andén en busca de su vagón.”
Cuando tenemos texto muy largo, es conveniente analizar si lo mejor sería partirlo un poco y utilizar, en vez de comas, tal vez un (;) o un punto y seguido. Es cuestión de estilos y solo te doy mi opinión, ya que me identifico mucho porque yo lo hago. Tardo mucho en corregir una vez que termino porque al poner el lector de Word, me doy cuenta de que mucha de mi puntuación no está cumpliendo su objetivo. Incluso el truco de leer en voz alta, puede fallar, porque en nuestra mente hacemos los ajustes necesarios y cosas se nos pasan.
Hace poco descubrí el lector de Word y me ha ayudado muchísimo.
Ahora a la historia en sí, Me llevabas por los recuerdos de la mujer que fueron detonados por una palabra… “Dinosaurios”. Es un recurso utilizar un detonante para introducir el recuerdo que nos lleva a darle sentido a la historia. El amor de los personajes, la nostalgia de la pérdida y llegamos al final, donde el traqueteo de los trenes la saca de sus recuerdos y regresa la palabra “dinosaurios”. Aquí me ganaste, no entendí. Ella, arriba del tren se alejaba, sin embargo, a pesar del ruido de los trenes, escuchó el teléfono y escuchó lo que dijo el guardavía.
¿El teléfono es un elemento sobrenatural? Si es el caso lo maquillas muy discretamente.
Espero mis palabras te ayuden.
Felicidades.
lady_p
20/03/2025 a las 10:39
Hola Otilia, el relato me ha gustado. Está muy trabajado todo el argumento centrado en la astronomía y ese final, aunque triste por la pérdida, sorprende.
Saludos!
Osvaldo Mario Vela Sáenz
25/03/2025 a las 04:56
Hola desde México, Otilia.
Tu habilidad para contar historias la vuelvo a percibir en esta la escena 68. En que año fue no lo recuerdo pero era un día frio en el rancho y la noche oscura era mi entorno de regreso al rancho
Detuve el vehículo para abrir el portón de la entrada cuando de repente, aquel lugar se encendió con una luz tan intensa que parecía ser de día. Yo podía ver las sierra en la lejanía y el lomerío y las lagunas del rancho con una claridad increíble.
Aquella expresión de la naturaleza pudo haber durado poco más de un minuto, tiempo que he llevado este suceso en mi mente. la historia, al igual que yo, requiere de espacio para cerrar su ciclo
Te felicito y nos leemos..