Literautas - Tu escuela de escritura

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La costumbre - por Mena

-Mira Antonio, han llegado nuevos vecinos. Estos parecen menos zarrapastrosos que los anteriores. Acuérdate cómo iban sin planchar ni na, con el pelo desgreñado.-Lola miraba apoyada en el marco de la ventana posicionada de tal manera que la cortina la ocultaba de ser vista. Observar a los vecinos era su único pasatiempo.- Antonio, ¿me oyes? Mira este hombre que nunca hace ni caso.
Antonio no le prestó demasiada atención. Veía el pasatiempo de su mujer como algo propio de una persona sin inquietudes, de pueblo, preocupada más por el qué dirán los otros, que por lo que diría él. Hacía tiempo que ya no la amaba, pero la costumbre pesaba entre los dos, y ella era buena, sí, una buena mujer que cuidaba de su casa y de su marido, pero que  por el camino se había olvidado de cuidarse a sí misma.
-Lolita, deja ya la ventana, que pareces un portero, siempre pendiente de todo. De todas maneras, que más nos da a nosotros quién viva enfrente, mientras no molesten.- Antonio no había despegado la vista del libro que le servía como escape de esa vida. Se mojo las yemas y pasó una hoja del libro con cuidado, casi con admiración. Se había jubilado hacía un año, y, mataba el día leyendo sobre historia y filosofía.
-Tú dí que sí, te da igual todo. Todo el día enrollado con esos libros, sin preocuparte del mundo que te rodea. ¿Y si son delincuentes? Dime tú, ¿qué hacemos entonces?- Lola miró a la puerta y dijo entre dientes- Mañana mismo llamo al cerrajero para poner otro pestillo más.
-¿Qué letanías susurras? Parece que estamos en misa.
-Nada, el barrio que está poniéndose fatal. Vamos cayendo todos y los que quedamos aguantamos a estos…- no sabía ni cómo llamarlos. Realmente no le molestaba tanto quién viniera, si no que vinieran. ¿Por qué la vida no podía ser igual que siempre?

Volvió a mirar a su marido, sabía que él pensaba que era poco menos que un muerto andando. Cierto era que había perdido fuerza con los años, pero más cierto aún era que ya no tenía ganas de enseñarle a él nada de su persona. De puntillas sobre los sentimientos se vivía de forma cómoda.
Seguía pasando el polvo mientras echaba alguna ojeada por la ventana viendo como los nuevos descargaban cajas, plantas y un sofá cochambroso de color naranja y acabado brillante que había conocido tiempos mejores. Se movió hacia la cocina y vio como a su marido se le caían las gafas y se recostaba en el sofá. Se había quedado dormido. Pensó en ponerle una manta encima, pero algo se lo impedía, ¿Agradarle?¿Debilidad en esa supuesta lucha? Pero la pregunta era:¿cómo habían llegado a esto?
Cogió el trapo del polvo y se fue al cuarto donde dormían: dos camas separadas y una mesita en medio la recibieron, enfrente una cómoda donde peinaba la vanidad que aún le quedaba. Lolita levantaba las figuras de la cómoda pasando la gamuza; la limpieza la tranquilizaba, le daba cierta sensación de control ante el mundo que la rodeaba.
Por un momento, se sintió cansada y se sentó en la cama al lado de la mesilla. Mientras, movía el trapo rítmicamente sobre su superficie, mirando a un punto cualquiera de la pared, pensando en nada y en todo a la vez: “¿Sería mejor otra vida? El silencio la respondió, podía ser tan liberador o tan opresivo esa falta de sonido que invadía su vida.

En su ensimismamiento, el trapo se le cayó al suelo, cerca de la mesilla, donde una maraña de cables se unían a un ladrón y, éste, al enchufe.  
Se puso de rodillas y pudo ver qué las pelusas habían acampado a sus anchas. Ya que estaba allí, empezó a espantarlas y ya iría luego a por la escoba para recogerlas. En esas estaba cuando se fijó que había una grieta en la pared, del tamaño de una mirilla, cerca del rodapié. Ya iba a llamar a Antonio para ver cómo arreglarlo, cuando pinzó entre sus uñas un pequeño sobrante de papel que salía del agujero.
Se incorporó apoyándose sobre sus talones con el papel en la mano; seguramente lo habían usado para simular el agujero, pero vio una perfecta caligrafía y lo abrió lentamente. Leyó entre murmullos:
“  En mi locura, la resignación fue la protagonista.”
En un momento pasó de la atonía a sonreír, para luego romper en carcajadas hasta que las lágrimas cayeron por sus mejillas.

Comentarios (7):

Alberto Suárez Villamizar

18/02/2025 a las 20:38

Historia muy bien narrada, que muestra el final del amor en un matrimonio, el cual sobrevive a pesar de la rutina, haciendo que cada uno de sus miembros vive en silencio su pequeño infierno interior, cuando el amor termina

Teresa S.M.

18/02/2025 a las 21:21

Hola Mena. Muy buen relato con una gran descripción de los sentimientos de los protagonistas, solo con pinceladas. La mezcla de risa y llanto del final, redondea esta historia muy bien escrita.
Gracias por compartirla.

Don Kendall

18/02/2025 a las 21:26

Hola Mena.Me corresponde hacer el comentario de tu relato.
Gracias por ofrecer este trabajo al taller. En la parte de edición es donde más alejado está del canon consensuado, sobre todo en la raya de los diálogos y quizá la armonización de los mismos. Un repaso a esta web de Literautas te ayudará sin duda, porque está muy bien explicado el uso de los diálogos y la importancia de esta normativa .
En cuanto a la narrativa es un texto que fluye sin tropiezos y muestra la soledad de dos seres de forma aceptable.
Gracias por el aporte

Codrum

21/02/2025 a las 09:31

Hola, Mena.
Un texto muy trabajado.
Creo que el inicio con unos diálogos bastante humorísticos son un punto de partida genial para lo que está por venir.
La profundidad de los pensamientos va creciendo hasta el final.

Me encantó esta frase; De puntillas sobre los sentimientos se vivía de forma cómoda.
es desgarradora y muy real.

La ambientación y el modo de llevarnos a una vida monótona es muy efectivo.

El consejo que te dio Don Kendall, me parece apropiado. Un poco más pulido el texto y sería muy bueno.

! buen trabajo!

PROYMAN1

24/02/2025 a las 16:58

Saludos Mena y he leído tu relato y me gusta como describes algo normal y es el final del amor entre dos personas. Al finalizar el relato y la descripción del papel que encuentra en la grieta me vino la imaginación una canción de la cantante ya fallecida Cecilia y es que en esa canción una persona desconocida le envía cartas sin saber ella quien era. Resultando que era su marido. Dé hay que pensé que su marido le escondió la nota en la grieta. Casi seguro fue así.
Te doy las gracias por haber leído mi relato y que te haya gustado, en el próximo procurare limar esos detalles que comentas.
confió en seguir leyéndonos.

Pilar(marazul)

25/02/2025 a las 20:01

Hola Mena: el título, y una vez leído el relato, encaja en el sentido del texto. También has podido introducir la frase de la grieta con éxito. Narras una situación bastante común en parejas que llevan años juntos, pero es su elección —como bien dices: cómoda—. Te centras más en el personaje de la mujer, que parece necesitar un poco de cotilleo para llenar sus carencias. De él sabemos solo lo que ella piensa. Ese final en donde comprobamos que la costumbre es lo único que les une es lo lógico: empate
Decirte también que entres en el blog de Literautas en donde Iría explica muy bien cómo escribir diálogos. Mejoraría mucho el texto.
Saludos

NadiTti

27/02/2025 a las 14:29

Hola Mena. Podría pensar que sólo qien vive esta situación podría describirla con un relato tan breve como descriptivo y sentido. Me gustó mucho y cautivó mi atención. Gracias
Nos leemos

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