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**El último suspiro de la cabina** - por Gardenia VerchielR.

Web: https://www.facebook.com/GardeniaVerchiel

En la estación de Victoria, el tiempo parece haberse detenido en la cabina telefónica de la plataforma 3. Pintura descascarada, metal oxidado. Los viajeros pasan raudos, cabizbajos. Nadie mira ya ese artefacto que alguna vez fue un milagro de conexión. Los móviles brillan en sus manos como amuletos. La cabina es un fósil, un monumento a la nostalgia.

Hasta que un martes gris, suena.

El primer tono corta el aire. Un ejecutivo afloja el paso. Una estudiante se quita un audífono. Hasta el señor de la cafetería asoma la cabeza. El teléfono sigue sonando. Dos, tres, cuatro campanadas. La gente murmura, pero nadie se acerca. ¿Quién llama a un número fijo en 2023?

Lucas, el chico de la bufanda azul, cierra su libro. Estudia Filología y colecciona máquinas de escribir antiguas. Algo en ese timbre le recuerda a las tardes en casa de su abuela, cuando ella descolgaba el teléfono de disco y susurraba *"¿Diga?"*.

Agarra el auricular. Huele a óxido.

—¿Hola?

Silencio. Luego, una voz de mujer:

—¿Sigues ahí?

—Disculpe, ¿a quién busca?

—Prometiste esperarme —dice ella—. Hoy es 12 de noviembre. Te escribí que llegaría en el tren de las tres.

Lucas palpa la fecha en su reloj: 12/11/2023.

—Señora, esto es la estación de Victoria. ¿A qué número ha llamado?

Ella ríe:

—¿Sigues llevando ese sombrero ridículo de París?

Un estruendo retumba en los andenes. El Intercity de las 15:07 entra. Cuando el ruido cesa, la voz de la mujer suena ahogada:

—No veo tu sombrero. ¿Me has dejado plantada otra vez, Emiliano?

Lucas mira la placa de latón junto al teléfono: 925 44 67 12.

—Señora, esto ya no es 1975.

—¿1975? —susurra ella—. No puede ser. Hoy es…

Y llora.

—¿Cómo se llama usted?

—Margarita Villalba. Él me dijo que si cambiaba de opinión, llamaría a este número. Que aunque pasaran años, respondería.

Lucas imagina la estación décadas atrás: carteles de *Café La Estrella*, humo de cigarrillos. Un hombre con sombrero junto a la cabina.

—¿Por qué no vino en 1975?

—Mi padre quemó tu carta. Me encerró en un convento hasta que acepté casarme con otro. Cuando escapé, eras solo un nombre en los periódicos: *"Emiliano Herrera, desaparecido en el puente de Hierro"*.

El tren de las tres ya se ha ido.

—Quizá él sí estuvo aquí —murmura Lucas.

Margarita no responde. En la línea, estática.

—Gracias —dice al fin—. Por responder.

El auricular emite un pitido. Al colgarlo, Lucas nota una carta en la ranura de monedas. La desdobla:

*Querida Margarita:*
*Si lees esto, al fin me escuchas. Te esperaré cada 12 de noviembre, hasta que mis huesos sean polvo. Perdóname por no ser más valiente. Por amarte en secreto.*
*Tuyo, Emiliano.*

Al día siguiente, la cabina desaparece. Los obreros la retiran, pero nadie vio el camión. El señor de la cafetería encoge los hombros: "Esa cabina no funcionaba desde los ochenta".

En su bolsillo, la carta pesa más que el mundo. Lucas la relee en el tren. Al llegar a casa, toma papel y pluma:

*Querida abuela, hoy aprendí que algunas promesas no caducan.*

Y mientras la tinta se seca, en alguna parte, un teléfono vuelve a sonar.

Comentarios (6):

Cristina Otadui

17/03/2025 a las 21:59

Hola Gardenia Verchel:

Un relato nostálgico y lleno de melancolía.
La descripción de la cabina evoca una sensación de tiempo detenido y establece un contraste poderoso con los teléfonos móviles.
El reflejo de la desconexión que sentimos a veces con el mundo digital proporciona una capa extra al tema de la comunicación.
La conversación con Margarita es un giro inesperado que añade un elemento de misterio y emoción.
La revelación de su historia de amor perdida hace que el lector se involucre emocionalmente pero al mismo tiempo la forma en que esta revela su historia se ve un poco forzada.
Una hermosa reflexión sobre el paso del tiempo, las promesas y la conexión humana.

¡Buen trabajo!
Gracias por escribir y compartir,
¡¡Nos leemos!!

Maria Carmen

19/03/2025 a las 23:19

Hola Gardenia, tu relato me ha echo viajar en el tiempo. De nostalgia, de amores suspendidos en el tiempo. Haces un contraste de la comunicación antigua con el mundo moderno. Antes los amores, los viajes, la comunicación era tardía, tenía que ser concreta. Y ya fuera por falta de medios se perdía la comunicación, pero los sentimientos seguían vivos.

Gracias por tu relato, buen trabajo.

Saludos

Iz Miranda

20/03/2025 a las 23:01

La idea es muy interesante, el giro con la carta en la ranura ha arañado mi corazoncito. Ha dolido tanto como la llamada tardía y los largos años transcurridos sin que la mujer amada apareciera en la estación.
A nivel de ortografía, indicar que en la oración: “Él me dijo que si cambiaba de opinión, llamaría a este número” debería ser “llamara a esta número”.
Por lo demás, es un relato muy interesante, intenso y bien definido. Buen trabajo.
¡Mucho ánimo y sigue escribiendo!

Pilar (marazul)

22/03/2025 a las 21:45

Hola Gardenia: El hecho de que eligieras ambientar tu historia en la estación Victoria es lo más adecuado para una cabina de teléfono antigua como la que aparece en la fotografía.
Una vez elegida la ambientación tu relato se sumerge en una historia de amor y desencuentros.En este caso con una buena dosis de suspense. La trama se va descubriendo poco a poco a través del diálogo entre Margarita y Lucas. Este último aparece como un personaje fundamental en la historia, un nexo entre el pasado y el presente. Lucas, un chico que colecciona máquinas de escribir antiguas, es el indicado para conectar con Margarita. Es un chico amable que intenta mitigar el dolor con ese frase: “quizá él si estuvo aquí”.
Un relato nostálgico, de amor eterno y verdadero que no pudo ser bien escrito.
El título nos adelante ese triste final de la desaparición de la cabina. Nos deja un poco desolados y con un halo de misterio.
Gracias Gardenia.
Saludos

Pilar (marazul)

22/03/2025 a las 21:50

Hola otra vez Gardenia: me doy cuenta que mi comentario tiene errores
—”ese frase” en lugar de esa frase.
—Después de “no pudo ser” falta un punto (el significado cambia totalmente)
Ya ves, siempre hay que repasarlo todo muy bien je,je…

Ana Tirado

24/03/2025 a las 05:41

Adoro las historias románticas con final triste. Tu relato brilla por su atmósfera de nostalgia, en la que el tiempo parece suspendido en la vieja cabina telefónica.

Una de las cosas que más me gustan es cómo trabajas el ritmo: ágil, pero pausado cuando debe serlo para aportar esos detalles que permiten que los lectores vivamos la escena. El timbre que suena sin motivo, la voz del pasado, la carta que aparece al final…

El papel de Lucas es el de ser testigo y enlazar el pasado con el presente. Me gusta cómo vas desvelando la trama a través de su conversación con Margarita. Está bien llevada y va construyendo un drama que resuena en el presente.

Hay algo que me desconcierta: Lucas dice “Señora, esto ya no es 1975” como si supiera exactamente la fecha clave en la historia de Margarita, aunque ella no la menciona. Quiero decir que parece que Lucas tiene una información que aún no se ha dado. No sé si es un pequeño error de lógica temporal, o es que yo no estoy entendiendo bien ese fragmento. Lo he leído varias veces, pero no termina de encajarme.

Por lo demás, ya te digo que me encanta tu historia. Gracias por compartirla 🙂

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