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Nadia - por Thiagotrescuartos+18
Cuando Nadia nos contó lo de la casa fuimos malos amigos. Estábamos pasando la tarde
en el parque como siempre, matando las horas porque odiábamos estar en casa.
-Me han contratado para limpiar un casoplón -soltó de la nada tras echar el humo.
Ninguno de nosotros había trabajado todavía. Cuarto de la ESO acababa de terminar y no
considerábamos bachillerato una opción. La vida era simple. Salir de clase e ir al parque.
Muchos ni pasaban por casa. Nadia nunca lo hacía.
Esa tarde había estado callada todo el rato. Cuando yo llegué estaba sola. Nos saludamos
y noté de inmediato que algo le pasaba. Pero no pregunté. Ella había pillado y estaba
liándose uno. Me puse a hacer como que hablaba por wasap para no crear incomodidad.
La admiraba y enmudecía por verla consternada, y ella no tenía fuerzas para guiar una
conversación.
-¿Quieres?
Cogí el porro y le di las gracias.
Cuando llegó el resto ella permaneció distante, hasta que nos dio la noticia.
Todos la interpretamos como buena. Pero limpiarle la villa a unos guirufos parecía
ensombrecer los ánimos de Nadia. Hasta en eso nos superaba. Llevaba tiempo diciendo
que quería dinero, que en el fondo le gustaría estudiar. Nadie le prestó mucha atención,
pocas horas y un buen sueldo era nuestra meta. Dirigir la sección de un supermercado,
vivir de propinas siendo botones. Más de uno acabó metido en estafas piramidales
pensando que podía salir de la pobreza sin sacrificar los pocos placeres que tenía. Al
final, con los únicos referentes del reggaetón, los influencers o youtubers de moda y el
flujo constante de turistas resacados en nuestras playas, ¿qué metas íbamos a tener? No
había cultura y la escuela nunca nos acogió. Los profesores rezaban por que acabásemos
la educación obligatoria para deshacerse de «los problemáticos».
Ser golfos era nuestra forma de rebeldía. No sabíamos que el precio a pagar era reproducir la vida que nuestros padres.
Pero Nadia era más aguda. Parecía clarividente cuando todos nos apiñábamos alrededor
de la ficha que el padre le había regalado a Fafi, y ella levantaba la cabeza para otear la
línea de la costa.
Fafi saltó con una de las suyas:
-Piénsalo, tía. ¿Cuándo vamos a poder estar en una casa así? Hay que aprovechar, si tienes
todo el fin de semana. El domingo, pim pam entre todos, y la dejamos perfecta en un pis
pas.
No sé por qué, pero aceptó.
Fafi le robó al padre lo que pudo. Nosotros no teníamos ni idea y él fue nuestro proveedor.
Robamos un par de botellas al chino que llevaba el minimarket, nos pusimos los bañadores y las cholas, y metimos todo en mochilas que nos colgaban hasta el culo.
La villa era enorme, con piscina y césped. El mar vibraba en la lejanía. Los propietarios eran unos alemanes que solo venían en verano. La casa estaba vacía el resto del año y querían tenerla impoluta cuando regresaran. IM-PO-LU-TA, le había dicho la madre.
Estaba casi vacía, paredes blancas y electrodomésticos modernos. Una película de polvo recubría todas las superficies. Le prometimos a Nadia portarnos bien.
Pasamos toda la mañana del sábado entrando y saliendo de la piscina. Almorzamos golosinas y papas de paquete. Cocimos salchichas en el microondas y cenamos perritos.
Por la noche Fafi sacó dos bolsas: una con coca y otra con m. Nos dijo que si queríamos no podíamos decirle nada a Nadia.
Se nos fue la perola. No recuerdo por qué, pero Fafi se lio a piñas con otro tío y cuando Nadia fue a intervenir la novia de Fafi se metió y acabaron pegándose ellas también. La chica le metió un empujón y Nadia se golpeó la cabeza. Cuando se apartó había una grieta en la pared. La pelea paró al momento y todos nos quedamos mirando el boquete. Nadia se dio la vuelta nada más vernos las caras y al verlo se echó a llorar. Claro que el dolor no tenía nada que ver, aunque un fisco de sangre le manchaba el pelo.
Nos echó a todos. La madre le había dicho que si quería estudiar tenía que trabajar ese verano. Era ella quien tenía que limpiar la casa. Cuando nos fuimos todo seguía hecho un asco. Y la grieta era irreparable. Dejó de juntarse con nosotros y cuando empezó el
siguiente curso la vi trabajando de cajera donde el chino.
Alguna que otra vez la he visto salir con libros de la biblioteca municipal
Comentarios (5):
Lupa Sívori
18/02/2025 a las 13:38
¡Hola! Tu texto tiene un tono muy auténtico que transmite la crudeza de la historia con naturalidad. Entiendo que el uso del lenguaje tan coloquial o informal (wasap, casoplón, “se nos fue la perola”, etc) busca también mostrar la condición social del grupo y esa dejadez de su vida. Se siente real, cercano y evocador. Lo disfruté.
Me gustó también el uso de “la grieta en la pared” como un símbolo muy fuerte de la ruptura, no solo física, sino también emocional y social. Está colocado de forma apropiada. El texto tiene un realismo sucio que resuena con Charles Bukowski y autores de narrativa urbana española (jóvenes sin futuro claro, atrapados en una rutina de desidia).
Como potenciales mejoras, se podría desarrollar un poquito más el conflicto interno de Nadia. Se entiende su frustración, pero podrías mostrar un poco más sus pensamientos o dudas antes de tomar distancia del grupo.
Por último, el cierre es muy bueno. Me habría gustado reforzar la idea de lo que siente el narrador (o era “la narradora”) al verla con libros. ¿Envidia? ¿Arrepentimiento? ¿Desconcierto? Una última línea con más carga emocional podría cerrar el relato con más fuerza.
A mí el narrador me hizo sentir que resentía un poco a Nadia por querer “romper el círculo”, por lo que te sugeriría este cierre:
“Alguna que otra vez la he visto salir con libros de la biblioteca municipal. Nosotros seguimos en el parque, matando las horas.”
(Refuerza la idea de estancamiento del narrador y su grupo, contrastando con el avance de Nadia).
Mónica Bezom
18/02/2025 a las 22:30
Hola, Thiago.
El desenfado de los actores me ha parecido un grito sofocado de lo que produce la sociedad de consumo actual. Buenas las descripciones y pensamientos del narrador.
Hago mías las palabras del colega Lupa Sívori. Luego de su comentario poco me queda por decir.
Ha sido un gusto.
Nos estamos leyendo.
Codrum
20/02/2025 a las 05:11
Lupa lo ha dicho todo. Y me parece que tiene razón.
Tu atmósfera desde el principio es muy reflexiva y pesimista en cierto modo.
No sé qué edad tendrás, pero el texto está narrado por una voz juvenil desanimada y con ganas de ser rebelde sin hacer nada para cambiar las cosas, que es perfecto. Me hizo verme a mi hace unos años.
Y desde el inicio esta desconforme ; “odiábamos estar en casa”.
Situaciones comunes y corrientes ,que cobran una importancia máxima en los protagonistas.
Hay reflexiones muy chulas que se diluyen un poco. Como ha dicho Lupa, podrías reforzarlo para tener un gran texto.
!Te volveré a leer encantado!
IM-PO-LU-TA, le había dicho la madre. Creo que tiene que ir con “ “ al ser estilo directo. ¿No?
Ser golfos era nuestra forma de rebeldía. No sabíamos que el precio a pagar era reproducir la vida que nuestros padres.
me ha fastidiado ese “que” ahí. 😜 ,porque me encantaba la frase.
👏🏻👏🏻
María Jesús
20/02/2025 a las 21:41
Hola: Un relato sorprendente por su crudeza y realismo. Reflejas bastante bien a la juventud actual, no digo que todo esté perdido, pero parece que la sociedad empuja a los jóvenes a esa situación que tú describes tan bien.
Te felicito por el trabajo pues me ha gustado mucho.
Un saludo.
Thiagotrescuartos
24/02/2025 a las 19:08
¡Hola! Soy Thiago.
Muchas gracias por el “feedback” 🙂 Sois muy generosos.
Tenéis razón en lo que señaláis (¡no me creo que se me haya colado un “que” en esa frase!). Perdón por no haber dicho nada antes, pero he estado un tanto liado con la vida en general.
Uno de los problemas con los que me topé fue el máximo de 750 palabras, al que me ceñí con exactitud (según Word el relato tiene exactamente 750 palabras). Eso me impidió desarrollar mejor algunas ideas, pero es verdad que la obligación a “atomizar” me ayudó a dejar solo lo imprescindible y darle mucha agilidad a la narración.
También cometí la imprudencia de escribir el relato y no dejarlo reposar.
Mi intención fue incorporar el requisito de la frase de modo que la resolución del relato se articulara entorno a ella, y no usarla como descripción. Luego, el narrador testigo. Aunque no sé si no lo marqué al enviar el relato o si no es un buen narrador testigo, pues no aparece la marca del reto adicional.
Muchísimas gracias de nuevo por los comentarios <3. Aprovecharé cuando tenga algo de tiempo libre para dejar comentarios en otros relatos también 🙂
¡Hasta el próximo reto!