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Mi Inicio Como Mamá - por CLAUDIAR.

Cuando el milagro de la vida se permite asomarse en nuestro cotidiano, debemos abrazarlo y permitir apreciarlo. ¿Acaso quiénes somos nosotros para negarnos a tan digno momento? Hoy voy a contar la historia de la Claudia que habitaba en mí hace ya cerca de 17 años.
Claudia caminaba todas las mañanas por la misma ruta hacia su trabajo. El sol calentaba su rostro y el aire le hacía sentir viva. Aunque a veces el estrés de los días anteriores la invadía, esa caminata siempre la hacía sentirse un poco más en paz. Pero en esos días, algo cambiaba. El frío del viento era diferente, los rayos del sol más intensos, y los aromas a su alrededor parecían más fuertes. Todo le indicaba que algo especial estaba dentro de ella. Algo pequeño, que crecía en su vientre, le daba saltitos.
A veces, mientras caminaba, ella se detenía, acariciaba su panza y le hablaba a su bebé. —Emmanuel, ¿lo sientes? ¿Hueles ese aroma? —decía, con una sonrisa suave. Y Emmanuel respondía con un movimiento rápido, como si quisiera hacerse notar.
No era la primera vez que sentía esa cosquilla en su estómago. Ya llevaba unos meses observando cómo su cuerpo cambiaba: su panza crecía, su piel se estiraba, y la línea de vellos en su vientre se hacía más visible. Se miraba al espejo mientras se bañaba y veía su cuerpo más grande, más redondo, más… mamá. Todo eso la asustaba un poco.
¿Seré capaz de seguir siendo la misma Claudia que era antes de tenerte dentro de mí? pensaba, mientras se observaba. ¿Cómo quedará mi cuerpo?
Ella, quien siempre se había descrito como una mujer llena de energía, siempre aprendiente de todo lo que encontraba en el ámbito pedagógico, se encontraba ahora inmersa en dudas. Sentía que algo estaba a punto de cambiar, y no solo su cuerpo, sino también su identidad. Se preguntaba si, al convertirse en madre, perdería su esencia, si olvidaría lo que había logrado hasta ahora, y si sería una buena mamá.
Una tarde, mientras descansaba después de un largo día de trabajo, Emmanuel se hacía notar con un pequeño empujón en su estómago. Esta vez, era diferente: sentía algo más, un pequeño golpecito de risa. Era el hipo.
—¡Ay! —rió Claudia, sorprendida—. ¡Eso sí que es una señal de que estás más cerca de llegar!
Entonces, observó su entorno con más atención. Todo parecía cálido y familiar. Su hogar, aunque modesto, tenía algo mágico. Había una grieta en la pared, casi invisible a simple vista. Una grieta que parecía contar historias de crecimiento y sueños. Recordó una frase que había leído alguna vez: “Las grietas son sólo lugares por donde entra la luz.” Y, en ese momento, la grieta en la pared del cuarto, que nunca había notado tanto, le pareció hermosa, un recordatorio de que todo en su vida estaba cambiando para mejor. Decidió pintar una flor colorida justo al lado de la grieta, como si estuviera brotando de ella.
Quizás, como esa grieta, yo también me estoy abriendo a algo nuevo, pensó. Las grietas no son solo eso, son muestra de fuerza, de experiencias vividas. Quizá ese era el mensaje que Emmanuel quería darle, ese pequeño ser al que ya amaba con todo su ser.
El bebé le daba señales de que todo estaba bien, que ella no solo sería una mamá aprendiz, sino que también podía seguir siendo la Claudia llena de pasión, creatividad y energía que siempre había sido. Su trabajo, su carrera, sus sueños, no desaparecerían; sólo se ajustarían. Tal vez, ella no sería la misma de antes, pero descubriría que lo nuevo que estaba por venir también podía ser maravilloso.
Al día siguiente, mientras caminaba nuevamente hacia el trabajo, el sol ya no parecía tan lejano. Miró al frente con una sonrisa, y su panza, que ahora era más prominente, se movió una vez más, esta vez con más fuerza. Emmanuel estaba despierto, listo para acompañarla.
—¡Te estoy esperando, mi niño! —dijo con una risa suave.
Aunque aún quedaban preguntas en su mente, Claudia entendió que los cambios no eran algo de lo que huir, sino algo que abrazar. Al igual que esa grieta en la pared, ella también podía encontrar luz en medio del proceso de transformación. Y se dio cuenta: no necesitaba ser perfecta para ser mamá. Solo tenía que ser ella misma.
Porque a veces, en las grietas, se esconde la magia.

Comentarios (8):

Teresa S.M.

19/02/2025 a las 20:46

Hola Claudia. Un relato muy bonito Muy bien expresados los sentimientos de la narradora y sus cambios tanto por fuera, como por su interior.
…la historia de la Claudia que habitaba en mí… Me pàrece una frase genial que te invita a seguir leyendo.
Gracias por compartirlo.

Nair Moreno

20/02/2025 a las 00:22

Clau es un relato tierno lleno de cosas simples pero mágicas. Un hijo es la grieta más perfecta entre la vida y el amor. Y Quisa esa es la grieta que necesitabas que debía florecer en tu para ser completa.

Franci ☺️

20/02/2025 a las 00:42

Hermoso como describes a tu acompañante diario, Emmanuel, que te seguía y sentía tu sensibilidad. Ser madre es una bendición. Sigue en tu aprendizaje, todos los días con tus niños y disfrutar de la dicha de ser madre!!!!

Sandra Ch

20/02/2025 a las 03:09

El texto me invita a sorprenderme con lo que pasa a diario. Quizás a inmortalizar en un escrito y a traer a la conciencia lo que es rutinario. Gracias.

Codrum

20/02/2025 a las 15:57

Hola, Claudia.
¡ Qué texto tan tierno!
Soy padre primerizo de un bebé de 4 meses. Me he sentido muy identificado . Salvando todas las distancias, dado que soy hombre y jamás me podré imaginar lo que es tener una grieta así en mi vientre.

Me has hecho tener ganas de ir directo a casa y ver a mi pequeño.
Así que la reflexión que has hecho, me ha dado de lleno.
No puedo decirte nada más, ni nada menos.
Me ha tocado tanto que lo literario lo dejo de lado.
Muchas gracias por estas palabras.

¡Buen trabajo!

Alberto Suárez Villamizar

20/02/2025 a las 17:04

Felicitaciones por su trabajo, en el cual expresas un tierno sentimiento, que no tiene comparación: el amor de una madre es único.

María Jesús

23/02/2025 a las 21:54

Hola Claudia: Un hermoso relato lleno de sentimiento, un canto a la maternidad. Mi enhorabuena.

lady_p

12/03/2025 a las 11:21

Precioso texto Claudia. Diálogo interior íntimo, casi poético, con buenas descripciones, que expresa las vivencias durante el periodo de embarazo. Muy buena aportación.
Un abrazo!

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