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Un último vistazo al futuro - por W. V. ReyesR.
Web: http://lineasetereasblog.wordpress.com
Maribel siempre fué despistada. Perdía todo lo que pasaba por sus manos.
Una vez, incluso perdió los calcetines en una feria escolar y hasta hace poco, no podía explicar cómo o porqué se los quitó.
Muchos chicos se enamoraron de Maribel,pero,como decía su madre,era un espíritu libre, capaz de perder tanto los calcetines como los novios. Su madre solía bromear que un día también perdería la oportunidad de casarse.
Sin embargo lo más peculiar de Maribel, además de ser despistada y cegata, era su don de clarividencia.
Todo comenzó una mañana, cuando Maribel anunció que su hermana se graduariá con honores y recibiría un premio especial. Nadie lo dudo, ya que su hermana era muy aplicada.
Más tarde, le dijo a su madre que su papá no estaba en el trabajo sino en casa de la vecina. Su madre lo comprobó, lo que desató una pelea de mujeres y terminó con el noticiero amarillista filmando el escándalo. En las cenas familiares,al recordar ese día, siempre se decía que Maribel había visto a su padre entrar a casa de la vecina y no que fuera producto de una visión.
En la escuela, Maribel encontraba muchos objetos perdidos de sus amigos. Al llegar a casa y contarle a su madre sobre su día, ella siempre le respondía:
—¿por qué no usas ese talento que dices tener para encontrar todos los útiles que tú misma pierdes?
Ese era el problema: Maribel nunca podía ver su propio futuro, solo el de los demás.
Al sentirse ignorada,evitó hablar de su don. Sin embargo, ya adulta,comenzó a cobrar por lecturas amorosas a sus compañeros de trabajo. Todo iba bien, hasta que, un día, el jefe la sorprendió realizando una sesión espiritista en plena sala de contabilidad, durante el horario laboral.
Al quedarse desempleada, decidió regresar a su pueblo natal y abrir su propio negocio de adivinación. Tenía pocos clientes, pero eran leales, lo que le permitía cubrir sus necesidades cada mes.
Una noche,ya muy tarde, tocaron el timbre. La vidente abrió la puerta y encontró a un hombre consternado, que apenas podía hablar entre sollozos.
Maribel, después de un rato, descifró que había perdido a su perro. Entonces, lo tomó por los brazos, lo sacudió sacandolo de su angustia y le dijo:
—Respira hondo y exhala.
Sin dudarlo el hombre empezó a hacerlo. La vidente cerró los ojos y dijo:
—Chester está en la casa amarilla, a dos cuadras del parque.
El hombre pasó de parecer un muerto viviente a irradiar vitalidad. Le dio un fuerte abrazo, mientras ella, en su distracción habitual, pensaba que aquel hombre le parecía conocido. Después de un rato se dio cuenta que se le olvido cobrarle.
Esa noche, Maribel soñó con su madre, quien la regañaba por ser tan despistada. Le decía que tenía todo para ser feliz, pero que, por enfocarse en la vida de los demás, había descuidado la suya. Era hora de que abriera los ojos y viera con claridad lo que tenía bajo sus narices.
Al día siguiente, Maribel seguía reflexionando sobre aquel sueño. Subió a un taxi, llegó al supermercado y absorta en sus pensamientos hizo la compra. Al llegar a la caja se dió cuenta que no le alcanzaba para pagar. Apenada, estaba a punto de retirarse, cuando una voz familiar dijo:
—Yo pago.
Maribel levantó la mirada y reconoció al hombre de la noche anterior, lucía más apuesto.
—Siento mucho haber salido así de tu casa, pero tenía que encontrar a mi perro, y estaba justo donde me dijiste. Hoy pensaba ir a pagarte. Cuando mi perro se perdió, recordé que, al mudarme aqui, un viejo amigo del colegio, mencionó que tú también habías regresado al pueblo. Fue cuando recordé como me ayudaste a encontrar mi bicicleta cuando éramos niños, así que sin dudarlo fui a buscarte.
En ese momento, Maribel, recordó muchas cosas de su infancia. Revivió cómo se quitó los calcetines para sacar la bicicleta de Andres, su amigo de infancia, del lago donde unos chicos mayores la habían tirado. También vio con claridad cómo dejó los calcetines sobre una roca para ir a comprar un helado.
Pero también vio a Andres cuidando de su esposa mientras convalecía, como ella le regaló a Chester para que le hiciera compañía, y lo más sorprendente, lo vio poniéndole a ella un anillo en la sala de su casa.
Ese fue el último día que Maribel vio más allá. Desde entonces, decidió quedarse disfrutando del presente.
Comentarios (5):
Maria Carmen
20/12/2024 a las 01:33
Hola Wanda, me gusto tu relato. Lo que veo que sobran comas y en algunos lugares no dejas espacio después de la coma.
Saludos
IreneR
20/12/2024 a las 16:09
Buenas.
Me ha gustado el relato. Me ha parecido que está muy bien escrito y engancha desde el principio. El final creo que va muy bien con la historia.
Solo las comas esas pegadas a las palabras de detrás.
Nos leemos.
Un saludo.
IGNACIO
20/12/2024 a las 21:59
Hola W. V. Reyes. Entrañable relato. Te va a parecer un comentario un poco raro, pero me recuerda a una sesión de psicoanálisis.
Hay un conflicto en la niñez.
Un reflejo de ese conflicto produce una cualidad especial, la capacidad de adivinación.
Hay una vuelta al pasado.
Se recuerda y se toma conciencia del conflicto original.
Desaparece el desequilibrio emocional, la chica ya no está pendiente del futuro y vive el presente.
Nos seguimos leyendo…
Pilar (marazul)
21/12/2024 a las 20:43
Hola W.V te comento. Tu relato me ha parecido ameno, ágil y sobre todo divertido. Que sea despistada, cegata y con el don de la clarividencia es una contradicción que conlleva mucha gracia.
En cuanto a la forma repasa un poco el tema de las comas porque veo demasiadas.
Es una pena que Maribel decidiera no ver más allá. Ese personaje puede dar mucho juego.
Encantada de leerte.
Saludos
La Blasa
31/12/2024 a las 18:24
Hola Wanda, muy bonito tu relato, tanto en la definición de los personajes como el mensaje que trasladas. Eres capaz de definir con gran ternura al personaje principal y eso hace que re le coja cariño, lo cual no es fácil teniendo tan poco espacio.
Sí quería comentarte un par de cosillas, la primera, cuidado con los acentos. A mí también se me pasan, pero en tu relato hay bastantes de ellos olvidados, al igual que algún otro detallito gramatical.
En cualquier caso, a mi parecer no empaña para nada la gran labor realizada. ¡Enhorabuena!
Por si te apeteciera echarle un ojo, mi relato es el 57.
¡Un saludo y nos leemos!