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Un as en la manga - por José TormaR.
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Escucha sus palabras que resuenan en el salón en una especie de eco sin sonido. Las campanadas del reloj inician su conteo hacia las diez de la noche. Cada una taladra su corazón y abren su memoria. Sabe que se está acabando el tiempo. Cierra los ojos…
Quince años antes.
El hombre de la audición levantó la vista de las fotos para ver a la muchacha que estaba parada frente a él. No tenía nada particularmente interesante, bella como muchas, pero sin esa chispa que estaba buscando para el personaje. Revisó la información. Margarita Jiménez Castillo, dieciocho años. Sin experiencia fuera de un par de comerciales de perfumería barata.
—Su perfil es interesante, mas no sé si es lo que buscamos en este momento. Estaría dispuesta a teñir su cabello —. La chica se sonrojó sin darle una respuesta.
Sin entender bien porque, puso su información en la pila de los “maybe”. Ya no estaba en sus manos. El director quería una cara fresca, pues eso implicaba novatez. Cerró las puertas de su oficina y salió a la calle. Afuera se encontró a varias de las candidatas, fumando y cotilleando.
La suave brisa fracasaba en mover sus cabellos, fuertemente protegidos por “Aqua net”.
Recargada sobre su auto y leyendo una revista de modas, estaba la muchacha morena que recién había despachado. Sin percatarse de su aproximación, leía ensimismada.
—Disculpe, voy con prisa —. Le dijo tratando de no espantarla.
—Perdone, soy una tonta. ¿Es su auto? —Replicó con risa nerviosa —. ¿Me dijo su nombre?
—No lo hice, me llamo Joaquín. Ahora si me permite, tengo otras citas al otro lado de la ciudad.
Margarita observó el auto alejarse. Había sido una tonta al pretender abordarlo de esa manera. Su estómago le recordó que tenía hambre. Revisó su cartera y con tristeza se dio cuenta de que solo alcanza para una fonda. Estaba segura de conseguir aventón con el tipo de los lentes. Fue tonta al no contestar su pregunta, mas no estaba segura de querer teñir su cabello.
Guardando la revista en su bolsillo trasero, se ajustó la chamarra y emprendió el camino de regreso al hogar. Su padre le había advertido del campamento de gitanos que se había asentado en el lote baldío dos cuadras antes de llegar a su casa.
—Es gente de cuidado, Mague. Es mejor te vengas temprano —. Había dicho su padre.
El campamento gitano estaba lleno de luces y música. Hombres altos, fuertes y morenos danzaban y bebían, invitando a los turistas a juegos de azar o a probar alguna bebida misteriosa que los haría ser como toros en la cama.
Le encantaban los colores y lo florido de sus vestimentas. Se respiraba una camaradería intensa. “¿Sería verdad la mala fama que su padre les atribuía?”
Una tienda con un enorme moño rojo captó su atención. “Madame Señora”. Se leía un raído cartel a un lado de la puerta. Sin darse cuenta, sus pasos se encaminaron hacia allá.
—Pasa muchacha, te leo tu futuro —. Se escuchó una voz indescriptible, áspera y vivaz al mismo tiempo. —Te esperaba, sabía que vendrías hoy. Tengo algo que contarte. Es importante.
—Siéntate, no temas. No soy un peligro para ti, soy mas bien una especie de ángel guardián, Sabia que hoy te vería, necesitabas venir hoy. Escucha —dijo mientras tomaba su mano. —Tres líneas, como lo preví. Tendrás lo que deseas, fama, dinero, lujos; no amor. Tres aristas en tu destino. Una la has conocido ya. Vendrán dos más y tendrás que decidir.
—¿Qué debo hacer? —preguntó sin ningún temor.
—Tu vida cambiará, acepta el cambio de color de cabello. Busca un nuevo apelativo, pero debes mantener el de Margarita…
—Odio ese nombre.
—Lo sé.
Margarita Izcasalla, nació ese día. Su larga melena azabache dio paso a una rubia cabellera. El hombre de la audición la llamó al día siguiente. Nueve meses después de iniciado el romance, él despareció, no llego a conocer a su hija. En la agencia de adopción le aseguraron que nadie sabría que ella era la madre. Lloró un par de minutos y los olvidó. Su carrera en ascenso turbó su visión, nunca volvió a ser la pequeña morena del barrio.
Sentada detrás de la barra, observa a los tres hombres. Siente un escalofrío al reconocer a su acosador.
—Un momento…
El reloj marca las diez y Margarita por fin entiende el juego, sabe que tiene un as en la manga. Es su última oportunidad.
Comentarios (8):
IreneR
16/01/2025 a las 16:45
Buenas, José.
Me ha parecido un relato sencillo de leer, sin palabras que dificulten su entendimiento ni frases rebuscadas. La idea inicial me ha gustado, pero me he perdido mucho en el final y no he terminado de entender la historia. Lo he leído entero un par de veces, pero…. Igual estoy un poco espesa.
Lo único que tengo que añadir como mejora es que los diálogos no están bien puntuados.
Nos leemos.
Un saludo
Irene
Lupa Sívori
17/01/2025 a las 18:34
¡Hola, amigo! Nuevamente me toca revisar un texto tuyo. El detalle del cambio de nombre y cabello como catalizadores de su transformación subraya el poder simbólico de reinventarse, un detalle que disfruté bastante. También plantea preguntas sobre qué se pierde en el proceso. No suelo amar los finales abiertos,con Margarita reconociendo a su acosador y preparando su “última oportunidad, aunque acá lo banqué.
Cierra el relato con una atmósfera de peligro inminente y una sensación de destino ineludible. Da un poquito de miedo, ja. Siempre un gusto leerte.
Por cierto, empecé a subir algunos de mis relatos a Spotify, por si querés darte una vueltita.
https://open.spotify.com/show/1kf01qxrscrZ9EstRmsHhl?si=70dc717ec83b4d3e
¡Abrazo!
Yvonne (María Kersimon)
18/01/2025 a las 17:42
Hola Jose,
He leido tu cuento con mucho interés y lo encontré bien novelado, con una escritura impecable. Tiene gancho… pero no cierra (jajaja, el gancho no tiene donde anclarse). No me llegan ni la frase del principio ni la del final. Para mí no cierra y, en canto al as en la manga, sólo lo mencionas, no lo muestras, no llegamos a saber en qué consiste. El cuerpo del relato, sin embargo, está bien desarrollado. Pero no saliste con la idea de cómo lo ibas a cerrar. Terminas dando entender al lector que la protagonista sí sabe y que tiene un as en la manga pero dajas al lector a ciegas. Valdría si fuese un episodio de una historia mayor y hubieses dejado este final como gancho para alentar a la lectura del siguiente capítulo. Pero un cuento tiene que cerrar pues es una unidad en sí misma.
He disfruta de tu prosa, está bien escrito. Saludos.
Tavi
18/01/2025 a las 21:33
Hola José.
Tu relato lo encontré confuso. No me tenías acostumbrado a ello. Tuve que releerlo. Pienso que el poco tiempo disponible para revisarlo a fondo, es la causa.
Creo que hay que dejar bien definido el personaje que habla.
Esta frase: “Estaría dispuesta a teñir su cabello”, es una pregunta. Faltan los signos de interrogación.
Acá “Sin entender bien porque…”, es simplemente: por qué.
“se dio cuenta de que solo alcanza” el verbo “alcanza” está en presente y el relato en pasado
Aquí: “él despareció, no llego” El primer verbo está mal escrito y en el segundo falta el acento.
Bueno ahí te dejo algunas cosa a mejorar, el tema es interesante. Yo lo reecribiría.
Kelvin I. Márquez
20/01/2025 a las 02:10
Saludos José
Concuerdo con Yvonne en lo que respecta al final. Queda abierto aunque eso me da a entender que tendrá continuación. Estaré pendiente para leerla pues la historia me parece interesante. Tavi te menciona algunas cositas que se te pasaron y a eso solo añado un acento que falta en la palabra sabía. Es algo minimo en verdad. Me gustó tu relato y como dije, espero la continuación.
Felicitaciones y nos leemos!
Psicolochimpun
20/01/2025 a las 08:22
¡Muy buenos días, José! Tengo poco que añadir respecto a los compañeros. Me pasa un poco lo mismo, no termino de comprender ese aspecto bajo la manga que tiene la prota. Me gusta el comienzo, consigo montarme fácil en la historia y deseo ver dónde llega pero hay un punto donde la acción empieza a antojárseme confusa y creo que ocurren cosas que no se explicitan y de las que no llego a dar cuenta. Además, está el tema de la puntuación en los diálogos y algún fallo ortográfico, pero vaya que a mí también se me ha colado alguno en mi relato, poco más que añadir que las prisas no son buenas jajaja.
Con todo lo anterior, es un relato que me parece que, de haber dispuesto de más palabras para explayarte, habría tenido mucho jugo. ¡Gracias por compartirlo!
Osvaldo Mario Vela Sáenz
22/01/2025 a las 19:54
Buenos días compadre José. Un fuerte abrazo desde Nuevo Laredo. Ya habia escrito uncomentario anterior pero debido al mal tiempo y al hecho de un corte3 de luz mi inspiración se vio cortada e incompleta. Aquí mando otra versión pues no pude recuperar la anterior Gracias
tu relato es un trabajo que abarca 15 años, con una narrativa impecable que bien podía convertirse en veinte, sin complicar su lectura. pero como te dice Yvonne engancha, pero no cierra.
luego viene la intromisión de un campo gitano que le atrae y al lector también, pues una madame señora, adivina con puntería gitana lo que le habían pedido en la entrevista. el teñirse el pelo.
El augurio de aquel ángel guardián es fama, dinero y lujos, pero no amor.
luego vienen los quince años y que, aunque no hubo amor si hubo un hijo. compadre con este contar tan perfecto tanto yo como los lectores que llegen estaran listos para el desenlace.
En ese último pasaje solo hay una cosa que une al párrafo final con el primero y es un reloj
que está a punto de marcar las diez.
Sé, que en ese dato está el detalle del as en la manga. excepto que el anzuelo se me perdió y el gancho se quedó sin presa.
Compadre, un reconocimiento de mi parte por tus letras, que despertaron en mí, la ansiedad de imaginar un desenlace.
Amilcar
22/01/2025 a las 21:05
Hola José. Nuestros escritos son hijos de un momento que nos pertenecen a pesar de que tengan algún defecto.
Me ha llamado la atención el final de tu comentario en el general: Desde México, tan lejos de Dios y tan cerca de EE.UU. Eso si que encierra una gran verdad salida del fondo del alma que comparto. salu2