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Su recuerdo - por Diana TR.

El autor/a de este texto es menor de edad

“… apenas hace dos días, Trin. Apenas hace dos días que la internaron…”
Yo tragué saliva y cerré mi puño con fuerzas, aferrándome a la orilla del cuaderno de dibujo. Era lo único que tenía para distraerme, lo único que me permitía pensar en otra cosa que no fuera el funeral, lo único que me mantenía lejos del llanto mientras mi nana contaba por quién-sabe-cuántagésima vez la historia.
Me había prometido no llorar, porque a final de cuentas, la muerte es parte del contrato de la vida, que todos firmamos en contra de nuestra voluntad al nacer. Además, mi tía fue tan alegre que no creo que quisiera verme hacerlo.
Tan alegre, tan joven y tan amada. Prueba de ello eran los cuarenta ramos de flores que rodeaban el salón y que desataban las alergias de más de la mitad de los presentes. Cuarenta, como la edad de mi tío al que dejó viudo. Mi tío, tan fuerte que consoló a mi hermana cuando se desmoronó por la noticia, que cuidó a mi tía día y noche mientras estaba en el hospital, sin permitirse ni un minuto de sueño hasta el último día.
Vaya ironías que nos juega la vida.
Mi tía era enfermera y trataba con pacientes intensivos. Cuántas familias no había visto celebrar una recuperación o llorar una pérdida. Cuántas vidas no había salvado, de personas mayores, de niños, de hombres y mujeres. Cuántas veces no arriesgó la suya propia; para empezar, estuvo siempre al frente durante el covid-19. Orgullosamente se podía llamar una sobreviviente, y ahora la vida nos la arrebataba de esa manera, sin darnos un aviso previo.
El viernes aun había ido a trabajar, a pesar del cansancio y el dolor; el domingo mi mamá la visitó, le llevó una sopa y me prometió que me llevaría a verla cuando todo mejorase. Pero nada mejoró. El miércoles en la noche la internaron, y para el siguiente viernes, ya se había ido.
¡Menos de una semana! En menos de una semana nos dejó, para desconcierto de todos. El cáncer fue tan rápido que ni siquiera lo diagnosticaron adecuadamente.
Mi nana estaba ahí cuando pasó, me contó cómo vio su corazón apagarse, el último aire abandonar sus pulmones, y su espíritu saltar a otro mundo. Me dijo cómo su padre, un hombre de pasados ochenta años se asomó al cuarto, con una botella de agua entre manos y forcejeó con la enfermera para que le dejara pasar.
“Mija tiene sed. Le daré agua. Tiene sed mija” insistía.
La enfermera negó con la cabeza, intentando tranquilizarlo.
“Su hija ya no necesita agua”.
De repente me sacudieron el hombro y regresé al presente. Mi madre me hizo señas hacia la puerta, su cara tan hinchada que hasta a mí me dolió.
Mientras salíamos del salón, noté algo por el rabillo del ojo que llamó mi atención. Había una grieta en la pared, y más alá de la grieta, un agujero por el cual se veía parte de la otra sala, oscura y carente de vida.
Fue entonces que me atrapó la fría realidad. Mi tía se había ido. No volvería a saludarme con un abrazo y una sonrisa. No volvería a contarnos lo fantástico que sería ir a las montañas en familia. No salvaría más vidas. Descansaría en un sitio más oscuro que ese cuarto por el resto de los tiempos, dentro de su féretro plateado, cubierta de las rosas de todos sus seres amados.
Permití que las lágrimas bajaran por mis mejillas, exactamente dos, una por cada ojo. Quizás ella ya no volvería, pero su recuerdo jamás se iría, viviría con toda su familia y amigos.

Comentarios (8):

Yvonne (María Kersimon)

18/02/2025 a las 16:31

Guau, Diana, qué impresionane! Felicitaciones porque has escrito un texto estupendo bajo todos los puntos de vista. Cómo me corresponde comentarte, te voy a explicar. Primero la escritura muy trabajada, pulida como con cincel. Se nota que has repasado, podado, cerecenado detalles inútiles para no dejar más que lo esencial: la muerte vista por un testigo infantil y su impacto en él. El encadenamiento de palabras bisagras (cuarenta ramos… cuarenta cómo la edad de mi tío… mi tío… mi tío tan fuerte…mija tiene sed, tiene sed mija… su hija ya no necesita agua) Juegas con las repeticiones a tu favor y lejos de molestar resultan un buen recurso literario. Me encanta la imagen del puño con el que se aferra al cuaderno de dibujo como baluarte contra la tristeza. Es muy maduro este niño, o esta niña (Trin de Trinidad?) pero a menudo subestimamos la capacidad de entendimiento de los niños. Esbozas el perfil de la persona en cuatro renglones que contienen lo esencial para que la podamos imaginar. Una rica evocación descriptiva de los sentimientos: su cara tan hinchada que hasta a mí me dolió. ¡Qué cuadro bien pintado, Diana! Hace que uno se traslade a la escena. valoro tu economía de trazos, la capacidad de sugerir con pocas palabras bien elegidas (el padre forcejeando con la enfermera ¨mija tiene sed¨) el drama interno que está teniendo lugar. Te ciñes adecuadamente al requisito del narrador testigo. Para ello utilizas a la nana gracias a quien la niña sabe. Y finalmente el choque de la ausencia a través de la grieta en la pared, telón divisorio de esta realidad y la otra, sea cual sea, y el advenimiento a la conciencia de la irreversibilidad (por el resto de los tiempos).
No veo nada que corregir, la verdad. Tienes talento. ¡Cultívalo!
Enhorabuena y saludos.

Lidia Villa

19/02/2025 a las 15:32

¡Hola Diana!
Coincido totalmente con la compañera. ¡Tu relato está increíblemente bien escrito!

Solo encontré una falta en los últimos párrafos: “más alá de la grieta” entiendo que sería lo correcto “más allá de la grieta”.

Por aportar algo diferente, destacaré las emociones que transmite esta historia. Al leer el relato, tienes la sensación de que lo has vivido, o al menos de que es real para la persona que lo cuenta.
Bajo mi punto de vista, quien lo cuenta es una chica joven, (entiendo que la nana puede ser su abuela.) No creo que sea una niña por la madurez que demuestra pensando en el ambiente que rodea a la muerte. Me gusta como muestras al comienzo su decisión de reprimir el llanto, pero al final acaba rindiéndose, (al menos lo justo) a sus emociones. Y creo que este comportamiento, refleja mi teoría de una inmadurez típica de adolescentes.
El relato es incomodo de leer, por su presentación cruda y cruel de la realidad. La vida tal y como es, a veces injusta simplemente porque así es la vida. Creo que es la intención. Generar que te sientas identificado con la situación, y lo sientas así. Si estoy en lo cierto, lo has conseguido.

Felicidades.
¡Un saludo!

María Jesús

19/02/2025 a las 21:56

Hola Diana: Que bello relato has construido, que creíble, estoy segura que mucha gente se sentiría identificada con ese derroche de sentimientos. Se palpa la tristeza de la narradora, rememorando la personalidad de la fallecida. Me ha gustado mucho. Un saludo.

Codrum

20/02/2025 a las 08:06

Hola, Diana. 👋👋
Que texto más íntimo y duro.
Me ha encantado como has jugado con la repetición de la mismas palabras, para hacer el texto más reflexivo y profundo.
Creo, como te han dicho ya, que has mimado hasta el último detalle.
Si que es verdad que hay alguna errata, pero quedan camufladas en un texto tan
Potente.

Me parecen muy duras las palabras de la nana. Ya que entiendo que van dirigidas a un adolescente.
La reacción de la enfermera “ ya no necesita agua” me pareció brutal. Demasiado dura con el pobre señor.
Por el título me imaginaba un texto por el estilo. No sabía cómo ibas a introducir la frase del reto. Creo que la introdujiste muy bien

¡ buen trabajo!

Diana T

20/02/2025 a las 15:23

Hola Yvonne, Lidia, María y Codrum. Muchas gracias por sus comentarios, los aprecio mucho. Me da gusto que se hayan logrado transmitir las emociones deseadas y saber lo que ha evocado en cada uno de ustedes.
(Lidia, lo del “más alá de la grieta” me di cuenta dos minutos después de subir el relato, pero pues ya era tarde).
Nuevamente, gracias, y nos leemos 😁📖

Maria Carmen

20/02/2025 a las 23:33

Hola Diana, tu relato me ha transmitido el recuerdo de las emociones, de cuando he perdido, algún ser querido.
Buen trabajo, sigue adelante.
Saludos

Verso suelto

21/02/2025 a las 12:58

Hola Diana. “Su recuerdo” es un magnífico relato del impacto que causa la muerte de un ser querido. Es crudo y desgarrador y en cada frase vas inoculando en el lector esa sensación de abandono y soledad que te deja un hecho tan misterioso como la muerte. Esta escrito con pulcritud y sin artificio.
Lo único que me ha dado que pensar es el personaje del narrador/a, Trin. La nana entiendo que es una abuela, si fuera una niñera Trin sería n niño/a y no hablaría con un lenguaje tan elaborado. Luego pienso en un adolescente/joven. En mi opinión yo concretaría algo más la figura de Trin, para evitar dudas en el lector. Es lo que tiene leer como escritores aficionados.
El relato está super-bien. Te felicito.

Por otro lado te doy las gracias por tu visita al mío. Tienes razón en que resulta un poco confuso. Ya le he dado una vuelta, eliminando el primer párrafo, creo que así resulta más claro. Muchas gracias

Osvaldo Mario vela saenz

26/02/2025 a las 03:22

Hola Diana, saludos. Que gran sentimiento imprimes Al relato. Llegadero por lo tierno y por la perfectas letras para describir las obligaciones de un querido familiar. Recorrido en la lectura de un solo repasio. Muy bonito. Felicidades.

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