Literautas - Tu escuela de escritura

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Un as en la manga - por ChosiR.

El centurión entró en la tienda con ojos fatigados.
—Está hecho señor —dijo llevándose una mano al pecho.
—¿De la manera que ordené?
—Totalmente.
—¿Ha habido complicaciones? —inquirió el general.
—Nada que no hayamos podido solucionar. Si me permite… ¿Está seguro de que funcionará?
—Tiene que funcionar centurión, por el bien de todos. Ahora retírese.

Justino se quedó pensativo durante unos minutos hasta que exhaló un hondo suspiro. El cansancio y la preocupación iban haciendo mella en él. A penas había dormido pero ya tendría tiempo de hacerlo cuando todo acabara, o en su hogar o en el Hades.
—Tiene que funcionar, ¡oh Atenea!, hazlo posible —murmuró para sus adentros.

Su estatus era una anomalía dado su origen foráneo. Había demostrado un gran valor en batallas previas llegando a salvar la vida del ahora cónsul, lo que le había valido un inesperado reconocimiento popular y un lucrativo ascenso social para él y los suyos. Pero lo que parecía una bendición de los dioses se había convertido en una maldición. La envidia que suscitaba su posición amenazaban a su familia. Su única posibilidad era salir victorioso.

Sonaron las trompetas en el campamento; los exploradores habían localizado al enemigo, y debía estar próximo, a juzgar con el énfasis con el que rompían el silencio. Salió de la tienda y se encontró con el revuelvo previo a la batalla decorado con el brillo mortecino del amanecer. Pequeñas nubes de niebla se colaban entre las carreras de los soldados como fantasmas vigilantes de sus próximos compañeros de juegos.

LLegó a su caballo donde esperaba su guardia personal. Montaron en silencio y se dirigieron hacia un promontorio en la retaguardia desde donde tendrían una buena visión del campo de batalla. Habían acampado con el río a la espalda. A la izquierda de su emplazamiento, unas pequeñas colinas ofrecían una buena posición para los honderos auxiliares. A la derecha, algo alejado , se encontraba una arboleda donde estaban puestas sus esperanzas.

Las cohortes de jóvenes asteros ya estaba dispuestas en primera línea. Por detrás los curtidos príncipes y unos pocos —demasiado pocos— veteranos triarios terminaban de colocarse. Entre medias de las dos primeras líneas la infantería ligera se filtraba dispuesta a arrojar sus jabalinas en cuanto el enemigo estuviera al alcance. Los honderos esperaban listos mientras que el único ala de caballería subía la pendiente para servirles de apoyo y hostigar el flanco derecho.

Cuando por fin divisaron la masa a la que tenían que enfrentarse una gélida congoja invadió el corazón de todos los que esperaban. En la parte delantera asomaban unas enormes bestias de narices largas como serpientes. Al lado de la boca tenían unos colmillo más largos y amenazantes que una espada. Contaban que Alejandro Magno ya se había enfrentado a estos paquidermos hacía más de un siglo, pero verlos en persona superaba cualquier cosa que uno podía imaginar.

La batalla dio comienzo y pronto hubo que dejar de lado el miedo. Los honderos empezaron a lanzar sus mortíferas descargas. Pronto la caballería tuvo que actuar para repeler los intentos de atacar la colina, quedando el flanco izquierdo en un casos difícil de seguir. En el centro, los infantes ligeros se adelantaron para recibir a las grandes criaturas que se acercaban con sus proyectiles. Abatieron algunos, pero el resto se abalanzó sobre ellos con velocidad. Parte de la unidad mantuvo la compostura y se alejó ordenadamente hacia la derecha del campo lanzando salvas en cuanto adquirían algo de ventaja, atrayendo un buen grupo de animales. El resto entró en pánico y corrió a la desesperada tras sus propios compañeros, causando un destrozo de cuerpos aplastados.

De pronto desde la arboleda brotó un río de llamas en dirección a la batalla. Cabras, vacas y cerdos corrían presa del pánico y el dolor que les provocaba el fuego prendido sobre la hierba que les recubría el cuerpo. Alcanzaron a los paquidermos que se habían desviado y estos presas del pánico giraron alocadamente hacia sus líneas causando estragos. La loca idea parecía estar funcionando.

—¡General, mire! — gritó una voz.

Un grupo de jinetes había abierto una brecha y se acercaba a su posición. Justino dio la orden y su guardia cargó con ímpetu. Tras un breve y sangriento enfrentamiento los hicieron huir, mientras el ejército enemigo se desmantelaba. Conmocionado, con la oreja ardiendo cual fuego del averno y rodeado de rostros desencajados, Justino prorrumpió en carcajadas.

Comentarios (9):

Mariano García Miqueo

17/01/2025 a las 16:45

Muy buen relato. Atrapante de principio a fin , gracias a la solida narración del autor. Me gustó mucho.

Jazmín

17/01/2025 a las 22:55

Wow, qué interesante el estilo narrativo y la amplia gama de vocabulario. Muy original la idea de la historia. ¡Felicidades!

Kelvin I. Márquez

18/01/2025 a las 02:48

Saludos Chosi

El relato esta muy bien narrado pero lo mas que me gustó es el vocabulario, acertado en todo. Creo que en vez de revuelo pusiste revuelvo y se te quedó una s en la palabra colmillos pero son errores de dedo que se cuelan por mas que uno se esfuerza en eliminarlos.
Lo único que puedo señalar (y creo que me equivoco) es que según veo el personaje principal, pese a ser forastero, es un general romano y a menos que sea un descendiente de griegos o un griego, debería mencionar a Minerva ya que Atenea es el nombre griego de esa diosa.

En fin, muy bueno tu relato. Me recuerda mucho a la historia de Anibal de Cartago quien atacó Roma usando elefantes y los tuvo en jaque aunque no pudo dar el golpe final.

Felicitaciones y nos leemos!

Mónica Bezom

18/01/2025 a las 17:17

Hola, Chosi.

Me ha gustado mucho tu relato dueño de una narrativa descriptiva que no hace mella en la agilidad del ritmo. Me ha resultado atrapante y lo he leído de un tirón.

Ya te han señalado detalles menores, solo observo, aunque puedo equivocarme, que el general romano piensa en el Hades -inframundo de los griegos- siendo Plutón el dueño del inframundo de los romanos.
“A penas”: sería “Apenas”.
Me ha atrapado tu historia; también me acordé de Aníbal.

Un placer leerte.

Cristina Otadui

19/01/2025 a las 09:49

Realmente impresionada por la imaginación de los participantes en este reto.
¿Quién hubiera pensado en una historia de romanos al hilo de una frase sacada de un juego de naipes?
Un relato perfectamente estructurado, que cuenta un episodio completo, con un lenguaje sólido y un correcto dominio de la terminología militar.
Por buscarle tres pies al gato señalaría algunas frases a las que quizás daría un “toque”:
“,y debía estar próximo,”: me gusta mas “que” en lugar de “y”.
“LLegó a su caballo donde esperaba su guardia personal”: ese llegó a su caballo no me acaba de gustar: yo le daría una vuelta.
“A la derecha, algo alejado , se encontraba una arboleda”: se te coló la concordancia: debiera ser alejada.
“—demasiado pocos—”: lo eliminaría, no aporta gran cosa y me “emborrona” la lectura.
“gélida congoja”, “mortíferas descargas”: aunque muchos de los que escribimos posicionamos a veces el adjetivo delante del sustantivo, merece la pena recordar que la posición correcta es después.
Me gusta la frase final: esas carcajadas de Justino ponen el cierre justo, perfectamente calibrado; como lector al llegar a este final me retiro del texto y siento que Justino ya no tiene nada que temer.
Felicidades por la historia.
Gracias por tus amables palabras acerca de la mía.

¡¡Nos leemos Chosi!!

Chosi

19/01/2025 a las 20:48

Hola compañeros.

Gracias a todos por vuestras aportaciones. Me habéis dado varias cosas en las que fijarme y poner atención.

Mónica, Kevin la mención del protagonista a dioses griegos es intencionada. Quería remarcar su origen foráneo como un inmigrante griego de primera o segunda generación. Y sobre Aníbal , pretendía que el relato pasase por una batalla cualquiera de las Guerras Púnicas. Me guardo el apenas que siempre me lío con este tipo de palabras.

Cristina el apunte de los adjetivos muy bien traído. Tienes razón que lo más correcto es nombre y adjetivo después, pero no sé por qué tengo la impresión que antes del nombre gana más fuerza en contexto literario. Tomo nota para posteriores relatos.
Sobre el -demasiado pocos- pretendía ser un recurso para mostrar la desventaja inicial con la que cuenta Justino, ya que los triarios eran los soldados más veteranos, sería un problema tener pocos de estos.

R. Ezequiel

23/01/2025 a las 15:56

Gran relato, Chosi.
Facil de seguir y hace que te sientas en la batalla.
Me encanto el vocabulario usado.

Un abrazo!

Osvaldo Mario Vela Sáenz

26/01/2025 a las 00:06

Hola Chosi Buenos días. Un saludo.

Antes que nada quiero agradecer tu visita a mi comentario y a mi texto- que mejor forma de empezar mi sábado con una historia de épocas grandiosas de la cultura romana. se nota el conocimiento que posees y tu gusto por esas ayeres fantásticos llenos de aventuras. ya me gustaría un estilo narrativo como el tuyo para sacarlo a lucir los domingos. Lástima, que hoy sea sábado. espero nos sigamos leyendo.

Vespasiano

26/01/2025 a las 20:40

Buenas noches, Chosi:
Gracias por pasar por mi relato y comentarlo.
En tu relato me ha parecido interesante y muy bueno el planteamiento de esa batalla narrativa.
La idea del as en la manga del tal Justino es brillante.
Nos seguiremos leyendo

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