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El llamado del vacío - por José Luis Troconis BarazarteR.

Web: http://www.troconisb.blogspot.com

"El llamado del vacío"
En la estación de tren, un teléfono público resistía el avance del tiempo, desafiante en su existencia de metal antiguo y auricular pesado. Era un espectador inadvertido, ubicado en la penumbra de un rincón olvidado, mientras los viajeros, con móviles en mano, cruzaban sin darle importancia. Apenas un susurro en la memoria de aquellos que alguna vez, en el pasado, habían depositado su confianza en él.
El sol se estaba ocultando, y la estación adquiría un tono etéreo. Una mujer de mirada perdida, con el cabello despeinado y la ropa desaliñada, se encontró caminando por los andenes. Su nombre era Clara, y su corazón palpitaba con una inquietud inexplicable. Había dejado atrás una vida llena de rutina, buscando algo, aunque desconocía qué.
Al llegar a la cabina telefónica, Clara sintió un impulso incontenible de detenerse. Se quedó mirando el aparato, recordando épocas en que la voz de un ser querido podía escucharse a través de la línea. Entonces, como si el universo respondiera a su evocación, el teléfono sonó.
La campanilla resonó como un grito en el silencio de la estación. Clara dudó, pero finalmente levantó el auricular. Un susurro apenas audible le habló al oído:
—No estás sola, Clara. Te hemos estado esperando.
La voz, familiar y perturbadora, desencadenó recuerdos olvidados. Sus manos temblaron mientras trataba de responder, pero el susurro se desvaneció, dejando solo el vacío. El auricular volvió a su lugar, y Clara, con el corazón acelerado, se quedó allí, absorta en la sensación de ser observada.
Días pasaron y el teléfono continuaba su vigilia, inmutable. La estación seguía recibiendo su flujo constante de viajeros, ajenos al enigma que yacía en el rincón. Pero una noche, un hombre de traje oscuro, con una cicatriz cruzándole el rostro, apareció. Se llamaba Mateo, y su semblante delataba un tormento interior.
Mateo se dirigió a la cabina sin titubear. Sabía lo que buscaba. El teléfono, como si reconociera su presencia, volvió a sonar. Sin vacilar, levantó el auricular y, al instante, la misma voz que había atormentado a Clara habló:
—Mateo, el tiempo ha llegado. Tu destino está sellado.
Mateo cerró los ojos, sabiendo que no había vuelta atrás. Colgó con una calma inquietante y se alejó, dejando atrás un rastro de incertidumbre.
Una joven observaba desde la distancia, fascinada por la escena. Se llamaba Elena y, cautivada por la curiosidad, decidió acercarse. La cabina, una vez más, se mantuvo en silencio, pero cuando Elena la miró fijamente, el teléfono sonó.
Elena levantó el auricular, y al oír la voz, un escalofrío recorrió su espina dorsal:
—Elena, tú eres la siguiente.
Elena dejó caer el auricular, pero el sonido del teléfono continuó resonando en sus oídos, incluso después de abandonar la estación. A medida que la noche avanzaba, no pudo evitar sentir que alguien, en alguna parte, seguía escuchando ese llamado, atrapado en un ciclo interminable.
Así, el teléfono público en la estación de tren permanecía como guardián de secretos oscuros, llamando a las almas que se aventuraban a responder. Y siempre, al final, otra persona escuchaba el mismo teléfono sonar, atrapada en la red de un destino incierto.

José Luis Troconis Barazarte
Naguanagua Venezuela
2/3/25

Comentarios (7):

Džoker

17/03/2025 a las 23:21

Saludos, soy tu vecino de arriba en la lista.
Primero, un texto bastante descriptivo, con un ritmo lento en el que siento la prioridad de crear una atmósfera de suspenso. Por ese lado bien.
Me sucede con tu texto que si bien genera intriga con el teléfono y las llamadas, siento que de sopetón (de golpe) quedan los personajes en la historia sin ningún desarrollo. El cierre tampoco parece el más contundente.
En síntesis, tu texto se deja leer, está bien escrito, la idea es buena, jugar con el suspenso me parece interesante, aunque agradecería más desarrollo en los personajes que introduzcas dentro del relato y una mejor ejecución en el climax del mismo.
Fue un placer leerte.

José Luis Troconis Barazarte

18/03/2025 a las 07:07

Gracias, que gusto que me escribas, tratare de mejorar tomando en cuenta lo que me dices es mas voy a reescribirlo con tus comentarios y lo mando por aqui

Carlos Tabada

18/03/2025 a las 13:01

Solo he leido 4 relatos pero es el primero en el que el teléfono es realmente el protagonista, bravo!. Me gusta bastante la prosa, no me parece fácil utilizar con acierto como has hecho las frases “ubicado en la penumbra..” o “un susurro en la memoria..”. Por otra parte, en algún caso esto juega en tu contra, el aire “etereo” de la estación pide algo de contexto o desarrollo. Lo mismo para “guardian de secretos olvidados..”, creo que sea posible encajar esa idea con el resto del relato, quizá ayudaría a cerrar la historia.

Džoker

18/03/2025 a las 14:22

Saludos Jose Luis, ahí te escribí por el correo para recibir el texto cuando lo pulas.

Alberto Suárez Villamizar

18/03/2025 a las 17:50

Me gusta esa forma de describir los hechos, llenándolos de un realismo que me llenó de inquietud al pensar que se trata de esa voz que muchas veces nos negamos a escuchar: la conciencia. En todos los casos se puede evidenciar que cada quien tenía su propia situación.
Felicitaciones, hay que aprovechar la escritura para tratar de dejar un mensaje al lector.
Te invito a visitar mi historia titulada: “Solamente una vez”, ubicada en el #70. Le agradeceré su comentarios

David Llurba

19/03/2025 a las 12:24

Hola, José Luis, un gusto leerte.

Me ha gustado el tono de tu relato, una prosa cocinada a fuego lento, detallando un ambiente, una atmósfera. Me ha gustado el tema también, aunque me he visto limitado de información como para deducir los entresijos de los tres personajes que has presentado.

Formalmente, no me veo capacitado a corregirte en nada.

He de decir que en mi relato también hay una Clara. Te invito a ver lo qué le pasa.

Un saludo.

Carmen Sánchez Gutiérrez

21/03/2025 a las 11:04

Hola José Luis. Es un texto muy trabajado, con un gran esfuerzo en las descripciones, algunas muy buenas pero que distraen de la historia que la dejas inconclusa.

Sabemos poco de los receptores de las llamadas y, lo más importante para mí, de las consecuencias del mensaje. En definitiva, buena prosa muy elaborada pero sin un buen desenlace.

Perdona mi crítica, son bienintencionada.
Un saludo y seguimos leyéndonos.

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