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Una pensión singular - por VespasianoR.+18
Web: http://lhlupianes.blogspot.com
Soy un edificio bajito, de apenas dos plantas. La superior ocupa completamente la pensión “del gallego”. Los chicos que en ella viven, al caer la tarde, suelen bajar a la plaza para flirtear con las chicas del barrio y beber unas copas en el bar del irlandés.
Gracias a las ventanas delanteras que dan a la calle, veo llegar diariamente, a los emigrados, a esta o a otras hospederías cercanas cargando con su patrimonio, que cabe en una maleta, cuando se les ha acabado el tiempo de permanencia gratuita que tienen asignado en la Residencia de Emigrantes.
La vida sufrida de un pupilo que había llegado hasta mí, después de haber vivido durante largo tiempo en una hacienda, me entristeció grandemente. Este buen hombre preparaba el regreso a su país, ya que padecía serios problemas psiquiátricos.
Llegado el día del embarque, rechazado por las autoridades aeroportuarias, no pudo acceder al avión.
De vuelta en la pensión, los dueños intentaron ayudarle con los trámites de repatriación en el Consulado. Los días de espera sólo sirvieron para agravar su salud mental, y que éste mostrara actitudes hostiles hacia las personas de su entorno.
Una noche saltó desde la azotea hasta el asfalto. Dada la voz de alarma por uno de los huéspedes, los demás se pusieron en marcha corriendo a su alcance. Al regreso de sus compañeros, conocí el fin trágico que tuvo, cuando en su huida fue arroyado por un automóvil.
Un mal día del mes de agosto de 1961 los militares, aprovechando la ausencia del presidente de la República, decidieron dar un golpe de estado.
Desde mi atalaya, pude ver asambleas callejeras y escuchar protestas exaltadas de estudiantes y trabajadores que animaban a los ciudadanos a hacer frente a los golpistas.
Comentaban airados que el ejército había tomado los centros oficiales; los bancos; la bolsa y las emisoras de radio y televisión. Que la caballería patrullaba las calles y que todos los medios de transporte habían sido suprimidos.
Supe después, que estos movimientos contestatarios duraron muy poco tiempo. Los líderes estudiantiles y sindicalistas fueron quitados de la circulación para el pesar de todos los que convivían entre mis paredes. La dictadura se afianzó por largo tiempo, causando secuestros, torturas, represión y muertes entre la población más combativa.
Hubo un tiempo en el que coincidieron en mis dependencias dos hermanos. Una noche aciaga, la noticia llegada por medio de una carta, les comunicaba el fallecimiento de su madre. La reacción de ambos conmovió a todos los presentes. Las lágrimas en sus ojos, la tristeza de sus rostros y el embargo de sus voces eran tan visibles, que contagió a los allí reunidos, siendo aquella para todos una triste y amarga cena.
Otra tarde, percibí un movimiento inusual entre los internos. Algunos de ellos comentaban que irían al Teatro Municipal, para asistir a un homenaje que harían al célebre poeta Federico García Lorca.
Aquella misma noche entusiasmados por lo que habían presenciado, comentaban que en el evento habían participado cantautores, escritores, poetas y artistas de renombre.
Contaban emocionados que todos los asistentes cantaban las canciones protestas, al unísono con los autores e intérpretes, convirtiendo aquel homenaje en un acto políticamente reivindicativo de los ciudadanos en contra de la Dictadura Militar que aún seguía gobernando el país.
Decían, con el miedo aún metido en el cuerpo que el teatro, durante el acontecimiento, había sido rodeado por el ejército.
Escuchando sus relatos, intuí que todos estarían temerosos, pues desconocían las intenciones de los militares que allí estaban apostados con sus carros de asalto y sus armas ostentosas, que tanto habían repudiado intérpretes y asistentes.
Uno de aquellos jóvenes cantautores, que destacaba por sus letras combativas, había sido detenido y supuestamente torturado. Nunca más las letras de sus canciones volvieron a sonar dentro ni fuera de la pensión, para mi tristeza y la de todos los que allí vivían.
A la mañana siguiente algunos de los alojados percibieron que había una grieta en la pared junto algunos desconchones, y aunque el dueño de la posada lo achacaba a la humedad, esa fue la manera física de manifestar mi dolor ante tamaña sinrazón y brutalidad, propiciada por unos gobernantes que ejercían todo tipo de actos inconfesables, represivos y violentos.
Como no hay mal que cien años dure, un buen día volvió la democracia a mi país. Y las grietas que en otras dolorosas ocasiones se abrieron en mis paredes, volvieron sorprendentemente a cerrarse al comprobar que aquella etapa oscura de la Historia afortunadamente había terminado.
Comentarios (19):
Amilcar
18/02/2025 a las 23:26
Ha habido tantas dictaduras y tan sangrientas en nuestros países de habla hispana, que me resulta difícil centrar en uno el relato. La mención a García Lorca, podría centrarlo en este.
Osvaldo Mario Vela
19/02/2025 a las 00:44
Un abrazo querido amigo Vespasiano, sigues en la brega de ser el historiador de tu pueblo. Divulgador de una verdad sufrida por muchos otros pueblos. Tu comunicar es claro y directo al grano. De haber sabido los militares tu forma de pensar, hubieran considerado una demolición. en el primer párrafo te autonombras vivienda, sin embargo, dices “los chicos que viven en ella” debería de ser en mí. por lo demás una historia muy bien contada y sin tropiezos a la lectura.
Codrum
19/02/2025 a las 15:44
Hola, Vespasiano.
¿Tiene tu relato el mismo número de palabras que el resto? Me parece que ocurren muchas cosas. No lo entiendas como una crítica negativa. Está muy bien descrito y escrito , pero me satura un poco. Me diluye el foco de atención.
La idea de elegir ese narrador me parece innovadora y una manera muy elegante de resolver el reto. Es el más original narrador testigo que he leído hasta ahora. 😜
Me gusta como escribes y la temática que tratas. Así que seguro te seguiré leyendo
Intentos
19/02/2025 a las 23:00
Muy buen narrador testigo. Me ha encantado la idea de usar la grieta como el grito de dolor, impotencia y reivindicación de un ente inanimado. Con ello consigue mostrar unos sentimientos muy humanos e intensos y, a mi parecer, evoca a esas tantas personas que han tenido que callar ante situaciones desgarradoras como las que expone. La grieta como una herida que se cierra, pero deja marca.
Le dejo aquí mis comentarios más “técnicos” respecto al texto:
– Es fantástico que se traten temas de tal relevancia y normal que se quieran reivindicar muchas cosas, pero entiendo y coincido con el comentario de Condrum. Aunque para mí la mejora reside en conectar de alguna forma las distintas historias que se enumeran (por ejemplo, porque haya alguna conexión entre los personajes, hayan residido en la misma habitación, tengan algún parecido, los hechos ocurran uno detrás de otro o justo con un año de diferencia…seguro que se le ocurren formas de enlazar las historias más variadas y mejores que las que le propongo). La forma en la que se han presentado esas historias, como una lista de cosas que hay que decir, en mi opinión hace que el lector se abrume por la cantidad de información y el propósito del texto pierda fuerza.
– No entiendo muy bien por qué cuando se refiere a la pensión “del gallego” usa comillas pero cuando habla del bar del irlandés no lo hace. Esto creo que es más una duda personal que una corrección, aunque sí creo que queda un poco raro, sobre todo porque las dos expresiones están muy juntas, tienen formas similares pero, sin embargo, establece esa distinción.
– Por último, en ocasiones emplea frases muy largas (“Gracias a las ventanas delanteras que dan a la calle, veo llegar diariamente, a los emigrados, a esta o a otras hospederías cercanas cargando con su patrimonio, que cabe en una maleta, cuando se les ha acabado el tiempo de permanencia gratuita que tienen asignado en la Residencia de Emigrantes.”) y hace bastante uso de conectores, especialmente de la palabra que. Yo también peco de ello y es algo que me han corregido en varias ocasiones.
Por supuesto la forma de narrar es muy personal, el propósito de mis comentarios es simplemente compartir lo que opino por si puede servirle.
Le felicito por su relato, lo he disfrutado mucho.
Vespasiano
20/02/2025 a las 01:12
Estimados compañeros Amilcar; Osvaldo; Codrun e Intentos:
Como ya he explicado a otros compañeros a los que debía comentar su historia, estoy de viaje cuidando de un familiar enfermo. Con el móvil me cuesta redactar algo medio decente, por ello solo les he dejado mi testimonio de que he leído sus relatos para posteriormente analizarlo con más detalles.
Aprovechando que ahora tengo un ordenador en mis manos trataré de responder (que no justificar) a algunas de las cosas que me apuntais.
La dictadura de la que hablo es real y si nos ceñimos al año referido (1961) se trata de Brasil.
La pensión existió y los dueños eran españoles.
Como aquí en España solemos llamar a los brasileños de “cariocas”; en Argentina todos los españoles somos “gallegos”, de ahí que lo entrecomillara.
Realmente hay muchas cosas reflejadas en el relato, aunque no era mi intención hacer una lista de la compra. Pero es la historia de aquella pensión (por eso la titulé de pensión singular) y no la historia de una sola persona. Por ella pasamos muchos emigrantes españoles, y podría escribir muchas escenas más; dada la cantidad de huéspedes que por ella pasaron y dejaron su huella entre aquellas paredes, y no por eso tendrían que tener conexión unas con otra, aunque sí reflejé la escena de los dos hermanos porque fué real y tristemente emotiva.
El homenaje a Garcia Lorca con la presencia de Pablo Neruda (chileno); la actriz Nuria Espert (española) el actor Paulo Autrán (brasileño) y el arresto del cantautor Gerardo Vandré (brasileño) es verídico. Yo estaba en aquel teatro con mi mujer aquella noche memorable e inolvidable. Aún resuena en mis oidos la canción: “Para no decir que no hablé de flores”. Canción versionada y cantada por Ana Belen años más tarde de aquellos acontecimientos.
Por último comentar que al final del relato escribí: “…aquella etapa oscura de la Historia (con mayúscula) afortunadamente había terminado”. Porque esa era la intención del relato, contar la historia de algunas personas que en esa pensión vivímos y contemporizarla con hechos de esa etapa siniestra de la HISTORIA de Brasil.
Gracias por haberme leído y comentado.
Mónica Bezom
20/02/2025 a las 02:14
Hola, Vespasiano.
Antes que nada, espero que tu familiar se encuentre bien y mejore pronto.
Yendo a tu texto, me ha gustado mucho, podría decirse que el edificio – narrador oficia efectivamente de testigo privilegiado de los amargos hechos históricos que relatas contados en una secuencia casi notarial. Muy acertado el rol de la grieta como expresión del sumo dolor.
Pero lo que me conmovió enormemente ha sido leer en tu comentario el nombre de Geraldo Valdré con el épico tema “Pra nao dizer que no falei das florez”; perdona, estuve en Río y compré el disco, es un tema maravilloso:
“Caminhando e cantando e seguindo a canção
Somos todos iguais braços dados ou não
Nas escolas nas ruas, campos, construções
Caminhando e cantado e seguindo a canção
Vem vamos embora que esperar não é saber
Quem sabe faz a hora não espera acontecer…”
No me aguanté, jeje. Me has hecho pasar un nostálgico y buen momento.
Saludos.
Vespasiano
20/02/2025 a las 06:31
Gracias Mónica. Y tu a mí me has emocionado.
Cristina Otadui
20/02/2025 a las 17:26
Hola Vespasiano,
Gran texto: introspección, profundidad emocional, sufrimiento humano, represión política y transición histórica. Este tu narrador testigo, el edificio, ofrece una mirada única y reflexiva sobre las tragedias personales y los cambios políticos y esto enriquece, creo, la experiencia lectora.
El contraste creado entre permanencia (el edificio) y cambio (los humanos) convierte a tu narrador en una especie de archivo de emociones y memoria.
Que buena también la simbología de la grieta mostrando el dolor colectivo.
Gran trabajo.
Gracias por escribir y compartir, un saludo
¡¡Nos leemos!!
José Torma
20/02/2025 a las 17:44
Compañero Vespasiano.
¡Maestro!
Una vez rondo la idea por mi mente de que mundo sería el nuestro si las paredes hablaran, si nos desnudaran y contaran al mundo lo que somos, lo que pretendemos, nuestras debilidades y nuestras fortalezas.
Elegir al edificio como narrador llevaba sus riesgos y tropezaste en algún punto. No lo digo por demeritar, menos al saber que lo escribiste en el celular. Yo no imagino haciendo eso, necesito la libertad del teclado del “backspace”.
Independientemente de lo que ya te han comentado, yo caí bajo el embrujo de la historia. En mi país no hemos tenido una dictadura militar, pero de que vivimos una dictadura es una realidad.
No es que nadie lleve “score” pero para mis estadísticas, éste es otro “home run”.
Felicidades amigo.
Vespasiano
20/02/2025 a las 19:56
Gracias Cristina y José Torma:
De aquella pensión y de aquellos años vividos en mi juventud (19 años) cuando el golpe de estado podría contar y no parar.
Si la letra de las primeras estrofas de aquella emblemática canción de Gerardo Vandré que ha tenido a bien Mónica Bezón transcribir, la segunda parte de la misma te lleva en volandas a caminar a pecho descubierto junto a tantísima gente que repudiaba las armas y los ejécitos.
Nuevamente gracias. Nos seguiremos leyendo.
Vespasiano
20/02/2025 a las 19:56
Gracias Cristina y José Torma:
De aquella pensión y de aquellos años vividos en mi juventud (19 años) cuando el golpe de estado podría contar y no parar.
Si la letra de las primeras estrofas de aquella emblemática canción de Gerardo Vandré que ha tenido a bien Mónica Bezón transcribir, la segunda parte de la misma te lleva en volandas a caminar a pecho descubierto junto a tantísima gente que repudiaba las armas y los ejécitos.
Nuevamente gracias. Nos seguiremos leyendo.
Yvonne (María Kersimon)
20/02/2025 a las 22:26
Hola Vespasiano,
Una gran idea hacer a una casa testigo de su época y es que en verdad es la entidad que atravesó todas las etapas históricas de penurias y abundancias, guerra y paz. Pero tiene carácter esta casa y tiene su corazoncito, casi tanto corazón cómo los humanos que la rodean y más que algunos, ¿así que no es un testigo imparcial, no?
Ha sido agradable leerte. Saludos.
IreneR
21/02/2025 a las 14:19
Buenas, Vespasiano.
Un relato muy original. Ha sido interesante leer la historia de un país contada desde la perspectiva de una casa, y usar la grieta como muestra del dolor del edificio me ha parecido sublime.
Un relato muy bien llevado.
Sobre el reto. La verdad es que no estoy segura de si se podría considerar que es un narrador testigo o en primera persona… ¿Quién es el protagonista de la historia? ¿La casa? ¿El país? No sé. Me ha parecido un reto un tanto difícil de llevar a cabo.
Nos leemos.
Un saludo.
Irene
Vespasiano
21/02/2025 a las 16:56
Buenas tardes, Yvonne e IreneR:
Muchas gracias por vuestros amables comentarios. Concretamente me siento halagado, porque es un relato extraído de uno bastante más extenso que escribí hace años y que titulé: “Historia de un pensión” de cuño biográfico, ya que en esa pensión viví hasta que me casé. Y que ya contenía entre sus letras casualmente “una grieta dolorosa en sus paredes”.
El narrador testigo es sin duda aquel edificio que conocía de primera mano la procedencia, el caracter; las ilusiones; las alegrías; los problemas y las necesidades de cada uno de los huespedes, así como las noticias buenas o malas que se propagaban rappidamente contadas e aireadas por ellos mismos, o confesadas susurrando al compañero o amigo más cercano. Aquella pensión no era una de esas de pasar un fin de semana o unos días de vacaciones, era un hogar, donde algunos llegaron a vivir años.
En cuanto al protagonista yo creo que ha sido “la propia vida de cada uno y sus circunstancias”.
Espero seguir leyéndonos.
Don Kendall
23/02/2025 a las 00:16
Estimado, colega: Es un trabajo sólido y equilibrado el que presentas a esta convocatoria del taller.
Esas dos características se diluyen con la presentación del narrador en primera persona y personaje principal del relato.
EMDO introduce un factor inverosímil en el relato que va a venir después.A la dificultad que tiene presentar un relato con la suficiente objetividad a partir de
narrador subjetivo por sus propias características como es la primera
persona, se añade un problema no menos importante como es la introducción de un ente sin atributos vitales(la casa).
Realmente la voz narrativa es la del autor implícito (Vespasiano en su rol de escritor) que hace de narrador, simulando ser un personaje que narra. Tal vez se hubiese evitado con alguna argucia de dejar la voz narrativa en tercera persona que presenta a una casa que habla (personaje en primera persona) y que va a contar el relato que como lectores vamos a seguir leyendo.Ejemplos hay en la narrativa universal de este recurso que puede ayudar en ese juego difícil de reforzar la necesidad que los lectores modernos tenemos de objetividad en la voz narrativa.
Todo esto escrito EnMiDespreciableOpinión (EMDO) y agradeciendo la propuesta que haces al taller con este trabajo apreciable y meritorio en su estructura.
Por otra parte, agradezco tus apuntes y notas al relato que presenté.
Un abrazo y salud
Codrum
24/02/2025 a las 06:38
Muchas gracias por tu comentario
Verso suelto
24/02/2025 a las 14:02
Hola Vespasiano.
Una pensión singular me ha parecido un relato magnífico. Respira verdad por todas partes y está lleno de referencias históricas. Es un texto del que se aprende, no solo por las cosas que cuenta sino por que nos enseña a mirar el alma de las cosas (el edificio en este caso), la vida que atesoran, lo que significan esas marcas que dejan las vidas que se sirvieron de ellas. Te recuerdo de la anterior etapa de Literautas y veo que sigues en forma.
Casualmente en mi relato la protagonista también es una casa, aunque el enfoque es muy diferente.
Hasta la próxima colega.
Thiagotrescuartos
24/02/2025 a las 22:10
Qué buen recurso para hablar de la historia. Escoger algo inamovible, que está forzado a presenciar sin la opción de huir o exiliarse.
Me recuerda al Príncipe Feliz de Oscar Wilde, una estatua obligada a observar la pobreza de su pueblo. Y a sufrirla desde la impotencia, como tu narrador.
Al tratarse de un objeto, pasa desapercibido y no se “afectado” por la represión a la que los habitantes se ven expuestos. No tiene peso en la acción. Es como un fantasma que desde la muerte no no puede hacer otra cosa que no sea ver cómo envejecen sus familiares.
Un relato muy conmovedor.
Vespasiano
26/02/2025 a las 23:26
Buenas noches, Verso suelto y Thiagotrescuartos:
Muchas gracias por vuestros amables comentarios.
Espero que podamos seguir leyéndonos.