Literautas - Tu escuela de escritura

<< Volver a la lista de textos

Un as en la manga - por Psicolochimpun

Matías entró en aquella habitación que no olía como la casa de su abuelo, aunque su padre decía que sí.
La luz de la tarde se colaba entre las rojizas hojas del olmo que había frente a la ventana, acariciando el rostro del hombre más divertido y gracioso del universo, campeón del mundo de todos los juegos inventados: su abuelo.

La madre de Matías le apretó los hombros antes saludar al abuelo, para luego ir a sentarse al sillón azul de la esquina. Instó a Matías a dejar la mochila en la otra silla y a acercarse a la cama.
Matías, a sus 5 años para 6, que decía su padre, ya era consciente de muchas de las cosas que implicaba morirse. Por ejemplo, sabía que su abuelo se iba a otro barrio, donde no podría visitarlo, pero que seguiría con él aunque no pudiera verlo ni oírlo. Eso decía su padre.
Como tantas otras veces en los últimos 9 meses de enfermedad de su abuelo, Matías se acercó a la cama de hospital y la escaló, usando los barrotes, para estar cerca de él. Esta vez, su abuelo no abrió los ojos al sentirlo.
—Hoy está muy cansado, cariño, pero él sabe que estás aquí —dijo su madre con voz temblorosa.
—Ya lo sé. Hoy no venimos a jugar —respondió Matías, con la mirada clavada en el vacío. A sus 5 años para 6, comprendía que en el otro barrió no podría jugar con su abuelo a las canicas, las cartas, la consola ni el parchís.
Su madre se secó los ojos con un pañuelo, evitando así parecer un mapache, como decía Matías, negó con la cabeza y dirigió su mirada hacia el olmo, que ahora se agitaba con el viento. Matías sabía que era un olmo porque su abuelo decía que tener que verlo todos los días era el colmo. Matías no lo entendía, pero se reía igual porque si algo se le daban bien a su abuelo eran los juegos, así que, si hacía un juego de palabras, tenía que ser bueno.

Matías y su madre estuvieron el resto de la tarde ahí. Cuando la luz mortecina del plafón ganó terreno a la luz natural de la calle, su madre se acercó a Matías de nuevo y, una vez más, le apretó los hombros.
—Despídete ya del abuelo, cielo —dijo antes de besar a su padre en la frente y sorberse la nariz—. Vendré a dormir cuando deje a Matías en casa, papá.
Matías le besó en el mismo sitio, ahora rosado por el carmín de su madre. Al bajarse de la cama, le pidió a su madre que se diera la vuelta. Entonces, metió la mano en el bolsillo frontal de su mochila y agarró una carta, de esquinas dobladas y desgastadas, y se la colocó a su abuelo en la palma de la mano. Luego, le pidió a su madre que se tapara los oídos.
—Sé que te vas a marchar a otro sitio. Me lo ha dicho papá —su voz se convirtió en un susurro—. Siempre dices que hay que tener un as bajo la manga. Te he traído el as de copas, papá dice que es tu favorito, aunque no sé por qué. A lo mejor en ese otro barrio hay mas niños para jugar. A lo mejor a ellos tampoco les importa si haces trampas. No juegues con ninguno que se llame Matías, ¿vale?. Seguro que allí tienen barajas, así que nadie sospechará que tienes una carta de más escondida. Ojalá no tuvieras que irte, ahora que empezaba a ganarte. Te quiero, abuelo.

El tiempo pasó y Matías creció y se convirtió en un hombre de negocios, como su abuelo. Siguió siendo aficionado a los juegos, e intentaba inculcar la misma afición a sus hijos, de 10 y 8 años ahora. Recordaba a menudo el funeral: todos vestidos de negro, un montón de familiares desconocidos dándose y dándole abrazos, llantos y alguna risa, anécdotas del que fue su modelo a seguir… Le echaba de menos. Recordaba, también, cómo su madre le había explicado que su abuelo, antes de dormirse del todo, había pedido expresamente ser enterrado con esa carta, para poder seguir jugando allí donde fuera y acordarse siempre de su nieto. Desde aquel día, Matías llevaba encima un as de copas cuando había tenido un examen, una cita o un trato importante que cerrar porque, como decía su abuelo, siempre había que tener un as bajo la manga.

Comentarios (6):

IreneR

16/01/2025 a las 16:23

Buenas, Psicolochimpun.

Un relato muy bonito y conmovedor. Me ha gustado mucho. Es fácil de leer y me ha parecido muy original la manera que has tenido de meter el as en la manga. Un recuerdo muy bonito el que se lleva el protagonista.

He visto dos fallos:
-“ La madre de Matías le apretó los hombros antes saludar al abuelo,”, diría que falta un “de” entre antes y saludar.

-“comprendía que en el otro barrió no”, se coló una tilde en el barrio.

Muy buen trabajo.

Un saludo.

Irene

Mónica Bezom

17/01/2025 a las 03:31

Hola, Psicolochimpun.

Un relato conmovedor y tierno, en el que con muy buen pulso se reflejan los sabios movimientos infantiles del corazón así como luego la mirada adulta. Me ha parecido original y todo un acierto el papel que juega el as en la manga en una historia que sobrevuela la muerte y sus contingencias.
Fue un placer leerte.

David Llurba

17/01/2025 a las 17:25

Hola, Psicolochimpun.

Un relato sentimental y conmovedor que nada tiene que ver con el juego, aunque se utilice como nexo de unión. El ritmo, por eso, me ha resultado un tanto pausado para mi gusto.

Secundo lo que te han dicho las otras dos compañeras.

Por añadir algo más, comento un par de cosas:

Escribes en dos ocasiones “A sus 5 años para 6”. Entiendo que es para enfatizar la edad, pero en un relato corto economizaría más las palabras.

en este diálogo:
“—Despídete ya del abuelo, cielo —dijo antes de besar a su padre en la frente y sorberse la nariz—. Vendré a dormir cuando deje a Matías en casa, papá.”
La madre habla a dos personas diferentes en el mismo diálogo. Se entiende por contexto, pero fuerza al lector a pensar de más. A mí me ha sacado, vaya. Quizá aclarándolo en la acotación el lector iría más guiado.

Un saludo.

Yvonne

20/01/2025 a las 21:45

Hola psicolochimpun,
Un relato maravilloso, entretejido de emociones. Supiste mostrar sentimientos en vez de narrarlos, tanto es así que me emocioné. A mí entender el cuento está redondo tal cual, lo leí con agrado y me sorprendió que no tuvieras más lectores. Sí tú visitas y comentas a los demás, seguro que te devuelven la visita. Así es como va.
Saludos.

José Torma

24/01/2025 a las 00:58

Hola Psicolochimpun.

Pedazo de nombre has escogido.

Me pasa algo raro al leerte, tú me dirás si tengo razón o no. Me parece que contuviste la emoción. El relato daba para mucho más y creo que lo mantuviste pulcro y controlado. La visita final al abuelo, creo que tengo una buena historia que contar de mi despedida con el abuelo, pero será en otra ocasión.

Hay un par de partes en los diálogos que creo tienen mejoras, tal vez me equivoque, te cuento que soy el peor punteador de diálogos de Literautas.

“Me lo ha dicho papá —su voz se convirtió en” me parece que su debía ser mayúscula. Pero no me creas al cien por lo que ya te comentaba. Me parece que los números se escriben, al menos eso me parece haber leído en alguna parte y yo así lo hago, a menos que sean cantidades de dinero.

Matías es un hombre afortunado por haber tenido un abuelo así, el mío se llamaba Pepe, al igual que yo y aunque no era un tipo muy dado a la convivencia. Tengo un par de anécdotas que atesoro de mi tiempo con él.

No nos diste su nombre y agradezco el detalle, porque puede ser cualquiera de los nuestros.

Un abrazo y prometo algún día, aprender a pronunciar tu seudónimo.

Felicidades.

Verso suelto

25/01/2025 a las 12:01

Hola Psicolochimpun, has sabido imprimir emoción a tu relato, que, para mí, junto con hacer reír, es lo más difícil. Comparto lo que te han comentado los compañeros. Yo añadiré lo logrado que está el personaje de la madre de Matías, un personaje secundario que redondea el cuento, ayuda a mostrar el escenario, la habitación, refuerza al propio Matías, etc
No se me ocurre nada que mejorar, el relato es redondo, si acaso yo intentaría que el párrafo en que Matías le dice a su abuelo que sabe que se va a marchar a otro sitio, reflejara más fielmente la forma de hablar de un niño de cinco años; quizá es demasiado literario, demasiado perfecto y, precisamente en ese momento, Matías debe estar muy emocionado como para hablar tan bien.

Yn gran trabajo. Te felicito.

Deja un comentario:

Tu dirección de correo no se publicará. Los campos obligatorios aparecen marcados *