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La llamada - por Carmen GonzálezR.
Eran las ocho de la mañana de un lunes cualquiera. En la estación, la gente iba y venía para coger el tren que le llevaría al trabajo o al centro de estudios. Todo eran prisas, personas que corrían para no perder el tren. Otros se empujaban por ir mirando el móvil sin siquiera pedir disculpas.
A lo lejos, se oía un ruido familiar, el sonido de un teléfono, pero no era de ninguno de los móviles que todo el mundo llevaba en la mano. El incesante ring se volvía cada vez más ensordecedor. En el recibidor de la estación quedaba poca gente, casi todo el mundo había cogido ya su tren. Las pocas personas que había hacían caso omiso a la llamada. ¿Quién iba a contestar una llamada de la única cabina de teléfono que todavía quedaba en la terminal y que apenas se usaba?
Juan, un hombre que limpiaba en la pequeña estación del Norte, se fijó en la insistencia del ring del teléfono, así que se acercó y decidió descolgar.
—Hola, ¿quién es? —se atrevió a pronunciar, sin saber muy bien por qué lo había hecho.
Ante su asombro alguien al otro lado respondió:
—Hola, ¿quién es? —preguntó una voz de hombre.
—¿Cómo que quién soy? Pero si es usted quien ha llamado. ¿Quién es usted?
—¿Yo? Yo soy Juan. Es usted quien ha llamado. Y usted, ¿Quién es?
—Disculpe, pero no entiendo nada. Yo soy Juan. Y no he llamado a nadie.
—Vamos a ver. Yo iba hacia mi trabajo y he perdido el tren. Al ver que el teléfono de la cabina sonaba sin cesar, he decidido responder a la llamada. —dijo Juan, el comercial que cada día a las ocho cogía el tren, pero esa mañana llegó tarde a la estación del Norte.
Juan, el barrendero, acudía cada día a su lugar de trabajo con optimismo. Solía saludar a todas las personas con las que se cruzaba. Aquella mañana en particular, Juan estaba de muy buen humor. Canturreaba una canción que se le había metido en la cabeza desde el día anterior, cuando su hija le había enseñado el último hit de su grupo favorito. Al oír el sonido de la llamada de la cabina, no se lo pensó y fue a responder. Jamás se hubiera imaginado que, al otro lado, había alguien que también respondía a la llamada. «¿Qué es lo que está sucediendo?», se preguntaba.
A su vez, Juan, el comercial, estaba igual de desorientado que Juan, el barrendero. Aquella mañana todo le había salido mal desde el momento en que sonó el despertador. Saltó de la cama a toda prisa. Se duchó y se preparó el desayuno. Las tostadas se le habían quemado y, cuando fue a dar un sorbo al café, se lo tiró por encima. Tuvo que cambiarse de camisa sin perder tiempo. Aun así, llegó tarde a la estación, perdió el tren y llegaría tarde a la venta que le sacaría de un apuro. Mientras esperaba impaciente al siguiente tren, escuchó la llamada persistente de la cabina de teléfono. El sonido le estaba poniendo más nervioso de lo que ya estaba. Decidió contestar, no soportaba más aquel ring.
Juan, el barrendero, ante la situación absurda que se acababa de dar entre las dos personas que habían respondido a la llamada, dijo a Juan, el comercial:
—No es posible que ambos hallamos contestado a la misma llamada. ¿Dónde está usted?
—Yo estoy en la estación del Norte, suelo coger el tren a esta hora. Y, Usted, ¿dónde está?
—Pues, yo trabajo en la misma estación. Pero eso no puede ser, ya que solo hay una cabina de teléfono y los dos estamos hablando a la vez.
Los dos hombres se dieron cuenta de la situación surrealista que se había dado entre ellos. De repente, se oyó un piiiiiiii …
Habían dejado caer el auricular a la vez. La llamada había terminado.
Al cabo de dos días, María estaba en la estación del Norte. Eran las diez de la mañana. Esperaba a una amiga que llegaba tarde para coger el tren de las diez y seis. Empezó a sonar el teléfono de la cabina de la estación. María se levantó y respondió:
—¿Hola? ¿Quién es?
Al otro lado del teléfono una voz de mujer similar a la suya contestó:
—Hola, soy María. Y tú, ¿Quién eres?
Comentarios (4):
Lupa Sívori
17/03/2025 a las 18:23
¡Hola Carmen! Me parece que la premisa de tu historia es muy intrigante… aunque quizás se queda un poquito ahí, ¿no? Siento que podría potenciarse con un estilo más ágil y un desarrollo más enfocado en el misterio.
De pronto sintió que el relato tiene un disparador pero no un remate, más allá de que se repite el ciclo con María. Adicionalmente te sugeriría ordenar un poco la charla entre los dos “Juanes”. Se podría reorganizar la información para que la revelación de la llamada imposible sea todavía más impactante.
Más allá de estos detalles, me parece un uso muy original de la propuesta planteada. ¡Felictaciones!
Si querés pasar por mi relato, estoy en el #51:
https://www.literautas.com/es/taller/textos-escena-68/11405
También te invito a seguir mis relatos narrados en Spotify. =)
https://open.spotify.com/show/1kf01qxrscrZ9EstRmsHhl
Berundgaar
17/03/2025 a las 18:32
Más que “la llamada” debería titularse “el espejo”. ¡Qué buena idea has tenido para el texto! Muy original, la verdad. Yo no soy un gran crítico, como muchos compañeros, pero te aseguro que tu publicación me ha gustado mucho.
Te seguiré leyendo.
Cordiales saludos.
Ebea
21/03/2025 a las 11:45
Hola Carmen,
Soy tu vecina del relato 49, pasando por aquí para hacer mi comentario.
Para comenzar, ¡qué relato tan intrigante y original! Me gusta cómo juegas con la idea de la dualidad y el surrealismo, creando una situación que desafía la lógica y atrapa desde el principio.
La atmósfera de la estación, con su ajetreo matutino y la soledad de la cabina, añade un toque de realismo que contrasta perfectamente con el giro fantástico que le das a la historia.
La forma en que describes a los dos Juanes, cada uno con su propia rutina y problemas, pero conectados por una llamada inexplicable, es interesante. Me hace pensar que puedan ser realidades alternativas del mismo Juan… o no, pues al final tampoco aclaras eso, pero es interesante que lo dejes a la imaginación del lector.
El diálogo entre los dos Juanes es efectivo en el sentido de que refleja la confusión y el desconcierto de los personajes en el lector, y logra transmitir esa sensación de que “algo no está bien ahí”. Además, el final abierto, con María respondiendo otra llamada y encontrándose con una situación similar, da continuidad e invita a reflexionar. ¿Es una coincidencia? ¿Un fenómeno sobrenatural? ¿O algo más profundo?
Como detalle, el uso, no sé si intencional o no, de nombres tan comunes añade también una capa interesante a la cebolla. Juan y María podrían ser cualquiera, podrían ser versiones alternativas de una misma persona, podrían ser incluso réplicas… Aquí, Juan y María bien podrían ser los John y Jane Doe españoles. Es un punto que me llamó la atención porque encaja muy bien.
Como aspectos a mejorar, bajo mi punto de vista, el relato comienza con una descripción detallada de la estación y las acciones de los personajes, pero el ritmo se ralentiza un poco en la parte central, especialmente cuando se explican las rutinas de los dos Juanes. Esto podría ajustarse para mantener un flujo más dinámico y evitar que el lector pierda interés.
El salto temporal al final (“Al cabo de dos días…”) es un poco abrupto. Añadir una breve transición o pista que vincule las dos escenas pienso que podría ayudar.
Además, el relato tiene, sin duda, una base sólida en términos de musicalidad y sonoridad, pero con algunos pequeños ajustes podría ganar mayor riqueza auditiva y ritmo. Incorporar más variedad en la cadencia, jugar con los contrastes sonoros y usar recursos como la aliteración y las pausas estratégicas podrían mejorar la lectura y hacer que la historia resuene aún más.
Concretamente, en el punto que te mencionaba antes, donde explicas las rutinas de los dos Juanes, se hace un poco pesada la lectura. Personalmente, sería donde ajustaría con frases más cortas y concisas para que no fuesen tan largas y pesadas, y de ese modo aportasen tanto equilibrio como agilidad a la lectura.
Y luego, la musicalidad no solo depende de los sonidos, sino también de los silencios. Es un equilibrio. En momentos clave, como cuando los dos Juanes se dan cuenta de la situación surrealista, podrías usar pausas más marcadas para aumentar la tensión y luego equilibrar con descripciones más sonoras para crear un efecto más musical. Por ejemplo, incorporando verbos y adjetivos que refuercen la sensación auditiva, como “retumbar”, “zumbar”, “eco”, “estruendo”, etc. No sé, como aspecto a mejorar.
En resumen, a mí me parece que es una historia que combina elementos cotidianos con un toque de fantasía oscura, creando una narrativa que es a la vez familiar y perturbadora. En conjunto, es un muy buen trabajo. Como todo, tiene su margen de mejora, pero está muy bien. La historia tiene cimientos sólidos y un concepto intrigante que capta la atención desde el principio. Con algunos pequeños ajustes en el ritmo, la transición del final (sobre todo) y en la musicalidad, el relato podría ganar aún más fuerza.
¡Es un trabajo prometedor que merece reconocimiento y felicitaciones sinceras, pero que, con un poco de pulido, puede brillar aún más!
¡Felicidades por tu trabajo!
El Monje
24/03/2025 a las 23:52
Bien escrito está, no hay duda, pero demasiado surrealista para mí, lo siento me he perdido.