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Soy un recuerdo - por Don Kendall J.R.
La vidente abrió la puerta de paso al zaguán donde había un pequeño despacho.
—¿Está la señora?
—Sí, descansa en su habitación. Puedes pasar al salón. A esta hora no hay nadie en el velatorio.
—Mejor así.
Con la licencia provisional en la Brigada Paracaidista no cobramos nada y la masita — mísera cantidad de dinero retenida— la pulimos en canutos de grifa, algo de tabaco y una ropa civil que daba puta pena verla, teniendo en cuenta el invierno de fin de año en el noroeste de España.
Pensamos en currar en la mina de fosfatos de Bucraa, sacar una paga y tener un margen de maniobra antes de fichar como mercenarios, según propuesta de agentes libios y canadienses.
Habíamos decidido no contar con el bogotano cuarterón Yesid Holguín que se había pegado a nosotros como una sombra.
De algún modo le convencimos de que su futuro venturoso pasaba por casarse con una estanquera del Aaiún, lo que no le impediría disfrutar de otros discretos placeres.
No contábamos con una gonorrea inesperada que lo disuadió de la boda forzando el cambio de sus planes: su preferencia inmediata fue largarse del Sáhara.
Se nos arrimó de nuevo y sin más encomienda ampliamos nuestro grupo de dos a tres. El objetivo pasó a ser el abandono del desierto con parada en Las Palmas de Gran Canaria antes de dar la siguiente arrancada a un destino secreto de momento.
Ya en la isla, después de varios días sin más actividad que el fumeteo con mucho pizco y poco enyesque, una noche paramos para mear en una esquina de Vegueta, cerca del Hospital Militar.
En la sombra nosotros nos abrazamos esbozando un beso que nunca llegó. El hijueputa de Yesid apuñaló por la espalda a mi único amigo y desapareció de estampida. Cargué como pude con el cuerpo hasta el hospital próximo. Dejé en la garita de guardia los documentos militares y la dirección de su domicilio en la tierra de Melgares para facilitar el traslado del cadáver y me largué sin más ceremonia.
Dos días más tarde el cadáver del rolo colombiano, destrozado por los embates del mar, fue recogido entre las rocas y cantiles del Roque Ceniciento en la Isleta.
Clementina Olmedo «la Bruja de Careñes», estaba casada con Ramón el enterrador. Señora muy seria ya metida en los sesenta, en la parroquia se decía que hablaba poco aunque a juicio de su marido eso era suficiente. Doña Clemen además de pasar el agua, encajar huesos y enderezar torceduras, ayudaba a parir a mujeres y bestias con igual nivel de precisión y sapiencia.
La mejor carta de presentación eran sus hijos gemelos, macho y hembra, grandes de tamaño y nobleza de sentimientos a los cuales había parido ella sola sin ayuda de nadie. Algo se debió precipitar en aquel nacimiento ya que tanto una como otro al inicio de su vida escolar fueron catalogados por vecinos y familia dentro del grupo de personas a las «que les falta un hervor» sin más consideración reseñable.
El varón desde bien pequeño tomó querencia a su vez correspondida con el hijo de la barragana del párroco. En los pueblos ya se sabe que los comentarios marcan y manchan a quien los recibe y a quien los hace. Muchos y variados fueron los que se hicieron acerca de la amistad de los dos muchachos.
En toda la zona melgareja se daba por sabido que la gente de Careñes no pronunciaba el nombre de una persona en su presencia ya que podía llevarle hasta el asesinato. Tabú sin fundamento aparente, decían.
Recién cumplidos los diecisiete años los chavales dieron la espantada y según se supo después se alistaron voluntarios en la legión como paracaidistas; al poco tiempo fue menguando su recuerdo y aumentando el declive de sus familias.
Ramón el enterrador y Aurorina «la del cura» murieron pronto, dicen que por la tristeza.
La Bruja de Careñes no volvió a hablar de su hijo al menos en público y dedicó todo sus esfuerzos a intentar que su niña fuese la nueva bruja. No logró el grado en tales artes, pero el negocio se hizo boyante con las astracanadas en aumento de «la Adivina de Melgares».
La vidente cerró la puerta del zaguán despidiendo al último visitante del velatorio de su hermano.
—Gracias.
—Él te quería. También yo. —Dijo ella.
— Dentro de este sombre va nuestro recuerdo. Adiós.
—Me pusieron un nombre sin saberlo —Dijo ella sin venir a cuento.
Después puso los ojos en blanco.
Comentarios (15):
Džoker
18/12/2024 a las 07:19
El texto presenta una escritura madura y bien trabajada, con descripciones concisas que permiten imaginar los escenarios y personajes de manera clara. El lenguaje es rico y variado, se siente profesional. Poco que añadir, un gusto leerlo.
Patricia Redondo
18/12/2024 a las 19:39
Gracias Don por la lectura de mi relato y tus comentarios. Todos ellos bien recibidos y espero aprovecharlos en proximas escrituras como se merecen. Vislumbré una historia pero no suoe hilvanarla, asi de complejo es esto de relatar.
¿Qué decir del tuyo? Que está muy bien escrito, redondo y sin fisuras. Enhorabuena.
Nos leemos!
Saludos!
José Torma
18/12/2024 a las 23:25
Don Kendall.
Tu relato atrapa y aunque me falto historia de los tres amigos con su Judas incluido, sentí una ruptura que no logro entender, hay un cambio de historia después de que aparece el cadáver del colombiano que asesino a su amigo y luego brincamos a la historia que introduce Clementina y sus hijos.
La historia y tu manera de contarla en envolvente y uno no repara en estas cosas hasta una segunda y en mi caso uno tercera lectura.
Cerramos con un velorio del hermano de la bruja y ya no supe si es del amigo sobreviviente. Cosas mías.
Siempre es un placer leerte ya que tienes una manera de contar que es muy adictiva y me deja queriendo leer más.
Un abrazo y felicidades.
Don Kendall
19/12/2024 a las 10:58
Respuesta a José Torma.
Estimado José. Gracias por tu atención. Tomo nota cumplida de las señales que apuntas como lector atento y que son sin duda debilidades en la estructura de la trama.
Un abrazo y salud
Lidia Villa
20/12/2024 a las 01:51
Me encantó el vocabulario tan culto que utilizaste para escribir tu relato, pero en mi caso, (considero por mi edad y porque no es el estilo que suelo leer) me dificultó situarme en la lectura. Supongo que simplemente no soy tu público jajaja
Por lo demás, muy profesional tu escritura.
Muchas felicidades y a seguir escribiendo!
Don Kendall
20/12/2024 a las 09:26
Hola, Lidia. Gracias por tu aporte. Desconozco tu edad, por lo que es un dato difícil de considerar por mi parte; en cuanto a los hábitos de lectura, sin duda es un dato decisivo. Y la referencia a “mi público” mucho tiempo que no recuerdo si alguna vez lo tuve jajaja.
Por lo demás, como bien dices a seguir escribiendo, o no ¡Vaya usted a saber!.
De nuevo gracias por tu aporte, un abrazo by salud
Hilda G.M.
20/12/2024 a las 10:36
Hola, Don Kendall.
Me ha gustado tu historia y me parece muy bien contada. Dentro de los límites de palabras que teníamos has logrado armar una estructura muy interesante que incluye saltos temporales para añadir información sobre los personajes. He encontrado algunas expresiones que desconocía y que probablemente pertenecen a una variedad coloquial diferente a la mía, no obstante pienso que se pueden entender apoyándose en el contexto en que aparecen o mirando en el diccionario. Supongo que con eso de que podía llevarle hasta el asesinato te refieres al hijo del cura y si la sola mención del nombre de su amigo con intenciones ofensivas lo podía llevar a ese extremo, quedaría ya explicada la muerte súbita del colombiano. No me queda más que felicitarte por un texto tan bien hecho.
Saludos y gracias por haber comentado el mío.
David Llurba
21/12/2024 a las 01:58
Hola, Javier. Qué rico es el idioma español, porque no he entendido una mierda.
No me mal interpretes. Tienes un estilo directo e irreverente que atrapa, pero la trama salta en cada párrafo: muchas localizaciones, muchas referencias a muchos personajes. Quizá en un relato no es lo más adecuado y hay tres saltos bastante bruscos, lo que hace que la estructura de la trama esté del revés y la tengas que encajar como en un puzzle.
El desorden puede ser un recurso narrativo, pero los cambios son tan locos que no sabes ni por donde te sopla el viento. Al final, he necesitado de tres lecturas y me quedo con dudas de haber entendido.
Creo que tienes mucho potencial a refinar. He tenido que buscar un montón de palabras y de ubicaciones (No conocía el gentilicio de Bogotá, por ejemplo), por lo tanto tienes un léxico y una forma de utilizarlo que te da una voz única, lo cual es una cualidad muy potente para destacar sobre los demás.
Por otro lado, me pregunto hasta qué punto está justificado el canallismo del narrador. ¿Quién es el narrador? ¿Es algún personaje del texto o es la voz del autor?
Desde luego no me ha dejado indiferente.
(Actualizo)
Vengo de leer tu relato del mes anterior con el fin de comprender tu estilo y veo que lo mantienes. He de decir que en el mes anterior sigues con la misma voz narrativa, pero ahí si hay una cronología y descripciones pertinentes; un ritmo y un relato redondo. Por lo tanto, considero que este mes no has conseguido replicarlo, a ver el mes siguiente.
Me ha parecido curiosa la coincidencia con el personaje de Ramón, el enterrador. Entonces me ha dado por pensar que el muerto de este relato también es el señor Hermógenes.
Un saludo.
Don Kendall
21/12/2024 a las 10:48
Respuesta a David Llurba:
Estimado colega. Gracias por la lectura y los aportes consecuentes que tendré en cuenta para futuros trabajos.
Un abrazo y salud
Mónica Bezom
21/12/2024 a las 20:31
Hola, Don Kendall.
Agradezco tu paso por mi relato así como las apreciaciones que dejaste, ¡muchas gracias!
He leído tu historia -he de confesar que varias veces- a fin de encontrarle la vuelta, más que nada a su final.
Si bien me he encontrado con una narrativa sólida y dotada de una dinámica descriptiva admirable, la sucesión de los hechos me ha hecho volver una y otra vez sobre ellos a fin de dar con un hilo conductor que arrojara luz sobre el final, sin considerar la cantidad de palabras que debí interpretar por mi cuenta conforme el contexto; en este sentido me ha arrancado una sonrisa el párrafo inicial del
colega David Llurba.
Me quedo conque la hija de la vidente, al igual que su hermano, pretendían al de Aurorina, con desigual suerte y que éste sería el narrador en primera persona hasta la frase: “y me largué sin más ceremonia”. Luego el texto prosigue con un narrador onmisciente.
Encorsetados en una escritura ágil, rica e irónica, los personajes se pintan solos.
Podría decirte que el nombre de la hermana del finado es Recuerdo, jugando con el título, pero es solo un intento de mi imaginación afiebrada.
Me ha dado gusto leerte.
¡Saludos y felicidades!
Don Kendall
22/12/2024 a las 17:37
Hola,Mónica. Me siento feliz y sobre todo muy honrado por disfrutar la exhibición de comprensión lectora, que acabas de hacer con este texto que presenté al taller. Me parece muy interesante el apunte que haces en el último párrafo. El título apareció a última hora, tomado de un verso de un poeta granadino por el que tengo especial querencia: Pablo del Águila (murió con 22 años):
«Estoy anclado. Soy un recuerdo
que aún anda de cabeza porque vivir es triste
como morir es triste»
Aunque no tiene nada que ver con el texto y su desarrollo, supongo que lo del recuerdo estaba ahí; a fin de cuentas la vida es un conjunto de no verdades filtradas con el recuerdo de cada quién, sea un narrador-personaje en primera persona y subjetivo como tal, o un narrador omnisciente como apuntas, bastante limitado a lo que se dice y se comenta para ser todo lo objetivo que un lector pueda exigir. Efectivamente las dos voces están ahí intentando mostrar una parte de pasado coincidente en el tiempo con la herramienta incierta del recuerdo en un presente que dura el “abrir y cerrar” de puerta en un velatorio.
Por lo demás, como bien sabes y se demuestra en tu trabajo, los temas y argumentos por los que nos engolosinamos en este desempeño, no van más allá de el amor y la muerte, con los aparejos que se puedan poner, pero sin olvidar que ya está (casi) todo inventado y expuesto. Desde luego, en mi criterio, tal como se puede admirar en tu trabajo « el uso de las técnicas solo se aprehende trabajando, esto es escribiendo, experimentando, fracasando»
Todo lo anterior, dicho como una Opinión tan despreciable como todas la opiniones.
Un abrazo y salud
Vespasiano
27/12/2024 a las 22:33
Buenas noches Don Kendall:
Gracias por pasarte por mi relato y dejar tu amable comentario.
Al leer el tuyo veo el sello irreverente de tu forma de escribir que atrapa al lector, añadido a un amplio vocabulario que me hace consultar con frecuencia el diccionario.
“ropa civil que daba puta pena verla”.
“No contábamos con una gonorrea inesperada”.
“El hijueputa de Yesid apuñaló”
“fumeteo con mucho pizco y poco enyesque”.
“paramos para mear en una esquina de Vegueta”.
De la lectura de tu historia intuyo que el visitante que llega al velatorio es pariente del finado y conocido en aquella casa, de ahí que la vidente le dijera: —Él te quería. También yo.
Y para rizar el rizo, me parece que dicho pariente pudiera ser el “cabra loca” del “fumeta mercenario” que se encargaría de liquidar al “hijueputa bogotano cuarterón”.
Feliz Año Nuevo.
Don Kendall
28/12/2024 a las 12:05
Respuesta a Vespasiano
Estimado colega: Gracias por la atención al trabajo que presenté a este taller MUE-65. Quizá es un buen momento para compartir mi criterio sobre el término “taller” : Estrategia didáctica que busca, esencialmente, que las personas aprendan de manera colectiva..
Desde esa posición es un honor recibir tu comentario, que me parece oportuno en la medida que responde a esa idea de que «todo está en la trama» al margen del vocabulario amplio del idioma que compartimos, al margen de “desacuerdos morales” que tal como defiende John Leslie Mackie (*Nota)«reflejan modos de vida distintos más que percepciones de valores objetivos».
Un abrazo, salud y buen Año 2025
(*)https://es.m.wikipedia.org/wiki/John_Leslie_Mackie
Pilar (marazul)
28/12/2024 a las 20:05
Hola Don Kendall: he leído varias veces tu relato y sinceramente lo que menos me ha preocupado es la historia que cuentas. Entre ese abrir y cerrar la puerta del velatorio presentas a unos personajes con vida propia. Me he dejado llevar por las descripciones (físicas, psíquicas…), los ambientes, el lenguaje apropiado a cada uno y a cada momento…Eres un excelente creador de personajes. En fin, que se nota lees mucho, tienes muchas tablas y lo haces muy bien.
Encantada de haberte leído. Te mereces el “Don” delante, desde luego ja,ja…
Don Kendall J
29/12/2024 a las 18:14
Respuesta a Pilar (marazul
Estimada colega, Pilar: Me gusta el comentario, me gusta sobre todo la parte en la que dices «Me he dejado llevar…». Como ves soy un pejigueras y tiquismiquis con eso del punto de vista y eso es, porque estoy convencido que el punto de vista es la clave de “la relación entre escritor, personajes y lector que, como toda relación, tiene sus sutilezas”, tal como suelo repetir como un papagayo. Un indicador EMDO es que la lectora, el lector se “deje llevar”.
Así que no me queda más que agradecerte tu gentileza y generosidad en dedicar tu tiempo y conocimiento a compartir este trabajo.
Un abrazo y haya salud en este 2025 que ya asoma la nariz.