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Un as en la manga - por Lupa SívoriR.
Web: https://www.instagram.com/viajarleyendo451/
Te parás frente al restaurant con una mezcla de curiosidad y escepticismo. "La Madriguera" no tiene letrero ni luces atractivas. Es una puerta negra, sencilla, con un timbre desgastado que parece gritar: rajá de acá. Pero ahí estás, como todos los demás idiotas que hacen fila, porque hay algo magnético en la promesa de lo prohibido.
Lo primero que notás al entrar es el silencio incómodo. El lugar no está decorado; apenas unas mesas y sillas desvencijadas que parecen robadas de una sala de espera. Un hombre flaco y desganado te mira desde el mostrador con expresión de asco. “¿Qué querés?”, te dice, sin molestarse en disimular su desprecio.
Es él. Gerardo Calvo, el hombre que convirtió la rudeza en un arte y, contra toda lógica, también en una mina de oro. Habías leído sobre él: un chef mediopelo que apenas sabía hervir agua hasta que un video viral lo puso en el mapa. Alguien lo grabó gritándole a un cliente que pedía kétchup: "Ah, ¿querés ketchup? Andá a comer a un Mc Donalds, pelotudo. Acá hacemos comida, no porquerías."
La gente lo amó. O lo odió. Da lo mismo; el video se compartió millones de veces, y Gerardo, con su temple de perro rabioso, vio la oportunidad. Así decidió abrir "La Madriguera", un restaurante que no vende comida, sino humillación. Y funciona.
“¿Me vas a decir lo que querés o te vas a quedar ahí parado como un boludo?”, te increpa. Te das cuenta de que llevás demasiado tiempo mirando el menú. No le busqués la vuelta: está diseñado para confundirte. Platos sin descripción, nombres crípticos como “El Desastre” o “No Te La Bancás”. Señalás uno al azar, y Gerardo pone los ojos en blanco.
“Otro más que no sabe lo que quiere. Te lo voy a traer, pero después no llorés.”
Te sentás y empieza el show. Meseros que tiran los cubiertos sobre la mesa como si fueran basura, vasos de birra caliente y llena hasta el borde para asegurarse de que la derrames. La música —un tecno psicodélico que parece pensado para poner a prueba tu paciencia— suena al palo.
Mirás alrededor. Los demás clientes parecen disfrutarlo. Una pareja se ríe cuando el mesero les dice que sus caras de bobos le arruinan el día. Un grupo en la esquina aplaude cuando Gerardo grita que su comida “no está hecha para retardados”.
Y vos… vos empezás a entender. No es el placer del maltrato lo que atrae a la gente. Es el contraste. Acá todo es hostil, incómodo, un desafío constante a tu dignidad. Y cuando salgas, cuando vuelvas al mundo de los “restaurantes normales”, con sus camareros sonrientes y sus platos cuidadosamente presentados, vas a sentir que estás en el paraíso.
Lo dulce nunca es tan dulce sin lo amargo, ¿no?
El plato llega. Es sorprendentemente bueno, pero claro, Gerardo no te deja disfrutarlo en paz. “¿Qué tal todo, gourmet? ¿Está a la altura de tu sofisticado paladar, o preferís volver a tu delivery deprimente de siempre?”
No le respondés. Masticás en silencio mientras él se marcha festivo, satisfecho por haber dejado su marca. Cuando terminás, un papel arrugado hace las veces de cuenta. Es caro, claro, pero ya lo sabías. No pagaste por el plato, sino por la experiencia.
Dejás los billetes sobre la mesa y salís al frío de la noche. Te sentís extrañamente ligero. En la vereda, muchos otros esperan su turno. Sus caras son como la tuya antes de entrar: expectantes, incrédulas, tal vez un poco ansiosas. Es una locura, pensás, una locura brillante. Gerardo Calvo tiene un as bajo la manga, y vos acabás de ser testigo de cómo lo juega.
Quizás vuelvas algún día. O quizás no. Al final, eso es lo que él quiere: que te vayas, que odies la experiencia… pero que nunca dejes de hablar de ella.
¿No es eso lo que todos queremos?
Comentarios (10):
IreneR
16/01/2025 a las 16:33
Buenas, Lupa.
Un relato muy interesante. Lo primero que me llamó la atención fue que está escrito en “argentino “, no estoy acostumbrada a leer historias escritas con estas palabras y ha sido refrescante.
Lo segundo, segunda persona. Un reto arriesgado, pero creo que lo has llevado genial.
Una idea bastante original pero bien construida.
Me ha gustado mucho, y no he visto ningún fallo.
Aunque, eso sí, creo que ese no sería mi restaurante.
Un saludo.
Irene
David Llurba
17/01/2025 a las 17:44
Buenas, Lupa.
Como dice la compañera, ha sido un reto adaptarse al acento argentino o lunfardo. Hay una barrera cultural y no se disfruta de la misma manera. Igualmente he adaptado mentalmente el texto a mi castellano y he de decir que es un texto muy fluido, bien narrado y redondo.
Te doy un punto extra por el narrador en segunda persona, muy bien llevado.
Tampoco has resuelto el ejercicio de este més con un topicazo, el tema está rebueno.
Un saludo, pibe.
Daniel Calleja
17/01/2025 a las 22:24
¿Qué puedo decirte de tu relato? Poca cosa, como uruguayo el léxico utilizado me encanta,la historia es original y está tan bien ambientado que puedo ver a Gerardo con el delantal sucio, un escarbadientes en la boca,con su bigote abundante ,mal recortado y con restos de salsa.
Me encantó. Saludos.
Juli Blanco
17/01/2025 a las 23:08
Hola Lupa! Estaba leyendo los comentarios previos que recibiste, y pensaba en como los argentinos estamos más acostumbrados a leer en español, que los españoles en “argentino”, porque muchos textos traducidos que leemos (me pasa mucho), están justamente en español de España o a lo sumo un Catellano más “neutro”, por eso me resulta tan amigable el leer a un compatriota.
Tu relato me pareció súper original, siempre sorprendiendo. Que personaje Gerardo Calvo! No lo podes odiar, imposible. Me gusta de tus relatos que los personajes se sienten “reales”, y este texto no es la excepción.
Lo único que te puedo llegar a observar, y es 100% subjetivo, es que mientras leía y pensaba “a dónde lleva todo esto?”, siento que se reveló muy explícitamente el hecho de que la gracia del “mal trato” estaba en el contraste, que cuando volvías a un restaurant normal era el paraíso. Lo noté muy explícito justamente, hubiera preferido que fuera algo que se diera simplemente a entender. Pero bueno, que mis expectativas fueran diferentes no quiere decir que esté mal.
Nos seguimos leyendo!!
Tavi
18/01/2025 a las 20:11
Hola Lupa.
Primero agradecerte que hayas pasado por mi relato. Tienes toda la razón en cuanto a que falta profundidad al relato, pero tal como dices, es el numero de palabras que se exige el que te lleva a elegir: o cuentas hechos o te adentras en los pensamiento de los personajes. Además, el mío es un extracto, de otro en el que abordo lo que pides, ya que a veces 15 días es demasiado poco para adentrar en uno nuevo.
Ahora en cuanto a tu relato te diré que tiene ritmo, tiempo y espacio y se deja leer fácilmente. Te felicito.
Quisiera detenerme un poco en cuanto al uso del lenguaje. Soy bien adepto a leer los escritores argentinos, entre ellos a la gran Samanta Schweblin. Y en ninguno de ellos estaba escrito en forma coloquial. Eso sí, los diálogos son netamente argentinos.
Breves alcances. Los diálogos y los pensamientos del personaje deben estar diferenciados entre rayas (─), que no es lo mismo que guion largo o bajo. Lo malo de esto es que en los Notebook es difícil encontrar la forma de escribirlos y en lo Pc de escritorio se debe marcar tres teclas. Como tú los diálogos lo escribes entre comillas, debieras destacarlos colocando dos puntos antes de comenzar.
Espero nos leamos en un próximo trabajo
Yvonne
19/01/2025 a las 10:55
Hola Lupa,
Me parece un relato profesional, con el desafío añadido del narrador en segunda persona y el “as en la manga” bien plasmado. Que convivan diferentes variedades del español en el taller me resulta interesante.
Saludos.
Psicolochimpun
20/01/2025 a las 07:45
¡Muy buenas,Lupa! Este es el primer taller que hago, y el primer comentario que elaboro, espero aportar algo.
Me voy a repetir con respecto a mis compañeros: no había leído hasta ahora nada en argentino y, a pesar de que eso me ha restado fluidez, me ha parecido una experiencia distinta y renovada. El hecho de que esté en segunda persona, además de participar en el reto, le ha añadido una dificultad a tu relato que has conseguido surfear con soltura. Añado más, la segunda persona contribuye mucho a fomentar la sensación de estar acudiendo como un rebaño a la experiencia del restaurante, como si fuera una decisión tomada por uno mismo y a la vez estás movido por otro, no sé si me explico.
Es cierto que estaba tardando en terminar de concluir por dónde aparecía lo del “as bajo la manga”, es decir, lo intuía pero no lo terminaba de cerrar. Todo sea dicho, el relato es muy original y nada tópico y eso ha contribuido a la sensación de “por dónde quiere tirar”.
Poco más que añadir, salvo que me ha gustado mucho y que en esas pocas palabras que permite el taller has conseguido que evoque el restaurante y al mesero, hasta casi poder “oler” el sitio. ¡Enhorabuena!
Lupa Sívori
20/01/2025 a las 16:43
¡Hola, chicos! Gracias a todos por su lectura y feedbacks. Me gustaron algunos de esos aportes (por ejemplo la descripción de Gerardo Calvo que hace Daniel) y creo que lo incorporaré en la versión pulida. Además, quiero contarles que este cuento formará parte de la quinta temporada de mi podcasts de cuentos. Pronto, más novedades.
Pueden escucharme por acá:
https://open.spotify.com/show/1kf01qxrscrZ9EstRmsHhl
¡Saludos desde Argentina!
José Torma
24/01/2025 a las 00:38
Mi estimado Lupa.
Yo, veterano de este taller, he leído en argentino en mexicano en español, puertorriqueño, colombiano y demás. Ahí radica la belleza, tanto del español como de este taller. La variedad de acentos, de colores que son de las deferencias que una aprecia.
Tengo una pregunta. Respondiendo a tu invitación, visité tu Spotify y escuché tu narrativa de Cimientos. Primero te felicito por la cadencia y pulcritud en tu lectura y mi pregunta, la voz infantil, ¿es tu hijo? Tiene muy buena lectura también. Felicidades por eso. Algún día me explicaras, si gustas, como subir los míos, que me han dicho que tengo voz agradable, tendríamos que probar y esperar comentarios jaja.
Regresando a lo que nos toca. Tu relato nos presenta a dos personajes, uno que puede ser cualquiera y el otro el chef que encontró el modo y supo aprovechar el momento. En EE. UU. hay una cadena de restaurantes que se llama “Dick’s last resort”. El mal trato y la majadería son su sello, los meseros son rudos, te hacen sombreros de papel con leyendas ofensivas y la verdad, es un gusto ver como la gente lo toma a gracia, sin engancharse y solo dedicándose a comer y beber que es lo importante.
Con muy poco pincelas al chef Calvo y es un tipo que, como bien dices, amas u odias. Lo del narrador muy logrado, yo creo que nunca lo he intentado. A estudiar pues.
Un abrazo.
Lupa Sívori
24/01/2025 a las 12:42
Amigo José, buenas.
Escribime por favor a mi correo (lucianosivori@gmail.com) y te paso toda la data de cómo estoy armando mis podcasts. Hay mucho para contarte y me encantaría que te animés. Yo, una vez que comencé, no quise parar.
Y sí, ese es mi hijo… graba capítulos cada tanto conmigo desde el inicio, cuando él tenía 3 años. Creo que tiene un pequeño don para la actuación de voz, ja.
Seguime también en IG (@viajarleyendo451) así podemos estar a tono uno con otro.
¡Abrazo!