Literautas - Tu escuela de escritura

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LA MIRADA - por IGNACIOR.

Hay una gran diferencia entre ver y mirar. Parece que son lo mismo y a menudo nos limitamos a ver las cosas sin desentrañar lo que tenemos delante de los ojos. Esto nos pasó a todas con Aurora. Vimos los cambios que se estaban produciendo sin sacar las conclusiones necesarias. Cuando se produjo el desastre, ya era demasiado tarde.
Salía a la calle poco arreglada, de cualquier manera. Había vuelto a fumar, de hecho fumaba compulsivamente. Descubrimos que le ponía unas gotas de coñac al café, para dar alegría, decía ella. Pasaba horas en el centro comercial, mirando escaparates o sentada en una de las muchas franquicias que hace que las galerías comerciales sean iguales en todas las ciudades. Hablaba con evasivas de sus hijos y nunca nos enseñaba fotos de sus nietos.
Por Carmen nos enteramos que la asistenta había dejado de ir a su casa. Todas sabíamos que Marcela era de armas tomar, pero Aurora, sola, en esa casa tan grande; era evidente que el desorden y la suciedad se iban a apoderar de ella. No quedó claro el motivo de su riña. Por lo visto había una grieta en la pared del cuarto de servicio y Aurora acusó a Marcela del estropicio. Una excusa como otra cualquiera.
El marido de Patricia me contó que ya se había firmado el divorcio y que Ernesto había sido muy generoso con Aurora. Claro, que con lo bien que le iban las cosas a Ernesto, era natural que la hubiera dejado bien situada. Aurora iba a continuar en la casa, con lo que seguiría siendo nuestra vecina, aunque no sé yo si la relación iba a ser igual de estrecha.
Pasados dos meses nos juntamos en el ateneo mercantil. En la cafetería nos reservaban un sitio discreto para organizar la fiesta de primavera. Cuando llegué, Aurora estaba hablando animadamente. Las amigas sonreían de una manera un tanto forzada poniendo cara de incredulidad ante lo que estaba contando.
Pedí un té con leche al camarero y vi que Patricia me miraba fijamente y desviaba sus ojos hacía los brazos de Aurora. ¿Qué pasaba? Llevaba un jersey de angora de color beige claro. No notaba nada raro, aunque los ojos de Patricia avisaban algo extraordinario. De pronto Aurora estiró las manos, las mangas subieron y vi unos tatuajes que subían por el antebrazo. Eso no estaba antes. Era un cambio inesperado.
Hay una diferencia grande entre oír y escuchar; tras ver los tatuajes, puse atención a lo que estaba contando Aurora. Por lo visto, en esos momentos en que la veíamos en las cafeterías poniendo unas gotitas de alegría a su bebida, Aurora tenía un cuaderno y un bolígrafo en la mano. Había escrito una novela. Sí, una novela con historias, intrigas y personajes situados en nuestra urbanización. La había llevado a una editorial, a la editorial en la que trabajaba un primo suyo. Les había sorprendido y gustado. Estaban impactados. Le habían dicho que se la iban a publicar. Aseguraba que nos íbamos a divertir mucho, que hablaba de ella, de nosotras, sus amigas, de su marido, de nuestros maridos, de los líos que se suponía que ocurrían en nuestras vidas acomodadas. Alguien le preguntó nerviosamente que hasta dónde había llegado Aurora con su novela y ella nos contestó, con una inquietante sonrisa, que tendríamos que leerla para saberlo. Las caras de circunstancias no pudieron ocultar la grieta que se había abierto entre nosotras.

Comentarios (16):

Cristina Otadui

18/02/2025 a las 16:38

Hola Ignacio,

tu cuento tiene una narrativa interesante que explora la vida de Aurora y cómo sus amigas perciben su transformación. La distinción entre “ver” y “mirar” invita a la reflexión sobre la atención que prestamos a los demás y a nosotros mismos.
Creo que el reto esta conseguido y que tu narrador es un “Narrador Testigo”: un personaje que forma parte del grupo de amigas de Aurora y ofrece su perspectiva sobre los eventos y cambios en la vida de ella, así, el lector tiene una visión de las relaciones entre personajes aun limitada por lo que el narrador conoce.
Por otra parte el texto es un poco denso: los detalles pueden desviar la atención de la idea principal y la resolución del conflicto (la revelación de la novela de Aurora) podría ser algo mas impactante o desarrollarse algo más.
Gracias por compartir, un saludo

¡¡Nos leemos!!

Daniel Escobar Celis

19/02/2025 a las 03:17

A caray, interesante cuento. Sin duda cumples con el reto de ser narradora testigo. Interesante como la historia empieza y se desarrolla como cuentos de chismes de vecinas, mantienes la intriga y cierras con un final abierto, pero con la revelación inesperada.

En general me gusta el manejo de lo simbólico en cuanto a la psicología de los personajes, el como no notamos muchas cosas por limitarnos a ver y no a mirar.

En general me ha gustado.
Saludos, espero seguirnos leyendo.

Si gustas puedes pasar por mi cuento el 41.

Otilia

19/02/2025 a las 11:17

Hola, Ignacio:
Gracias por leer y comentar y, sobre todo, por compartir tu relato.
Es la primera vez que trabajo con un narrador testigo, pero creo que has cumplido muy bien el reto.
Está bien escrito y se lee con fluidez.
El párrafo de los tatuajes no sé si es para señalar el cambio de vida de Aurora, al igual que el dato del primo en la editorial que da sensación de enchufe cuando en realidad dices “Les había sorprendido y gustado. Estaban impactados. Le habían dicho que se la iban a publicar”. Son explicaciones que te sacan un poco de la lectura.
Felicidades. Nos leemos.

Codrum

19/02/2025 a las 12:47

Bueno. Tras la primera lectura te dire que me encanta este texto. Me gusta mucho el tono que tiene. Me recuerda a cinco horas con Mario. No tenía ni idea de por donde iban a ir los tiros. Así que lo unico que hice fue seguir leyendo. Es un texto muy limpio y claro. Algunos pocos detalles redundantes se podrían eliminar.
Me ha gustado sobre todo como nos introduces la historia y como la haces circular.
Es un texto sencillo, facil de leer y rico. No mal interpretes lo de sencillo. Sería mejor dicho natural. Hacer un texto sencillo/ natural es lo difícil. No está recargado, no hay exceso de adjetivos. La extructura me parece genial. El narrador testigo esta muy bien logrado.
No usas el cliché de una casa encantada. Metes la frase del mes con ligereza y donde debe.
Me ha parecido un texto muy muy bonito y bien escrito.

Ahora viene la segunda lectura y te pongo algunas cosas que yo cambiaría, pero son diminutas.

Hay una gran diferencia entre ver y mirar. Parece que son lo mismo y a menudo nos limitamos a ver las cosas sin desentrañar lo que tenemos delante de los ojos. Esto nos pasó a todas con Aurora. Vimos los cambios que se estaban produciendo sin sacar las conclusiones necesarias **Correctas mejor que necesarias??**. Cuando se produjo el desastre, ya era demasiado tarde.
Salía a la calle poco arreglada, de cualquier manera. Había vuelto a fumar, de hecho fumaba compulsivamente. Descubrimos que le ponía unas gotas de coñac al café, para dar alegría, decía ella.** (Creo que si pones un dialogo directo, debes marcarlo con “” Si quitas el “decía ella se entiende igual de bien)** Pasaba horas en el centro comercial, mirando escaparates o sentada en una de las muchas franquicias que hace que las galerías comerciales sean iguales en todas las ciudades. Hablaba con evasivas de sus hijos y nunca nos enseñaba fotos de sus nietos.
Por Carmen nos enteramos que la asistenta había dejado de ir a su casa. Todas sabíamos que Marcela era de armas tomar, pero Aurora, sola, en esa casa tan grande; era evidente que el desorden y la suciedad se iban a apoderar de ella. No quedó claro el motivo de su riña. Por lo visto había una grieta en la pared del cuarto de servicio y Aurora acusó a Marcela del estropicio. Una excusa como otra cualquiera.
El marido de Patricia me contó que ya se había firmado el divorcio y que Ernesto había sido muy generoso con Aurora. Claro, que con lo bien que le iban las cosas a Ernesto, era natural que la hubiera dejado bien situada. Aurora iba a continuar en la casa, con lo que seguiría siendo nuestra vecina, aunque no sé yo si la relación iba a ser igual de estrecha.
Pasados dos meses nos juntamos en el ateneo mercantil. En la cafetería nos reservaban un sitio discreto para organizar la fiesta de primavera. Cuando llegué, Aurora estaba hablando animadamente. Las amigas sonreían de una manera un tanto forzada poniendo cara de incredulidad ante lo que estaba contando.
Pedí un té con leche al camarero y vi que Patricia me miraba fijamente y desviaba sus ojos hacía los brazos de Aurora. ¿Qué pasaba? Llevaba un jersey de angora de color beige claro. No notaba nada raro, aunque los ojos de Patricia avisaban algo extraordinario. De pronto **(aqui creo que va una coma)** Aurora estiró las manos, las mangas subieron y vi unos tatuajes que subían por el antebrazo. Eso no estaba antes. Era un cambio inesperado. **(la repetición de subir se me hace rara)**
**(es en el unico momento del texto en el que dudo si el narrador se involucra demasiado para ser un narrador testigo)**
Hay una diferencia grande entre oír y escuchar; tras ver los tatuajes, puse atención a lo que estaba contando Aurora. Por lo visto, en esos momentos en que la veíamos en las cafeterías poniendo unas gotitas de alegría a su bebida, Aurora tenía un cuaderno y un bolígrafo en la mano. **(¿no se habían dado cuenta hasta ahora de ese boligrafo y ese cuaderno?, se me hace raro)** Había escrito una novela. Sí, una novela con historias, intrigas y personajes situados en nuestra urbanización. La había llevado a una editorial, a la editorial en la que trabajaba un primo suyo. Les había sorprendido y gustado. Estaban impactados. Le habían dicho que se la iban a publicar. Aseguraba que nos íbamos a divertir mucho, que hablaba de ella, de nosotras, sus amigas, de su marido, de nuestros maridos, de los líos que se suponía que ocurrían en nuestras vidas acomodadas. Alguien le preguntó nerviosamente que hasta dónde había llegado Aurora con su novela y ella nos contestó, con una inquietante sonrisa, que tendríamos que leerla para saberlo. Las caras de circunstancias no pudieron ocultar la grieta que se había abierto entre nosotras.

No tengo nada más que decir; unicamente ¡FELICIDADES! Me parece un texto muy bueno. Me alegra haber tenido la suerte de tener que leerte. Entre 79 textos ha sido como que me tocara la lotería.

Codrum

19/02/2025 a las 13:23

he de decir que en la segunda lectura me olvide de corregir durante la mitad del texto. 🙁

Hilda G.M.

20/02/2025 a las 08:29

Hola, Ignacio.
Me ha gustado tu historia. Has encontrado una forma muy natural de introducir la frase obligatoria y es interesante que esa grieta de ser algo físico evolucione hacia ese impedimento que rompe la relación entre las amigas. Una relación que, basándonos en lo que nos cuenta la narradora, resulta ser bastante superficial, ya que pese a que cada una conozca muchos detalles íntimos de la vida de Aurora, nadie había notado lo que le estaba pasando y nos lo recalca nuevamente la narradora explicándonos la diferencia entre esos verbos de percepción (ver-mirar, oír-escuchar).
A mí lo de los tatuajes me parece bien utilizado para entender el desconcierto de ese grupo de señoras adineradas por un cambio tan radical en su amiga, un personaje de una edad bastante madura, pues se menciona que tiene nietos.
Creo que has cumplido muy bien con el reto opcional del narrador testigo. Felicidades.
Saludos y gracias por compartir tu relato.

Patricia Redondo

20/02/2025 a las 09:57

Hola Ignacio

Gracias por pasarte por mi relato y comentar. Con mucho gusto hago lo propio con el tuyo.

Me ha gustado mucho!! Un relato muy a lo “mujeres desesperadas” , me las imagino “amigas” en un ambiente social de costumbres tradicionales, muy restrictivas, donde reina sobre todo la hipocresía. Una cosa es mostrar una vida y otra muy distinta la vida de “puertas adentro” que es lo que espanta cuando a alguien se le ocurre desvelarlo.

Lo retratas muy bien en tu cuento y la metafora de la grieta fisica y la emocional que se abre entre el grupo encajan perfectamente.

Texto agil, animado, interesante. Vaya , que me ha gustado mucho!

Nos leemos!

María Jesús

20/02/2025 a las 15:05

Hola Ignacio: Voy a intentar explicar lo que yo veo de tu texto que me resulta confuso. Empiezas hablando de Aurora que experimenta un cambio de actitud a ojos de sus amigos. Dices que ha empezado a fumar compulsivamente, que anima con coñac su café, ha despedido a la asistenta y se ha divorciado, y das a entender que la mujer está pasando por una mala racha. Pero luego desvelas que Aurora ha escrito una novela que al parecer está funcionando muy bien. Yo veo una mala conexión entre ambos párrafos. Tengo que reconocer que en 750 palabras es difícil condensar un relato como el tuyo, que tiene mucho jugo.
Yo te comento lo que he percibido, pero el relato , al menos la idea, me ha parecido muy interesante extendiéndola un poco más y dándole un poco de forma.
Un saludo.

Maria Carmen

20/02/2025 a las 19:57

Hola Ignacio, gracias por pasarte por mi relato.
Me ha gustado tu historia se lee muy bien, y le das un giro inesperado, me ha sorprendido el final.
Nos leemos

Yvonne (María Kersimon)

20/02/2025 a las 20:31

Hola Ignacio,
Muy bueno, bien llevado, a buen ritmo y con una progresión adecuada en la tensión que hace subir la curiosidad poco a poco. Uno se va imaginando cosas, nos empujas a equivocarnos varias veces de conjeturas hasta que al final se destapa la olla: Aurora domina el juego y resulta que las demás son todas un nido de harpías chismosas. Bien por Aurora. Y sí, no es lo mismo oír que escuchar.
¡Buen trabajo! Saludos.

Trinity

21/02/2025 a las 13:40

Hola Ignacio, excelente relato, escrito con la frescura y naturalidad a la que nos tienes acostumbrados.
A mí me ha recordado a ” La ventana indiscreta”, en la que todos de alguna manera hemos sido protagonistas en mirar a los demás o en ser mirados.
Está vez le ha tocado a Aurora. No hay duda de que la forma en que miramos, determina lo que realmente vemos y nos afecta a nosotros y al mundo que nos rodea.
Enhorabuena y nos seguimos leyendo 😃

IreneR

22/02/2025 a las 08:11

Buenas, Ignacio.

Me ha gustado el relato, no sabía muy bien a dónde se dirigía, pero ese giro final, con la posibilidad de contar todos los trapos sucios de la urbanización ha sido muy interesante.

Sobre el reto. Creo que escribir un relato con un narrador testigo era difícil, aunque en tu caso diría que lo has conseguido.

Gracias por pasarte por mi relato.

Un saludo.

Irene

Verso suelto

22/02/2025 a las 18:50

Hola Ignacio. Lo primero darte las gracias por comentar mi relato. El tuyo va desgranando lo que ven las vecinas e imaginas lo que ellas pueden imaginar. Poco a poco creas en el lector una historia que puede ser más o menos truculenta, depende de cada uno.
Yo me quedo con ganas de saber más. ¡A ver esa novela por donde sale!

Jesusa

23/02/2025 a las 00:03

Hola Ignacio mientras leía todo relato me imaginaba ver uno de los capítulos de mujeres desesperadas (que segui compulsivamente, como Aurora empezó a fumar). Está muy bien plasmada la diferencia entre ver y mirar. Me imaginaba la organización de gente adinerada y como cada individuo mira pero no me, seguimos leyendo por aquí

Mónica Bezom

23/02/2025 a las 09:13

Hola,Ignacio.

Un muy ágil relato que leí dejándome llevar a falta de no tener idea de adonde querías llegar. Y ese intríngulis no se revela sino en las líneas finales, dejando al lector patidifuso y divertido. Aurora sí que no solo vio sino que miró y escuchó, no solo oyó. Y lo que es peor: no lo dijo, ¡lo escribió! Y la urbanización colapsó, le rogó, se mudó en masa… da igual; excelente final.

Ha sido un placer leerte.

IGNACIO

23/02/2025 a las 12:55

Hola. Muchas gracias por los comentarios, sugerencias y críticas. Leí una noticia hace quince días de una mujer que había escrito un libro contando los intríngulis de La Moraleja, urbanización de lujo en Madrid. El divorcio y los tatuajes también estaban en la noticia. Con ese material el relato estaba armado y la principal dificultad era meter la grieta donde cupiera. La narradora testigo es también, como acertadamente ha dicho Yvonne, una Arpía. Creo que se puede escribir harpía y arpía indistintamente.
Un saludo. Estoy muy a gusto en este blog.

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