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5 de marzo - por CRISTINA OTADUI
Cinco de marzo.
Caminó entre la gente despacio, tropezando a veces, en silencio, … ¿Qué prisa podía tener ya?
Al llegar a la estación notó el barullo del ambiente, el ir y venir del gentío, las voces altas; el sonido de los trenes que llegaban o marchaban; las caras a veces alegres, sonrientes; a veces tristes. Los reencuentros, las despedidas…
Al llegar a la zona de andenes, antes de pasar los tornos de acceso hay unos bancos públicos junto a unas antiguas cabinas, apenas utilizadas ya. Tomó asiento en uno de ellos y miró al frente.
Recordó cuando se vieron por primera vez.
Le entorpeció el paso porque él era grande y ella, tan menuda, intentando arrastrar una maleta, queriendo subir al vagón, nerviosa por casi perder el tren y él en medio, despidiéndose de alguien sin dejarla pasar. Tuvo que llamarle la atención por dos veces para que se girara y la viera.
Era viernes.
Y cada viernes ella volvía a casa.
Y cada viernes, él despedía en el andén número siete a Lucia, su hija.
Y cada viernes desde entonces se buscaban con la mirada, se sonreían.
Él se apartaba despacio dejándola pasar y ella, sin dejar de mirarlo se preguntaba que le impedía romper su rutina; deseaba quedarse en el andén, perder voluntariamente el tren…
No sabía que el destino, ese poder sobrenatural, ese plan del que nadie puede escapar, tejía alrededor de los dos una especial tela de araña: el destino no se hace preguntas, no se cuestiona resultados. El destino solo combina causas y regala respuestas.
Todo cambió el día que ella llegó tarde.
Aquel viernes de otoño el tren paso de largo llevándose aquella rutina semanal en la que ambos se habían dejado envolver.
Lo encontró de vuelta, a la salida del andén: sobraron las palabras: él se hizo cargo de su maleta, ella le tomó de la mano y el tiempo hizo el resto.
Ahora, sentada frente al andén número siete se deja asaltar por recuerdos de minutos, del cruzar cómplice de sus miradas, del golpe seco de una puerta al cerrarse, de aquella risa contagiosa siempre compartida… De todos los pequeños sucesos que conformaron su historia.
Pero el ya no está.
Un cinco de marzo de hace un año ya, dejó de estar.
Hoy vuelve allí, donde se vieron por primera vez, donde comenzó su historia.
No sabe muy bien porque, ni que espera. Sabe imposible su regreso, pero se sienta y vigila la salida de los trenes, la llegada de los viajeros, los tornos, los andenes…
El silencio de sus pensamientos se ve interrumpido por un sonido olvidado: el timbre del teléfono de una de las cabinas cercanas suena.
Al principio no lo oye, no distingue su sonar del ruido general. Su pensamiento disperso sigue divagando entre presente y pasado atendiendo solo a su interior.
El teléfono interrumpe su llamada, ya no suena.
Ella sigue hilvanando su propia melodía, tejiendo sonatas de colores, sensaciones y recuerdos.
El teléfono vuelve a sonar.
Algo se agita en su interior: vuelve la cabeza, siente una sensación envolvente. Su mirada se dirige hacia las cabinas. El sonido que escucha proviene de una de ellas.
Siente una sensación agradable que acaba alejándola de los ruidos de los andenes, de la gente.
El teléfono emite un sonido armónico, musical… como las sílabas que forman palabras, un sonido que solo ella entiende como si sus oídos estuvieran educados para ello.
Con un nudo en el estómago deja sonar el teléfono.
La gente camina a su alrededor, hace caso omiso al gemir del aparato. Mira en derredor y acaba levantándose. Al llegar a la cabina se detiene. El sonido no para. Se retuerce las manos, nerviosa acaba descolgando el auricular sin saber que esperar, alerta a la contestación del otro lado de la línea.
Nada. No hay respuesta.
– ¿Eres tú? – pregunta en un susurro
Su voz es una mezcla de ansiedad y miedo, de confianza y deseo.
Silencio.
El tren situado en el anden número siete anuncia su salida.
La llamada se corta.
Ella vuelve a su lugar. Se aleja de la cabina y de nuevo sentada ve el tren partir.
Volvió a la estación cada cinco de marzo, todos los años, a la misma hora.
Nunca mas volvió a sonar el teléfono.
Ella nunca perdió la esperanza, en su interior cada cinco de marzo sonaba una melodía nueva siempre llena de ilusión.
Comentarios (23):
Berundgaar
17/03/2025 a las 14:22
Madre mía, qué triste, pero que intenso al mismo tiempo. Es pura melancolía, no exenta de belleza. De recuerdos, que es lo único que nos queda cuando las personas desaparecen.
Me has tocado hasta la última fibra de mi alma.
Gracias, de verdad, Cristina.
Ya sé que no era “para mí”, pero por circunstancias personales me ha gustado mucho.
Enhorabuena. Te seguiré leyendo.
Un saludo.
Berundgaar
17/03/2025 a las 14:22
Madre mía, qué triste, pero que intenso al mismo tiempo. Es pura melancolía, no exenta de belleza. De recuerdos, que es lo único que nos queda cuando las personas desaparecen.
Me has tocado hasta la última fibra de mi alma.
Gracias, de verdad, Cristina.
Ya sé que no era “para mí”, pero por circunstancias personales me ha gustado mucho.
Enhorabuena. Te seguiré leyendo.
Un saludo.
Yvonne (María Kersimon)
18/03/2025 a las 21:51
Hola Cristina,
Una historia dulce y melancólica. La historia de una fidelidad más allá de la vida terrenal. Me ha hecho pensar en el perro Hachiko, el perro que esperó durante diez años en el mismo lugar a su dueño. Me gusta cómo hablas del destino, ¨el destino no se hace preguntas, no se cuestiona resultados¨. Las reiteraciones de fecha y día de la semana marcan un ritmo reiterativo que habla de la voluntad de hacer pervivir el recuerdo. También podría entenderse como obsesión ya que nuestra sociedad de la inmediatez y el consumo ha perdido el sentido de la fidelidad. Arrancas con una frase que da a entender que la protagonista se encuentra en un estado mental desapegado, casi incorpóreo. Está y no está. Vive en el recuerdo, del recuerdo. Pero hay algo más, una unión espiritual que perdura…
Me ha gustado el comentario que le has hecho a Mónica Bezom. Por eso he venido a leerte.
Saludos.
Cristina Otadui
19/03/2025 a las 00:32
Hola Yvonne, gracias por pasarte, por entender y por comentar.
Me paso por tu relato y te cuento,
Un saludo,
¡¡Nos leemos!!
Cristina Otadui
19/03/2025 a las 00:35
Berundgaar,
los relatos, al final, son de quien los lee y los hace suyos.
Gracias por tus palabras
¡¡Nos leemos!!
Mónica Bezom
19/03/2025 a las 02:41
Hola, Cristina.
En primer lugar quiero agradecerte el lujo de comentario que dejaste en mi relato; aprendí un montón sobre el rol del lector, así que muchísimas gracias.
Yendo a tu relato, lo percibo un viaje interno envuelto en un ritmo narrativo pausado y melancólico en el que la nostalgia excede a la persona adueñándose del entorno, como en un otoño eterno y sin prisa, muy logrado conforme la trama. A su vez, ante el llamado del teléfono, el arco emocional de la protagonista presenta un giro sutil, delicado, desde la tristeza hacia algún grado de esperanza, representado por la agitación musical en su interior. Esta ilusión, lejos de desvanecerse ante la cruda realidad (nadie responde en el teléfono), perdurará en la espera de cada 5 de marzo.
Es un texto rico, intenso, con frases para enmarcar: “El destino solo combina causas y regala respuestas”. Me ha gustado mucho.
Noté algunos detalles menores, como la coma antes de los puntos suspensivos al inicio; entiendo que iría luego de los mismos. También encontré que empleaste bastantes puntos suspensivos; tal vez si quitaras algunos fortalecerías la idea.
Ha sido un gusto leerte.
Mónica Bezom
19/03/2025 a las 04:04
Hola de nuevo, Cristina.
Confundí un comentario de Yvonne en mi texto, que habla del rol del lector, con el tuyo. Me refiero a lo que digo al comienzo de mi reseña anterior. Mil disculpas, por favor.
Nos seguimos leyendo, despistes mediante.
Cristina Otadui
19/03/2025 a las 08:27
Hola Mónica,
siempre es un lujo leerte, gracias por el comentario.
Lo de los puntos suspensivos…
Jajajaja, no es la primera vez que me lo dicen y siempre tenéis razón: la mitad de las veces sobran pero cuando releo para corregir, no se, me dan pausas mas largas en la cabeza y al final acabo por por dejarlos o al menos no eliminarlos completamente.
He de tener cuidado.
Me alegro de que te haya gustado el texto.
¡¡Nos vamos leyendo!!
Un abrazo cordial
PD: el comentario de Yvonne un autentico lujo desde luego
Patricia Redondo
19/03/2025 a las 13:14
Hola Cristina, como este mes no escribí nada me estoy dando el lujo de pasearme por cuantos más textos mejor para comentar y aprender
El tuyo es un texto hermoso. Con tintes melancólicos, nostálgicos. Un texto delicado, con descripciones minuciosas, sosegado, muy sosegado y ahí viene “mi pero” , que como digo , es una apreciación muy personal.
Para mi gusto demasiado sosegado, le falta color, relieve, no sé como decirlo, conflicto, desgarro. Algo que sacuda el corazón…ya te digo que es una apreciación muy personal basada en un gusto muy personal también.
Como te he dicho no me busques por que este mes la dichosa cabina parlante no acabó de sugerirme nada que me gustara y no envié nada.
Gracias por tu texto
Nos leemos
Saludos!
Cristina Otadui
19/03/2025 a las 14:59
Hola Patricia,
es verdad: es demasiado sosegado; pero este ritmo plano quiere mostrar un personaje, que tal como dice Yvonne en su comentario “se encuentra en un estado mental desapegado, casi incorpóreo. Está y no está”. Puede que al momento de recibir la llamada haya que darle una vuelta para hacer latir la historia en ese punto. Gracias por la apreciación. Lo miro.
A ver si el próximo mes la escena te motiva y puedo buscarte en la recopilación.
Un saludo cordial,
¡¡Nos leemos!!
IGNACIO Zrgz
19/03/2025 a las 15:09
Hola Cristina. Tu relato tiene una enorme delicadeza. Haces aparecer una historia muy bonita con sencillez y economía de medios.
El relato no necesita la parte final de la cabina. Podría terminar perfectamente en la frase “Hoy vuelve allí, donde se vieron por primera vez, donde comenzó su historia.” Pero hay que cumplir con el reto.
Es un gusto leerte. Saludos.
Cristina Otadui
19/03/2025 a las 18:28
Hola IGNACIO Zrgz,
Gracias por pasarte por mi relato y por el comentario…claro…jejeje…hay que cumplir con el reto. Me doy una vuelta por el tuyo y te cuento.
¡¡Nos leemos!!
Codrum
20/03/2025 a las 09:05
Hola , Cristina.
!Que bonito! Me ha encantado tu texto. Me parece que creas una atmósfera densa, de pesadumbre y tristeza jugando muy bien con las descripciones externas e internas del personaje, con la repetición y con la extructura del texto.
Es verdad que la parte del teléfono parace como un extra inecesario. Aún así no desmerece el resto.
La parte como describes la rutina ” Era viernes. Y cada viernes… _y cada viernes… ” me parece un delicadeza. Con la repetición haces que la monotonía se palpe. Y dando aún más fuerza cuando se rompe.
También me gusta como describes el destino. Es un párrafo muy poderoso.
Me gustaría mucho saber que escuchan sus oidos en ese sónido con idioma que ella puede entender.
No sé el motivo, pero me recordó a un cuerpo que vi hace mucho. ” El Columpio”, creo que se llamaba. Lo buscaré.
Preguntas;
Cuando escribes “antes de pasar los tornos de acceso hay unos bancos públicos” ?Tiene que ir en presente el verbo haber?
“el tren y él en medio, despidiéndose de alguien sin dejarla pasar.” ?Tiene que haber una coma entre él y en medio?
“Con un nudo en el estómago deja sonar el teléfono.
La gente camina a su alrededor, hace caso omiso al gemir del aparato.”
Aquí no entiendo muy bien si el teléfono sigue sonando o ha parado.
?Falta alguna aclaración de que ha vuelto a sonar?
Son bagatelas pero tenía curiosidad por saber.
Lo dicho; !Buen trabajo!
Cristina Otadui
20/03/2025 a las 12:02
Hola Codrum:
Vamos por partes:
“Con un nudo en el estómago deja sonar el teléfono.
La gente camina a su alrededor, hace caso omiso al gemir del aparato. Mira en derredor y acaba levantándose. Al llegar a la cabina se detiene. El sonido no para.”
El teléfono sigue sonando: ella deja sonar el teléfono, la gente obvia el sonido y cuando ella se detiene al llegar a la cabina el sonido continua.
“el tren y él en medio, despidiéndose de alguien sin dejarla pasar.” ?Tiene que haber una coma entre él y en medio?
Quizá no sea necesaria. Cuando reviso y leo en alto en ese punto hago un alto, respiro. Puede que solo sea esto lo necesario sin tener que colocar una coma, o puede que las dos opciones sean válidas. Supongo que habrá alguna norma explícita para determinarlo pero la verdad es que la desconozco.
Cuando escribes “antes de pasar los tornos de acceso hay unos bancos públicos” ?Tiene que ir en presente el verbo haber?
Supongo que lo dices porque hasta ese momento el narrador solo utiliza el pretérito perfecto simple (caminó, notó, tomó, recordó…) y de pronto, ahí en la mitad de todo, presente.
Esta especie de “falta de concordancia” – no se si el término corresponde exactamente – puede que sea un error gramatical, lo único que puedo decir es que está escrito así a propósito y porque alguna vez me han recriminado este tipo de “usos” entiendo que hay lectores a los que despista e incluso molesta pero una y otra vez vuelvo a ellos…supongo que forma parte de mi.
Quería preguntarte ¿a que te refieres con esto?: “me recordó a un cuerpo que vi hace mucho. ” El Columpio””. Se que hay un cuadro que se titula así, bueno dos al menos, pero no me parece que tengan mucho que ver.
Ya me dirás.
Gracias por pasarte por el relato de este mes, me alegro de que te haya gustado.
Por cierto… ¿faltas este mes? No te encuentro en la recopilación
Saludos,
¡¡Nos leemos!!
María Jesús
20/03/2025 a las 20:01
Hola Cristina: Que bello relato, que emotivo. me ha encantado como has descrito ese romance que se va fraguando viernes a viernes. Y luego el vacío de la ausencia, la esperanza de un antiguo teléfono que nos lleve de vuelta al pasado. Lo has resuelto maravillosamente. Mis felicitaciones.
Un saludo.
Wanda
22/03/2025 a las 00:56
Hola Cristina,hermoso relato muy bien escrito. Me encanta la descripción y el uso de las palabras que le aportan ritmo. Esa reflexion profunda que muchas veces les falta a mis personajes.
Saludos
Osvaldo Mario Vela Sáenz
23/03/2025 a las 05:42
Cristina, saludos desde México.
Yo admiro de tu texto el hecho de que, habiendo tantas leyendas, tragedias y percances en una estación de pasajeros, tu encuentres un espacio, dentro de aquel mundo de barullos gritos vendimias, entre despedidas y reencuentros, un enfoque a una historia de amor.
Historia que queda marcada como el 5 de Marzo. veo con gusto como describes el nacimiento de una relación con mucho tacto para no ofenderla o mancillarla sino reteniendo la sublimidad del entorno.
Y, el tiempo de maduración de ese sentimiento merecería un Oscar en la gala de cualquier película. Año tras año, repetir el cinco de marzo. muy bonito te felicito.
y queda presente
Ana Tirado
24/03/2025 a las 05:59
Hola, Cristina! Qué decirte… Me ha encantado. Destila una melancolía preciosa, con una atmósfera poética y nostálgica. Hay una frase que me ha gustado mucho: “El destino solo combina causas y regala respuestas”. Hay delicadeza en tu manera de escribir, invita a leer despacio.
Destaco también cómo has construido la historia con esas miradas en el andén que se repiten todos los viernes. La escena está tan bien narrada, que es casi como verla visualmente. Se nota que hubo algo especial entre ellos desde el principio, sin necesidad de hablar.
El simbolismo del teléfono es importante porque conecta la rutina y la monotonía de un día del que ella no espera nada (“¿Qué prisa podía tener ya?”) con lo mágico e inexplicable. Sabes que ella espera oírlo a él. Y al final no sabes claramente si pudo atisbar su presencia o no, pero tampoco necesitas saberlo. Puedes creerlo, si quieres. O no.
Algunas erratas que he observado:
“Pero el ya no está” -> falta la tilde: “Pero él ya no está”.
“No sabe muy bien porque, ni que espera” -> “No sabe muy bien por qué, ni qué espera”.
Te recomiendo usar guiones largos para los diálogos, y no dejar espacios tras ellos:
“– ¿Eres tú? – pregunta en un susurro” -> “—¿Eres tú? —pregunta en un susurro.”
A modo de conclusión, decirte que he disfrutado la lectura por el aura de nostalgia, la esperanza y el amor que aún siente la protagonista. Transmite a la perfección cómo el duelo no se supera, sino que se aprende a vivir con él.
Te felicito, sigue escribiendo así de bonito. 🙂
Cristina Otadui
24/03/2025 a las 10:01
Hola Ana,
Me alegro de que te haya gustado. Gracias por tus palabras y por las correcciones: siempre tengo problemas con los acentos y aún no se muy bien como usar los signos ortográficos dentro de los textos así que tendré muy en cuenta el asunto de los guiones y procuraré estar atenta a las malditas tildes.
Me gusta especialmente cuando dices que la escena es casi como verla verla visualmente porque es algo que siempre intento: que el lector sea capaz de percibir las acciones como una escena cinematográfica.
En fin, muchísimas gracias por el comentario.
Voy a darme una vuelta por tu relato.
Un saludo,
¡¡Nos leemos!!
Carlos Tabada
24/03/2025 a las 13:26
Hola Cristina. Bien hilado, es como describiría el relato que compartes. Puede parecer un comentario para salir del paso, pero si se tiene en cuenta que en su transcurso hay destino, amor con mayúsculas, más allá, etc,..no, no era fácil que resultara bien hilado.
La parte donde no alcanzo es algo ya comentado, los tiempos verbales. Caminó, recordó, tomó pueden resultar visuales pero dan la impresión de conducir a un evento con cierto impacto, y al menos en la primera lectura este no se da hasta “el día que todo cambió” que curiosamente parece un relato dentro del relato (yo, ni idea de manejar eso en tiempos verbales). No se, igual si que tiene cierto impacto la mención al día que se conocieron.
Kelvin I. Márquez
25/03/2025 a las 02:34
Saludos Cristina
Lo poco que podría mencionarte como mejorable ya los compañeros lo han mencionado así que no me repetiré. Lo que si diré es que estoy de acuerdo en que es un relato muy triste y sí, visual. Es fácil imaginar la escena de principio a fin lo cual añade un toque más de tristeza mientras avanza el relato. Lo has llevado de forma perfecta. Me ha encantado.
Felicitaciones y nos leemos!
CARMELILLA
25/03/2025 a las 13:28
Hola, Cristina, muchas gracias por leer y comentar mi relato. Tomo nota de tus apreciaciones.
Prácticamente no tengo nada nuevo que decir a lo que ya han comentado.
Me parece un relato intenso en el que has utilizado para mostrar de manera impecable el estado de tristeza en el que se encuentra tu personaje, con algunas frases muy potentes.
El relato tiene precisamente el ritmo que necesita, pausado, como la protagonista que se ha quedado pausada en su pérdida.
No sé si estoy equivocada, pero la frase: “no sabe muy bien porque y que espera”, tendría que ser: “no sabe muy bien por qué, ni qué espera”
Creo que has hecho muy buen trabajo.
Saludos.
Cristina Otadui
25/03/2025 a las 17:11
Carmelilla,
No sé si estoy equivocada, pero la frase: “no sabe muy bien porque y que espera”, tendría que ser: “no sabe muy bien por qué, ni qué espera”
De equivocada nada…creo que suena mejor: corregida en el original 🙂