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Un caso fácil - por Ratopin Johnson
Disfrutaba de unos días libres cuando me encontré a Federico aquella tarde. Iba con una mujer de unos ochenta años, de aspecto muy agradable, a la que me presentó como Elena, una vecina. Federico había sido siempre un poco despistado. Quizá es que no prestaba demasiada atención, o directamente le daba igual. No nos veíamos desde aquella reunión de exalumnos del colegio hacía unos diez años, pero cuando se lo mencioné, por su cara deduje que no recordaba nada de lo que le hablaba. Exclamó un «!Ah, es verdad!» poco convincente mientras buceaba en su memoria buscando mi nombre. Así que me presenté yo mismo a la mujer.
—Conque compañeros del colegio —dijo con tono jovial—. Quizá podría acompañarnos —añadió dirigiéndose a Federico.
—Bueno, no sé… —dijo él un poco serio.
—Sí, seguramente será más efectivo con cuatro. Lo he visto en las películas —insistió ella.
Ante mi mirada inquisitiva, y sin muchas ganas, Federico me contó que iban a visitar a una vidente. Ella relató a continuación su deseo de contactar con su marido, fallecido hacía un año.
—Hay mucho embaucador por ahí, lo sé, pero bueno, qué puedo perder —concluyó.
«La pasta», pensé un poco sorprendido . Y justamente, se disculpó y entró en una sucursal bancaria, dejándome con Federico. Intuí que iba a sacar dinero.
—Estas cosas huelen mal. ¿Y cómo has accedido a venir? —objeté.
—Lo sé. Verás. Me separé hace un tiempo. Ella me ha ayudado bastante, me prepara tuppers con comida por ejemplo. Muy pendiente siempre de mí, un encanto. Su marido era muy majo conmigo también. Así que cuando me pidió que viniera, intenté convencerla de que estas cosas son un engaño. Pero se empeñó en probar. No sé de dónde le vino la idea. Supongo que una película, algún programa de la tele. Como le daba un poco de reparo ir sola, preferí acompañarla.
—Bueno, desde luego es mejor que no vaya sola.
—Pero vamos, tú tranquilamente dices ahora que no puedes ir.
Elena volvió con nosotros.
—¿Vamos?
—Sí, perfecto, no tengo nada qué hacer —contesté sonriendo. A Federico no pareció hacerle gracia.
La vidente abrió la puerta y me ofreció la mano de un modo teatral. Iba vestida como una cíngara, muy maquillada, con sus pulseras y collares, y un pañuelo en la cabeza. Algo me decía que la había visto en alguna parte. No tardamos mucho en sentarnos alrededor de una mesa redonda. Para crear un ambiente propicio, había corrido las cortinas y encendido una vela grande que había dejado en el centro de la mesa. Nos cogimos de la mano, y comenzó la sesión. Ese día no pasó gran cosa. Madame Carla, que así se hacía llamar, entró en trance y puso alguna voz. Cobró lo suyo, y se retiró fatigada. Elena quería repetir claro. Y me preguntó si yo podía volver. Asentí.
Recordaba los dos apellidos de Federico : González Cuesta. En casa, me metí en internet : su perfil de facebook, imágenes con sus padres, supuse, con una niña, de algunos viajes, etc. Empecé a mirar mis fotos antiguas. La reunión de exalumnos de hacía diez años. Allí estaba él. Y en una foto tomada en un bar después de la comida que celebramos, cuando se unieron algunas de nuestras parejas, la reconocí. Madame Carla, sentada junto a Federico. Apenas había intercambiado palabra con nadie. Por eso me sonaba. Luego estuve devanándome los sesos tratando de recordar su nombre.
Hice unas llamadas. Eva Pereda era la inquilina del piso donde habíamos estado. Eva, sí, recordé. También me informaron de que Federico estaba en varias listas de morosos, un par de juicios por estafa…Tan empanado como siempre, probablemente no recordaba que yo era policía.
En la segunda sesión, Madame Carla decidió mostrar un poco más. Se apagó la vela, una puerta se golpeó, un par de vasos estallaron. La vidente habló con voz grave, como si fuera el marido. Dijo algunas cosas que asombraron a la buena señora. Supongo que se las habia contado Federico. Luego cayó rendida, como siempre.
—Hemos terminado por hoy —concluyó con un hilo de voz. Elena estaba entusiasmada.
—A mí me gustaría contactar con alguien también —dije.
Alzó la mirada, desconcertada, al igual que Federico.
—Consultaré mi agenda.
Entonces, cuando se levantaba, lancé mi golpe:
—Quiero contactar con una mujer llamada Eva Pereda.
Eva/Carla enrojeció, Federico abró los ojos como platos, y yo sonreí satisfecho ante la atónita mirada de Elena que no entendía qué rayos pasaba. Un caso muy fácil.
Comentarios (9):
Cristina Otadui
18/12/2024 a las 08:50
La idea resulta buena pero el texto me parece un poco plano. ¿Y si pruebas a limpiarlo un poco? En el párrafo inicial entrando directamente a la acción por ejemplo: “Aquella tarde encontré a Federico”, buscando frases algo mas incisivas o cortas… la historia está rematada, tiene entidad por si misma pero por alguna razón parece todo demasiado uniforme: un policía, dos estafadores y una victima: no se observan detalles que diferencien la actitud, el carácter. Para mi les falta personalidad, falta sorpresa
Espero que no te moleste mi comentario, no pretendo otra cosa que hacer una sugerencia.
Gracias por el relato, un saludo
Kelvin I. Márquez
20/12/2024 a las 00:26
Saludos Ratopin
Me gustó tu relato, lo encuentro bastante intrigante aunque si debo decir que considero que las 750 palabras fueron una piedra en el camino. Pienso que sin límite de palabras podrías dar mas detalles y ahondar mas en los personajes y la trama.
Nos leemos!
Cami
20/12/2024 a las 02:51
Me gustó tu historia, pero sentí que le faltó un poco de intriga. Fuiste muy rápido a los hechos y se supo que era policía muy al pasar. Saludos
Verso suelto
21/12/2024 a las 12:34
Hola Ratopin, muchas gracias por pasarte por mi relato. “Un caso fácil” me ha parecido una historia muy ingeniosa. Lo único que me ha sorprendido es que Elena, sin conocer de nada al protagonista, le pida que se una a una sesión de espiritismo, para hablar con su marido en el más allá. En estas cosas es donde las 750 palabras nos ponen en un brete, con mas espacio se puede dibujar mejor a los personajes para que encajen mejor ciertas acciones.
En todo caso, muy buen trabajo.
Ratopin Johnson
21/12/2024 a las 12:39
Hola, gracias a todos por vuestros comentarios.
Sí, incialmente tenía un texto de más de 1000 palabras. Luego, podando, pues…Me ocurre muy a menudo que me meto en jardines demasiado ambiciosos para la extensión que se nos permite.
El tema de los personajes. La idea en general era mostrar un tipo, liante, mentiroso, estafador, pero a la vez olvidadizo, poco atento a los detalles, a lo suyo. Que es Federico. Vamos, un desastre, también si eres un ladrón.
En el primer párrafo doy algún detalle de esto. No recuerda al narrador, quizá su cara, pero no puede decir su nombre, aunque fueron al colegio juntos. Se le ha olvidado la reunión de exalumnos diez años atrás.
Respecto al narrador, con “Disfrutaba de unos días libres cuando me encontré a Federico aquella tarde”, quería indicar que trabaja, aunque no en qué. Luego muestra interés en ir a ver a la vidente, pero podía ser que no tenía nada qué hacer y tenía curiosidad. El hecho de ser policía se desvela sin ser un bombazo o como decís “se supo que era policía muy al pasar”, porque antes he escrito que él hizo unas llamadas para informarse de ciertas cosas, y el lector se puede preguntar a quién llama este tío y por qué , cómo consigue esa información, etc. El narrador lo sabe claro, es él, y preferí que lo mencionara asociándolo además al hecho de que Federico probablemente no lo recordaba. Lo que hacía más fácil la resolución del caso.
Es decir, el tipo además de ser un desastre como ladrón, va y se tropieza con alguien de su pasado (que no recuerda) y encima es que es policía.
Sobre Elena, la señora, hay algunos detalles que apuntan como puede ser. Amable, sencilla y confiada. Y de la vidente, aparte de que es una antigua novia/amiga de Federico, para la historia no creía que fuera importante dar más información (ni me cabía).
Mucho lío y poca extensión para mostrarlo mejor, sí, seguramente.
Gracias otra vez
Saludos
Ratopin Johnson
21/12/2024 a las 12:46
Hola Verso Suelto,
Sobre tu pregunta. Elena confía en Federico, y esta persona que acaban de encontrar es antiguo compañero de colegio de él. Además, lo que ella menciona, cree con cuatro personas resultará mejor (la sesión de espiritismo), porque ha visto algunas películas en las que son cuatro los que se cogen las manos sentados alrededor de una mesa.
Y sí, debería extender el texto a mi gusto y dejarlo mejor. Siempre me ocurre parecido.
Gracias, saludos
Wolfdux
21/12/2024 a las 23:33
Hola Ratopin,
Una historia que quizás por lo precipitado de los acontecimientos no he podido prevenir. Pero aún así he disfrutado de la lectura. Acotarse al limite de palabras a veces suele ser un poco complicado. Solo me a parecido ver una errata, un “habia” sin tilde.
¡Nos leemos!
Alexpla
24/12/2024 a las 08:36
Hola Ratopin:
La historia y la idea es muy buena, pero creo que para un relato más extenso y que la intriga, se prolongue un poco más. Así se me queda como muy forzada.
La he disfrutado.
PROYMAN1
26/12/2024 a las 17:11
Saludos Ratopin he leído tu relato y me ha dejado sin saber muy bien como tomarlo ya que el policia deberia haber seguido du camino y dejar al amigo en paz pero tiene que meter las narices en las actividades de la vidente preguntando algo que no le debe interesar nada.
La narracion esta bien pero le falta algo…
Te doy las gracias por haberme leido y tendre en cuenta tus observaciones para otros relatos que seguro nos leemos.
A veces lees y reles pero siempre se pasa algo.
Repito seguro que nos leemos en proximos relatos.