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UN FUTURO SIN FANTASMAS - por AlexplaR.
Romualdo no es ni guapo ni feo. Treintañero, sobrado de peso pero fornido, buenos carrillos e incipientes entradas en el pelo.
Destaca en él su ceño fruncido, mirada desconfiada y labios no adictos a la sonrisa. Amigos tiene, pocos pero fieles.
Una obsesión amarga a Romualdo: ¿Qué va a hacer él cuando su madre fallezca?
Paseando por su barrio de Alvarado tuvo ese encuentro que cambia la vida. Ricardo, su mejor amigo de la infancia, estaba frente a él.
La alegría del encuentro, unas cañas y el consabido ¿Cuéntame cómo estás?, dio paso a su eterna neura.
Ricardo escucha con gestos de asentimiento. Aprecia a su amigo, pero le apena esa obsesión por el futuro. Le sugiere que busque ayuda.
—¿Un sicólogo? —pregunta Romualdo con cierto desdén—. No ha servido de nada.
Tras un silencio, tapado con pequeños sorbos de cerveza, Ricardo le propone una alternativa. Ha oído de una vidente muy buena en el barrio de La Latina.
Romualdo está ante la puerta de la vidente, dudando si llamar o dar media vuelta.
Al final llama y la vidente abrió la puerta. Una mujer de unos treinta y tantos, exuberante pero bien formada, cara agradable y sonriente.
—Hola, ¿eres Romualdo, verdad? Pasa, pasa —invita la vidente—. Estoy con un cliente y tengo a otra clienta en espera, pero en seguida te atiendo.
La vidente le lleva a una salita decorada con intrincados mandalas.
Romualdo toma asiento. Frente a él está la otra cliente. Una joven, más o menos de su edad. Le resulta guapa. Cara enmarcada en media melena de castaño oscuro, ojos verdes e inquietos. Se retuerce nerviosamente las manos. Responde al “buenas tardes” con un apagado y tímido “buenas tardes”.
Oyen voces apagas de despedida y la puerta del piso que se cierra.
Al instante aparece la vidente.
—Pasa Cristina —invita a la joven—. Enseguida estoy contigo —se dirige mirando a Romualdo.
Se oyen murmullos de voces. De pronto un grito ahogado y un golpe en el suelo. La vidente está pidiendo ayuda en un tono angustioso.
Romualdo corre hasta un salón abigarrado de muebles. Pesadas cortinas oscurecen el ambiente, muy cargado de aromas.
En el suelo, la vidente atiende a la joven que parece desmayada.
—Creo que se ha desmayado por el fuerte aroma. Ayúdeme a levantarla.
Romualdo y la vidente consiguen sentarla en una silla.
—Mejor sacarla a la calle para que tome aire fresco —le recomienda.
La vidente les empuja hasta la puerta.
Romualdo sujeta a Cristina. Siente un extraño placer de llevarla. En la calle toman asiento en una terraza. La camarera les pregunta qué van a tomar. Romualdo pide dos cafés con leche y dos donuts.
Cristina mira en silencio a Romualdo mientras se muerde el labio.
—Siento tantas molestias como le estoy dando —Cristina extiende el brazo por encima de la mesa —me llamo Cristina. Romualdo estrecha la mano y se presenta también.
—¿A usted también le persiguen?
La pregunta coge a Romualdo por sorpresa y algo alarmado. Niega con la cabeza y en el rostro un gesto de incomprensión.
—Es mi novio —le dice Cristina—, bueno, el fantasma de mi novio. Hace un año rompimos y él se tiró por el patio de su casa. Desde entonces le veo a todas las horas. Una amiga me recomendó que viniera a ver a esta mujer.
Romualdo le cuenta a Cristina su problema. Ella le escucha atentamente.
—Se nos va a hacer tarde —dice Cristina—. ¿Te importa si nos vamos?
Cristina le dice que vive por Cuatro Caminos con su madre. Romualdo sonríe y comenta que son casi vecinos. Él vive en Alvarado también con su madre.
Romualdo insiste en acompañarla para asegurarse de que llega bien. Cristina se siente turbada, pero lo agradece.
—¿Qué haces los fines de semana? —pregunta Romualdo
Estudia Secretariado y ve la televisión con su madre. Muy aburrido. ¿Y tú?
Más o menos lo mismo responde Romualdo, pero yo trabajo en una empresa de reparto.
—Me gustaría ir al cine, —comenta Romualdo—, pero no me apetece ir solo.
—Me pasa lo mismo, confiesa Cristina.
—Han estrenado en los cines una comedia divertida —comenta Romualdo
Cristina accede a intercambiar los números de teléfono. Entra en el portal y se vuelve para decir adiós.
Cristina va pensando en Romualdo. Ya no se acuerda del fantasma de su novio.
Romualdo echa a andar. Su paso ahora es más ligero. Piensa en Cristina. El futuro ya no es tan importante.
Comentarios (5):
Ed Gorende
17/12/2024 a las 23:46
Esperemos que no se obsesione con Cristina tanto como con su madre, y sepa disfrutar el presente. Entré en el relato esperando algo de terror, pero creo que está todo justificado y muy llevado, incluyendo ambos retos del mes. El tiempo verbal obligatorio no ayudó, pero es un mal menor sin mayor importancia. Todo muy fluido y adecuado. Enhorabuena, una pequeña delicia.
Trinity
18/12/2024 a las 23:25
Hola Alexpla, original historia con final feliz, o por lo menos con vistas de un buen futuro para ambos protagonistas, sin fantasmas a la vista.
Yo también pensé al comenzar a leer que sería una historia de terror.
Saludos
Ratopin Johnson
20/12/2024 a las 12:04
Hola Alexpla. Una historia bien escrita y sencilla, que recuerda que está bien preocuparse de los demás, pero que tenemos que ocuparnos también de nuestra propia existencia. En caso contrario pueden devenir problemas psicológicos (aunque el psicólogo no ayudó a Romualdo, según el mismo reconoce, la vidente en realidad tampoco. Solo el azar al visitarla propició el encuentro con Cristina)
Saludos
PROYMAN1
26/12/2024 a las 17:46
Saludos Alexpla.T u historia con final feliz seguro que nada tiene que ver con el mundo de los videntes.El azar es asi.
Tu historia me ha gustado sobre todo por un final feliz que yo no me esperaba.
Confio en seguir leyendonos en los proximos.
Verso suelto
27/12/2024 a las 12:24
Hola Alexpla, soy tu vecino del 32 y me toca comentar tu relato.
He de decir que me ha gustado, es una historia de amor bien contada; en ningún momento se pierde en florituras y emplea las palabras justas.
Por intentar aportarte alguna sugerencia te diré que:
—¿Qué haces los fines de semana? —pregunta Romualdo
Estudia Secretariado y ve la televisión con su madre. Muy aburrido. ¿Y tú?
Más o menos lo mismo responde Romualdo, pero yo trabajo en una empresa de reparto.
—Me gustaría ir al cine, —comenta Romualdo—, pero no me apetece ir solo.
yo lo escribiría todo como entradas de diálogo, algo así:
—¿Qué haces los fines de semana? —pregunta Romualdo
—Estudio Secretariado y veo la televisión con mi madre. Muy aburrido. ¿Y tú?
—Más o menos lo mismo responde Romualdo, pero yo trabajo en una empresa de reparto.
—Me gustaría ir al cine, —comenta Romualdo—, pero no me apetece ir solo.
Un buen trabajo.