Literautas - Tu escuela de escritura

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Un as en la manga - por R. Ezequiel

Sabrina aprieta la carpeta contra su pecho, trata de contener la rabia, cierra los ojos mientras a lo lejos escucha el ruido del metro que se aproxima, mentalmente empieza a contar, necesita serenar su mente, pero el ruido de la estación Ciudad de los Ángeles, las cientos de voces y de personas que la rodean hacen imposible esta tarea.
El metro se detiene, abre los ojos, la marea de gente la empuja hacia adentro, hora de volver a casa.

El idioma no era un problema, la gente era el problema, pensó Sabrina mientras trataba de acomodarse entre la gente, intentó ponerse los auriculares, seguro podría hacerlo cuando el metro se detuviera en la próxima estación, siempre en San Ferrini-Ocasur el vagón se vaciaba un poco; no recordaba qué canción sonaba antes de apagar el reproductor, esperaba que fuera alguna cancion tranquila, que bajara su rabia por un mal dia de trabajo, la gente no entendía, y no era una cuestión de idioma, si estuviera en París lo hubiese comprendido, pero ¿en Madrid? ahora comprendía que a pesar de hablar igual, muchas veces nos entendemos diferente…

Entre las estaciones Hospital 12 de Octubre y Almendrales pudo sentarse,Sabrina sentía la vibración de su celular en su bolso, ¿alguien la llamaba o eran solo mensajes?
No quería saber, quizás era Alexis, que una vez más quería que lo perdonara, pero ya no había tiempo para eso, además hoy no había sido un buen dia para hablar con él y tratar de recomponer una relación que ya estaba rota…

Cuando el tren se detuvo en la estación Legazpi aprovechó para sacar de su cartera el libro que su amiga Daniela le había regalado, “El tiempo verbal del destino es imperfecto”, el separador marcaba la página 55, comenzó a leer… “nunca podemos adivinar las sensaciones que producen en el cuerpo los cambios que hacemos en nuestra vida, como tampoco hacia dónde nos van a llevar, lo que hoy podemos proyectar, quizás mañana descubrimos que no era de esa manera y en un futuro, quizás no muy lejano, ni siquiera recordamos cómo nos sentíamos antes del cambio…”

Pasaron 3 estaciones más (Delicias, Palos de Fronteras, Embajadores) mientras Sabrina pasaba las páginas rápidamente, la lectura era amena y algunos conceptos e ideas resultaban más que interesantes, era como si el escritor, Hector Arceu, le hablara directamente a ella.
El ruido de la chicharra al llegar a la estación Lavapiés la hizo salir de su concentración, el teléfono seguía vibrando, ya no había dudas de que alguien quería hablar con ella.

El tren se puso en movimiento con destino a la próxima estación, Sol…
Sabrina sacó su celular, 5 llamadas perdidas de Alexis y dos mensajes de voz, unos cuantos mensajes de WhatsApp y un recordatorio de la fiesta que tenía en dos horas… lo había olvidado, y seguro Alexis estaría allí…
¿Cuán lejos estaba en este momento de su tranquila ciudad natal? ¿Porque había cambiado las tranquilas calles de un pueblo olvidado de Neuquén por esta enorme ciudad que aun no entendía?

El tren se detuvo en la estación Sol y de repente un grupo de jóvenes entró en el vagón y sintió ese acento, que más que acento era melodía, y por un momento fue como estar en casa, a cientos de kilómetros, disfrutando de la brisa de una tarde de otoño en su pueblo, aunque en el vagón había mil voces, solo sentía esa melodia, la paz había llegado en forma de frases y acentos… respiro y sabia que tenia que hacer…

Cuando salió de la estación de metro de Callao, Sabrina sacó su teléfono celular y se hizo una selfie, sonaba en su cabeza una canción que escuchaba con su novio en la adolescencia “…que te ve salir del metro de Callao, envuelta en una nube de cenizas…”, recordó la frase, y en ese preciso instante se dio cuenta que estaba a cientos de kilómetros de todo lo que recordaba… Madrid era ahora su hogar, debía aceptarlo.

Marco el número de Alexis… el viaje, el libro, la canción, todo le dio la respuesta, ahora sabía que carta jugar… el principio del fin…

Comentarios (6):

Mariano García Miqueo

17/01/2025 a las 16:38

Excelente historia. La depurada narrativa del autor permite ver cada imagen pero también cada sentimiento. Saludos!

Jazmín

17/01/2025 a las 20:30

Un relato que invita a trasladarse en tiempo y espacio con la protagonista. Felicitaciones, Ezequiel !

Kelvin I. Márquez

17/01/2025 a las 21:29

Saludos R. Ezequiel

En cuanto a la historia, me parece que narras bastante bien a tal punto que uno puede visualizar cada escena como si fuera una película de principio a fin.
Lo que si te recomiendo que retoques es la cuestión de las comas. Muchas de ellas bien pueden ser cambiadas por puntos e incluso podrías reestructurar algunas oraciones. Pondré de ejemplo el primer párrafo.

Sabrina aprieta la carpeta contra su pecho, tratando de contener la rabia. Cierra los ojos mientras a lo lejos escucha el ruido del metro que se aproxima. Empieza a contar intentando serenar su mente pero el ruido y las cientos de voces de personas que la rodean en la estación Ciudad de los Ángeles hacen imposible esta tarea.

Fuera de eso se te quedó uno que otro acento como en día, tenía, sabía.

En fin, me parece bastante bueno tu relato y espero haberte ayudado.

Felicitaciones y nos leemos!

Carmen Sánchez Gutiérrez

22/01/2025 a las 14:51

Hola R.Ezequiel. Me gustó mucho tu historia, me gustan esos relatos que emocionan sin necesidad de grandes argumentos ni giros espectaculares. Es el día a día de una persona que viena de fuera, que deba habituarse a un país extraño con personas extrañas y que decide no hundirse, recordar el pasado pero mirar hacia adelante. Bravo por la moraleja.
En cuanto a la prosa, me ha parecido estupenda, sencilla como corresponde a un diálogo interior, quizás demasiado ordenada, pero no desmerece. Muy amena.
Enhorabuena

Cristina Otadui

23/01/2025 a las 18:25

Me gusta la historia de Sabrina: introspectiva y emocional. Sencilla, al alcance de cualquiera.
Me gusta que el metro, con sus estaciones, se convierta en casi el otro protagonista de la historia que va marcando la pauta de todo lo que sucede en el viaje interior de tu heroína.
Que bien llevado el contraste entre el alboroto del exterior, de ese Madrid ruidoso, y la reflexión silenciosa y continua de Sabrina.
En la frase “además hoy no había sido un buen día para hablar con él” personalmente hubiera utilizado el condicional “habría” en vez de “había”.
¡Felicidades!

¡¡Nos leemos!!

Tavi

25/01/2025 a las 00:32

Hola R. Ezequiel
Paso por tu relato. La idea que expresas en él está bien definida. Me llama la atención eso sí algunas cosas.
No entiendo por qué el primer párrafo está escrito en tiempo presente y el resto del relato en pasado.
Hay algunas faltas de ortografía que debes corregir, y varias debió habértelas indicado el Word. Recuerdo algunas: sabia que tenia, dia, melodia. Cuando esto sucede, sobre todo nosotros que nos piden analizar, se pierde un poco el interés de leer.
Por último para hacer mas ligera la lectura, te recomiendo cambiar varias comas por punto seguido.
Espero ser de utilidad en este lindo afán de escribir.
Saludos

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