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Un as en la manga - por IGNACIOR.
El enanito trepaba rápido por su espalda y le golpeaba rítmicamente en la cabeza con un martillo de juguete. Bip, bip, bip. Intentó quitárselo de encima con un movimiento de hombros, pero el engendro verde seguía insistiendo. Bip, bip, bip. Entonces extendió el brazo y apagó el despertador de un golpe.
Las seis de la mañana. ¡Dios, a quién se le ocurre quedar tan pronto! Las sábanas salieron volando en dirección a la butaca. La calle recibió un rayo de luz al levantar la persiana. Sacó del frigorífico el plato preparado el día anterior. Una fritada de colores rojos y verdes que invitaba a pensar en un buen almuerzo. Empezó a batir los huevos siguiendo la costumbre de su madre, primero las claras y después todo junto, pero tuvo que dejar el tenedor e ir corriendo al baño a aliviarse. Siempre le pasaba lo mismo, creía que podía aguantar y cualquier día se le iba a escapar. Le ponía nervioso pensar en estas cosas.
El huevo, mezclado con los pimientos, la cebolla y el calabacín, desembarcaron en una sartén con el aceite humeante. Con el tenedor iba formando una corona cuajada en los extremos. Llegó el momento de dar la vuelta.
De pronto se dio cuenta que no se acordaba de dónde habían quedado: ¿En la plaza Mozart, en el Parque Grande, en el centro comercial Gran Casa? Quería que le viniera la luz sin tener que recurrir a mirar los mensajes, pero la memoria, cuando escapa, es testaruda y tuvo que coger el teléfono móvil para recordar la convocatoria de la andada. Mientras resolvía la duda, la tortilla amenazó con pegarse. Por los pelos pudo evitar el desastre. Se preparó un café doble, de los que resucitan a un muerto y le mandó un mensaje de buenos días a su hijo, que pasaba el fin de semana en Barcelona.
Se puso el pantalón de andar, la sudadera gris, unos calcetines sin costuras que habían sido un auténtico descubrimiento y una deportivas que estaban pidiendo a gritos la jubilación.
Repasó todo el equipo: pañuelos, braga para el cuello, gorra, agua, plátano, frutos secos, bastones.
Salió al descansillo, cerró la puerta de la casa y en ese mismo instante se dio cuenta. Se había dejado la fiambrera del almuerzo con la tortilla dentro de casa. Fue a abrir con la llave, pero no la tenía, estaba en la mesa de la cocina junto con el móvil y la cartera. La tormenta perfecta: un domingo a las siete de la mañana, en la calle, con su hijo de viaje, sin llaves, sin dinero, sin teléfono móvil. Qué desastre. ¿Qué hago ahora? ¿A dónde voy?
La desesperación iba en aumento. Maldecía las prisas, el estar haciéndose viejo tan rápido, los despistes, la mala cabeza, cuando de pronto un chispazo le hizo reaccionar. En ese momento se acordó, su cara se relajó y, sonriendo, con voz potente, dijo:
—He tú, el listo ese que lo sabe todo no, el que está detrás, el que escribe. ¿Cuál es el reto de este mes? ¿Un relato titulado “un as en la manga”? Pues entonces dispongo de una vida extra para salir del apuro; me tienes que dar lo que los griegos llamaban un “Deus ex machina”*. Inventa algo, lo que quieras, haz que aparezca de pronto mi hijo con la llave, es fácil, se ha peleado con la novia y está de vuelta, y yo cojo el almuerzo y todo lo demás. Y por favor, no me compliques más la vida, que es domingo y me voy a andar con los amigos.
Sorprendido por la insólita insolencia del personaje, despedí al narrador por su incapacidad para controlar la situación, guardé los cambios del documento y apagué el ordenador desmoralizado: con estos relatos no me iba a convertir jamás en un escritor famoso.
* Deus ex machina: En el teatro de la Antigüedad, personaje que representaba a una divinidad y que, mediante un mecanismo, descendía al escenario para resolver situaciones complicadas o trágicas.
Comentarios (16):
Sabas Efrain Bou
16/01/2025 a las 19:24
Interesante el relato. Tengo que ponerte un pequeño pero. En la frase del diálogo:
—He tú, el listo ese que lo sabe todo no, el que está detrás, el que escribe.
Creo que quedaría mejor así:
-¡Eh tú!, el listo ese que lo sabe todo: no, el que está detrás, el que escribe.
o quzás quisiste expresarlo de otra manera como:
¡Eh tú el listo ese que lo sabe todo, no el que está detrás, sino el que escribe.
¿Qué te parece?.
dopidop
16/01/2025 a las 20:41
¡Hola Ignacio!
Un placer leerte por aquí, tu relato me ha sacado una sonrisa, por que yo también me las he tenido que ver con ese personaje que va por libre y que al final hace lo que le da la real gana.
El relato empieza de forma tan cotidiana que de repente, el paso que le das a la metaliteratura, es un giro que me resulta muy acertado. El uso del narrador primero en tercera persona y luego en primera le queda genial.
Empiezo empatizando mucho con el protagonista. Un señor que ya se empieza a ver mayor y se da cuenta de que ya no tiene las mismas facultades que antes. Me encanta lo coherente de su línea de pensamiento, los detalles de como prepara la tortilla y como al pensar que lo tiene todo controlado, cierra la puerta y “la lía parda”.
En este momento comparto la angustia del señor y quiero saber cómo narices va a salir de este embrollo. Confío que todo va a acabar a su favor, porque la verdad es que has hecho que el señor me caiga bien, estoy impaciente por saberlo.
Entonces el prota se me adelanta y es él mismo el que pide ya la solución, te saltas la línea de la ficción y haces que me sienta más cercana a la historia, pues yo también he participado en este reto.
No he visto nada que me saque del relato salvo en la frase de “He tú…” que ya ha comentado Sabas.
Otra cosa, y esto es totalmente personal, para mi gusto, sobra la explicación de lo del Deus ex machina.
Por lo demás un relato excelente, fácil de leer, ameno y con toda una sorpresa al final. Me ha encantado. Nos seguimos leyendo por estos lares.
¡Un abrazote!
Mónica Bezom
16/01/2025 a las 23:31
Hola, Ignacio.
¡Jaja! Mis respetos, me ha encantado tu historia contada desde una prosa contundente y original, me has arrancado más de una sonrisa… ¡Ay!, esas cosas pasan con maligna puntería. Impecable vuelta de tuerca le das al texto en beneficio de los lectores con la insolencia del personaje; un final para el aplauso.
Solo detecté, a mi ver, una pequeña plaga de “y” en la invocación final además de la coma que precede la “y”:
…”se ha peleado con la novia y está de vuelta, y yo cojo el almuerzo y todo lo demás. Y por favor, no me compliques más la vida, que es domingo y me voy a andar con los amigos”. Aunque también tienen su lógica las “y” dentro de una plegaria deseperada como la que nos ocupa.
Ha sido un placer leerte.
Rosa Marval
17/01/2025 a las 07:21
Hola, voy a sonar como barájela repetida pero a mi también el relato me sacó una sonrisa. La verdad es que soy de las personas sin experiencia en comentar cuentos por internet. Solo se me ocurre decirte que podrías separar los párrafos. Leer líneas tan pegadas de la pantalla del ordenador me marea (no se si soy la única) y me pierdo.
Patricia Redondo
17/01/2025 a las 08:31
¡Que bueno! Sin buscar proezas ni dramones (yo soy la reina del drama , no sé que me pasa que a cada relato le tengo que poner un desgarro que …) armas un relato sencillo , simpático, con el que empatizamos (desde luego me identifico con el personaje , empezando por esa tortilla a punto de quemarse por intentar hacer dos cosas a la vez y siguiendo por ese despiste que le complica la vida al protagonista (más de una vez me he dejado las llaves dentro de casa.) . El final, rompiendo la cuarta pared, genial. Me ha gustado mucho.
Gracias por pasarte por el mío y comentar.
Nos seguimos leyendo!
Amilcar
17/01/2025 a las 11:19
Oye Inazio, creo que tiene razón tu personaje. Hay que tener mala folla, para levantar al personaje a las seis de la mañana, hacerle preparar una tortilla que ahora a las once con un buen garnacha de Cariñena caería de p.m., y dejarlo en la p.calle. No me extraña que el personaje se revuelva contra el escritor. Muy ingenioso.
Gracias Ignacio por tu visita y comentario. Puedes bucear cuanto quieras en el blog, hay de todo. Pero no lo encontrarás. salu2
Maria Carmen
17/01/2025 a las 12:10
Hola Ignacio, me ha gustado tu relato, se lee muy bien es muy ameno. Y al final, es como decir, “a mal tiempo buena cara”.
Me ha gustado tu comentario, y quizás tengas razón, pero es una manera de incentivarme a mi misma para escribir. No es ver la pena de los otros, sino los retos conseguidos con sus limitaciones los éxitos logrados.
Nos leemos.
Saludos
Trinity
17/01/2025 a las 14:54
Hola Ignacio,
Tú relato me ha dejado muy buen sabor de boca, y hay cosas con las que me he sentido identificada.
Sé, lo que es madrugar sólo para salir a caminar, lo que es que se te pegue una tortilla por estar en varias cosas a la vez, y cerrar la puerta y dejarte las llaves dentro. Hasta ahí te han pasado cosas cotidianas que cualquiera puede haber vivido. Es la parte final la que me sorprende y le das un toque de realismo mágico al meter en escena al narrador, interactuando con el personaje, me ha parecido una opción muy buena para darle un toque original. Enhorabuena 👏🏻👏🏻
Otilia
17/01/2025 a las 17:00
Hola, Ignacio, gracias por tu relato. Siguiendo los consejos de Literautas para comentar he hecho una lectura rápida y me ha gustado la historia.
Aunque esta frase “La calle recibió un rayo de luz al levantar la persiana” que me parece bonita, me sacó de la lectura. Quizás si hubieras escrito “Las sábanas salieron volando en dirección a la butaca mientras encendía la lámpara” quedaría más claro. Es solo mi opinión.
Me identifico con el escritor porque a veces los personajes me llevan adonde quieren. Los que no escriben no pueden entenderlo.
Felicidades. Saludos.
David Llurba
17/01/2025 a las 18:13
Hola, Ignacio. Gracias por tu comentario, es un gusto volver a leerte un mes más.
Un relato fluido y bien narrado. Los fallos ya te los han comentado más arriba. Señalo una cosa, por eso:
“La calle recibió un rayo de luz al levantar la persiana.” ¿Esta frase es porque fuera todavía es de noche? No me ha parecido intuitivo y me ha sacado del texto.
El tema es ágil y ameno. Hace tiempo que me di cuenta que escribiendo sobre lo que sabes, sobre algo cotidiano, te sale un texto de la hostia. Las palabras salen solas. Básicamente es escribir lo que piensas, y te vienen cosas como el recurso de la cuarta pared. Es divertido. No está mal para cumplir con la premisa, pero el reto está en salir de la zona de confort. Te invito a ello para las próximas ediciones.
Un saludo.
Jesusa
18/01/2025 a las 11:59
Hola Ignacio, me ha parecido muy interesante el final al meter el reto. Meter al nadador me ha parecido muy sorprendente, no me lo esperaba.
Me imaginaba el central el relleno sin llaves sin carteras sin móvil y a ver como saldría yo de esa. Me ha parecido muy imaginativo y muy fácil de leer. Mantienes muy bien la emoción del relato esperando el final. Nos seguimos leyendo
Yvonne (María Kersimon)
18/01/2025 a las 17:23
Hola Ignacio,
Gracias por tu comentario a mi texto. He leído tu historia con interés y me ha resultado muy familiar por haber sido excursionista durante años y odiar madrugar para llegar a tiempo. El realismo está muy logrado, la preparación de la tortilla, un poema, el recuento de la ropa, todo me suena y también los despistes. Se lee muy bien y agrada, está bien escrito, no tropieza uno con ninguna falta de estilo ni de puntuación… Todo bien. Pero a mí personalmente me ha defraudado el final. Es ingenioso, sí, es verdad, y te lo han aplaudido, pero a mí me sabe a abandono del campo de batalla, a que no te pensaste lo suficiente que as podía tener en la manga y la solución que le veías no cuadraba, que el hijo se peleara con la nocia no respondía al reto, entonces te sacaste de la manga la rebelión del personaje. Así sí , se puede entender que tú te sacaste un as de la manga con este truco de prestidigitación, sí, pero a mí no me la has colado. jajaja. Saludos.
IGNACIO
18/01/2025 a las 19:59
Hola amigos. Muchas gracias por los comentarios, críticas y sugerencias.
A modo de explicación os cuento: empecé a escribir un relato muy dinámico y emocionante, sobre una persecución, en el que cuadraba a la perfección “el as en la manga”. Al llegar al final me di cuenta que era un plagio del relato de una compañera que también escribe en este reto y que por más señas es la que me introdujo en el grupo.
¿Qué hacer? Si publicaba el plagio no le iba a poder mirar a la cara. ¡Qué vergüenza! Había que empezar de nuevo.
Recordé un relato que había quedado a medias porque no sabía cómo terminarlo. Le hice unos retoques y le enchufé el final. Este relato estaba pensado para ser leído en voz alta, con lo que los problemas de puntuación y reiteración que habéis señalado quedaban disimulados. No es lo mismo que te lean en voz baja que leer en alto, con ritmo y entonación.
Estoy muy a gusto en este grupo leyendo a los compañeros y recibiendo vuestros comentarios. Un abrazo.
María Jesús
19/01/2025 a las 15:04
Hola Ignacio: Gracias por pasarte por mi relato y tus palabras al mismo.
Tu texto me ha resultado muy original, me ha gustado como empieza, con esa rutina doméstica un poco atropellada del protagonista, para luego encontrarme con ese giro inesperado que le ha dotado de originalidad. Realmente has despertado mi curiosidad y no me has defraudado al final. Espero seguir disfrutando de tus trabajos. un saludo.
Fernando Rodríguez
24/01/2025 a las 13:38
Argumento más que interesante de una cotidianidad que todos podemos tener. La sorpresa de echarle la culpa al autor es nueva, nunca la había visto, pero al final tienes razón, la culpa es del escribidor (y no por ser mal escritor), sino por lo malvado de poner a sus personajes en una situación tan jodida. El personaje demás hace con sobrevivir y estar ahí presente.
Me ha gustado leerlo y sonreír, gracias.
Verso suelto
30/01/2025 a las 16:41
Hola Ignacio. Me ha gustado mucho tu relato, sobre todo esa parte final, metaliteraria. También la elaboración de la tortilla, muy gráfica.
Te felicito.