<< Volver a la lista de textos
REENCUENTRO - por Ed GorendeR.
Web: https://gorending.blogspot.com/
Llevaba demasiados meses con pesadillas. Necesitaba aliviar mi alma de una vez por todas. Ni las drogas legales, ni las ilegales, ni mi psicólogo habían logrado que volviera a poder disfrutar de una noche de sueño reparador. Así que ahí estaba yo, acudiendo a una cita contra todos mis principios y creencias. En el umbral del apartamento de Madame Dodona, la reputada adivina. Resonaban los últimos ecos de la exótica música del timbre, cuando la vidente abrió la puerta.
—Bienvenido a mi morada, señor Ibáñez. Entre por su propia voluntad, sin temor, y esperemos que salga con más felicidad de la que trae consigo.
El empalagoso olor de extraños inciensos nos rodeaba mientras cruzábamos un pasillo recargado de alfombras y ornamentos objetos supuestamente asociados a la mística y el ocultismo, hasta una habitación tenuemente iluminada en cuyo centro destacaba una mesa con la consabida bola de cristal.
—Tome asiento, por favor, y nárreme qué desea que atisbe en las profundidades telúricas.
Me senté ante la titilante luz que emitía su esfera de adivinación, y pasé a relatarle lo que me estaba pasando: la imagen recurrente de un infante con quien compartí muchas vivencias en mi niñez, volvía en mis sueños para atormentarme cada noche una y otra vez. Despertaba recordando solo una sensación de caída, su rostro, y su voz desgarradora gritando mi nombre. Pero inmediatamente volvía a caer en el mismo ciclo. No aguantaba más. No tenía ni idea de qué había pasado, ni por qué de pronto volvía para torturarme. Hacía más de veinte años desde la última vez que estuve con él. En aquel entonces vivíamos en casa de mi abuela materna, que murió de un ictus, y, tras vender la casa, nos mudamos a la ciudad, y no volvimos a saber de aquel pueblo ni de sus habitantes.
La adivina asintió, cerró los ojos, y comenzó a murmurar palabras ininteligibles, mientras movía sus dedos de formas extrañas antes el vidrio esférico. Sus murmullos y gestos se fueron tornando más rápidos, casi espasmódicos, hasta que pararon de repente. Se abrieron sus párpados, mostrando unos ojos totalmente en blanco. Su boca se contorsionó y de ella empezó a surgir lentamente una gelatina cerúlea y espesa que flotaba hacia el centro de la estancia, girando y retorciéndose.
Yo me encontraba en estado de shock, viendo cómo aquella sustancia iba formando forma humana, suspendida en el aire. Y sus rasgos se parecían más y más al rostro de mis pesadillas. Aquel niño que había vuelto a atormentarme, ahora tenía una viscosa forma física ante mí. Y la parte de aquel ectoplasma que formaba su brazo derecho, se alzó, me señaló, y acto seguido, estalló, pringándome entero.
En ese momento recordé, al fin, la última vez que habíamos estado juntos. Cómo nos fuimos a jugar por un cerro, mucho más lejos de lo habitual, y cómo mi amigo Carlitos cayó en un agujero, y yo, demasiado asustado, corrí de vuelta y jamás dije nada a nadie. Mi cerebro había bloqueado aquel trauma que justo cumplía veinticinco años cuando comenzaron mis pesadillas.
Corrí de vuelta a mi coche sin poder hilar pensamientos racionales. Arranqué sin analizar nada más y conduje de forma casi hipnótica de vuelta a aquella aldea que apenas recordaba. Pero supe llegar a la misma oquedad en que desapareció hace tanto tiempo, y por ella me lancé sin pensarlo dos veces.
Y aquí me encuentro, con mi amigo de la infancia, abrazado a sus huesos, esperando que así acaben las pesadillas. Y todo lo demás.
Comentarios (7):
Mónica Bezom
18/12/2024 a las 15:24
Hola, Ed.
¡Uf! ¡Qué relato! El final, inesperado, impecable e implacable.
Excelente texto. Te felicito.
Ana Tirado
19/12/2024 a las 03:36
Madre mía, ¡vaya final! Me has dejado el cuerpo cortado. No me lo esperaba.
Las descripciones del apartamento de la vidente y de cómo trabaja sumergen al lector en la historia. La ambientación está muy lograda y despierta curiosidad.
La historia fluye de manera natural. Alternas entre descripciones detalladas y acciones. No hay momentos en los que la narración se sienta apresurada o estancada.
La temática del relato, la culpa, hace que sea fácil empatizar con el protagonista, incluso sin haber vivido nada similar (¡por suerte!).
Como mejora, te sugiero profundizar algo más en cómo se sintió el protagonista cuando Carlitos cayó en el agujero. Describir lo asustado que estaba, de modo que se refuerce el trauma y el impacto emocional del descubrimiento.
Tengo que felicitarte porque has escrito un relato de 10. Ha sido un placer leerte. 😊
ESther
21/12/2024 a las 22:57
Es un relato superrealista.Me pregunto cómo pudo suceder una situación así con un niño, sin una investigación profunda del caso y que a la vez no se haya buscado una solución a las pesadillas del otro. Si, se me podrá decir que la solución llegó, pero, no es demasiado tarde? Bueno es mi opinión. Pienso que el mismo cuento solucionado en otro lapso estaría muy bueno, porque el final sorpresivo surtiría el mismo efecto.
saludos y no dejes de escribir.
Alexpla
24/12/2024 a las 08:41
Hola Ed:
Me ha gustado, sobretodo por el final tan inesperado y el personaje. No se hacer una crítica tecnico-literaria, pero puedo decirte que me ha dejado pensando y eso ya dice mucho.
Pilar (marazul)
25/12/2024 a las 20:01
Hola Ed, me ha gustado tu relato. Incluso el final porque como hay mucho de mágico en él creo que es un final feliz: abrazadito a su amigo y sin sueños que le atormenten, je,je… Es lo bueno de escribir relatos, que puedes inventar, hacer, decir, matar, volar, querer… y en el caso de tu relato terminar con un final descabellado.
Bien escrito.
Encantada de leerte, Ed
Borja
26/12/2024 a las 19:00
Hola!
Me gustó mucho. Buen ritmo. Buen leguaje. Y buena historia. La parte donde cuenta como dejó de vivir en aquella casa y lo del ictus es un poco lo que más me chirría por qué no noto que fluya igual.
Sobre todo, lo que más me gustó fue el giro del final.
Un saludo.
CARMELILLA
31/12/2024 a las 12:38
Hola, Ed Gorende, gracias por pasarte por mi relato.
Buen trabajo el tuyo, no sabría decirte si te ha faltado o sobrado o colocado alguna como en lugar menos adecuado, me doy cuenta que lo que yo creo no tiene por qué ser. Las comas asignatura pendiente…
He leído tu relato de manera ágil, interesada, con su buena dosis de suspense. Lenguaje claro y buen ritmo. Ya se intuía que algo había ocurrido con su amigo de la infancia, pero el suspense de qué exactamente ha sido bastante generoso. Intrigante final, pendiente saber qué más le pasa a tu protagonista, además de recordar la cobardía de la infancia que junto con expresas, todo lo demás, le hizo tomar una decisión tan drástica.
Muy buen trabajo.