Literautas - Tu escuela de escritura

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Un as en la manga - por Gastón PR.

—¡ Más alto maldita sea! —Rezongó entre flemas la garganta de John— ¡Otra vez! Y ahora desde el principio!
Y Rashied arrancó a batir sus pesados brazos, frenéticos, bañados en sudor, sudor que ya manchaba toda la batería. Gotas ya rebosarían por los bordes de sus viejos Gretsch si no fuera porque el calor las evaporara antes que cayeran al suelo.
¿Qué sentido hacía que grabáramos al mediodía? Bien podíamos hacerlo por la noche. Si bien las noches de verano en Jersey no dejan de ser pegajosas, al menos lo son menos que sus medios días.
Si tan solo John nos dejara prender el AC. ¡Pero no!, dice que mete mucho ruido. ¿Ruido? Solo ruido han sido las últimas tres horas.
Cuando Jimmy me dijo que me quería para esta sesión, pensé que bromeaba. Grabar junto a una leyenda del tamaño de JC había sido mi sueño desde que empecé a tocar la oxidada trompeta de mi padre. Anoche no había podido dormir nada, y no era la abstinencia, no, claro que no, era solo que no podía dejar de imaginar mi nombre en la cartelera del Village, mi rostro en la portada de mi primer LP, las mujeres susurrando mi nombre entre las sábanas de mi cama.
Y ahora estaba ahí, marinado en sudor. Esperaba que la violenta intro del viejo Rashied acabe para zambullirme, finalmente, al caos con caóticas escalas chillonas que John me obligaba a tocar.
Nadie se preguntaría por el nombre del trompetista, si es que alguien se llegara a percatar de que había uno, atronando entre la maraña de estridencias que era este disco.
Quizás, ni siquiera lo saquen. Desde mi taburete creo que podía distinguir la silueta del ingeniero de sonido —un tal Max, o Mac, o algo así— que agitaba la cabeza de cuando en cuando. Sí, era su cabeza que se movía de forma violenta y sin ritmo, quizás en desprecio, quizás en sintonía del caos, ojalá en aprobación.
Apenas y lo conocía, pero había oído que él era quien había conseguido sacar a John de las sombras para volver a grabar. Bueno, decir sacar era una exageración, a lo sumo lo pudo tomar prestado un par de horas. Sí, este Matt parecía un tipo raro. ¿Pero lo suficientemente raro para que gustara de esta tontería descosida que se les habia ocurrió llamar free jazz? Quizás, quizás, ojalá.
Se acerca mi momento. Tras tres minutos de un percudido solo percusivo del Rash, llegaba el momento. Limpiar la boca una vez más, humedecerla con la lengua otro poco. Respira profundo, sacude el pelo, bajo los hombres, levanta la quijada, infla los…
Y estalló. Cortó el aire, punzó el ruido una nota alta, sostenida y cristalina transmutó el caos en algo puro.
Era John, claro que era John, ese sí que era John.
Sin freno, sin barreras y sin miedo. Con una simple nota, que abría pie a esa melodía que se había negado a tocar la última década o dos. Con un manojo de notas limpias y seguras comandaba paz y apabullaba el caos de Rash, que ahora miraba atontado también, moviendo la cabeza en sintonía a la par que calmaba su desenfreno por el simple ritmo del “My Favourite Things”.
Paul ahora acompañaba firme con el contrabajo, calmado y sin destello de sorpresa en el rostro, sin una gota de transpiración en la frente. Hasta creo que ni yo sudaba ya. Sentía que mi cuerpo se ponía en llamas, evaporaba mis inseguridades y mi estupidez. Me sentía libre del peso de mi ser, mis dudas y mi ego. Por una vez y una vez tan sólo, me creía capaz de ser yo mismo.
Y entré. Entré doblando la melodía sin esfuerzo. La había tocado tantas veces pero ahora la entendía. Al fin me quedaba claro que nunca había escuchado la canción completa. Siempre había escuchado solo la melodía, pero ahora veía que su dulzura y calma era el resultado de horas de negros sudorosos y maltrechos que abrazaban la libertad.

Y toqué, seguramente toqué, pero no lo recuerdo. Escucho ahora el disco, y estoy ahí, pero no soy yo, o quizás si lo era, pero ya no más.
Son casi diez años ya desde ese medio día y no lo creo. Quiero pensar que fue ayer o mejor aún, mañana. Mas no lo es, ese día de ensueño fue en el que el maltrecho John brillo de nuevo, por última vez, y yo pude ser un destello de su resplandor.

Comentarios (3):

Moldy Blaston

16/01/2025 a las 20:22

Hola Gastón P. Encantado de leerte. Voy con mis comentarios.
Veo un estilo introspectivo y emocional. Utilizas un lenguaje evocador y descriptivo que ha logrado sumergirme en la atmósfera del estudio de grabación. Debo añadir que la narrativa en primera persona me ha permitido una conexión más íntima con el protagonista y sus pensamientos.
Los personajes me han encantado, se sienten reales y contribuyen a la atmósfera del relato.
Y ese final con una capa de melancolía y nostalgia, enriquece la historia y deja una impresión duradera en el lector.
Enhorabuena, desde mi pequeña aportación te animo a seguir en el camino.
Si quieres pasarte por mi relato estoy en el nº 10.
¡Nos leemos!

Cami

17/01/2025 a las 20:34

Esta historia me recordó a un amigo que solía tocar la batería y escuchaba Jazz. Buen relato. Las palabras te llevan al instante preciso de la acción y te hacen vivir el momento. Excelente! Nos leemos. Abrazo

Yvonne

17/01/2025 a las 21:25

Hola Gastón
Un relato muy vívido que te pone en la piel del personaje y no se hace lento o aburrido en ningún momento. Se respira el ambiente de un estudio con todos los componentes y parece que se escucha la música en vivo. Está perfectamente relatado el viaje interno del protagonista y los sentimientos están descritos con esmero. Una buena pieza de literatura.
Saludos.

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