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El revés - por Verso suelto
Cuando la vidente abrió la puerta sentí un escalofrío. Era mucho más alta que yo y su mirada inquisitiva me clavó en el sitio como una chincheta.
―Pasa, pasa, no te quedes ahí ―hizo un gesto con la mano indicándome una puerta entreabierta.
Entré en una sala, sorprendido de que me tuteara; no nos conocíamos y además la atmósfera del lugar era un poco intimidante; unos focos medio ocultos tras unos diablos de escayola lanzaban llamaradas rojizas y, en una esquina, sobre unos cuernos en forma de mesa, un incensario atufaba el aire a pachulí. El tarot de Marsella, la bola, una bacinilla, botes de cristal con potingues de colores y otros instrumentos adivinatorios, estaban dispuestos sobre una mesa redonda.
―Siéntate ―ordenó.
Obedecí
―Pues yo quería…
―Son cien euros ―cortó en seco―, por adelantado.
―… quería saber dónde estoy ―dije mientras soltaba la mosca.
―Pues eso es muy fácil de responder, estás en “Isa la pitonisa”
―No, verá, lo que quiero decir es si vivo en el revés.
―A ver a ver, ¿en el revés de qué?
―Pues del mundo, de qué va a ser.
―Como no te expliques mejor esto va a terminar muy pronto ―dijo guardándose los billetes en un bolsillo de su túnica de lamé.
Empezaba a molestarme su chulería pero no dije nada, tenía muy buenas referencias.
―No, verá, déjeme explicarle. Cuando oigo las noticias, me sorprende la cantidad de cosas que ocurren sin que ninguna lo haga cerca de mí. Guerras, atracos, crímenes espeluznantes… todo pasa siempre tan lejos que tengo la sensación de estar fuera, de que la pantalla del televisor es una frontera infranqueable que me separa del mundo.
―Pero eso es porque tu y yo vivimos en un barrio de mierda, en el quinto pino.
Qué sabría esa bruja donde vivía yo, pensé.
―Ya, pero es que, además, todo lo que antes era mi vida se está yendo al garete: en “El deseo”, el bar dónde mi padre nos invitaba los domingos al aperitivo, han puesto una hamburguesería; allí, mi mujer y yo, de novios, nos comíamos un bocadillo de calamares después del cine, un cine con su gallinero y su acomodador, no la mierda esa del Netflix. También ha cerrado la ferretería, ya sabe, la de la esquina, la de las hermanas septuagenarias, donde ibas a por un clavo y pegabas la hebra media mañana; su tienda era un mundo mágico de gavetas y polvo, un mundo sin más tecnología que los tornillos y las alcayatas; y podría seguir con la papelería de Fernando, ese manco que con una sola mano, hacía unos paquetes perfectos… Cada vez que me entero de un nuevo cerrojazo, imagino una esfera hueca en la que por fuera están todas esas tiendas tan raras escritas en inglés y por dentro, en el otro lado, la mercería dónde mi tía compraba las madejas de lana para hacerme jerseys y la casquería dónde vendían unas criadillas buenísimas.
―Pero eso es el progreso, el mundo está cambiando y con el mundo cambiamos todos un poco cada día.
―Ese es el problema, que yo no cambio. Yo quiero seguir comiendo bocadillos de calamares con Mari Pili: y no puedo; y quiero saber si es porque vivo en el revés, o sea al otro lado de dónde está eso que usted llama progreso. Y quiero saber porqué no conozco ningún asesino ni violador ni atracador de bancos de los que salen en la tele, ni siquiera ningún político de los que meten la cuchara en el tarro de la mermelada. Por más que pienso en las personas que me rodean todas son absolutamente aburridas.
―Mira Manolo.
―Como que Manolo, Oiga ―salté, lo del tuteo tenía un pase pero…―, que yo no la he … ―de repente caí en la cuenta―, ¿cómo sabe mi nombre?
―Tranquilo Manolo ―siguió mientras se quitaba la peluca, las pestañas postizas y comenzaba a limpiarse el maquillaje de la cara…
―Pero… pero ¡Isabel!, si eres Isabel, la vecina del quinto.
―Pues si, hijo sí, soy Isabel, la vecina del quinto y también soy Isa la pitonisa: quiromante, adivinadora y echadora de cartas. Soy las dos y no vivo ni en el derecho ni en el revés, sobrevivo como puedo en medio; y son las tres y media y aún no he comido, así que toma ―me devolvió los cien pavos―, me termino de travestir y me invitas a un cheesburguer en el garito ese que han abierto dónde antes estaba la chamarilería.
Comentarios (10):
Cristina Otadui
17/12/2024 a las 22:40
Me gusta la idea de vivir en el revés del mundo. Me encanta ese comienzo de giro final del cuento con ese “Mira Manolo”…lo que no me encaja muy bien es que un tipo como Manolo acabe visitando a una adivina, da la sensación de que necesita mas un amigo y una ronda de cervezas que otra cosa, pero la historia está bien hilvanada, fluye y los personajes quedan definidos perfectamente desde el inicio. Como apunte o mejora señalaría la palabra “bacinilla” que a pesar de usarse como “vasija” traslada a mi mente la imagen de un orinal. Yo la sustituiría o directamente la eliminaría del texto: en la lista de objetos donde va encajada tampoco aporta demasiado.
Felicidades y gracias por el relato, un saludo
Mónica Bezom
19/12/2024 a las 01:33
Hola, Verso Suelto.
Me he reído con el vigoroso final de tu relato, cuyo realismo irónico sostiene ña trama y la corona con gran éxito, diría yo.
Me ha gustado leerte.
Mónica Bezom
19/12/2024 a las 16:30
Verso Suelto: quise decir “la” trama. Disculpa el dedazo.
Ratopin Johnson
20/12/2024 a las 11:54
Hola Verso Suelto, me ha gustado tu relato.
Es muy ágil y se lee muy bien. Me gustan mucho los diálogos en general, y los tuyos están muy conseguidos. El tono humorístico en toda la historia ayuda a que todo fluya mejor, pero a la vez, yo aprecio una llamada nostálgica a un pasado que ya no existe. Yo soy algo como Manolo, añoro un poco el mundo “analógico”, jeje. Por otro lado, el final es como un tortazo para él, una vuelta a la realidad. La vida es así, lo que tenemos que hacer es adaptarnos, y no lamentarnos todo el tiempo.
Un detalle. Cuando Manolo piensa “Qué sabría esa bruja donde vivía yo”, en el siguiente diálogo, él mismo dice:
“También ha cerrado la ferretería, ya sabe, la de la esquina, la de las hermanas septuagenarias, donde ibas a por un clavo y pegabas la hebra media mañana” . Es como si de repente, ya hubiera asumido que ella y la pitonisa son del mismo barrio. O que realmente ella sabe donde vive, en vez de tomarlo como un comentario hecho al azar por ella, como podría hacerlo cualquiera.
Saludos
Ratopin Johnson
20/12/2024 a las 11:55
*que él y la pitonisa . quería decir
IreneR
20/12/2024 a las 12:58
Buenas, Verso Suelto.
Una historia muy buen contada con una premisa llamativa. Eso de vivir del revés me ha llamado mucho la atención y me ha parecido muy original.
Por suerte, la mayoría vivimos en el mismo mundo que Manolo.
El giro final me ha parecido muy acertado, no me lo esperaba, pero le va perfecto.
Un par de detalles:
“ ―Mira Manolo.”
“Tranquilo Manolo”
Diría que delante de los Manolos va una coma, pues es un vocativo.
Nos leemos.
Un saludo.
Irene
Yvonne
21/12/2024 a las 16:10
Hola verso suelto, un aplauso bien fuerte, que has escrito un cuento espectacular. Retuvo mi atención de principio a fin y me sentí totalmente identificada con el protagonista, que yo también me siento desplazada en la modernidad. Un estilo gallardo y fluido a la vez, con rasgos de humor que se agradecen, y una gran carcajada al final al ver la metamorfosis de la vidente y el desenlace jocoso. Muy humano, socialmente implicado y divertido. Gracias por este divertimento.
Saludos
Rufino Manzaneque Ramos
24/12/2024 a las 16:52
Saludos Verso he leido tu cuento y me ha gustado sobre todo el final.
en la entrada del portal de mi casa he tropezado con una vecina y me he preguntado si era pitonisa ya que ha acertado la marca de cerveza que había comprado en el super.
Cosas del destino.
Los compañeros ya han escrito sus opiniones sobre tu relato y yo no me extenderé mas de lo que he leido.
Espero seguir leyéndonos.
Verso suelto
27/12/2024 a las 12:27
Muchas gracias Rufino. Te he buscado para comentarte pero no te he encontrado en la lista. ¿Dónde te escondes?
Amilcar Barça
28/12/2024 a las 20:46
Verso suelto, me ha gustado tu relato incluso más que el mío. Norabuena.