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La amiga de la infancia - por Ulises VidalR.

La amiga de la infancia

Traje a mamá directo a casa desde el hospital, le disgustaba ser atendida por alguien que no fuera yo. Nos sorprendió ver a Carmen esperándonos. Serví el café en el living al tiempo que advertí que había una grieta en la pared. Pasó un buen rato hasta que se retiró:
—¿No se da cuenta de que es inoportuna? —comentó mamá.
En la adolescencia, nuestra amistad se puso a prueba, pero gracias a que lo charlamos pudimos superar el hecho. Durante mi ausencia, mi mamá le permitió el acceso a mi biblioteca de la que retiró cuatro novelas sin avisarme.
Al terminar la secundaria, Carmen fantaseaba con irse a vivir al sur. Tomó el Tren Patagónico, atravesó la estepa y vio el mar juntarse con la cordillera. Llegó a Bariloche. Sin embargo, de inmediato, en el mismo tren regresó a Rosario. «¿Por qué perderse un viaje que ya había pagado?», me preguntaba. No entendía su comportamiento.
Cada vez me costaba más conversar con ella, no daban lugar a comentarios sus inesperados juicios:
—Vos no sabés nada de música. Eso dejamelo a mí —. Lo tuyo es hablar de literatura—me espetó un día.
Para colmo de males, no paraba de cotillear. Tenía claro que, si hablaba conmigo, lo que le contase, se lo repetiría cambiado a las vecinas, las señoras decentes del barrio. No obstante, mi afecto no menguó, era «mi amiga de la infancia», como ella misma me llamaba. Pero, por eso mismo, una idea comenzó a rondarme la cabeza: «Entonces, nuestra amistad ya no existe, se quedó prendida en la niñez».
Así las cosas, cada una fue llevando adelante su vida, hasta ese día en que se presentó en casa, sin anunciarse, como en los viejos tiempos.
—Tengo necesidad de dos testigos que brinden testimonio ante el juez para el trámite que me permita adquirir la casa en la que mi familia y yo vivimos toda la vida. Pensé también pedirle a Carola, así pueden ir juntas en el auto y estar en los Tribunales a las diez, la semana próxima.
—Por supuesto que sí. Siempre has vivido ahí y es justo que te pertenezca de modo legal. Busco alguien que cuide a mamá para acompañarte tranquila.
El día indicado a la hora precisa, en Tribunales, Carola y yo no encontramos a nadie que tuviera que ver con el asunto legal que nos convocaba. Ni siquiera a ella.
Desconcertadas nos volvimos a casa, no sin antes pasar por la de ella para que nos explicara qué diablos había pasado. La encontramos radiante, estaba escuchando música.
—Ocurrió que nos reunimos a las ocho con otros dos testigos. Fue idea del abogado, si fallaban los dos primeros, teníamos suplentes —nos confesó despreocupada.
—Así que tus amigas jugamos de suplentes —le dije triste —. Y yo que dejé a mi mamá para cumplir con vos.
—Quizás no debí de haberlas comprometido —reconoció—. Hice lo que me aconsejó el abogado para que este maldito asunto acabara de una buena vez.
—¿Qué tal un wasap para evitarnos el viajecito? —le disparó tajante Carola —. Lo cierto es que te importó un comino llevarte puestas a tus amigas de siempre.
Pasaron meses sin que intercambiáramos palabras. Un día me llamó por teléfono. Había vendido la casa en la que había nacido y que tanto esfuerzo le costó adquirir.
—Te llamo para despedirme. Me voy a vivir a un pueblito que está en el límite con Córdoba donde me compré un apartamento. Ya trasladé mis plantas y voy a llevar a mi perra.
—Te deseo lo mejor y espero que allí encuentres lo que estás buscando.
—La gente del barrio me hizo la despedida. Carola, quien la organizó, se olvidó de invitarte. Pero sí invitó a Nora, mi nueva amiga.
Para mis adentros pensé: «Los amigos no se reemplazan, en todo caso, se suman». La saludé y corté.
Poco después, en una tarde de charla y mates con amigas una de ellas nos contó:
—Carmen se volvió a Rosario, porque se encontró con que allá, «toda la gente es mala». Vive en un geriátrico. Está tan delgada que no la reconocerían. Estoy segura de que le gustaría vernos a todas.
A la semana, recibí un correo de Carmen, solo decía: «Mi amiga de la infancia». No le respondí.
Carmen repetía que viajar era su sueño, volar como un barrilete. De hecho, fue y vino varias veces, para no llegar nunca a ninguna parte. Porque «acaso fue que le faltó piolín».

Comentarios (7):

Ricardo Ramírez

18/02/2025 a las 13:12

Esa Carmen es más atravesada que la dichosa grieta. Son de esas amistades que no sabes si odiarlas o apoyarlas. Muy buen relato. Lo más triste es que al final no se fue de la vida de la narradora.

Codrum

19/02/2025 a las 14:11

Hola Ulises,
! Qué texto más reflexivo!
No entiendo la última referencia a Piolin. Por lo demás decirte que es entretenido y sobre todo te hace ver la amistad de otra forma.
Me gustó la reflexión sobre ” Amigas de la infancia”. ?Deja de tener vigencia cuando ya se es adulto?
Interesante reflexión.
Una cosa. Wasap creo que no se escribe así 😉

Ulises Vidal

19/02/2025 a las 20:23

Hola Ricardo!Hola Codrum!
Gracias por los comentarios!
“Piolin” en la Argentina significa “hilo”. Los barriletes se remontan con hilo.”Acaso fue que le faltó piolín” está tomado de la letra de un tango de Eladia Blázquez, “Sueño de barrilete”.Al protagonista le faltó hilo, piolin para hacer volar su barrilete o cometa. No pudo o no supo superar los obstáculos que se le fueron presentando en la vida y fracasó. Si les gusta el tango, búsquenlo por internet, cantado por su autora. Vale la pena.
Respecto de “wasap” es la adaptación de la palabra inglesa admitida por la Real Academia Española, RAE.
Apenas tenga tiempo leeré sus cuentos les dejaré mis reflexiones!
No seguimos encontrando! Hasta la próxima! Saludos!

Codrum

20/02/2025 a las 10:43

Anda, pues mira la de cosas que me has enseñado. Muchas gracias, no sabía nada de Piolin.
Tampoco que wasap se escribía así.

Interesante 😉

Ulises Vidal

22/02/2025 a las 16:41

Nos seguimos leyendo! Hasta la próxima!

María Jesús

23/02/2025 a las 14:02

Hola Ulises; He leído tu relato con mucho interés y me ha parecido esa tal Carmen un personaje odioso y aprovechado, yo creo que alguna vez, todos nos hemos topado con una persona así. Gracias por las aclaraciones idiomáticas. Me ha gustado mucho porque es fácil de entender y está bien escrito.
Un saludo.

Ulises Vidal

24/02/2025 a las 14:35

¡Gracias por tu comentario, María José!
Yo también he disfrutado mucho de la lectura de tu cuento.
¡Hasta la próxima!

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