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Un as en la manga - por CRISTINA OTADUI
La primera vez que Francisco y Clara se vieron estallaba una primavera temprana a través de los cristales de la habitación del anciano, llenando la estancia de alegres y brillantes verdes.
Meses atrás, la única familia que Don Francisco tenía, su nieta Marta, se había visto obligada a ingresarlo definitivamente en una residencia: a pesar de conservar una extraordinaria lucidez mental, su cada vez más precario estado físico le fue postrando en cama poco a poco hasta llegar a la casi dependencia de un tercero para llevar a cabo las cuestiones más nimias.
Contaba el abuelo Paco a Marta, que la presencia de la joven Clara terminó de iluminar aquella tarde de mediados de marzo.
Dijo que era menuda, delgada. Que tenía el cabello recogido y en sus ojos una melancolía dulce que invitaba a la calma y la confidencia.
A Marta le encantaba sentarse a escuchar al abuelo Paco que había sido marino cuando joven y ahora, lejos de aquellos años y con un sinfín de recuerdos almacenados, gustaba de contar historias.
Que lejos estaban ambos entonces de saber, que aquella habilidad, que aquel recurso corriente, habitual entre ellos, tan cotidiano, sirviera en el último momento para salir ganador cuando parecía que fuera a suceder lo contrario.
Al paso de los meses la relación entre Francisco y Clara fue estrechándose. A veces el anciano manifestaba cansancio y adivinaba en la mirada de la enfermera una determinación extraña. Aquella mujer menuda de maneras amables, le sorprendía de pronto; su fijación manifiesta por el fin de la vida, por los caminos ya recorridos o por el descanso eterno despertaban inquietud en el anciano.
Fue en el mes de septiembre, durante las vacaciones de Marta, cuando el abuelo Francisco terminó descubriendo que la dulce Clara tenía una tarea más allá de los cuidados. Había oído hablar de los ángeles de la muerte; sanitarios que desde su posición de poder deciden sobre la vida y la muerte de personas en estado de indefensión, vulnerables.
Aquella tarde de principios de otoño llovía. El agua golpeaba los cristales de la habitación del anciano. Clara había propuesto administrarle un sedante para conciliar el sueño y dormir tranquilo: un procedimiento tan inusual que alertó la mente siempre sagaz del paciente.
La tormenta cobraba intensidad cuando la enfermera entró de nuevo en la estancia.
Escuchando el ruido del agua recordó entonces el abuelo sus andanzas marineras y haciendo sentar a Clara frente a él, como aquella Sherezade del cuento comenzó a ovillar historias, mezclando realidad y fantasía habló de paisajes increíbles. Recordó otras tormentas y recreó espacios de bonanza en los que la gente descansaba y se quería. Inventó romances inacabados y despedidas en playas lejanas, encuentros que nunca terminaban, historias siempre inconclusas e interrumpidas por el cambio de turno que obligaba a Clara a olvidar sus intenciones y despedirse de Francisco hasta la tarde siguiente.
Durante siete días y siete noches Don Francisco mantuvo vivo el cuento impidiendo la administración de la droga, esperando que la vuelta de su nieta pusiera fin a las intenciones de Clara.
Y así, la tarde del regreso de Marta sintiéndose seguro y teniendo a esta muy cerca, pidió llamar a Clara y tras invitarla a tomar asiento, sonriendo concluyó el cuento narrado con la siguiente frase:
“La vida es un cúmulo de matices: lo que aparenta ser un final puede convertirse en una nueva oportunidad”
Comentarios (16):
IreneR
17/01/2025 a las 10:02
Buenas, Cristina.
Pedazo de as en la manga que se ha sacado Don Francisco para salvar la vida. Me ha gustado mucho el recurso que ha utilizado, al igual que el tuyo, de usar la treta de Las mil y una noches como inspiración y guiño.
Un relato muy bien hilado. También me ha gustado mucho que no hayas utilizado la expresión as en la manga dentro del relato. La historia habla por sí sola y el lector es capaz de darse cuenta de cuál es ese as sin que el autor lo diga expresamente.
Nos leemos.
Un saludo.
Irene
Chosi
17/01/2025 a las 17:26
Hola Cristina.
Menudo carisma e inteligencia del bueno de Francisco. Muy buen ritmo el relato que lleva muy bien al lector primero a las intenciones de la enfermera y al final a como la desmantela don Francisco. La jugada que me marca el abuelo tremenda.
En los aspectos formales me he fijado que usas un par de veces el punto y coma, algo que personalmente me cuesta manejar y creo que en tu relato está muy bien usado.
Jazmín
17/01/2025 a las 23:08
Qué bonito relato, Cristina. El detalle del pasado de marino, en el caso de Francisco, me identificó con mi propio abuelo. Siempre guardan tantas anécdotas tan bellas que contar. Felicidades por los matices que le brindaste a la historia.
Kelvin I. Márquez
18/01/2025 a las 03:00
Saludos Cristina
Don Francisco se le jugó fría y triunfó. Excelente.
Al igual que IreneR me gustó mucho ese guiño a las mil y una noches. Me gusta la intriga que va creciendo poco a poco hasta ese final que cierra con broche de oro.
Felicitaciones y nos leemos!
Mónica Bezom
18/01/2025 a las 15:53
Hola, Cristina.
Muy buen relato, me ha gustado la suavidad con la que la narrativa desliza la verdadera personalidad de Clara y la defensa que ejercita Francisco con gracia y naturalidad.
(Clara y Francisco, no sé si has escogido los nombres casualmente; resultan la contracara oscura de los santos de Asís).
Como ya te han expresado, el as en la manga se decanta solito y sin ayuda del texto, todo un acierto del escritor, así como el recurso de las Mil y una Noches.
Un placer leerte.
Patricia Redondo
18/01/2025 a las 17:17
Hola Cristina
Un bonito relato en que los personajes no son lo que parecen (Paco el “inválido” dependiente y Clara la dulce cuidadora…que al final no lo es tanto). Inicio sencillo con tensión que va creciendo segun se avanza y final feliz.
Quizá al hablar de Clara no habría hecho una referencia tan clara a los “angeles de la muerte” y sus intenciones sino que habría intentado mostrarlo de alguna manera algo más indirecta, pero la limitación de palabras hace que a veces tengamos que tirar por via directa (a mi relato le pasa)
Me ha encantado la referencia metaliteraria ( se dice así ? cuando en un texto utilizas como referente otro texto literario?) , bueno no sé , pero me ha encantado ese Francisco contador de historias que usa su habilidad para salvar la vida.
Gracias por pasarte por mi texto y comentar
Nos leemos!
Cristina Otadui
19/01/2025 a las 12:07
Hola,
gracias de corazón a los seis por las amables palabras.
Patricia: efectivamente: la expresión “ángeles de la muerte” se siente como un “cuchillo”, por expresarlo de alguna forma, cuando vuelvo a releer el texto: algo falla y esta claro: prometo darle una vuelta ya si, sin limitación de palabras.
No se si hacer referencia a otro texto literario se considera metaliteratura. El término en principio se usa cuando los textos literarios hablan de literatura…puede que se emplee también es casos como el que nos ocupa; sinceramente no lo se…habrá que investigar 😉
Mónica: ¡¡¡Buen apunte!!! no imaginé que alguien pudiera darse cuenta 🙂 Cuando elijo los nombres de mis personajes, incluso cuando abordo microrrelatos, intento darles un sentido: quiero que todo lo escrito sea, suceda, se piense por algo.
Cuentan que cuando San Francisco, Francisco, se sentía solo e incomprendido acudía a Santa Clara, Clara, en busca de sabiduría.
En el relato no sucede exactamente así porque nuestro abuelo Paco no reclama de la enfermera Clara la “sabiduría” que esta pretende pero si…los nombre están puestos con esa intención 🙂
Gracias de nuevo a todos, nos leemos en el próximo reto
Un saludo
María Jesús
19/01/2025 a las 14:03
Hola Cristina: Lo primero darte las gracias por pasarte por mi aportación al MUE de este mes, agradezco tus palabras y las sugerencias que me das.
Tu relato me ha encantado principalmente por su originalidad y la manera que utilizas para contarlo. valoro mucho las sencillez de la narrativa pues es cuando disfruto leyendo. La frase final me ha parecido muy, muy acertada. Felicidades por tan buen relato.
Un saludo.
Yvonne (María Kersimon)
19/01/2025 a las 17:32
Qué bonito cuento, Cristina. Me ha encantado este Sherezade masculino anciano de memoria infinita y recuerdos lejanos. Una preciosidad como está relatado.¡Vaya si tenía un as en la manga y de qué manera lo supo usar. Te felicito por esta buena idea. Nos leemos.
IGNACIO
19/01/2025 a las 22:55
Hola Cristina. Buen relato. Se ve venir que Clara representa un peligro para Francisco y mentalmente el lector resuelve la historia: El ángel de la muerte va a actuar si la nieta no lo salva en el último momento.
Y de pronto, sorpresa; el que parecía protagonista pasivo tiene “un as en la manga” y lo utiliza con maestría. De paso se rinde un homenaje a esa tradición literaria que viene de “las mil y una noches” y que nos conecta con nuestra infancia. Un diez. Saludos.
Otilia
20/01/2025 a las 10:42
Hola, Cristina, gracias por leer y comentar.
Siguiendo los consejos de Literautas he hecho una lectura rápida de tu historia y me ha gustado, sobre todo, el as en la manga de Francisco. ¡Felicidades!
De todas formas, me queda la duda si la enfermera entenderá la moraleja y si yo fuera Marta sacaría a mi abuelo de la residencia.
Nos leemos. Saludos.
Pilar (Marazul)
22/01/2025 a las 19:34
Leer tu relato es como deslizarse suavemente entre letras. Contado con suavidad, igual que la “mosquito muerta” de la enfermera. Pero todo esconde una macabra intención que, afortunadamente, es descubierta por la intuición del anciano. Su “as en la manga” es tener un plan y saber esperar. El plan, por cierto, muy ingenioso y literario.
Me ha encantado el significado, pero más aún cómo lo cuentas.
¡Enhorabuena!
Vespasiano
22/01/2025 a las 23:07
Buenas noches, Cristina:
No sé si eres nueva en esta página, pero intuyo que no has leído las normas del taller.
He visto por, curiosidad, que no has comentado ninguno los tres relatos de los compañeros que te siguen en la lista publicada.
Gracias.
Cristina Otadui
23/01/2025 a las 15:56
Querido Vespasiano:
Según mi humilde parecer se trata de aportar y no de circunscribirse exactamente a los tres siguientes o anteriores. Entiendo que el número y la posición de los textos a comentar que se indica, es tan solo una guía para poder empezar con el fin de que la mayoría de nosotros reciba algún tipo feedback.
En este mi segundo reto atendido, he aportado comentarios en los relatos número 4, 5, 6, 7, 8, 10, 11, 28, 55, 53, 51, 13, 14 y 46, además de contestar y agradecer los comentarios de quien ha tenido la amabilidad de pasarse por mi cuento de este mes.
Pienso que mi contribución al desarrollo del reto es mas que aceptable, no obstante y para tu tranquilidad dado que mi puesto es el 56 no tengo inconveniente en pasarme de nuevo por los relatos 1,2 y 3 y expresar mi parecer.
Un saludo cordial
R. Ezequiel
23/01/2025 a las 16:20
Cristina, gran relato.
Me encanto el manejo de los tiempos y la conclusion.
Nos leemos.
Un abrazo
JOSÉ MARÍA
23/01/2025 a las 18:38
hola Cristina, mucho gusto leerte, tú historia es muy diferente a los relatos que he tenido hasta ahora el gusto de leer, no sé, quizás yo sea un poquito raro, pero, en algunos párrafos aportas demasiada información al lector, para que este intuya las intenciones de la cuidadora, por otro lado, no quiero entrar en tecnicismos porque no soy el más indicado.
No sé cómo ira lo de la posición de los relatos supongo que sera según lleguen y se acepten, y sobre las reglas de los comentarios están ahi supongo por algo, pero tampoco hay que llevarlas a rajatabla si se comentan muchos más de los tres posteriores. un saludo y ha sido un placer leerte. José Maria.