Literautas - Tu escuela de escritura

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Cambios - por IntentosR.

Siempre he sido una persona callada, tranquila, cómoda. No me gustan los cambios. Así que las vacaciones pasadas no fueron especialmente de mi agrado.
Las lluvias de abril habían hecho de la Semana Santa una recreación perfecta del Diluvio Universal. El agua que corría por las calles y los canalones fue la banda sonora de esos días húmedos y fríos de primavera. Es curioso, porque sigo manteniendo la esperanza de que el periodo de Semana Santa transcurra con un clima primaveral “típico”: su solecito, el calor previo al verano, una ligera brisa con el placentero aroma de las flores y los granos de polen listos para desencadenar reacciones alérgicas en la mitad de la población; pero no, año tras año, caiga donde caiga Semana Santa, el tiempo siempre es…una mierda.
Estábamos encerrados en la casa del pueblo. Llevábamos así cuatro días ya y la crispación empezaba a notarse en el ambiente. Después de agotar todas las conversaciones y haber probado los juegos de mesa que había (los completos y los incompletos), no sabíamos que más hacer. Así que, por increíble que parezca, se produjo el silencio. Un silencio precioso y efímero.
La voz de alarma salió de la boca del miembro más pequeño de la casa, mi primo Tomás. Había una grieta en la pared. ¡Ave María, que Dios nos pille confesados! Normal, es una casa vieja. No sé cuántos años hace que se construyó. ¿Ochenta, quizás? El caso es que mi primo estaba muy pesado repitiendo una y otra vez que se iba a caer el techo en cualquier momento, seguramente mientras dormíamos, y nos iba a aplastar a todos.
La cosa no hubiese pasado a mayores si mi tío hubiese mantenido la boca cerrada, pero, aburrido como estaba, propuso tapar él mismo la grieta con “un poco de masilla, que esto lo arreglo yo en un momento”. Mi padre tampoco se podía quedar quietecito en el sofá y se levantó a ayudarle. Juntos subieron al doblado y bajaron al rato con una bolsa de arena blanca sin identificar, un par de cubos sucios y unas paletas oxidadas con mangos de madera. El doblado de la casa del pueblo es un lugar mágico en el que aparecen cosas, útiles o no, identificables o no, de hace como doscientos años, que nadie sabe muy bien por qué están ahí ni cómo llegaron, pero están.
La abuela dormitaba en su sillón, ajena a lo que ocurría. Hay que ver la calma que dan los años. Tomás estaba excitado y expectante ante la nueva situación. Mi madre aprovechó para soltar su frase multiusos: ”Fernando, ten cuidado no te vaya a dar el lumbago otra vez, que ya estás mayor para estas cosas”. A lo que mi tía añadió: “Déjalos, Pepa, que no tienen remedio. Entusiasmados y gallitos como un par de chavalines. Siempre igual, hija”.
Llenaron uno de los cubos con agua y se pusieron manos a la obra. Parecían un par de críos jugando con barro, contentos y seguros de lo que hacían. Mientras trabajaban iban narrando todo el proceso, cada paso, qué hacían y por qué lo hacían, aunque a nadie le importaba: “Primero hay que rascar un poco, para que la masilla se asiente bien luego”, ”quitamos un poquito así, dando con la base de la paleta, no con el pico, con la base”. Creo que nuestra atención a lo que estaban haciendo duró unos diez minutos. Después, volvimos a acordarnos de que la lluvia nos mantenía presos en una casa donde ya habíamos explotado todas las opciones de entretenimiento.
Estábamos jugando a uno de los juegos de mesa por duodécima vez cuando todo empezó a temblar. El techo amenazaba con caer sobre nosotros, el día del juicio final había llegado. Miré a mi primo Tomás y reconocí en él al nuevo mesías. Mi padre y mi tío estaban atónitos. Reaccionamos a tiempo y salimos de la casa con escasos segundos antes de que la pared que estaban “reformando” se viniese abajo y, con ella, la mitad de la casa.
No creo que mirar los escombros de nuestra casa sea algo especialmente entretenido pero nos mantuvo bajo la lluvia en el silencio más prolongado que se ha producido en mi familia.
Ahora no hay casa del pueblo, mi abuela está que trina, mi tío y mi padre tienen prohibida cualquier iniciativa y mi primo Tomás…pobre. Todo porque había una grieta en la pared…si lo llego a saber, preparo yo la masilla y lo arreglo en un momento.

Comentarios (9):

Amilcar

18/02/2025 a las 18:32

Jo tío, si es que debíais haber llamado a Pepe Gotera y Otilio. Con aficionados, no se va a ninguna parte. Más normal de lo que nos parece.

Chus Galego

18/02/2025 a las 19:23

Hola, Intentos.
Me parece un relato entretenido y cómico. Está claro que nadie sufrió daños. Nunca se sabe lo que una grieta puede dar de sí. Está claro que el narrador testigo es eso, testigo, puesto que no ayudó en nada.
Un saludo.

Mónica Bezom

19/02/2025 a las 00:42

Hola, Intentos.

Un relato estupendo, de íntimo costumbrismo,muy bien contado. Fíjate que ya veía hasta los rostros de los miembros de la familia y casi sentía el ruido musical de la lluvia.
Estupenda y con gracia, nos presentas una foto nostálgica pero que invita a la sonrisa.
No le encontré peros.
Un placer leerte.

Codrum

19/02/2025 a las 15:14

Hola, Intentos
Te diré que en cuanto vi el texto pensé: ” menudo ladrillo” !10 párrafos compactos!
Después empecé a leer y me gustó. Un toque de humor muy distendido. Una narración ágil y unos personajes muy logrados. Lo cual me parece dif´cil al ser tantos en tan poco espacio.
La primera descripción me esta gustando y con la última frase me ha encantado **… mierda**
Ahí me dije: este texto promete.

Nada más que decir. Me ha entretenido. Has mostrado un texto muy diferente a los otros que he leido por este taller. y ya llevo 13. Así que enhorabuena.
Para no gustarle los cambios… 🙂

Intentos

19/02/2025 a las 22:26

Vuestras palabras y apoyo me ayudan muchísimo. Gracias por haberos tomado la molestia de leerlo y comentar 😊.

IreneR

21/02/2025 a las 13:31

Buenas, Intentos.

He visto la tragedia en cuanto han dicho de arreglarla ellos mismos… Pero ha sido entretenido de leer. Creo que lo has sabido llevar muy bien y no he encontrado ningún error.

Sobre el reto. No creo que sea un narrador testigo, para mi es un narrador en primera persona. Pues no cuenta lo que le pasa al personaje principal del texto.

Nos leemos.

Un saludo.

Irene

Osvaldo Mario Vela Sáenz

23/02/2025 a las 22:41

Hola intentos. muy buen trabajo en un relato que parecía llevarnos al aburrimiento. pero la familia mayor decidió convenirse en maistros de la construcción. oficio que siempre concurre al buen humor en sus faenas y todo les va bien.

En el caso de la familia el dedicarse a unos laborares que no se dominan terminan en desastres y lo mejor que dejan son recuerdos inolvidables que se contaran en futuros encuentros de familia o en escritos para el diario familiar.

Drama de buena redacción, te felicito.

Yvonne (María Kersimon)

24/02/2025 a las 15:57

Hola Intentos,
Primera vez que te leo y no me arrepiento. Me gustó tu estilo desenfadado y tus metáforas (o símiles) me han hecho revisar las figuras literarias para poder definir ¨una represntación perfecta del diluvio universal¨ o ¨el agua… la banda sónora¨. Aprendí que uno de los significados de ¨doblado¨cuando se usa como sustantivo es desván.
A medida que las cosas se iban complicando, yo me esperaba un desenlace más elaborado a la medida del suspense y porque habías dicho ¨una bolsa de arena blanca sin identificar¨, me había venido a la mente que quizás fuese pólvora o algo por el estilo. Al final, que la casa se viniera abajo por arreglar una simple grieta no me pareció congruente. A pesar de ello, el relato está bien conducido, en tono jocoso y causa gracia. Saludos.

Yvonne (María Kersimon)

24/02/2025 a las 15:57

Hola Intentos,
Primera vez que te leo y no me arrepiento. Me gustó tu estilo desenfadado y tus metáforas (o símiles) me han hecho revisar las figuras literarias para poder definir ¨una represntación perfecta del diluvio universal¨ o ¨el agua… la banda sónora¨. Aprendí que uno de los significados de ¨doblado¨cuando se usa como sustantivo es desván.
A medida que las cosas se iban complicando, yo me esperaba un desenlace más elaborado a la medida del suspense y porque habías dicho ¨una bolsa de arena blanca sin identificar¨, me había venido a la mente que quizás fuese pólvora o algo por el estilo. Al final, que la casa se viniera abajo por arreglar una simple grieta no me pareció congruente. A pesar de ello, el relato está bien conducido, en tono jocoso y causa gracia. Saludos.

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