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26918 - por David LlurbaR.
Fer apartó la cortina de bolas para entrar al salón. Todo lucía demasiado oscuro para la hora que era. Estaba claro que allí se priorizaba la estética esotérica a una luz natural: Persianas bajadas, cortinaje tupido, lámparas de bajo voltaje, velas, muchas velas; cuadros lisérgicos, una mesa robusta cubierta con una mantelería pomposa y figuras con formas sospechosamente fálicas. Todo aquello le ponía tenso y el aire, cargado de incienso, lejos de agradarle, le asfixiaba.
Se sentó en una de las sillas rococó de la mesa a esperar hasta que la vidente abrió la puerta. Era alta, muy alta, con un pelo castaño lacio que le cubría hasta el pecho. Su vestimenta, trapos holgados totalmente estampados, no desentonaba con la decoración. Se sentó frente a él con un movimiento preciso y suave.
—Bienvenido, Fer. Me llamo Alejandra, pero, si lo prefieres, me puedes llamar Alex.
—Lo saludó con una voz grave a la vez que delicada.
—Bu… bueno, yo no debería haber venido, pero…
—Cómo te veo nervioso y sé que no quieres estar aquí, puedes darme la mano ya y así terminaremos prontito. ¿Te parece? —le interrumpió.
—Sí, sí —contestó quedamente.
Fer le extendió la mano y Alex se abalanzó hacia adelante para agarrarla mejor. Le acarició la palma, la masajeó con sus pulgares y luego la observó.
Si Fer estaba incómodo, en ese momento todavía lo estuvo más. Inconscientemente retraía el brazo y no fue hasta que Alex le pegó un tirón que no se dio cuenta y se disculpó. Alex, mientras, musitaba como si lo que viera en su mano fuera de su interés.
—Tienes manos de panadero —dijo tajante.
Fer se sorprendió por tal afirmación, pero todavía más porque era verdad. Fue a confirmárselo cuando Alex le interrumpió de nuevo.
—Un panadero curtido, además. Llevas veinte años por lo menos. Mi más sentido pésame, Fer.
—¿Pésame? ¿Por qué? —Preguntó.
—Por la muerte de tu papá. Tuvo que ser dura la pérdida y dejar los estudios para hacerte cargo del negocio familiar.
—Sí, así fue, pero ya ha pasado mucho tiempo desde entonces…
—Y ahora eres padre y estás felizmente casado —lo interrumpió con júbilo otra vez.
Todo lo que decía ella era verdad y Fer se miró la mano para ver dónde estaba escrito todo aquello.
—Te preguntaría a qué has venido, pero soy adivina, así que debería saberlo, ¿no?
Se quedó expectante para ver si adivinaba aquello también. La miró a los ojos, pero la quiromante tenía una mirada tan penetrante que no la pudo soportar.
—Vaya. No me hace falta leerte la mano para darme cuenta que eres extremadamente tímido.
—Dinero —dijo Fer para encauzar el tema—. Vengo porque necesito dinero.
—Y yo también, cariño, por eso estás aquí. ¿Cómo te puedo ayudar con eso?
—Es por mi mujer. A diferencia de mí, cree en las energías y todas estas cosas. Iba a venir ella, pero ha surgido un imprevisto con la suegra y me ha pedido que viniera yo. Queremos que nos adivines el número de la lotería.
—Qué optimista. Y, si tú no crees en esto, ¿para qué has venido entonces? —le preguntó con cierto tono de picardía.
—Necesitamos el dinero.
Se hizo el silencio. Fer la miró milimésicamente otra vez. Esta vez Alex ya no sonreía.
—Dos seis nueve uno ocho —sentenció. Y le soltó la mano.
—¿Co… cómo, perdona?
—Dos seis nueve uno ocho —repitió. Alex descansó su espalda en la silla al mismo tiempo que encendía un cigarro—. Ese es el número premiado. ¿Necesitas algo más?
—No, creo que no —dudó.
Se apuntó el número en un papel y dejó un billete de cincuenta euros sobre la mesa. Ella dio una calada al cigarro.
—Muchas gracias y espero no haberla ofendido con mi comentario de antes —dijo mientras se levantaba dispuesto a irse.
—Dile a tu mujer que, aparte de fortuna, también he adivinado que su marido es gay —espetó la vidente desafiante.
La frase lo atravesó como un rayo y lo dejó totalmente petrificado.
—La verdad. Por mucho que me dedique a esto, jamás adiviné que volvería a verte, Fernando Cuadras del Soto —siguió diciendo—. No te preocupes por tu condición, tienes familia, quizá no seas gay y lo que pasó en tercero, en el instituto, solo fuera un juego de niños. ¿Quién sabe?
Fer la miró una vez más a los ojos y esta vez sí que le aguantó la mirada.
—¿Alex? ¿Alex Pedreño?
—Yo misma.
Comentarios (10):
IGNACIO
18/12/2024 a las 17:08
Buen ambientación del relato y aunque se veía venir que la vidente conocía al panadero, el giro final es sorprendente. Nos queda por saber si el próximo día 22 toca el número de lotería anunciado. Supongo que lo jugarás. Nos seguimos leyendo
Jesusa
19/12/2024 a las 21:48
Ha mantenido mi atención tu relato esperando saber que pasaban con el panadero. Y sobre todo al saber que era su mujer la que le había mandado a la vidente. Y además que daba datos que evidenciaban que le conocía. ¿tocara la lotería? Seria curioso ir a una vidente para que te diera el número ganador. Seguiré leyéndote.
Carmenigne
20/12/2024 a las 17:17
Hola David! El relato me resultó muy fluido, lo leí rápidamente porque quería saber que seguía, me mantuvo atenta. El final, muy interesante y sorpresivo. Me gustó la historia y como está contada.
Si sale ese número tienes un trabajo adicional. Apuntemos ese número, quien te dice que no tengas esa habilidad.
José Torma
20/12/2024 a las 19:30
Hola David.
Tu relato es muy ágil, esta muy bien trabajado, en especial por tener tantos diálogos, te felicito por eso. Note solo un fallo que puede ser error de maquetación por parte de tu editor.
“—Bienvenido, Fer. Me llamo Alejandra, pero, si lo prefieres, me puedes llamar Alex—. Lo saludó con una voz grave a la vez que delicada.
—Bu… bueno, yo no debería haber venido, pero…
—Cómo te veo nervioso y sé que no quieres estar aquí, puedes darme la mano ya y así terminaremos prontito. ¿Te parece? —le interrumpió.
—Sí, sí —contestó quedamente. (Obviar matar o exterminar los adverbios que terminan en “mente)
Fer le extendió la mano y Alex se abalanzó (a menos que fuera a posta, creo que el verbo abalanzar no era el correcto aquí, suena hasta un poco agresivo e intimidante) hacia adelante para agarrarla mejor. Le acarició la palma, la masajeó con sus pulgares y luego la observó.”
El final me gustó y no sé si es mi mente loca o algo así, pero me hubiera gustado que la vidente tuviera otro nombre en su juventud, sobre todo un nombre muy masculino. Otra pega es que el titulo no tuvo mayor incidencia, tal vez eran los números, tal vez no. Necesitamos a otra vidente para que nos lo asegure.
Te reitero que fuera de otras impresiones, el relato está muy bien logrado.
Felicidades.
Don Kendall
21/12/2024 a las 11:06
Hola David,
En lo formal, a expensas de criterio más autorizado, me parece impecable el trabajo que presentas.
La historia es modélica para análisis y disfrute en el taller. Hay una tensión dramática sin ninguna estridencia al llevar la intriga hasta el final. Me parece un acierto el control de la información importante hasta el desenlace, mientras la acción que se desarrolla fluye con elegancia tal que un ejercicio de buen mago.
Gracias por este aporte. Un abrazo y salud
Wolfdux
21/12/2024 a las 23:04
Un relato brillante con una muy buena introducción. Tiene ritmo y unos diálogos potentes. Me gusta. La historia fluye y engancha, tiene detalles muy acertados. Como siempre un placer leer algo tuyo. Voy a comentarte un par de cosillas que he visto:
En la frase “Fer le extendió la mano y Alex se abalanzó hacia adelante para agarrarla mejor.” ese “abalanzó” me sobresalta innecesariamente.
En la frase “Si Fer estaba incómodo, en ese momento todavía lo estuvo más.”ese “estaba” y “estuvo” me resuenan demasiado.
Esto: “milimésicamente” es rebuscado.
¡Nos leemos!
Mónica Bezom
22/12/2024 a las 00:58
Hola, David.
Me ha gustado mucho tu relato, el planteo y los diálogos que inquietan sutilmente al lector hasta arribar a un final inesperado y perfecto.
Un placer leerte.
Saludos.
Amilcar Barça
22/12/2024 a las 12:13
Vaya, otro que pregunta por el gordo. Vaya fracaso pues acaba en cero. salu2
IreneR
22/12/2024 a las 18:10
Buenas, David.
Me ha gustado mucho tu relato. Yo no me imaginaba que podrían conocerse, así que para mí ha sido un final sorpresa con un buen giro argumental.
Nos leemos.
Un saludo.
jose ignacio ruiz de la hermosa bou
28/12/2024 a las 13:12
Me gustó el relato. Se lee con mucha fluidez. A mí tampoco me pareció que se conocieran los personajes.
En cuanto algunas apreciaciones hechas por los compañeros del grupo de escritura, a mí también me han parecido que se podrían cambiar por otras, pero no obstante es un mal menor que podemos cometer todos y nos puede ayudar a mejorar, porque dos ojos ven mejor que uno. Interesante el relato . Gracias.