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Ten cuidado con lo que pides - por Daniel CallejaR.
Web: https://debusquedasylocuras.blogspot.com
—Te dije mil veces que esa manía tuya te iba a terminar metiendo en un lío —dijo Martha a su hijo Joaquín—. No podés ser tan, tan… quisquilloso.
—Caray, madre, hubiera jurado que vos me entenderías —se quejó el aludido—. Mi jefe es insoportable. Suspenderme dos días días solo por atender su teléfono. ¡Llevaba media hora sonando!¡No podía soportarlo más!
No era la primera vez que Joaquín se metía en problemas por atender teléfonos ajenos. Una vez atendió una llamada del novio de su prima al móvil de ésta y casi ocasiona que suspendan la boda. Por suerte se aclaró la confusión. Aunque nunca lo perdonaron y no lo invitaron al casamiento.
Otra vez lo sacaron a patadas de una oficina donde había ido a hacer un trámite, y respondió el teléfono de la mujer que lo estaba atendiendo. Vaya atrevimiento.
Podría seguir relatando los mil y un problemas causados por su incapacidad de oír sonar un teléfono más de tres veces sin atenderlo. Incluso estuvo a punto de caer preso por querer hacerlo en una comisaría.
Su madre le sugirió visitar a un psicólogo, pero luego de tres sesiones le declararon un caso perdido. Mientras aguardaba en la sala de espera había atendido una llamada « porque la secretaria estaba en el baño y el aparato no paraba de sonar».
«Desearía estar en un lugar donde no existiesen los teléfonos» pensaba a menudo. Su madre le sugirió la selva o el desierto, pero tampoco soportaba los mosquitos ni el calor.
—Aprovechando que no trabajás, podrías hacerme un mandado —sugirió su madre—. Necesito que levantes un paquete en la vieja estación del tren.
—Mamá, en la vieja estación de trenes no hay nada. ¿Me estás tomando el pelo?
—Ay, hijo, siempre tan distraído. La oficina de correos aún funciona, aunque no haya trenes. ¿Podés hacerme ese favor, o no?
De mala gana respondió que sí. Al menos allí habría poca gente molestando con sus teléfonos. ¿Acaso no podrían usar los móviles en silencio? Porque hasta el zumbido de la vibración le molestaba.
Para su desgracia, el lugar estaba muy concurrido ese día y no tuvo otro remedio que hacer cola. La gente iba y venía entregando paquetes, hablando por celular y el sonido lo estaba volviendo loco. De repente, un ruido antiguo llamó su atención. Parecía un aparato de los viejos, con campanillas metálicas y un llamador estridente. No paraba de sonar. Volteó para ubicar y rezongar al dueño. No era ningún móvil. Era el teléfono público de la vieja cabina, aparentemente abandonada hacía años, desde que los trenes habían dejado de correr. Ni siquiera recordaba haberla visto antes.
No quería perder su lugar en la cola, pero su manía era demasiado fuerte y no se pudo resistir. Se metió en la cabina y levantó el tubo. Antes que pudiera decir palabra, una extraña voz sonó en el auricular.
—Hola, Joaquín, pensé que nunca ibas a atender.
Colgó tan rápido que casi hace saltar la horquilla. Apenas colgó empezó a sonar de nuevo. Y otra vez no pudo evitar atenderlo.
—¿Hola, quién habla? —preguntó con voz temblorosa.
—Mi nombre no importa —dijo la voz al otro lado—. Estoy aquí para cumplirte un deseo. Pero ten cuidado con lo que pides. Porque te lo voy a hacer realidad.
—Claro, un bromista.
—¿Un bromista sabría tu nombre? Tienes diez segundos para formular tu deseo. Nueve. Ocho. Siete. Seis. Cin…
—¡Nunca más quiero escuchar sonar un teléfono! —gritó, interrumpiendo la cuenta atrás.
—Tú lo has pedido. Desde ahora tu deseo se ha cumplido.
—Hola, hola, hola. Maldito bromista. Ya cortó.
Los médicos que lo vieron fueron incapaces de explicar su repentina sordera. No encontraron causas físicas, y Joaquín nunca quiso contar la historia. Volvió varias veces a la estación, con la esperanza de revertir el deseo, pero la cabina ya no estaba. Cuando preguntó dónde la habían llevado, le explicaron como pudieron que nunca había existido tal cosa ahí. Se resignó. La culpa era solo suya, por no hacer caso a la advertencia de la voz, cuando le dijo que pensara bien su deseo. Aunque tampoco le dio mucho tiempo para pensar. Una maldita jugarreta.
Unos meses más tarde, al otro lado del mundo, una joven estudiante se disponía a tomar el tren en una concurrida estación, cuando el sonido estridente de aquel viejo teléfono llamó su atención. Nadie más parecía escucharlo, y por mera curiosidad, entró a la cabina y levantó el tubo…
Comentarios (18):
IreneR
17/03/2025 a las 14:24
Buenas, Daniel.
Me ha encantado la manía de ese personaje y los problemas en los que le mete, me ha parecido muy original y bastante bien llevado. No me esperaba lo del deseo y creo que, si pudieses escribir más de 750 palabras, eso se podría desarrollar un poco más. Me ha parecido que faltaba algo. Aunque lo que me ha sobrado ha sido lo del final, lo de la chica al otro lado del mundo. Entiendo que lo haces para meter el relato en reto, pero creo que quedaba bien sin eso. O, con más palabras, explicar algo más sobre esa chica. No sé.
Nos leemos.
Un saludo.
Irene
Maria Carmen
17/03/2025 a las 18:25
Hola Daniel, tu relato muy original. Me ha gustado tu historia, y dejas que el lector descubra entre lineas.
Buen trabajo.
Nos leemos, saludos.
¸.•*´¨`*•.¸Yoli¸.•*´¨`*•.¸
17/03/2025 a las 21:28
Hola Daniel, primero agradecerte la visita a mi relato. El tuyo lo leí de corrido, muestra que está muy bien redactado, se entiende, se siente la ambientación y el lío de Joaquín. Metes muy bien lo del teléfono que hasta da con “la cura” del personaje. ¡Me ha encantado!
No me queda claro si queda sordo para todo o solo que no escucha los timbres de los teléfonos.
En cuanto a la forma y gramática:
– Suspenderme dos días días… pones dos veces “días”
-…sonando!¡No podía soportarlo… entre los signos de admiración va espacio.
-…una llamada « porque la secretaria… entre las comillas y porqué, no se deja espacio.
-…no existiesen los teléfonos» pensaba a menudo. me parece va una coma después de las comillas.
– ¿Hola, quién habla? El primer signo de pregunta no en Hola, si no después de la coma, si lo vuelves a leer, si a Hola le pones interrogativos, irían aparte. ¿Hola?, ¿quién habla?
Lo anterior son sugerencias que verifiques y si en alguna me equivoco me lo hagas saber.
Gracias por permitirme aprender con tu relato.
¡Nos seguimos leyendo!
Mónica Bezom
17/03/2025 a las 22:36
Hola, Daniel.
Tu relato me ha gustado mucho; lo has sazonado con sutiles toques de humor entre líneas que arrancan una sonrisa. A la vez, deja una inquietante moraleja extensiva a las cosas de la vida: cuidado con lo que pides; así es. Muy acertado el título.
También me ha gustado el final; otra candidata a cuidar sus deseos del atrevido teléfono.
Ha sido un placer leerte.
Daniel Calleja
18/03/2025 a las 01:47
Gracias a todas por leerme y a Yoli por los errores marcadas. Siempre me pasa lo mismo cuando corrijo, lo de dos días días es patético, ja ja. Queda sordo para todo, pero cumple su deseo. Todos los puntos de vista ayudan a enriquecer la experiencia. Irene, tienes el récord comentando relatos, te felicito por eso. Nos seguimos leyendo.
Patricia Redondo
18/03/2025 a las 11:16
Hola Daniel!
Divertido el cuento. Me he reido un buen rato con la manía de Joaquin de atender cada llamado que se le cruza, no importa en que circunstancia. El final me ha parecido redondo. Esa cabina juguetona hace de las suyas por ahí. Habrá que tener cuidado y como aconseja pensarlo bien antes de pedir 🙂
Como ando leyendo lo de todos, desde el 1 hasta, espero llegar hasta el final, como nota curiosa te apunto que te pases por el primer relato …no digo más 🙂
No me busques, que este mes entre lio de trabajo y que la dichosa cabina no me acababa de cuadrar no escribí nada.
Nos seguimos leyendo!
saludos!
María Jesús
18/03/2025 a las 21:31
Hola Daniel: Me ha encantado la originalidad de tu relato y el toque de humor que tiene. No sé por qué pero el final me ha recordado a la película jumanji, aunque no tenga nada que ver. Un placer leerte.
Yvonne (María Kersimon)
18/03/2025 a las 22:50
Hola Daniel,
Tienes un estilo fluido y coloquial. Da la sensación de que escribes tal cual hablas, con los mismos modismos y peculiaridades del argentino (¿argentino o uruguayo?). Nos obligas a los demás a prestar más atención y no sabemos si tenemos un modismo o un error. Te ahorras la crítica, y por esta misma regla de tres, yo me ahorro hacerte la corrección. Es broma, no creo que haga falta. Joaquín y su telefonomanía tienen un deje a lo Mr Bean. Es tragicómico, clownesco. El duende de la cabina no queda claro si es un duende bueno o un duende malo ni quien lo mandó a llamar. Puede que sea fruto de la desesperación del maníaco y lo manifestó para acabar con la manía. Si bien es cierto que muerto el perro se acabó la rabia, también se dice que no hay que tirar el niño junto con el agua del baño.
Saludos.
Daniel Calleja
18/03/2025 a las 23:38
Hola, gracias por sus comentarios. Soy uruguayo. Y ne gusta usar el lenguaje coloquial en mis relatos. ¡Ojo! Ese duende malvado (sí, es malvado) vive en la estación central de Montevideo, un magnífico edificio lamentablemente abandonado por los tejes y manejes políticos. Vendido y luego recuperado por el estado, sigue esperando su destino. Y el duende ahí, esperando que algún incauto se cuele a la estación para cumplirle sus deseos.Saludos
Moldy Blaston
19/03/2025 a las 10:40
Buenos días Daniel, te devuelvo tu amable visita.
Veo que ya te han hecho varios comentarios los compañeros y compañeras, así que no sé si voy a poder aportar algo nuevo. Sí que sé que me ha gustado mucho, me ha entretenido y divertido a ratos. Destacaría lo original del relato y lo bien que está desarrollado, por lo que te felicito y animo a que sigas mes a mes.
Un saludo y nos leemos!!!
IGNACIO Zrgz
19/03/2025 a las 15:30
Hola Daniel. Un relato con un humor suave y contenido. Recuerda de alguna manera la lámpara de Aladino. Bien escrito y muy bien elegido el título. Quizás sobra el último párrafo. Supongo que lo has puesto por el reto, pero las conclusiones de la historia quedan claras con la misteriosa sordera del protagonista. Saludos
Trinity
19/03/2025 a las 19:38
Hola Daniel,
¡Vaya con la manía de tener que coger todos los teléfonos que sonaban! Así le fue al coger el de la estación, último en oír sonar, pero como dicen ” la curiosidad mato al gato” en este caso lo dejo sordo.
Sin duda el relato es divertido y a mi parecer bien escrito, algunas expresiones me chocan, como: ” levantar un paquete” o ” hacerme un mandado”, supongo que serán propias de tu país.
Enhorabuena y a seguir leyéndonos.Saludos.
Codrum
20/03/2025 a las 14:08
¿Puedo usar emoticonos de aplausos?
Este relato no tiene ni pies ni cabeza y es lo que le hace sublime. No me mal interpretes, me gusta, y mucho. Es genial el síndrome que tiene el protagonista, el humor que le pones y como lo describes para que algo tan raro, nos lo creamos a pies juntillas. Me gustan los diálogos y la ambientación que le has dado. El final genial. Lo único que quitaría es la parte donde “unos meses más tarde ….” . Sé que es por el reto y por eso lo acepto. Pero no hacía falta en tu texto.
¡Buen trabajo!
Džoker
21/03/2025 a las 21:53
Hola Daniel.
Me gustan los textos con humor, aunque poco, pues no muchos se atreven a sacar una sonrisa por el taller, por lo que se agradece.
El relato es limpio, se deja leer y el teléfono mágico le da un toque.
Una petición más que un consejo es que no temas usar más el humor como herramienta narrativa, más allá de eso, mis compañeros de taller ya te hicieron sus recomendaciones.
Nos leemos en una próxima escena.
Carmelilla
22/03/2025 a las 19:26
Hola, Daniel. Gracias por tu comentario a mi relato.
Si desde que empecé a leer el tuyo me estaba riendo por lo simpático de tu personaje, ya no te cuento cuando llegó la parte de similitud con el mío.
Me gustan muchos los relatos que leo con una sonrisa desde el principio hasta el final, como el tuyo. Su vida parece una tragicomedia, muy bien lograda esa atmósfera, tu texto suena bien, tiene ritmo y mucha acción, mucha, mucha, (la de años que lleva moviendo el brazo para descolgar teléfonos…)
Que pena que ese personaje tan bien creado no se encontró con mi Aladino, creo que le hubiera dado un poco más de tiempo para pensar el deseo.
No me cuadró mucho que se quedara sordo tal y como has aclarado en algún comentario, por la historia previa a quedarse sordo, se suponía que sólo para las llamadas de teléfono.
Buen trabajo, Daniel.
ue tengas este mensaje buen trabajo.
23/03/2025 a las 20:55
Hola Daniel, saludos desde México.
Desarrollas una buena redacción sin tropiezos. Un personaje con la manía de contestar cualquier teléfono que timbrara mas de dos veces sin que nadie lo atendiera. atrevimiento que representó pro0blemaas para el personaje en su viaje a la vieja estación del tren.
El tema bien desarrollado , el vocabulario entendible y la estructura sin tropiezos. Buen trabajo. Daniel tu también tienes esa costumbre de contestar cualquier teléfono después de sonar dos veces. Rrin rrin. Espero que recibas el mensaje. felicidades y enhorabuena.
Daniel Calleja
24/03/2025 a las 15:23
Hola , gracias a todos por sus comentarios. Tengo un amigo que tiene esa manía de querer contestar cualquier teléfono que suena más de dos veces. Por supuesto no lo hace, pero se enoja mucho cuando la gente no atiende. Lo de la sordera para siempre, es la gracia del cuento. Cuidado con lo que deseas sin ponerte a medir las consecuencias. Saludos, nos seguimos leyendo.
Osvaldo Mario Vela Sáenz
25/03/2025 a las 04:21
Hola Daniel, saludos desde <México.
que gran detalle el tuyo en darle vida aun Teléfono de Aladino cuyo genio interlocutor te conoce y asegura cumplirle el deseo que tanto añora.
claro que allí entra tu genialidad al pedirle que solo tiene diez segundos y, por el apresuramiento, pide algo demasiado fácil por cumplir y lo deja sordo.
Al final, para darle continuidad a la historia aparece una joven que contesta el teléfono de Aladino. Adelante, que la historia promete.