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La grieta - por DiegoR.
Conocí al inspector Carrasco la noche que encontraron el cadáver de don Gerardo, el vecino del 4° A. Como yo vivía justo debajo, en el 3º A, mi casa era una parada obligatoria para los agentes que llevaban el caso. Además, soy el presidente de la comunidad, por lo que cualquier desgracia que afecte al edificio puede considerarse de mi competencia. Así que pocas horas después de que la señora Sánchez, la vecina del 4° B, descubriera el cuerpo de Gerardo y avisara a la policía, el inspector Carrasco llamó a mí puerta. En las próximas semanas, lo haría dos veces más.
Aquella primera vez me resultó un tipo muy profesional, agradable y bien parecido. El forense determinó que la muerte se había producido dos días atrás, durante la tarde, cuando yo me encontraba fuera de casa, por lo que no tenía mucho que aportar y el inspector Carrasco no pudo sacar nada relevante de aquella primera conversación.
Tampoco yo hubiera podido aportar nada; la muerte del vecino del 4° A parecía ser un misterio irresoluble, un misterio del tipo "habitación cerrada": aquella noche, la señora Sánchez, la del 4° B, había entrado en casa de su vecino, con las llaves que este le había confiado años atrás, después de unos días sin saber nada de él. Para su horror, la anciana lo encontró postrado en el sofá con un disparo en la frente. No había arma, ni huellas, ni señales de forzamiento en puertas o ventanas. Tampoco signos de robo o pelea, ni ninguna otra señal que revelase lo que había ocurrido en aquella casa. Ningún vecino había oído nada, ni había visto a nadie entrar o salir de allí desde hacía varios días.
La segunda vez que el inspector Carrasco llamó a mí puerta habían pasado diez o quince días desde el hallazgo del cadáver. Tenía unas ojeras evidentes y el pelo alborotado, y aunque seguía inspirando confianza, se notaba que no estaba atravesando su mejor momento. Ansioso, me preguntó si por casualidad había detectado algo inusual en el edificio. He aquí lo que le conté: un par de días antes de aquella segunda visita, cuando volvía a casa de noche, vi una furgoneta de una empresa de reformas estacionada en la puerta del edificio. Ni siquiera sabía que piso la había contratado, pero recordaba este hecho por las horas y porque nadie me había informado de que fuera a hacer obras. Como tampoco hubo ninguna queja, no le di más importancia y lo dejé pasar.
El inspector, extasiado, me convenció para que lo acompañara a casa del fallecido. Creía que aquella furgoneta podía tener alguna relación con el caso. Pedimos la llave a la señora Sánchez y entramos. Seguramente violamos alguna Ley. Una vez dentro, comprobamos decepcionados que la casa estaba en el mismo estado que siempre y se marchó.
Días después, el inspector Carrasco llamó a mí puerta por última vez. Visiblemente bebido y desgarbado, tenía un aspecto verdaderamente lamentable. Iba vestido de paisano, y parecía evidente que le habían expulsado del cuerpo. Me suplicó que volviera a acompañarle al piso de Gerardo para hacer unas ultimas averiguaciones. Si no encontraba nada se olvidaría del caso, prometió. Volvimos al salón de aquella casa con la llave de la señora Sánchez y nos quedamos en silencio, esperando a que ocurriera algo. Yo no sabía qué demonios hacíamos allí, la policía había inspeccionado el lugar cientos de veces y no había encontrado nada. De repente, el inspector Carrasco se echó a llorar. Estaba incomodo, no sabía qué hacer. Tímidamente, puse la mano en su hombro para consolarle, pero aquello pareció no gustarle y entró en colera. Gritando algo ininteligible, arrancó uno de los cuadros de la pared y lo lanzó contra la televisión.
Entonces, se obró un milagro. Por pura casualidad, el inspector se fijó en el hueco que el cuadro había dejado y observó que había una grieta en la pared. Se acercó a ella y golpeó la superficie con los nudillos. Sonaba hueco. Enloquecido, corrió por toda la casa buscando un objeto contundente, y acabó dando con un martillo con el que se lío a golpes contra la falsa pared. Tras unos minutos de frenesí, la acometida del inspector reveló un zulo oculto; un pequeño habitáculo en el que sin duda se había escondido el asesino tras su crimen. Todo encajaba.
Aunque para el inspector, que ahora se retorcía de risa por el suelo del salón como un demente, parecía que la solución llegaba demasiado tarde.
Comentarios (4):
Tavi
18/02/2025 a las 16:05
Hola Diego.
Me corresponde leerte.
Interesante el tema que describes. Tiene una buena redacción.
Hay algunas cosas eso sí en la redacción que debieras darle un vistazo.
Esta frase “por lo que cualquier desgracia que afecte al edificio”, debe ir entre comillas ya que es una frase explicativa.
Las palabras “ninguna y ningún” son muy cercanas, podrías cambiar una de las dos.
“Iba vestido de paisano, y” acá la coma no corresponde.
Por último “Colera” debe llevar acento.
Eso sería todo. Me gustó tu relato
Saludos
MT Andrade
20/02/2025 a las 02:03
Hola Diego. El reto está bien llevado. El narrador es un vecino que nos va comentando lo ocurrido y solo conoce lo que ve.
El relato en general es bueno. No me queda claro por qué, solo por no resolver ese caso en una veintena de días, el inspector se da a la bebida y es expulsado. Esta última parece una suposición del narrador.
No queda claro como el descubrimiento del pequeño habitáculo resuelve el dilema. Tampoco queda claro como se utilizó.
Saludos
Trinity
22/02/2025 a las 22:04
Hola Diego, tú relato engancha desde el principio. Ese ambiente policial que tan bien describes, la vecina que guarda la llave y al no saber de su vecino durante unos días se preocupa y entra a ver qué ha sucedido. El inspector haciendo preguntas al vecindario….. hasta aquí todo me parece perfecto.
Me confunde un poco llegando al final del relato, que al inspector le haya afectado tanto este caso, que hasta lo han echado y se da a la bebida, tampoco entiendo el habitáculo donde supuestamente se había escondido el asesino.Pero bueno,quizás si hicieras algún cambio que aclarara un poco ese final, tal vez mejoraría.
Pero me ha gustado, enhorabuena.
Codrum
24/02/2025 a las 11:57
Hola, Diego.
Comparto lo dicho con anterioridad.
el tono que le has dado a la narración encagancha. Es sencillo y fluido. Me recordo a el Dr. Watson. Así que leí muy metido en la trama, pero el final.
Puedo justificar que el inspector se de a la bebida. De algún modo este caso es la última gota, pero lo de la pared.
Según esta escrito deberíamos llegar a la siguiente conclusión:
El asesino comete el crimen, se empareda en el pequeno zulo cerrando desde dentro, espera unos días, sale, vuelve a cerrar la pared y se va tan tranquilo .
?Es así lo que tenías pensado?
Aún así, no creo que el objetivo de este taller sea tener una trama compleja y complétamente cerrada. Creo que es más saber transmitir con 750 palabras, y usar un narrador testigo.
La narración es muy fluida, pausada. no hay exceso de florituras ni ninguna parte que se haga tensa. Desde el principio nos vemos en la situación narrada ( al menos yo lo hice).
El tono usado me gusta mucho.
El narrador testigo creo que esta bien logrado.
Así que por mi parte has aprobado con creces.
!Buen trabajo!