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Aldonza la mesonera. - por VespasianoR.+18

Web: http://lhlupianes.blogspot.com

Aldonza la mesonera.

Los dos chiquillos habían nacido en los Monegros allá por el año 1940. Ambos asistían al colegio del pueblo siempre y cuando sus padres no lo necesitaran para realizar alguna faena en el campo.
La amistad duró el tiempo en el que las ganas de salir de la miseria empujaron a Palomeque hasta llegar a Alemania.
Los padres de Avellaneda lo internaron en el Monasterio de Cogullada con apenas catorce años, donde pasaba más hambre qué en su casa. Al cumplir la mayoría de edad se escapó y puso tierra por medio entre él, su familia y el cenobio.

Habían pasado algunos años desde estos acontecimientos.

Antes de ir al trabajo, Avellaneda solía acudir a la Hospedería del Estudiante para beber un buen porrón de vino tinto, que le estimulara la espontaneidad.

El forastero recién llegado al mesón no paraba de mirar a la mujer con ojos voluptuosos.
—¡Buenas tardes! ¿Qué le apetece comer? —Preguntó la mesonera.
—¡Buenas tardes! Lo primero que querría sería comerme tu cuerpo a besos. ¡Morena!
—Pues eso no será posible porque ya me lo come mi novio.
—¡Vaya suerte que tiene el mozo!
—¡Bueno! ¿Me dirá ya, lo que quiere?
—¡Esa bonita cara y esa boca!
—¡Vale, piénselo! No tengo tiempo que perder.

Aquellos piropos se repitieron siempre y cada vez que Palomeque iba a comer al mesón.
Una tarde otoñal de cielo encapotado la mujer, en la Posada del Diablo, cedió a los halagos y regalos del hombre que la acosaba.
—¡Buenas tardes, Aldonza! ¡Gracias a Dios que por fin has venido a mi encuentro!
—¡Hola, Palomeque! Gracias por este collar tan divino. ¡Me ha encantado! ¡Ven cariño mío! ¡Ven a disfrutar de este cuerpo!
—Con besarte los labios me sentiría bien pagado.
—Pues no perdamos tiempo que hoy mi novio termina más temprano.

Aquella mañana en Alcalá de Henares la nieve había hecho acto de presencia.
Avellaneda caminaba solitario por la calle Mayor. Se le veía notablemente abstraído. Sus pasos le llevaban sin querer hacia la Posada del Diablo donde tantas veces había copulado con Aldonza. Pero de un tiempo a esta parte ella lo esquivaba ostensiblemente.
«Es ese comportamiento extraño lo que me preocupa y me conturba». «Llevo años enamorado de mi novia y no puedo soportar, sin irritarme, sus desprecios».

En su atribulado caminar dio de bruces con un ciudadano mal encarado que le recriminó:
—¡Estúpido ignorante, en qué coño vas pensando!

El frio arreciaba. Para resguardarse entró en el café Paraninfo para beber una taza de chocolate. Se dirigía a la mesa del rincón cuando a su espalda escuchó una voz que pronunciaba su nombre. Un escalofrío subió por su espina dorsal. Haciendo caso omiso a esa llamada, continuó su camino visiblemente contrariado hasta acomodarse en su mesa preferida.
—¡Caramba, Avellaneda! ¿Es que has olvidado tu nombre? — Exclamaba un hombre que se dirigía hacia él.
Al verlo, no pudo reprimir una sonrisa de alegría. Era Palomeque, su amigo de infancia y compañero de infortunio allá en el pueblo en que nacieron.
—¡Siéntate por favor! ¡Cuánto tiempo sin verte!
—¡Pues sí! Han pasado casi veinte años desde la última vez.
—¡Que buen aspecto tienes! ¿Cómo tú por estas tierras? Yo te hacía en Alemania.
—Hace un par de años que volví a España. Tengo una empresa constructora y voy a edificar viviendas de protección social aquí en el barrio de Espartales.
—¡Joder amigo, que nivel! Pues yo tuve que cambiar hasta de nombre. Ahora soy “Alonso Quijano” y actúo en el Corral de Comedia. Me había metido en líos. Así que me uní a un grupo de actores itinerantes y conseguí abrirme camino. Mi futuro era bastante negro.
Por cierto, después del desayuno quiero ir a visitar a una adivina que tiene mucho prestigio en este pueblo a ver si cambia mi suerte.
—¡Yo no creo en la suerte! Solo creo en el esfuerzo y en el trabajo. Pero te acompañaré si quieres y después podremos comer en el Parador.
—¡Vale! Me parece buena idea. Así podremos hablar de cómo ha sido nuestra vida durante todo ese tiempo.

Caminaron juntos hasta la calle Pedro Gumiel y pararon enfrente de la capilla de San Ildefonso. Entonces “Alonso Quijano” apretó el timbre de la cancela.
La vidente abrió la puerta de la casa. Al darse de cara con la pareja, el mundo se le vino encima. Palideció y su mano transpiraba al saludar a los dos amigos. «¡Santo Dios! ¿Cómo podré salir de esta situación tan complicada?» Se preguntaba temblando.

Comentarios (16):

Otilia

18/12/2024 a las 19:51

Hola, Vespasiano, gracias por tu relato.
La historia se lee con fluidez y veo que has dejado el final abierto para que seamos los lectores quienes nos imaginemos el final. ¿La vidente conocía a los hombres? ¿Sus relaciones? Porque ellos era la primera vez que la veían según el relato. ¡A imaginar!
Saludos.

Auxi M.A

19/12/2024 a las 15:58

Hola Vespasiano, soy tu vecina del relato 18.

No sabía que esperar en tu relato, pues me tenía muy intrigada desde el principio y me he quedado con ganas de más.
Me hubiera gustado más desarrollo en la relación de los dos personajes principales para que su reencuentro no se sintiera tan abrupto. Como sugerencia, los detalles de su vida que nos vierten en su conversación podrían haberse descubierto a lo largo del texto, para que los lectores nos hiciéramos poquito a poquito una idea de quiénes son ellos dos.

Muy buen trabajo. Espero seguir leyéndote en los próximos meses con otros retos.

Nos leemos!

José Torma

19/12/2024 a las 17:31

Compañero Vespasiano.

Tu relato no tiene pierde, es bueno de principio a fin, fácil de leer. Es verdad que el reencuentro se siente abrupto (Gracias Auxi M.A. Un gran adjetivo). Creo que el cajón de las 750 palabras nos obliga a ser parcos, secos en algunos puntos, solo para tener palabras para llegar a buen término la historia.

Yo iba disfrutando el devenir del prota, su insistencia con la morena y llegamos al conflicto, cuando se reencuentra con su amigo y confiesa que hasta de nombre tuvo que cambiar.

El final me hizo volver a leer todo el relato, pensé me había perdido de algo. Nunca se menciona que Aldonza fuera vidente o tuviera tratos con una, así que la que uno intuye es que la adivina conoce a la muchacha y el lio que trae con los dos amigos y no sabe como va a contestar a ciertas preguntas que pudieran salir.

Yo no le encuentro detalles de ortografía, porque lo leí de manera corrida y solo me detenía para reforzar/apoyar a un pensamiento mío y no modificar la trama en mi cabeza.

Felicidades.

Vespasiano

19/12/2024 a las 23:21

Gracias a Otilia; Auxi M.A. y al viejo compañero José Torma por leerme y dejar sus amables comentarios.
Mas adelante cuando otros compañeros hayan dejado sus opiniones, siempre bienvenidas, trataré de explicar las ideas que me surgían para escribir el relato y los posibles finales que se me planteaban. Pero la historia ya no tendría solo 750 palabras.
Feliz Navidad.

Kelvin I. Márquez

20/12/2024 a las 01:23

Saludos Vespasiano

Ese final deja abierto deja a uno teorizando sobre los posibles desenlaces de la historia. En mi caso intuyo que la vidente, debido a su oficio, fue capaza de ver el problemón que se le venía encima. Resulta un tanto cómico que ella sea quien se acobarde. Conduerdo con los compañeros en que el reencuentro de ambos amigos se siente abrupto pero estoy seguro de que sin el límite de palabras podrías resolver ese problema de manera magistral.
Me gustó mucho tu relato.
Nos leemos!

Don Kendall

20/12/2024 a las 10:28

Hola, Vespasiano. Gracias por exponer este trabajo cuidadoso. Tanto por su lectura, como por el comentario que haces adelantando una explicación que darás más adelante, hacen que reserve mi aporte, entendiendo (es posible que de una forma errónea) que el secreto de la historia (con minúscula) está en la carga y el peso de los nombres de los personajes y su peso en la Historia
(con mayúscula).
Es por eso que me quedaré aquí, a la espera de tu propuesta o complemento a un relato correctamente presentado.
Gracias, un abrazo y haya salud

IreneR

20/12/2024 a las 12:46

Buenas, Vespasiano.

Una historia bien contada que engancha desde el principio. Aunque me he quedado muy perdida con el final. Imagino que es Aldonza, pues es el único personaje femenino que me encuadra. Pero no me ha parecido ver nada que nos de un indicio de que sea vidente… Igual me he perdido algo…

Nos leemos.

Un saludo.

Vespasiano

20/12/2024 a las 17:11

Gracias Kelvin I. Márquez; Don Kendall e IreneR por leerme y dejar vuestras opiniones que se van acercando a la idea y al objetivo que en su momento me marqué para escribir esta que en su totalidad tendría mucho más que 750 palabras.
Desvelaré que el motivo de situar la historia en Alcalá de Henares es un guiño a la figura eminente de Don Miguel de Cervantes. Y los nombres de los que intervienen en la trama, como bien apunta Don Kendall, es mi modesto homenaje a los personajes que universalmente hicieron grandiosa la vida y la historia de DON QUIJOTE.
Gracias nuevamente y desearos una feliz Navidad.

Chosi

21/12/2024 a las 20:30

Me ha gustado la contextualización la historia, con pocas palabras uno se hace un idea bastante completa del pasado de los personajes. El desarrollo ameno y directo y el final abierto en el que uno duda sobre la vidente. Con ganas de leer lo que tenías en la cabeza cuando lo escribiste.

Mónica Bezom

21/12/2024 a las 22:38

Hola, Vespasiano.
Gracias por leerme y comentar.

He leído tu relato, lo encontré muy bien narrado y sostenido por una prosa contundente en la que lucen tanto los hechos como los personajes y las descripciones.
Aun así, debí volver sobre mi lectura a causa de los nombres, pero en fin, menudo chasco se ha llevado la vidente Aldonza, según mi modesta y tal vez errada interpretación.
Un detalle menor: se me escapa el porqué de que a Avellaneda “Un escalofrío subió por su espina dorsal”, al llamarlo el antigüo amigo.

Por lo demás, muy buen relato.
Saludos y felicidades.

Vespasiano

24/12/2024 a las 01:49

Buenas noche compañeros:
Gracias a todos los que me habéis leído y dejado un comentario positivo.
Intentaré explicar medianamente cómo surgió la idea de narrar esta historia, que al tener la necesidad de incluir en ella el personaje de una vidente, y un límite establecido de palabras, el narrador debería mostrar además de los personajes de la trama y sus circunstancias, un hecho significativo que diera pie al lector a acreditar en las poderosas energías que tiene una adivina. Esta, solo con ver a esa persona necesitada de ayuda, sin necesidad, incluso, de conocer su nombre sería capaz de saber los males que le afligían.
De ahí la idea y el recurso de dejar en abierto el desenlace, ya que ella supo en ese momento del encuentro la congoja que arrastraba Avellaneda en su corazón y el peligro que podría correr su amigo, cuando aquel quisiera conocer y ahondar en la manera de proceder de Aldonza y el motivo de sus desplantes.
El gran problema y el miedo de la adivina era saber cómo podría consolar e informar a Avellaneda sin inculpar a Palomeque ya que este no sabía que Aldonza fuera su novia, y que en un posible ataque de celos de aquel podría producirse un desenlace fatal.
Me hubiera gustado poder dar más detalles acerca de la fama de la vidente y sus éxitos adivinatorios.
De la vida de los estudiantes en esa ciudad universitaria y sus bravuconadas, del miedo que tenía Avellaneda a que alguien lo reconociera como tal debido a su pasado delictivo.
Para finalizar, y por la imposibilidad de pasarme de palabras ni cité el nombre de la vidente, que no es Aldonza; porque la historia en ese caso sería: Aldonza la vidente.
En una futura ampliación de este relato intentaré contar con más detalles la vida y milagros de estos personajes y el nombre de la adivina.
Feliz Navidad y un año venidero repleto de cosas buenas.

Dante

24/12/2024 a las 22:14

Estimado Vespasiano:

Antes que nada, te agradezco tu comentario a mi relato y te hago saber que allí te he dejado mi agradecimiento, además de referirme a las valiosas contribuciones que me hiciste.

También te adelanto mi opinión acerca de tu relato: ¡¡EXCELENTE TRABAJO!!

Ahora sí, pasaré a hacer el comentario siguiendo la guía que Literautas nos propone:

I.- FORMA:

I.- 1.- GÉNERO, TONO Y LENGUAJE:

Aunque no creo mucho en que los géneros sean puros, me cuesta encontrar algún género dónde encuadrar al relato. Quizás sea realista, algo constumbrista con algunos toques biográficos (de los personajes) y un toque sobrenatural o paranormal (porque es claro que la vidente sí tiene poderes de verdad porque ve un flor de conflicto en puerta). Lo dicho acerca del realismo como posible género no obsta al uso de simbología o al homenaje que se quiera rendir al Quijote o a los nombres que se utilizan de personajes o lugares.

El tono oscila entre serio y algo oscuro y festivo y algo picaresco, lo cual es adecuado al género y a la historia que contás. En la ambientación, el marco histórico y biográfico de los personajes, es oscuro, serio. Festivo y picaresco en las interacciones con Aldonza. Está perfecto.

El lenguaje es para ambos tonos y para el/los géneros, más que adecuado.

I.- 2.- ATMÓSFERA O AMBIENTACIÓN:

La atmósfera y ambientación es correcta, atrapante. Integra perfectamente la España de las distintas etapas de la vida de los protagonistas (eventuales antagonistas entre sí) con las referencias climáticas y con todos los “guiños” a ambos Quijotes (el original cervantino y el “apócrifo” de Avellaneda).

Es imposible que el lector no se sienta allí, en el ambiente del relato.

Gran trabajo.

II.- 3.- EL RITMO Y LA ACCIÓN:

El ritmo es alternado: más pausado en el comienzo, más acelerado en algunos tramos, en especial en lo atinente a los intercambios con Aldonza. La acción es la que provoca ese cambio de ritmo, y tanto uno como la otra se encuentran perfectamente acompasados con la atmósfera, la ambientación, el género, el tono y el lenguaje.

El relato es, desde este aspecto formal, inobjetable.

I.- 4.- EL RITMO, LA CONSTRUCCIÓN DE FRASES, ORTOGRAFÍA, PUNTUACIÓN Y GRAMÁTICA:

El ritmo también puede ser analizado desde otro punto de vista, puesto que en su conformación también inciden la construcción de las frases, la ortografía, la puntuación y la gramática.

Trataré, en lo posible, de tocar estas cuestiones por separado (aunque no siempre será posible, dada su interrelación o por estar presentes en una misma oración o párrafo).

A) ORTOGRAFÍA:

La ortografía es en general correcta. Sólo advierto tres faltas que, en realidad, lo más probable (casi seguro) es que sean errores de tipeo:

“Ambos asistían al colegio del pueblo siempre y cuando sus padres no lo necesitaran para realizar alguna faena en el campo.” En vez de “no lo necesitaran” debería decir “no LOS necesitaran” porque refiere a los dos muchachos y de lo contrario, no habría concordancia de número (el complemento “lo” estaría en singular y el verbo necesitaran en plural). Es muy probable que al tipear hayas omitido la s.

“Los padres de Avellaneda lo internaron en el Monasterio de Cogullada con apenas catorce años, donde pasaba más hambre qué en su casa.” El “qué” no llevaría tilde porque no obra como pronombre interrogativo o exclamativo indirecto. Seguramente es un error de tipeo.

“—¡Joder amigo, que nivel!” En general, cuando se utiliza la palabra “que” entre signos de interrogación o de exclamación debe ir con tilde. Aquí, además, el “que” enfatiza, con lo cual el tilde es necesario. Debería quedar “—¡Joder amigo, qué nivel!” Esto también puede ser un error de tipeo, pero por las dudas lo marco.

B) GRAMÁTICA Y CONSTRUCCIÓN DE LAS FRASES:

La gramática y la construcción de las frases también son correctas en general.

Estos aspectos me parecen prácticamente inobjetables, sin perjuicio de que considero conveniente reflexionar sobre algunas oraciones, muy pocas.

“Los padres de Avellaneda lo internaron en el Monasterio de Cogullada con apenas catorce años, donde pasaba más hambre qué en su casa.” Esta oración no es incorrecta. Pero no sé por qué el “donde” no me suena como la mejor opción. Quizás sea porque el narrador viene hablando de un quiénes (los padres de Avellaneda y él) en relación a un qué (la internación) en un donde (el Monasterio) y en un cuando (la edad de Avellaneda). Son varios encadenamientos, algo complejos y el inmediatamente anterior no es de lugar sino de tiempo (los catorce años de Avellaneda). No digo que esté mal, sólo que no percibo que sea la opción más adecuada. Podés dejarlo como está. O también considerar variantes como “Los padres de Avellaneda lo internaron en el Monasterio de Cogullada cuando tenía apenas catorce años. Allí pasaba más hambre que en su casa”. O tal vez: “Los padres de Avellaneda lo internaron, con apenas catorce años, en el Monasterio de Cogullada con apenas catorce años donde pasaba más hambre que en su casa.”. Puede haber otras muchas variantes. No obstante, si preferís dejarlo como está, tampoco está mal: se lee, se entiende y se disfruta.

“Habían pasado algunos años desde estos acontecimientos.” No es incorrecta esta oración. Sin embargo, percibo que sería más adecuado cambiar el pluscuamperfecto (“habían pasado”) por el pretérito perfecto simple “pasaron”, dado que los años ya habían transcurrido. Percibo que tu intención narrativa es marcar un corte entre la infancia/adolescencia y lo que ahora el narrador nos va a contar, la vida adulta de los amigos. Si este fuera el caso, el pretérito perfecto simple es más idóneo para marcar ese corte. Además el pretérito pluscuamperfecto indicaría acciones incluso anteriores a las pasadas. No sería incorrecto porque el transcurrir de los años también fue anterior a los hechos que se narran también en pasado. Pero resultaría algo confuso, porque antes de ese “pasado del pasado” (pluscuamperfecto) había hechos en pretérito perfecto simple (el nacimiento e infancia/adolescencia de los amigos). Te invito a que reflexiones sobre el punto.

“Aquella mañana en Alcalá de Henares la nieve había hecho acto de presencia.” Nada hay formalmente incorrecto en esta oración, pero sí, eventualmente, podría resultar un tanto confusa. Porque antes viene precedido de la escena donde Aldonza cede a la insistencia de Palomeque que ocurría a la tarde con un cielo encapotado (que promete lluvia o nieve). “Aquella” es un pronombre indicativo que revela mayor distancia y “había hecho acto de presencia” está en pretérito pluscuamperfecto, que es el “pasado del pasado”. No queda claro entonces si es la mañana previa a aquella tarde o es la mañana posterior. Del contexto, por el desarrollo de la trama y por el sentido del texto parece ser la posterior, porque la acción luego se impulsa hacia adelante (el reencuentro de los amigos y lo que sigue). De ahí que te invito a que repienses si esta formulación es la más adecuada en relación a tu intención narrativa (lo que quisiste contar y cómo quisiste hacerlo).

“Pero te acompañaré si quieres y después podremos comer en el Parador.” En esta oración nada hay que sea gramaticalmente incorrecto o que implique un error de construcción o conspire con el ritmo. Sin embargo, como después el interlocutor replica “¡Vale! Me parece buena idea. Así podremos hablar de cómo ha sido nuestra vida durante todo ese tiempo.” nos encontramos con la correlación “podremos”-“podremos” (“podremos comer” y “podremos hablar”). A veces pasa (a mí también, a todos) que hay verbos, a veces auxiliares o indispensables (era, fue, es, etc.) que es imposible evitar que se repitan sin que pierdan sentido las frases. Sin embargo, dado que acá contás con una ventaja que es el deseo y la determinación de compartir un buen momento de reencuentro, “podremos comer” podría ser reemplazado por un categórico “iremos a comer” (tiene una carga de deseo y de voluntad mucho mayor, y además te serviría para “tensar más la cuerda” respecto del intrigante final en el que según qué diga o haga la vidente, esa amistad puede estallar en mil pedazos).

En definitiva, son pequeñísimos detalles. Lo que resulta evidente que la gramática y la construcción de frases son correctas y coadyuvan a la acción y al ritmo.

C) PUNTUACIÓN:

He leído detenidamente el relato y no he encontrado un solo caso en que se hubiesen contravenido reglas objetivas de puntuación. Gran, pero gran trabajo. Este aspecto es muy difícil y al mismo tiempo es muy importante.

Lo único que puedo expresar son opiniones subjetivas, cuestiones de gustos o preferencias, o simplemente llamar la atención para ver si realmente la puntuación elegida se condice con tu intención narrativa (lo que quisiste contar y cómo quisiste hacerlo, que a veces puede diferir de lo efectivamente narrado).

“Antes de ir al trabajo, Avellaneda solía acudir a la Hospedería del Estudiante para beber un buen porrón de vino tinto, que le estimulara la espontaneidad.” No hay errores de puntuación aquí, pero la coma después de “vino tinto” sería innecesaria puesto que le restaría fluidez a la lectura. Contribuiría más al ritmo y a la acción suprimir esa coma.

“—¡Buenas tardes, Aldonza!”, “—¡Hola, Palomeque!” y “—¡Caramba, Avellaneda!” Nada hay formalmente erróneo en esas líneas de diálogo. Es más, la coma antes del vocativo resulta correcta. Solamente podrías considerar suprimirla si quisieras más “velocidad” en la lectura. Esto es un detalle opinable y ni siquiera es una sugerencia de cambio, ya que, como te dije, la coma antes del vocativo es formalmente correcta.

Como ves, tu trabajo ha sido excelente. No sólo no hay errores formales de puntuación sino que hasta en materia de preferencias personales es difícil encontrar algún detalle.

Te felicito por la puntuación: es un aspecto formal central y lo has trabajado de manera excelente.

D) CONCLUSIÓN:

El ritmo en función de la ortografía, gramática, construcción de frases y puntuación, también sale “bien parado” (o bien librado, como creo que se acostumbra a decir en España).

Salvo detalles insignificantes -que son errores de tipeos o cuestiones de preferencia subjetiva- nada conspira contra el fluido desarrollo de la acción y el ritmo y sus cambios son adecuados en relación a la trama (contenido) y al resto de los elementos formales.

I.- 5.- SONORIDAD:

La sonoridad es otro de los puntos altos del relato. Prácticamente no hay palabras “fuera de lugar”. Todo está en su sitio y en su medida, y se distinguen perfectamente narración, descripciones, diálogos y contienen las palabras adecuadas en cada caso. El relato puede leerse y disfrutarse tanto en silencio como en voz alta sin que nada haga “ruido” o “interferencia”.

I.- 6.- PUNTO DE VISTA:

El punto de vista es el de un narrador en tercera persona, omnisciente. Adecuado para la clase de historia que quisiste contar. Correcta elección narrativa.

I.- 7.- DIÁLOGOS:

Tanto los diálogos como pensamientos a nivel de su contenido son inobjetables. Deliciosos. Adecuados para la trama y los personajes. Cada cual tiene su voz distintiva.

Sólo podrían realizarse algunas consideraciones en relación a su representación gráfica, más que nada en lo que respecta a las acotaciones.

“—¡Buenas tardes! ¿Qué le apetece comer? —Preguntó la mesonera.” En la acotación la palabra que va después del guión largo va en minúscula. Quedaría: “—¡Buenas tardes! ¿Qué le apetece comer? —preguntó la mesonera.”

«Es ese comportamiento extraño lo que me preocupa y me conturba». «Llevo años enamorado de mi novia y no puedo soportar, sin irritarme, sus desprecios». No estoy seguro de que esté bien separar las dos ideas así, sin acotaciones. También podrían juntarse ambos pensamientos y luego acotar “pensó”. Incluso sin separar ambos pensamientos, considero oportuno marcar la acotación. Es claro para mí que el personaje piensa, pero no sé si lo será para todos los lectores. Por lo que podría quedar: “«Es ese comportamiento extraño lo que me preocupa y me conturba». «Llevo años enamorado de mi novia y no puedo soportar, sin irritarme, sus desprecios», pensó Avellaneda” O bien “«Es ese comportamiento extraño lo que me preocupa y me conturba Llevo años enamorado de mi novia y no puedo soportar, sin irritarme, sus desprecios», pensó Avellaneda”. La acotación además vendría bien, porque se marcaría que los pensamientos son de Avellaneda y empalmaría con el choque con la persona que le recriminó su falta de atención y cuidado.

“—¡Caramba, Avellaneda! ¿Es que has olvidado tu nombre? — Exclamaba un hombre que se dirigía hacia él.” En la acotación la palabra que va después del guión largo va en minúscula. Quedaría: “—¡Caramba, Avellaneda! ¿Es que has olvidado tu nombre? —exclamaba un hombre que se dirigía hacia él.” (No sería incorrecto tampoco cambiar “exclamaba” -pretérito imperfecto” por “exclamó” -pretérito perfecto simple).

“«¡Santo Dios! ¿Cómo podré salir de esta situación tan complicada?» Se preguntaba temblando.” Al representar gráficamente los pensamientos, entre la comilla latina de cierre y la acotación debe ir una coma, y luego en minúsculas. Quedaría: “«¡Santo Dios! ¿Cómo podré salir de esta situación tan complicada?», se preguntaba temblando.” No obstante ello, también te sugiero que pienses si no convendría cambiar el pretérito imperfecto (“preguntaba”) por el pretérito perfecto simple (“preguntó”) para mayor concordancia verbal, dado que para todo lo que el narrador cuenta de Avellaneda/“Alonso Quijano”, Palomeque y la vidente utiliza el pretérito perfecto simple (tanto en ese párrafo como en el anterior).

Fuera de estos pequeños detalles, nada puede objetarse a los diálogos y pensamientos. Atinentes, efectivos, contundentes. Brillante trabajo.

I.- 8.- DESCRIPCIONES:

Las descripciones son escasas, por no decir inexistentes en “boca” del narrador. Lo único similar a una descripción es “ciudadano mal encarado” o “solitario” o “abstraído” en relación a Avellaneda.

Pero sí hay descripciones, pocas, pero las hay: en boca de los personajes, en los diálogos. Son SUBJETIVAS, esto es, mediadas por sus percepciones. Nos pueden dar una idea de lo que describen, pero no son del todo fiables. Por ejemplo: Avellaneda califica como “Morena” a Aldonza y que su cuerpo es deseable (lo dice implícitamente no expresamente), y que su cara y su boca son bonitas. Que fuera Morena puede ser un dato más o menos objetivo. Lo demás, corre por cuenta de Avellaneda. Pero por el contexto que aporta el narrador, estaríamos obligados a creerle. Por su parte, Aldonza califica al collar como divino. Esta descripción es vaga y no necesariamente fiable. Porque no sabemos si Aldonza siente algo por Palomeque, si simplemente quiere disfrutar del sexo, o si es materialista y manipuladora y el collar sí vale algo. Pero el hecho de que sea valioso no implia necesariamente que sea bello. Además, lo bello de un objeto material también depende de cómo lo aprecia su dueño u observador, y en tal sentido Aldonza podría no mentir, aunque otra persona pudiera considerar al collar común o incluso feo o aborrecible.

En conclusión: hay un doble mérito. El primero es graduar correctamente las descripciones. Como le he comentado a otros compañeros: con las descripciones es fácil pecar por defecto o por exceso (generalmente ocurre esto último) y todo es cuestión de medida (como aquella frase de que la diferencia entre la medicina y el veneno está en la dosis) y sobre todo, de ordenación a la finalidad de la descripción. La descripción debe servir a un fin narrativo, debe coadyuvar a la intención narrativa. Esto está cumplido. Y el segundo mérito es aún mayor: un uso indirecto de ella, no a través del narrador, sino de los personajes, dándole un tinte subjetivo y enriqueciendo el texto, su significado y la experiencia del lector.

Fantástico manejo de este elemento/recurso.

I.- 9.- CONFLICTO:

El conflicto está presente. La historia es rica en conflictos y por eso es tan atractiva y efectiva.

Cada personaje ha tenido un conflicto con el medio socio-económico (la miseria, o las dificultades económicas de Avellaneda que lo llevan a adoptar el nombre de Alonso Quijano e incluso a querer consultar a la vidente), puede que con la familia (al menos Avellaneda por haber sido internado en el monasterio), y consigo mismos (la soledad me imagino que habrá sido bastante dura para ambos; la vidente también enfrenta un dilema). También hay conflictos interpersonales (Aldonza en relación a sus amantes: no sólo en relación a sus sentimientos sino también a “cómo los gestiona”, cómo evita ser descubierta; Avellaneda y Palomeque respecto de Aldonza; potencialmente entre sí -depende de lo que diga y haga la vidente; y la vidente eventualmente podría también tener un conflicto con uno de ellos o con ambos)

No faltan conflictos. Sino que se superponen y entretejen, lo cual complejiza la trama. Esto es lo que concita nuestro interés y mantiene nuestra inquietud a lo largo del relato, fomentando nuestro deseo de querer saber más.

Inteligente y abundante uso del recurso. ¡Felicitaciones!

I.- 10.- INTRIGA:

La intriga deriva del conflicto, y como éste está presente en gran y exacta medida, es obvio que al avanzar en la lectura quedamos intrigados. Siempre queremos saber más.

Otro gran mérito del relato.

I.- 11.- PERSONAJES:

Los personajes están correctamente caracterizados y se distinguen claramente entre sí.

Hay dos protagonistas: Avellaneda y Palomeque, que eventualmente pueden mutar en antagonistas, y según el punto de vista que adoptase el narrador inclinando la balanza para un lado o para el otro, podrían ocupar uno u otro lugar.

Aldonza es un personaje “meta” u objetivo: ambos la quieren conquistar. Pero cuidado, también puede ser considerada ella protagonista para algunos. Y de ello el relato se titula con su nombre (Si aparece esta discusión sería como lo que sucede con Anna Karenina: la obra lleva el nombre del personaje y ella es fundamental en la trama; es considerada protagonista y cuando esa novela fue adaptada al teatro, al cine o como serie, las actrices que interpretan el papel son consideradas “protagónicas”. Sin embargo hay quienes dicen que el verdadero protagonista es otro personaje, Levin -que sería un alter ego del propio Tolstoi- y que el tema del que se trata la obra es la felicidad. No sé si con Aldonza no se puede suscitar una discusión parecida…). Aldonza es también interesante, porque eventualmente también podría ser considerada antagonista por cómo manipula a ambos amigos. Aldonza ES la tentación. Y dado que los “encuentros” (fogosos cabe suponer) algunos ocurren en la Posada del Diablo, puede que Aldonza juegue el rol de la “serpiente”, que lleve al pecado, a la perdición. Incluso a la destrucción de la amistad. Uno de los nombres del Diablo, el más común (“Satanás”), significa adversario. Si Aldonza termina encarnando este rol, sería, desde este punto de vista, la antagonista.

El personaje del transeúnte que increpa a Avellaneda es apenas incidental, coyuntural, ambiental. No me animo a calificarlo de secundario. Sí, eventualmente, podría ser un personaje de impacto. Su aparición es efectiva. Cumple eficazmente su rol en la trama e impulsa la acción.

En cambio, la vidente sí podría ser un personaje secundario pero muy relevante.

Cierto es que los tipos de personajes pueden ser dinámicos o incluso mixtos según el rol que van jugando en el desarrollo progresivo de la trama. Y también cabe considerar algo que he leído en un libro “Leer como un profesor” (de Thomas Foster) que a veces los personajes -aunque no lo parezcan- pueden jugar o hacer las veces de Dios (ejemplo una madre abnegada) o el Diablo (ejemplo alguien que ofrece un trato a cambio de un precio muy alto como abandonar la dignidad, la identidad o una lucha) o cualquier otra persona o personaje. Esto podría suceder con Aldonza.

Estas consideraciones, si es que tienen algún asidero, seguramente quedarían mejor definidas en un marco que exceda al límite de las 750 palabras.

Por lo demás, cada personaje tiene su voz o color distintivo y adquieren cierta profundidad. Ésta no es mayor dado el límite de las 750 palabras. Pero no es una profundidad mal trabajada, pequeña o despreciable: es bastante interesante y viene dada no sólo por diálogos o por mérito del narrador sino, sobre todo por la presencia de los distintos tipos de conflicto que se superponen y entretejen. Estoy seguro de que la profundidad de los personajes en un marco de desarrollo más amplio de la historia sería claramente remarcable.

Felicitaciones también por cómo has trabajado a los personajes.

II.- CONTENIDO:

Si bien me han ayudado los comentarios que he leído a tu relato y tus aclaraciones, agradezco eso, porque me han ayudado a comprenderlo mejor.

Tengo que decir que, más allá de lo formal (que también está muy bien), a nivel contenido estamos ante un trabajo brillante.

No sólo es un homenaje al Quijote. Por lo que he podido investigar, y de esto yo no estaba al tanto, también referís, en cierto modo, al “Quijote apócrifo” o “Quijote de Avellaneda”.

En cierto modo hay una “reversión” (o remake) parcial, lejana e indirecta del Quijote, llevándolo a la España entre al posguerra civil y, calculo yo, casi la década del ’80. (Mi cálculo se basa en que nacieron en 1940 -la guerra había terminado un año antes- y si se dejaron de ver entre la niñez y la adolescencia, más o menos cuando a Avellaneda lo metieron en el Monasterio, ya iríamos por 1954/1955. Si luego pasan 20 años sin verse -más allá de cuándo Palomeque efectivamente regresa a España-, el reencuentro se produce, por lo menos, cerca del año 1975 o incluso después) Si mi hipótesis es correcta, si antes de la venida al mundo de estos personajes en España había pasado algo terrible y lo que después también fue duro. No puedo opinar mucho más porque no conozco mucho o en profundidad de la historia española, pero el tiempo de vida de estos personajes coincide con el inicio y prácticamente el final del franquismo. Es cierto que con el tiempo la economía española fue recuperándose y en cierto modo es posible imaginar una cotidianeidad “normal” (lo pongo entre comillas porque en todo país y tiempo definir qué es normal sería controvertido; lo que quiero destacar aquí es una cotidianeidad sin la actualidad inmediata de la experiencia de la guerra). Sin embargo, el triunfo de uno de los bandos y la traducción en un gobierno fuerte, autoritario, también incide de modo directo en la sociedad, en la cosmovisión admisible, en lo que se puede decir, en lo que hay que callar, en las manifestaciones culturales (y en la cultura subterránea). Avellaneda es, de hecho, un actor y adopta el nombre “Alonso Quijano”. Por lo que me surge la pregunta de si además de un homenaje al Quijote no hay aquí un homenaje al hombre y la mujer españoles comunes, a los ciudadanos comunes. ¿No flota la idea: para vivir entonces todos tuvimos que ser Quijotes? Suscita esta reflexión los nombres de los personajes que provienen del Quijote: Avellaneda -nombre con el que se conoce al “Quijote apócrifo”- adopta un nombre ajeno (Alonso Quijano, que es El Quijote de Cervantes). Ello sería coherente con el “apócrifo” (que es lo que revelaría el pseudónimo). Sin embargo, hay en ese “querer ser” Quijote toda una actitud de vida. Como también la hay en Palomeque. Si mal no recuerdo, a diferencia del idealismo de Don Quijote (el de Cervantes), Juan Palomeque era más práctico y terrenal. Si era así, no extraña que para escapar de la miseria nuestro Palomeque hubiese ido a Alemania (país industrial y de mentalidad práctica y terrenal en lo que hace a la industria y a la ciencia y donde el idealismo es una corriente filosófica, algo totalmente distinto al idealismo quijotesco). No obstante que Palomeque volvió, cuando retornó ya las cosas han cambiado y de hecho, él tiene una empresa constructora (actividad práctica y en cierto modo terrenal, si las hay). Avellaneda vivió en esa España a la que le tocó atravesar dolor, reconstrucción, dureza, condiciones sociopolíticas difíciles; Palomeque pasó su vida en un país que si bien había quedado devastado (pero por la Segunda Guerra Mundial), también había sido ayudado por Estados Unidos y su reconstrucción fue bastante rápida y en poco tiempo logró volver a ser una potencia industrial bajo un sistema democrático. En resumen: los conciudadanos y contemporános de Avellaneda, ¿no tuvieron que ser un poco Quijotes para seguir viviendo día a día? Esa es la idea que me sugiere el texto. Que humildemente entiendo que flota en él. (Si fuera esta idea, tengo que decir que -salvando las distancias y cambiando lo que haya que cambiar- podría trasladarse a Latinoamérica en especial en lo atinente a las dictaduras del siglo XX y los proyectos truncos, las posibilidades de desarrollo truncas. Y viendo a nivel contemporáneo y mundial muchos acontecimientos que suceden actualmente, creo que la idea sería aplicable prácticamente a cualquier lugar. En tal sentido, el relato adquiriría universalidad, lo cual es excelente: es característica de la Literatura -sí: con mayúsculas-).

Me queda la duda si la “Hospedería del Estudiante” no era propiedad de Palomeque por la frase “Aquellos piropos se repitieron siempre y cada vez que Palomeque iba a comer al mesón.” y que era él el novio “oficial” de Aldonza. La idea me viene porque Juan Palomeque era propietario de una suerte de posada. Nada impediría en la trama que, como ya habían pasado unos cuantos años desde la separación y aunque se reencontraron veinte años después, Palomeque hubiese vuelto en el interín de Alemania, que hubiese fundado o comprado la empresa constructora pero que también hubiese invertido en el rubro gastronómico, fuera a comer allí y que allí trabajara su novia (a la que pudo conocer allí o que la contrató y surgió la relación).

Que la mujer “objeto del deseo” de ambos amigos se llame Aldonza es un detalle magistral: era el nombre real de Dulcinea del Toboso.

Por otra parte, la mención a la Posada del Diablo también es excelente. Primero porque según tengo entendido, ese lugar aparece en el “Quijote de Avellaneda”, segundo porque allí Aldonza cede a la tentación (uniendo el “Quijote de Avellaneda” con nuestro Avellaneda podríamos decir que Aldonza cae EN “lo de Avellaneda” y FRENTE a Palomeque -es decir, aún sin saberlo, consuma una doble traición -a su novio, asumiendo que fuera Avellaneda, y con su amigo-); y tercero porque aunque el nombre de la posada provenga de otra obra, bien podríamos decir que allí Aldonza “cede a la tentación”, “peca”, verbos que derivan directamente del “dueño” nominal de la posada (el Diablo).

En este sentido, me parece sensacional la oración: “Una tarde otoñal de cielo encapotado la mujer, en la Posada del Diablo, cedió a los halagos y regalos del hombre que la acosaba.”

No puedo evitar ver aquí una fina simbología:

+ Momento del día: la tarde. Es la transición entre la mañana y la noche. La luz va desapareciendo progresivamente, lo que favorece a lo que deba quedar oculto. Si bien nada mejor para lo oculto que la noche, la noche es también momento de volver al hogar. En la noche, en el seno del hogar se reforzará lo oculto gracias a la oscuridad propia de la noche y gracias a la “luz” de la hipocresía o de la mentira, que iluminará a modo de distracción otros rincones de modo que eso oculto no sea visto ni advertido.

+ Estación: el otoño. En el otoño los días son más bien cortos, el tiempo empieza a empeorar y las hojas se marchitan y caen. Si se ve la cuestión desde el punto de vista de la relación con el novio de Aldonza, claramente pasó tiempo y no viven en “primavera” y si la primavera no está, Aldonza ha necesitado crearla… Por lo demás, las hojas que se marchitan y caen son el símbolo de lo que podría pasarle a Aldonza moral y psicológicamente. Las hojas que revisten al árbol se marchitan, se debilitan, caen. Y el árbol queda desnudo, desprotegido. Más allá de que pueda ser voluntario (o al menos parcialmente) por parte de Aldonza, la simbología permanece.

+ El cielo encapotado: un cielo encapotado es sinónimo de inminencia. Sabemos que lo que puede suceder puede ser violento, brutal. Pero también será nuevo. Una tormenta puede ser fuerte. Y siendo fuerte, barre con todo. Eventualmente, limpia. El cielo encapotado, metafóricamente, promete la tormenta, la pasión que está a punto de estallar. Además, es la promesa de que algo será nuevo, ya no será igual. Una vez que la tormenta se desate, no habrá vuelta atrás. En caso de que la tormenta traiga lluvia, si es abundante puede limpiar lo anterior; pero tanto lluvia como nieve sobre tierra, hará un lodazal. ¿Qué sucederá dentro del corazón de Aldonza? ¿La lluvia arrastrará a su novio y limpiará su corazón para un nuevo amor? ¿O sea lluvia o nieve generarán barro en el que quedarán atrapados ella y sus dos amantes?

Detecto simbología en la oración “Aquella mañana en Alcalá de Henares la nieve había hecho acto de presencia.” La nieve, al igual que la lluvia, más allá de que pueda ser un resorte argumental, también tiene una fuerte carga simbólica. La nieve es igualadora. Recuerdo haber leído en un libro “Leer como un profesor” (de Thomas Foster) que el autor mencionaba una obra de James Joyce titulada “Los muertos” , al final de una comida que comparten los personajes, cae la nieve. Y un personaje se da cuenta que la nieve cae igual sobre vivos y muertos. Por lo que la nieve es como la muerte: cae sobre todos por igual. Trasladando esa explicación a tu relato, la simbología de la nieve, por más que haya caído sobre Alcalá de Henares, en realidad cayó sobre Avellaneda y Palomeque, y en lo que los unificó fue no en la muerte sino en su reverso (en cierto sentido según Freud con eros vs. tánatos): el amor. Los dos aman a la misma mujer y quizás, ella misma es esa “nieve” que cae sobre el común lugar que los contiene (Alcalá de Henares).

Por lo demás y a nivel meramente literal, por supuesto que el contenido es rico, entretenido y se sostiene, siendo satisfactorio el encadenamiento de principio, nudo y fin.

El final con la adivina que “no adivina”, con la vidente “que no ve” cómo salir de ese aprieto que sí ve, es también magistral. Un deleite.

III.- COMENTARIO PERSONAL:

Me ha encantado el relato. Tiene todo lo que uno espera cuando quiere leer buena litertura: correcto manejo de los elementos formales, abundancia de recurso, trama atractiva. Usa simbología y una suerte de intertextualidad, puede que sea una alegoría histórica (y potencialmente universalizable a cualquier país e incluso a la actualidad) y se da el lujo de rendirle un homenaje nada menos que al Quijote. Y encima a nivel meramente literal es una historia sólida que se sostiene, en la que abundan el conflicto (o mejor dicho LOS conflictos, que se superponen y entretejen) y la intriga.

Hay otro elemento que Literautas sugiere para comentar que son las expectativas. Éstas son sembradas por el narrador ya desde el principio, y merced al conflicto, a la intriga y al correcto empleo de recursos formales, no hacen más que crecer. Y se ven satisfechas, porque el lector DISFRUTA el relato.

Demás está decir que todo lo que he expresado se magnificaría si decidís ampliar la historia yendo más allá del límite de las 750 palabras. De tus respuestas a los demás compañeros se sigue que así la empezaste a escribir y la pensaste.

Te animo a que sobre esta base la amplíes y continúes porque vale la pena.

Gracias por este relato. Espero que hayas disfrutado tanto escribiéndolo como nosotros al leerlo.

Aprovecho la ocasión para mandarte un fuerte abrazo y te deseo tengas una muy feliz Navidad y Año Nuevo.

Vespasiano

25/12/2024 a las 13:15

Buenos días, Dante:
Estimado compañero. Si el mes pasado al leer tus comentarios a mi relato te dije que estaba haciendo “la ola”. Este mes te comunico que estoy “bailando la conga”.
¡Increible! Con el máximo respeto pienso que no tienes dos ojos. Tienes dos “scanner”, y una cabeza llena de conocimientos.
Te agradezco de corazón tus amables consejos que sin duda me van a ayudar a mejorar este relato.
Impagable el tiempo que le dedicas a ayudarnos a todos los compañeros.
Feliz Navidad y que el año próximo haga posible todo lo que te propongas.

Dante

31/12/2024 a las 11:56

¡Hola Vespasiano! Quería decirte que entre los comentarios de mi relato, te he dejado un agradecimiento personal por tu comentario y también he efectuado uno general para todos, que, obviamente te incluye.

Gracias por haber leído y comentado mi relato.

Aprovecho también para desearte que termines bien el año y tengas un muy feliz Año Nuevo.

Saludos.

Vespasiano

31/12/2024 a las 17:06

Gracias Dante:
Igualmente para ti y para todos los tuyos. Que el año próximo sea fecundo y repleto de cosas buenas.
Ya había visto tus agradecimientos. Pero con la urgencia que nos proponemos de comentar a todos los que nos visitan, se me pasó hacer constancia de haberlo leído.
Vaya por descontado que el agradecido soy yo por tenerme en tan buena estima.
Feliz Año Nuevo.

Wolfdux

28/01/2025 a las 22:38

Hola Vespasiano,

una gozada leerte. Me encanta el final. Nada que añadir a lo ya dicho por los compañeros.

¡Nos leemos!

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