Literautas - Tu escuela de escritura

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Un as en la manga (la luz 3) - por BorjaR.

–¡No me toques los cojones, Pepe! ¡No tenemos ni puta idea de que es esa mierda de luz! –Braceó por la sala con la cara enrojecida– No me vengas con chorradas sobre que deberíamos intentar comprenderla.
–Pero… señor presidente…
–¡Ni pero, ni ostias, Pepe! Tengo a los americanos desbordados, llamando cada veinte minutos, exigiendo información. Pero no son los únicos, ¡ojalá fuesen los únicos! Pero no. También llaman los ingleses, los franceses, los alemanes… ¡Los rusos! El chino aún está al teléfono con el ministro de exteriores ahora mismo. ¡Cómo si nosotros supiésemos algo que ellos no!
–Luis, relájate, te va a dar algo –dijo el vicepresidente, agarrando a su amigo y acompañándolo para que se volviese a sentar, mientras le dedicaba una mirada al asistente que parecía querer decir “no se lo tengas en cuenta”. –Pepe, haz favor, tráenos al presidente y a mí la botella buena que tengo en mi despacho. Y un par de vasos. Los demás, podéis iros. Dejadnos al presidente y a mí a solas. Gracias.
–Sí, claro –el joven asesor se levantó de inmediato. Trató de parecer lo más profesional posible, pero en su rostro se adivinaba un rastro de alivio por tener que alejarse de allí un rato.
La sala comenzó a vaciarse de personas trajeadas y el presidente y el vicepresidente se sentaron en sus correspondientes sillones. Ambos casi se sorprendieron al ver a la jefa de gabinete todavía trabajando. Aparentemente ajena a toda la situación. Ensimismada en su portátil. En el que no dejaba de teclear sin cesar.
–¿Oye, Margo, qué hace falta para que apartes los ojos de tus datos y estadísticas? –Preguntó el vicepresidente con cierto humor en la voz.
La mujer alzó un dedo sin dejar de atender el ordenador.
–Un segundo, por favor –dijo terminando de teclear–. ¿Qué decías?
–Nada, mujer –sonrió con sinceridad–. Solo alabo tu capacidad de concentración. ¿Cómo de mal están las cosas?
–¿Por dónde empiezo? ¿Por la última cifra actualizada en nuestro país? Noventa y siete mil personas tragadas por esa luz. Tres millones y medio en todo el mundo… –Alzó las cejas por encima de la montura de sus gafas en un gesto que mezclaba confusión, estupor y algo de miedo. – ¿O por la intención de voto? –pasó a componer un mohín resignado. – Donde te puedo anticipar que igual solo con un milagro no nos llegaría para conseguir la reelección.
–Jaime, esto es insostenible… –dijo el presidente. – El mundo está loco. La gente está desapareciendo y no sé qué hacer. Ni siquiera podemos asegurar si están muertos o no. Y tenemos a los tarados que creen que son los extraterrestres. Los que creen que es obra de Dios. A los que creen que es el diablo…
–En el fondo están todos acojonados, Luis. Yo también lo estoy –repuso el vicepresidente–. Pero no hay que dejarse llevar por el pánico. Debemos ser racionales.
En ese momento entró el asesor con la botella de licor y los vasos. Se los dejó sobre la mesa y se quedó plantado, esperando algún tipo de instrucción a mayores. El vicepresidente lo observó de soslayo.
–Puedes irte, Pepe –hizo un gesto con la mano–. Por el momento no necesitamos nada más –se giró hacia la mujer–. Margo, no pedí un vaso para ti. Pero creo recordar que no bebías alcohol.
–No te preocupes, Jaime, yo también me voy. Tengo cosas que hacer antes de que se ponga el sol y venga esa condenada luz –le respondió recogiendo sus cosas.
Salió de la sala acompañada de Pepe, dejando al presidente y al vicepresidente a solas.
–Luis –dijo mientras servía el licor en los vasos–, lo que necesitamos es un golpe de efecto. Sacarnos un as de debajo de la manga.
–¿Qué propones? –Inquirió agarrando el vaso.
–Lo de toda la vida. Alguien que lleve los palos.

La sala de prensa estaba abarrotada. Los medios estaban convocados a las nueve y media de la mañana y desde las nueve ya no cabía un alfiler. Todos los periodistas se removían nerviosos y expectantes cuando el presidente salió acompañado del vicepresidente y otro hombre que no conocían. “¿Quién es ese?” Empezó a escucharse en un runrún.
–Buenos días –comenzó el presidente–. Les hemos citado aquí para informarles de que con carácter inmediato, Don José Artiles, hasta la fecha subsecretario de estado de defensa, pasa a ser nombrado ministro para los asuntos de la Luz.
Los flashes bombardearon el rostro parcialmente descompuesto por el pánico del joven mientras accedía al micrófono.

Comentarios (9):

Borja

16/01/2025 a las 16:26

Hola.
Si a alguien le genera interés, está vinculado a los otros dos talleres.
Muchas gracias!
Un saludo

Daniel Calleja

17/01/2025 a las 16:49

Antes de comentar me pasé por los relatos anteriores. Cualquiera se entiende en forma independiente, sin embargo leer los dos anteriores le da más contexto a este. Entretenido, bien narrado y con un giro final muy a tono con los personajes. Lo único que te recomendaría es buscar una variante para no repetir el presidente y el vicepresidente, por ejemplo ambos mandatarios , no sé, es solo una sugerencia. Felicitaciones por los tres relatos concatenados. Saludos

Jesusa

18/01/2025 a las 12:16

Hola. Me ha parecido un relato me acordé con el tiempo que vivimos. Dónde sacar un as de la manga y distrae jjj. Me aparece interesante como ha sido resuelto con el de sacar “un as de la manga”. La verdad es que a mí me ha resultado decidido escribirá algo con ese título y veo que lo ha resuelto muy bien. Estoy de acuerdo con lo de no fidelizar tanto el presidente y el vicepresidente, pero reconozco que resulta difícil y a mí me pasa lo mismo cuando escribo.
Te sigo leyendo

Cristina Otadui

19/01/2025 a las 22:03

¡Que buena historia! me ha llevado en volandas hasta el final: es de agradecer ese manejo tan natural de los diálogos, llenos de palabras corrientes, sin ningún artificio. La escena resulta bastante cinematográfica y eso me hace ver rápidamente personajes y ambiente. Me ha encantado lo del “ministro para asuntos de la luz”…menudo as en la manga ese D. José Artiles.
¡Felicidades!

¡¡Nos leemos!!

Amilcar

20/01/2025 a las 14:08

Borja, tu comentario en la entrada me ha movido la curiosidad. ¿Quién es este Borja?

El relato lo he leído con interés, muy del tipo responsables de la Dana. Solo una apostilla: creo que el Oye Margo, no debería llevar delante el signo de interrogación sino ante de “que…..” salu2

María Jesús

21/01/2025 a las 21:17

Hola Borja: Te felicito por tu relato que me ha parecido trepidante desde el primer improperio jeje. Muy bien escrito, muy bien hilado y que te mantiene el interés hasta el último y acertadísimo párrafo. No le pongo ni una pega.
un saludo.

Alicia Commisso

23/01/2025 a las 14:58

Hola,Borja, qué decirte de estos personajes tan habituales en los tiempos que corren. Todos los días del año nos encontramos con ellos a pesar nuestro. Es muy fácil tomar ciertas decisiones cuando se tiene el poder de un país.
En cuanto a tu relato me encantó. Realmente muy interesante y más que nada bien contado. ¡Te felicito!

Nos seguimos leyendo para disfrutar de buenas historias.
Saludos!

Galia

24/01/2025 a las 14:54

Hola Borja, muy bien representados los enredos e inoperancia de las burocracias estatales para solucionar los problemas concretos de los ciudadanos. Muy parecido a lo que vivimos en el 2020. El as bajo la manga sintetiza lo comentado anteriormente. Excelentes los diálogos. Saludos Galia

Dante

26/01/2025 a las 19:11

¡Hola Borja!

Antes que nada quería volver a agradecerte, ahora en tu espacio, los comentarios y reflexiones que dejaste en mi relato.

Ahora sí paso a comentar el tuyo.

Con respecto a los aspectos formales positivos, para no incurrir en una reiteración innecesaria, me remito al comentario que te hiciera en “La luz2” (MUE N° 65). El hecho d que puedan aplicarse las mismas consideraciones en cuanto a los aspectos positivos es algo excelente: muestra que hay una total coherencia entre los distintos relatos que encadenados componen la serie. Si los aspectos positivos, es decir bien trabajados, fueran diferentes en uno o en otro, tendríamos un problema. Queda claro que el estilo formal es uno solo y que a nivel de contenido sucede lo mismo. Por lo que no sorprende que la ilación de la trama sea coherente.

Solamente encuentro dos cuestiones susceptibles de mejora en el ámbito formal.

Una muy pequeña en cuanto a la sonoridad, que eventualmente le podría generar incomodidad a algunos lectores (eventualmente algo “tiquismiquis”, como creo que les dirían en España, pero lectores al fin). Me refiero a la cuestión de la “rima dentro de la prosa”, que no todos aceptan. Sólo se encontraría en una sola oración: “En el que no dejaba de teclear sin cesar.” “Teclear” y “Cesar” son dos verbos infinitivos de primera conjugación, por lo que al terminar ambos en “ar” se genera una rima, si no consonante (si nos fijamos en las dos últimas letras), al menos asonante (si nos remitimos a la sílaba entera o a alguna/s letra/s más). Te dejo este apunte para que lo medites y veas si considerás necesario introducir una modificación. Es una cuestión pequeñísima y subjetiva, pero para el caso en que te interesara reparar en eso, te lo dejo planteado.

La otra cuestión que observo es la representación gráfica de los diálogos. En general está bien (el contenido y dinámica de los diálogos es EXCELENTE), pero hay algunos detalles.

El primero es el uso del guión. Probablemente no lo hayas encontrado y por eso no lo pusiste. Por si te sirviera de algo, el — puede encontrarse si presionás la tecla Alt + 0151. Ahí aparecerá.

El segundo es el uso de las mayúsculas y de la puntuación en las acotaciones. En general manejaste bien el uso de mayúsculas (cuando los verbos eran no dicendi, por ejemplo “Braceó”, usaste mayúsculas; y cuando eran dicendi o del habla, por ejemplo “dijo”, utilizaste minúsculas). Sin embargo, esto no ocurrió en todos los casos, porque en algunos verbos dicendi como preguntó o inquirió, usaste mayúsculas cuando correspondía minúsculas.

En cuanto a la puntuación, usaré a modo de ejemplo un par de líneas de diálogo:

“–¡No me toques los cojones, Pepe! ¡No tenemos ni puta idea de que es esa mierda de luz! –Braceó por la sala con la cara enrojecida– No me vengas con chorradas sobre que deberíamos intentar comprenderla.”

“–Jaime, esto es insostenible… –dijo el presidente. – El mundo está loco. La gente está desapareciendo y no sé qué hacer. Ni siquiera podemos asegurar si están muertos o no. Y tenemos a los tarados que creen que son los extraterrestres. Los que creen que es obra de Dios. A los que creen que es el diablo…”

En ambos casos, uno de verbo no dicendi y otro de verbo dicendi, o no pusiste el punto o lo pusiste antes de la raya. Lo que corresponde según la convención es poner la raya, luego el signo de puntuación que corresponda (sea coma o punto), luego dejar el espacio y finalmente seguir con el parlamento. Si ajustáramos estas dos líneas (tomadas a modo de ejemplo) a las convenciones sobre representación gráfica de los diálogos, quedaría:

“—¡No me toques los cojones, Pepe! ¡No tenemos ni puta idea de que es esa mierda de luz! —Braceó por la sala con la cara enrojecida—. No me vengas con chorradas sobre que deberíamos intentar comprenderla.”

“—Jaime, esto es insostenible… —dijo el presidente—. El mundo está loco. La gente está desapareciendo y no sé qué hacer. Ni siquiera podemos asegurar si están muertos o no. Y tenemos a los tarados que creen que son los extraterrestres. Los que creen que es obra de Dios. A los que creen que es el diablo…”

En tercer orden, y aunque sólo ocurre en una línea de diálogo, si usás una acotación que termina en un punto y luego retoma el narrador debería ir punto y aparte porque cambia la voz. Es cierto que en términos generales y abstractos podría no corresponder el punto y aparte porque quizás las ideas no estarían tan separadas y no implicaría un “pasar a otra cosa”, pero sí hay un cambio importante: de la voz del personaje a la del narrador. La línea de diálogo y oraciones a las que me refiero es esta:

“Sí, claro –el joven asesor se levantó de inmediato. Trató de parecer lo más profesional posible, pero en su rostro se adivinaba un rastro de alivio por tener que alejarse de allí un rato.”

La separación a la que me refiero quedaría así:

“—Sí, claro —El joven asesor se levantó de inmediato.
Trató de parecer lo más profesional posible, pero en su rostro se adivinaba un rastro de alivio por tener que alejarse de allí un rato.”

Podría argumentarse también que, en realidad, no es la voz del narrador en sí sino de él en la acotación. Cierto, y sería un punto atendible. Sin embargo, no estoy seguro de que la acotación pudiera dividirse o que esa forma de representación no conspirase contra la fluidez. Por eso también existirían algunas alternativas que nos acercarían más al original del texto y evitarían esta crítica (de que, en realidad, no aparece aquí la voz del narrador sino que es parte de la misma acotación):

“—Sí, claro —Se levantó de inmediato el joven asesor, tratando de parecer lo más profesional posible, aunque en su rostro se adivinaba un rastro de alivio por tener que alejarse de allí un rato.”

De esta manera, colocando el verbo antes (como sucede en las acotaciones y representándolo en mayúsculas porque es no dicendi) y usando el gerundio (que revela simultaneidad entre el levantarse y el intento de parecer profesional) todo queda integrado dentro de la misma acotación y superaría los inconvenientes apuntados.

Finalmente, en cuanto a los diálogos, coincido con lo que te marcó Amilcar. En la línea “–¿Oye, Margo, qué hace falta para que apartes los ojos de tus datos y estadísticas? –Preguntó el vicepresidente con cierto humor en la voz.”, correspondería cambiar el lugar donde se introduce el signo de interrogación de apertura y, además, como el verbo de la acotación es dicendi, iría en minúsculas. La modificación propuesta quedaría así:

“—Oye, Margo, ¿qué hace falta para que apartes los ojos de tus datos y estadísticas? —preguntó el vicepresidente con cierto humor en la voz.”

En síntesis: estos apuntes de áreas susceptibles de mejora en cuanto a los elementos formales son pequeñísimas e implican hilar muy pero muy fino. Como te dije: todo lo que señalé de los elementos formales respecto de “La luz2” se mantiene aquí, y como en tal oportunidad, vuelvo a destacar el excelente manejo de esos elementos. Cuestión importante si las hay, porque conjugados hacen al “cómo” contar la historia e inciden en gran medida en su atractivo.

En cuanto al contenido, el mismo no decepciona. Todo lo contrario: subió la apuesta respecto a los anteriores, porque ahora, al presentar como personajes a integrantes del gobierno, lo elevó a un nivel más “macro”.

“La luz” cuenta las peripecias de dos personas concretas. Por lo que es “micro” al extremo. “La luz2”, si bien narrada en tercera persona omnisciente, seguía a un personaje concreto, Julio, pero lo cierto es que lo muestra en interrelación explícita o implícita con otros personajes (Samuel, la vidente, las mujeres por las que llora, quienes hablan por la radio) o multitud indeterminada de ellos (los que, como Samuel, creen que la luz es obra de los extraterrestres, la gente en general -que no estaba en la calle-). Este es un nivel intermedio. Ahora, en “Un as en la manga (la luz3)” ha subido de nivel: nos lleva al interior del gobierno.

Tal como planteé en mi anterior comentario, ahora lo veo concretado. No hay dudas de que estás usando una variante muy particular (e interesante) del “efecto Rashomon” ( donde vemos cómo ve cada personaje al mismo hecho o acontecimiento, y sólo tendremos el cuadro o película completa al unir todos los pedazos del rompecabezas).

Me parece muy interesante esto de ir enfocando a distintos personajes y en distintos niveles, y sobre todo muy coherente con lo que se plantea de “la luz”, en cuanto que afecta masivamente a toda la humanidad. Qué mejor que presentarla respecto de dos pobres víctimas particulares, débiles, aisladas, desprotegidas. Eso garantiza una empatía inmediata. Y después el círculo se cierra (respecto de la empatía del lector) cuando se muestra que la humanidad entera está involucrada como víctima, y el lector, parte de ella, podrá verse reflejado en la historia y, eventualemente, buscarle significados detrás, además de dejarse llevar, claro está, por estos relatos que todos y cada uno, se leen de un tirón sin más. Se disfrutan y mueven a la reflexión, ¿qué más se puede pedir?

Al analizar el contenido de “La luz2” en conjunción con su antecesor “La luz” conjeturé que el tema unificador del relato podía ser el poder y que la luz operase como una metáfora o representación del poder real respecto de las disidencias u obstáculos a sus propósitos y accionar y que, como todo poder, tienen sus fanáticos que los justifican (Samuel y la “secta” de los extraterrestres, que claman por el “outsider” que nos viene a salvar).

Al introducirnos ahora dentro del gobierno, que también es víctima de “la luz”, cabría preguntarse si la lectura podría seguir siendo la misma. La verdad es que me sorprendió que ahora estuviéramos dentro del gobierno, pero mirando para atrás, si bien ratifico la sorpresa, no me extraña: como dije antes, el narrador fue yendo de lo micro a lo macro, de lo particular a lo general. Lo que me genera una interrogante: ¿el narrador no se mueve como un espejo de “la luz”, que va de aquí para allá, “iluminando”?

Sin embargo, a pesar de que concedo podría tornarse dudoso de que el tema sea “el poder”, pienso que sí. Los elementos en el texto que me dan la pauta son dos: uno es la generalidad. Si todos están afectados por el mismo fenómeno, “la luz”, ¿no es esta la metáfora del “poder detrás del poder” o “el verdadero poder”? ¿No muestra un límite del poder humano ante lo desconocido, de modo tal que el poder se revela impotente ante el veradadero poder? Y el otro elemento es la mención de Margo relativa a la reelección que se vislumbra imposible: ¿no hay aquí una metáfora o símbolo de una “clase política” o política tradicional que se ve amenazada por el “outsider”, representado en “la luz”? En esa línea argumental podría pensarse si lo que “la luz” que desde “afuera” viene a “iluminarnos” y “a liberarnos” (como creen personas como Samuel, de “La luz2”), lo que hacen desaparecer ¿no son nuestros derechos, nuestra cultura, nuestro modo de vida y, como consecuencia eso equivale a hacernos desaparecer como humanos -lo que literalmente se ve en “La luz” cuando las dos mujeres desaparecen?.

No sé si mi lectura es correcta o no. Pero lo cierto es que cada uno de estos relatos me ha hecho pensar y les veo una impactante (y desgraciadamente dolorosa y preocupante) actualidad.

Finalmente, y volviendo a un nivel más literal del contenido, me ha quedado la duda: si bien Pepe era un asesor y no se menciona que tuviera un cargo formal, se nos resalta que es joven. Luego aparece “el que llevará los palos”, “Don José Artiles”, que también se remarca que es joven, aunque se especifica que detentaba un cargo formal (subsecretario de Estado de defensa). Pese a esa diferencia, que noto relevante pero no decisiva, y partiendo del elemento común “joven” (que supongo no casualmente remarca el narrador) y que “Pepe” es el apodo común en Hispanoamérica para quienes se llaman José (como Artiles), ¿Pepe y José Artiles no son una y la misma persona? Yo entiendo que sí…

Si esta lectura fuera correcta, ratificaría lo dicho a nivel simbólico o metafórico acerca del poder y le agregaría una cosa más, a nivel más “terrenal”: nos has mostrado otra cara del poder. El colocar siempre un chivo expiatorio, “un fusible que salte”, una “cortina de humo” para conservar el propio poder y desligarse (aunque fuese temporariamente), de responsabilidades que eran propias. Excelente as en la manga que por ignominiosa y dolorosamente reiterado, no deja de ser real a lo largo de la Historia y seguirá siéndolo..

En cuanto a mi comentario personal, reitero que la historia en general y cada uno de los relatos me han gustado mucho y me han atrapado. Me parece una historia que tiene un potencial tremendo para profundizarla y expandirla incluso más allá de Literautas. Creo que aquí está la base de un gran relato (más largo), de una novela corta o de una novela.

El desarrollo que este proyecto tenga dependerá exclusivamente de tu decisión. Pero es seguro que tiene un gran potencial y muchos elementos intresantes para atraer a los lectores.

Felicitaciones por tu gran trabajo.

Saludos. Nos seguimos leyendo.

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