Literautas - Tu escuela de escritura

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Un as en la manga - por Patricia Redondo

Web: https://macedoniadeletras.wordpress.com/

Que su madre se presentara a la boda vestida de negro y con un cirio blanco de velatorio no presagiaba nada bueno. Ella procuró apartar la mirada y concentrarla en su nueva vida. Tenía veinte años y la ilusión a flor de piel. El era un buen mozo y le ofrecía horizontes que si alguna vez había soñado jamás se hubiera atrevido a reclamar.
A madre sin embargo no le gustaba. Le parecía demasiado flaco y escurridizo. De manos excesivamente suaves y blandas, como si no hubiera trabajado en su vida. “Pero sí que trabaja”, replicó ella, “Tiene un trabajo muy bueno en Madrid”. Decir Madrid era como decir otro planeta. ¿No había en su tierra algún muchacho que la pudiera satisfacer? No en la aldea desde luego que no tenía más de cincuenta habitantes, pero ¿Y en todo el concejo? ¿Acaso no había un buen hombre de campo con quien pudiera casarse? Pero ella estaba harta del campo, y del lodo, y de las zuecas, y de la lluvia eterna. Hastiada del viento frío de Los Ancares y de las noches oscuras cuajadas de aullidos de lobo.
Así le entregó al forastero todo lo que tenía, que no era sino ella misma. Su cuerpo robusto, su capacidad inagotable para trabajar y sortear las dificultades que se fueran presentando. También su buen humor, su sonrisa franca y la esperanza desbordando por los ojos.
Sin red, sin as en la manga si las cosas se torcían, dejó cuanto había conocido y abrazó sin reservas lo inexplorado.
Los primeros años fueron duros. El tenía “un trabajo muy bueno” pero no era suficiente. Era una estupenda costurera y hubiera podido encontrar puesto en alguno de los muchos talleres que había en la ciudad pero su marido no podía consentir que la gente pensara que no se bastaba para mantener a su esposa. De modo que trabajaba a hurtadillas, cosiendo de noche, haciendo labores por apenas nada. Y entre puntada y puntada vinieron los hijos.
El primero fue un chico y nació muerto. A la tristeza de ella se sumó la decepción de él. La segunda, un bebé hermoso y risueño, no colmó los deseos del padre y con la tercera las esperanzas de él de criar un hijo varón se frustraron definitivamente y se desentendió de todo.
Seis años después del nacimiento de la segunda niña estalló la guerra. Por entonces ya él apenas paraba por el hogar, no más para dejar algo de dinero y recordarles que, a pesar de la ausencia, seguía siendo “el hombre de la casa”.
Nada más declararse la contienda empacó sus cosas y aprovechando la influencia de algún conocido se largó del país abandonando a su suerte a su esposa y sus dos hijas. Ella mordió la amargura del desengaño pero no desesperó. No había red, ni apoyo ni as en la manga pero le sobraba valor, coraje y amor.
En la ciudad no se podía estar. Entre fortines y trincheras, a la dureza de los combates se sumaban el frío y el hambre provocados por el desabastecimiento de alimentos y combustible. Lo obuses caían cerca de la casa y los soldados perseguían a las mujeres.
A la aldea no podía volver, demasiado lejos, imposible siquiera pensarlo.
Su cuñada, con la que nunca simpatizó por que mostraba un desdén constante por sus orígenes humildes, vivía en un pueblo cerca donde tenía buena casa y buenas tierras. La guerra era dura en todas partes, pero en el campo siempre se podían criar unas gallinas, o plantar en los huertos.
No lo dudó, tomó a sus hijas de la mano y sin apenas equipaje se plantó en la puerta de quien durante años le había mostrado su desprecio.
Sin tiempo para melindres ni orgullo. Ni para la caridad o la limosna. Mucho más capacitada que la débil mujer a la que alimentaba y protegía, se ganaba cada pedazo de pan y el techo que las amparaba cada noche. Tan diferentes eran que parecía impensable la unión o el cariño entre ellas.
Pero las dos eran madres, y mujeres abandonadas. Entre los muros de la casa solariega trazaron planes. Para mejorar el huerto, para defenderse de los salteadores, para proteger a sus niñas. Se hicieron confidencias y se fraguó una amistad que no se rompió nunca.
La guerra acabó, algunos hombres volvieron. Entre ellos el marido de su cuñada. No podía seguir allí. Había que enjugar las lágrimas, regresar a Madrid y empezar de cero.

Comentarios (21):

Aurora

16/01/2025 a las 18:01

Buen relato.

IreneR

16/01/2025 a las 18:24

Buenas, Patricia.

Me ha gustado mucho tu relato. Duro pero muy real. En unas pocas palabras has conseguido plasmar la fuerza de una mujer, una madre, de una manera impecable.

Por poner un pero, utilizas dos veces la expresión as bajo la manga. Está claro que es el reto, pero no es una expresión que se use con frecuencia, y me ha chocado leerla. Una vez habría estado bien, pero más puede resultar extraño.

Y creo que el título no encaja con la historia. Las palabras se usan en el texto, pero no hay “ningún as en la manga “ para que se merezca ese título. Aunque claro, esto es mi opinión totalmente subjetiva.

Nos leemos.

Un saludo.

Irene

Patricia Redondo

16/01/2025 a las 18:33

Ay amiga Irene! Me costó sudar para armar un relato e intentar que tuviera cierta cohesión con el título… El dichoso as en la manga me amargó parte del mes de diciembre ¿Sobre qué escribo? ¿Sobre un jugador de mus, de poker, un prestidigitador? Ninguna de estos personajes me gustaba y al final decidí escribir precisamente sobre alguien que lo arriesgó todo sin tener as en la manga. Jugó y perdió (en parte).

Muchas gracias por pasarte a leerme y comentarme.

Nos leemos!

Osvaldo Mario Vela Sáenz

16/01/2025 a las 19:12

Un relato muy completo que aparentemente no llega ningún lado, pero sin embargo está llena de esfuerzo y valores que llenan de cualidades al personaje. Casi veo retratado en ese redactar tan fluido y tan extenso mis orígenes en las letras. Por un amor por contar historias sin mucho futuro pues siendo ingeniero mi docencia no incluida la escritura como base al triunfo, sin embargo, salí a buscar un taller en casa y uno más en tierras lejanas: literautas. ambos se disiparon, pero después de años de ausencia, hoy, uno está de regreso-
Este nuevo comienzo no me volvió a cero como a tu personaje, pues dejó mucho plantío por cosechar. Y al igual que ella, yo estoy listo para lo que venga.
Gracias por la intensidad de tus palabras, tan atinadas al esfuerzo.

IGNACIO

16/01/2025 a las 23:26

Hola Patricia. Tienes el armazón para escribir una novela. Por ahí se empieza, por tener una sinopsis.
La referencia a Los Ancares me ha llegado al alma. Me he imaginado a la protagonista en una palloza. El arco temporal es excesivo para un relato. Pasan demasiadas cosas en tan poco espacio. Queda claro que la madre es una “madre coraje”. Seguro que es lo que pretendías. Nos leemos.
P.D. Leí tu mensaje en el blog del 27/12. Un abrazo. La vida sigue y podemos escribir sobre lo que tenemos y sobre lo que nos falta.

Amilcar

16/01/2025 a las 23:58

A eso se llama, hacer de tripas corazón. Nunca he juzgado ningún relato, salvo si algo me ha llamado la atención. Por lo que cuentas, hemos tenido la misma dificultad. En el blog, tengo dos relatos más y alguno que deseché. En todo caso, a por el siguiente. salu2

Mónica Bezom

17/01/2025 a las 03:00

Hola, Patricia.

Nos entregas un relato de una narrativa sobria y contundente, de corte testimonial, en el que la fortaleza y resiliencia de la protagonista frente a las crueles adversidades de la vida se desnuda de forma acertada, esquivando las emociones básicas para hacer pie en el surco de una amistad impensada. Me ha gustado mucho.

Como detalle, observo varias comas descomedidas delante de las “y”, hacia el final del segundo párrafo.

Un placer leerte.
Gracias por pasarte por mi relato.

IreneR

17/01/2025 a las 08:47

Buenas, Patricia.

Este reto, con el título ya dado, también me ha resultado muy complicado de hilar. Me alegro de no haber sido la única con esa dificultad jeeje

Gracias por pasarte por mi relato.

Nos leemos.

Un saludo.

Irene

Cristina Otadui

17/01/2025 a las 09:18

¡Que buen relato!
Estoy totalmente de acuerdo con IGNACIO: esto, si no el principio, es parte de una novela: debieras profundizar en la idea, en la historia y que vaya tomando forma.
Dado que, según lo entiendo yo, el reto de este mes no exigía incorporar la frase de referencia en el texto, yo, eliminaría la segunda; la primera esta perfectamente encajada.
Me ha sorprendido ese ¿inicio de una segunda parte? cuando estalla la guerra; hasta ese momento la acción, aún situándose geográficamente, resulta intemporal y no molesta: creo que tu “madre coraje” podría haber vivido la misma historia sin guerra -que me acaba dando pistas de situación histórica – por medio. Utilizaría este contexto si el relato se convirtiera en novela…es solo un parecer.
Por comentar alguna cosa mas yo hubiera puntuado algunas cosas de forma distinta pero entiendo que cada escritor maneja sus códigos: puede ser muy personal.
En fin, que me ha encantado: lees sin darte cuenta, la historia fluye, invita a seguir leyendo.
Me encantará seguir encontrando tus relatos.
¡Nos leemos!
Saludos.

Yvonne (María Kersimon)

17/01/2025 a las 16:54

Hola Patricia,
Una historia costumbrista de la preguerra, muy bien escrita y desarrollada, con un final realista y conmovedor. La historia despierta emociones, suscita la empatía y, siendo mujer, no puedo por menos que identificarme con las mujeres de este cuento, resilientes, fuertes y dispuestas a todo por los hijos. Son valores que en sí constituyen un as en la manga (la resiliencia y la entrega, la determinación) y tu protagonista tiene para dar y regalar de todas estas cualidades. Me emocionó porque me veo a mí en otras etapas de la vida… y a cualquier mujer que se haya enfrentado a pruebas severas y haya sacado pecho para vencer. Sí, este es el as en la manga.
P. S. Yo también me las ví; tuve que buscar y rebuscar para encontrar algo que respondiera al título. Nos leemos.¡Saludos!

Don Kendall M

17/01/2025 a las 20:15

Hola, Patricia. Magnífico relato que agarra al lector. Una voz narrativa discreta en su presencia y amplia en su potencia. A pesar de tu explicación en la dificultad por acomodar el título y el dicho popular que abarca, EMDO pienso que está muy presente en toda la narración y que no es otro que El «juego» de la guerra, cuando empieza siempre se sabe quién va a perder, aunque en su esperanza confíe en un “as en la manga”. Sí ese inútil as en la manga con el que los vencidos mantienen sus esperanzas, sea en los Ancares de 1936 o Gaza de 2024.
No obstante, con tu permiso, tal vez te merezca la pena dar un toque a la trama (considerada según definición de la RAE, sin más adornos : «La disposición interna, contextura, ligazón entre las partes de un asunto u otra cosa y, en especial, el enredo de una obra dramática o novelesca».)
En ese sentido para lograr ese efecto lo tienes muy claro en tu respuesta a Irene : «Jugó y perdió». Esa es la almendra del relato, su clave de bóveda y merece la pena que la introduzcas en un momento de la trama. El lugar donde colocaarlo es una cuestión a valorar. Tal vez el cuarto párrafo se pueda integrar con el tercero (suprimiendo la referencia al as…):… dejó cuanto había conocido y abrazó sin reservas lo inexplorado». Y colocar el machetazo al final del relato, podando incluso el párrafo final: Jugó y perdió.Desde luego que es tu trabajo, y a mí se me ocurre la colocación de este par de verbos demoledores al final, pero puede ir en otro lugar antes.
Todo esto se me ocurre porque he visto algún comentario a propósito de etiquetar al personaje como «madre coraje» en un error que ya se hizo popular. Este etiquetado surje a partir de la obra de Bertolt Brecht, MADRE CORAJE Y SUS HIJOS, y ya el autor señala que el personaje de la madre es un símbolo de la alianza entre la guerra y el comercio en donde la codicia lleva a pérdidas irreparables. La audiencia debe reaccionar indignada ante la inutilidad de la guerra y no compadecerse emocionalmente de Madre Coraje..
Piénsese que el personaje está basado en una novela picaresca de Grimmelshausen, del siglo XVII: La pícara Coraje. El drama se sitúa durante la Guerra de los treinta años donde Anna Fierling (Madre Coraje) es una astuta vendedora ambulante que para sobrevivir sortea hábilmente las diferencias entre católicos y protestantes siguiendo con su carromato al ejército sueco, sacando partido de la guerra y del dolor humano.
En resumen, en tu relato NO HAY un personaje pícaro que se intenta aprovechar de la situación. Más bien, fue una de las desdichadas personas que formaron parte de cada una de las dos Españas que decía Antonio Machado y que además de vencida fue víctima de aquel juego trágico que iniciaron una cuadrilla de militares hace ya 88 años.
Repito que me ha gustado mucho, y dada la longitud del comentario no voy a entrar en alguna nota formal como la duda en un por que , que más bien me parece un porque.
Un abrazo, y gracias por este aporte al taller.

.

Moldy Blaston

17/01/2025 a las 20:43

Hola Patricia, un placer leerte.
Creo que el relato tiene una sonoridad y un ritmo que fluyen bien. Los diálogos son naturales y reflejan bien las emociones de los personajes. El lenguaje es muy evocador y logras transmitir las emociones y dificultades de los personajes de manera efectiva.
La historia es conmovedora y muestra la resiliencia y fortaleza de la protagonista frente a las adversidades. El argumento está muy bien desarrollado y me ha mantenido interesado en la evolución de la trama. Los personajes tienen motivaciones claras. La relación entre la protagonista y su cuñada añade una dimensión interesante a la historia, mostrando cómo las adversidades pueden unir a personas muy diferentes. El final es adecuado y cierra la historia de manera coherente.
Me ha gustado mucho la forma en que has desarrollado la historia y los personajes. La protagonista es especialmente fuerte y resiliente, lo que la convierte en un personaje admirable y fácil de empatizar. La relación con su cuñada es un aspecto interesante que añade profundidad a la trama. Te felicito y cómo ha señalado algún compañero/a aquí hay madera para algo más largo.

Si quieres puedes pasarte por mi relato. Estoy en el nº 10.
¡Nos leemos!

Diana T

17/01/2025 a las 23:14

Hola Patricia, ahora me toca a mi comentar tu relato.
Primero que nada, me pareció muy interesante cómo desde el inicio nos hacías sospechar que algo iba a ocurrir entre la pareja que los alejaría, y me gustó mucho cómo estos problemas la llevaron a unirse con su cuñada, con quien no tenía una relación ideal. Me hubiera gustado haber tenido un pequeño vistazo de esta relación al inicio, para acentuar ese cambio, y creo que la boda se hubiera podido utilizar para ello, con una mirada o una postura o un comentario, o algo así, para tener algo para compararlo.
El final me gustó mucho, porque no es ni un final feliz, ni uno triste. Es un final de resiliencia, donde sabe que ese “refugio” con su cuñada ya no estará ahí, pero aun así sigue adelante, porque sabe de lo que es capaz.
Un pequeño detallito nomás, cuando usas el “El” (para referirse a su marido), lo pones sin acento, pero al ser un pronombre, se escribe como “Él”, por ejemplo en “El era un buen mozo”, sería “Él era un buen mozo”.
Pero por mi parte eso es todo, gran historia 😊.

Vespasiano

19/01/2025 a las 01:47

Buenas noches, Patricia:
Me toca comentar tu relato y lo hago gustosamente, como creo recordar haberlo hecho en otras ocasiones en la anterior etapa de esta página.
Normalmente suelo copiar los textos que voy a comentar para repasar, señalar y corregir aquellos puntos que, con la mejor intención de ayudar, pudieran ser aprovechables.
Pero después de haber leído tu relato y rebuscando en ella sin encontrar nada que desmereciera la calidad de lo escrito pensé: «Para que voy a buscarle “tres pies al gato”, si la historia es excelente.
Ya soy algo mayor y he conocido muchas historias de personas que han sufido los horrores de la guerra civil, algunas muy cercanas.
Tiempos de como dice una gran amiga y poeta “Tiempos de potaje con poco aceite”. Pero de una dedicación, amor y sacrificio de madres y de abuelas abnegadas.
Has reflejado divinamente el mal caracter de la madre, el egoismo de su marido y el de su cuñado, el desprecio de su cuñada,y el valor de la protagonista. Enhorabuena.
Seguiremos leyéndonos en futuros retos.

Patricia Redondo

19/01/2025 a las 19:40

Buenas compañer@s de escritura. Muchas gracias por leerme y por los comentarios. En especial , aunque sin quitar valor a ninguno , a aquellos que han hecho sugerencias o correcciones. A los que han alabado también, muchisimas gracias. Todo me anima a seguir escribiendo.

Ahora explico (no quería hacerlo de entrada y condicionar al lector). El relato, como algunos han sugerido, es o podría ser parte de algo más grande. Efectivamente, el personaje principal no es ficticio, está basado en la vida de mi abuela. Una de las mujeres con más voluntad y más valiente que he conocido en mi vida (la otra es mi madre). Hace tiempo que vengo con ganas de escribir algo sobre ambas (la vida de las dos da desde luego para sendas novelas , que no me veo yo con capacidad…aunque me gustaría intentarlo). Aunque el compromiso del título, de entrada me complicó la creatividad, de repente se me encendió la chispa ¿Por que no escribes algo sobre tu abuela, mujer que jamás tuvo un as en la manga? Y aquí está , este garabato , este intento torpe que apenas se aproxima a lo que ella fue y se merece.
El arco de tiempo que abarca, como ha comentado alguien por ahí, es demasiado grande para las 750 palabras de que disponemos. Efectivamente, pero si ya solo las circunstancias en las que conoció y se casó con mi abuelo dan para varias páginas ¿Como podía hacer para acercar en 750 la idea que yo quería transmitir de mi abuela como la mujer resilIente y valerosa que fue? En fin, me salió esto , que desde luego es muy mejorable.

Muchas gracias a todos. DON KENDALL busqué tu relato pero no lo encontré ¿Qué pasó?

Nos seguimos leyendo y muchas muchas gracias de verdad por seguir manteniendo en jaque este blog que a mi me da la vida

Don Kendall

19/01/2025 a las 20:13

Respuesta a Patricia Redondo: En esta ocasión, ni siquiera busqué el as en la manga. Con una doble pareja de ases y de ochos, ya sabes que lo mejor es abandonar la partida.
Un descanso y a ver qué pasa.
Y si me permites, la hermosura y potencia de tu texto es que la voz narrativa no dejó entrar a la “autora” y a los sopicaldos edulcorados de resiliencias, enterezas, y demás zarandajas del ajo y agua.
El personaje que enseña la voz narrativa en tu texto, ampliado con el comentario a Irene R no es un personaje que enseña “ajo derse” y “agua ntarse”. Es esa otra cosa que muestras sin necesidad de describir, por eso engancha al lector, muchos supieron que aquel juego estaba perdido a pesar del “as en la manga’. Y de una forma admirable sustituyeron aquel as endeble con el valor inmenso de la DIGNIDAD.
En fin, vaya mi homenaje a esa(s) paisana(s) de todos los Ancares representados en tu trabajo.
Un abrazo y salud

Carmenigne

19/01/2025 a las 20:51

Hola Patricia! Disfruté tanto la lectura de tu relato. Me transportó a otros tiempos, otros lugares, pero que a su vez permite extrapolarlo a estos tiempos. Nos vas metiendo en la intimidad de la protagonista describiéndola de una forma tan certera, tan humana. El personaje va creciendo y haciéndose fuerte a medida que avanzamos en la lectura. La historia sensibiliza. Es una historia que no resulta ajena, que ofrece la posibilidad de empatizar desde tantos lugares, contada de una forma entrañable. No sobran ni faltan las palabras. La forma de contar la historia y la protagonista se hacen una. Destila coherencia y autenticidad.

Carmenigne

19/01/2025 a las 20:54

No había leido el comentario de tu aclaración hasta que publiqué ell mio. Ahora que leo que se basa en la vida de tu abuela, confirmo cada una de mis impresiones.

Kelvin I. Márquez

22/01/2025 a las 04:53

Saludos Patricia

Lo único que encontré un poco fuera de sintonía con la narración fue la frase de as en la manga, al menos la primera vez que la usas. Me parece que sobresale mucho e interrumpe la lectura.
Fuera de eso genial todo lo demas.
Saber que es una historia basada en la realidad ha de por si es bastante interesante pero más sabiendo que es de un familiar cercano, en este caso tu abuela. Eso si, no será tarea sencilla pero te animo a que la culmines.
Mis felicitaciones.
¡Nos leemos!

Pilar (Marazul)

24/01/2025 a las 19:53

Hola Patricia:
He leído tu relato con mucho interés porque no se puede dejar a medias. Nos describes a una mujer de verdad, de carne y hueso, real y con agallas. Muchas mujeres como esa han existido en épocas de guerra y también en épocas de paz.
Comienzas con los anhelos de una joven que quiere salir de su crudo entorno rural. Entorno que, por otro lado, configuró su carácter fuerte y que más adelante le sirvió para valerse por si sola. Ese es su particular “as en la manga”. Y como es mujer no le importa tragarse el orgullo y acudir a su cuñada para salir adelante con sus hijas. Tampoco pierde el tiempo cuando se termina la guerra. Sin lamentos se busca la vida en otra parte. ¡Bravo!
Un homenaje a todas esas madres corajes en una narración perfecta (ese “por que” separado está claro que es una errata)
Me encantó leerte, Patricia

Amadeo

25/01/2025 a las 12:16

Patricia.
Como lector, me pareció un cuento totalmente explicado. No aparecen los sentimientos/emociones de los personajes. No hablan.
El hecho de que “ella” y otros personajes secundarios no tuvieran un nombre, no me invita a seguir leyendo. Además “ella” es demasiada “perfecta”.
Tampoco descubrí quien o cual es el as en la manga.
Leyendo los comentarios, supe la historia de tu abuela, pero al lector no le interesaría saberlo, sí descubrirlo, en base a las pistas dadas en l texto.
Espero haber colaborado con mi punto de vista. Nos leemos.
Cordiales saludos.
Amadeo (35)

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