<< Volver a la lista de textos

Shiny happy people. - por Pato MenudencioR.

Esta era la última alternativa para María. A sus treinta años veía a todas sus amigas en sus redes sociales presumiendo viajes, marido y embarazos; ella también deseaba esa vida.

Aún no entendía qué estaba mal con ella. Había leído todos los libros de autoayuda que existían, incluso los que se contradecían entre sí. Todas las mañanas manifestaba abundancia al universo mientras apretaba su cuarzo de la suerte entre sus manos.

<<Si esto no resulta me corto una teta>>, se iba repitiendo para mientras veía tik tok en el metro. Luego de unos minutos llegó a la estación donde debía bajarse, el verdor casi artificial de los prados cortados con precisión milimétrica le indicaban que estaba en el barrio alto, su lugar seguro; otro Santiago, otro Chile, un Chile que desde pequeña siempre le fue familiar.
Caminó unas cuadras soportando apenas el calor de noviembre en este lado del mundo hasta que por fin llegó a su destino. Entró al edificio, y anunciándose al guardia de seguridad que parecía sacado de los recepcionistas de hotel de las películas gringas, subió al ascensor y tocó el citófono en la puerta que tenía colgado la leyenda “Madame Ópalo, espiritista”. Una voz anodina le respondió desde la otra línea.

¬¬¬¬—Madame Ópalo, servicios espirituales ¿Qué se le ofrece?
—Hola, soy María Trinidad Larraín, tengo hora con Madame Ópalo.
—Déjeme ver en la agenda. ¿Qué día solicitó su hora? Recuerde que sólo se puede agendar con un mínimo de una semana de anticipación para que Madame Ópalo pueda crear la conexión astral.
—La semana pasada— dijo María algo nerviosa.
—Espere un momento, Madame Ópalo la atenderá de inmediato.

Su mente empezó a seguir el ritmo del reloj colgado en la pared, hizo un breve repaso de su mala suerte, y antes que todos sus pensamientos la ahogaran, la vidente abrió la puerta.
Alta, rasgos exóticos y una mirada penetrante que parece escudriñar el alma; esa fue la percepción que tuvo María de la famosa Madame Ópalo; famosa entre sus amigas que hablaban maravillas de esta vidente de nacionalidad indefinida, que, usando sus poderes, les solucionó la vida a todas ellas.

—Pasa María— dijo la vidente con un tono de voz autoritario y misterioso— hoy los espíritus están generosos, creo que a través de ellos podré ayudarte.
María hizo caso, se dirigió silente a la enorme mesa de caoba que estaba en medio de la sala adecuadamente decorada para la ocasión. El aroma a sándalo y la música new age combinaba a la perfección con la atmósfera.
Ambas se sentaron, fue la vidente quien rompió el hielo.

—No hables, seré breve antes que se rompa el vínculo astral. Estás aquí porque quieres mejorar tu vida amorosa, el problema es que te fijas en puros pelotudos que tienen un mismo perfil. Los astros me dicen algo con erre; Ramón, Ramiro, Ra…
—¡Raúl! —exclamó María como en una epifanía—estuvimos un tiempo juntos, nos conocimos en el gimnasio, tiene unos ojos soñados.
—¡Ese es el problema! —, exclamó la vidente con severidad— te asocias con puros pasteles, los astros no mienten mijita, veo a uno funado por pensión alimenticia, uno que te buscaba sólo cuando la novia se iba de viaje, otro que lleva tantos años encerrado en el closet que lo Nombraron alcalde de Narnia. ¿Me equivoco?

El silencio de María fue suficiente para darle la razón a la vidente, la cual aprovechó la oportunidad para bombardearla de información personal.

Lo único que sabemos es que algo dentro de María cambió. Luego de una hora de sesión de espiritismo la María que salió por la puerta era otra.

La paz reinó en el departamento. Madame Ópalo bebía un vaso de whisky mirando por la terraza como su clienta se alejaba. Braulio, su secretario salió de la habitación.
—Esta vez te demoraste menos en la atención.

—Por suerte esta mina tenía todos sus perfiles públicos, así que fue fácil saber toda su vida.
—Siempre te he querido preguntar algo— dijo el muchacho.
—Dale, dispara— dijo Madame Ópalo con un acento totalmente distinto.
—¿Por qué dejaste de trabajar de sicóloga y ahora montas todo el show de la vidente?
—La gente, en especial los cuicos hippies, en vez de ir a terapia, prefiere gastar plata en todas estas estupideces new age. Yo les vendo el show, y de paso, les hago terapia camuflada. Todos ganamos.
Braulio sonríe dándole la razón. Ha sido un buen día y ambos sacan sus móviles para espiar la vida de su siguiente clienta.

Comentarios (8):

Daniel Calleja

17/12/2024 a las 19:32

Interesante relato, a mi juicio bien escrito y con un giro interesante al final.Una reflexión sobre la excesiva exposición pública de estos tiempos y como gente sin escrúpulos puede aprovechase de esto y de la desesperación que nos ataca cuando todo parece salir mal. ¿Felicitaciones!

Ocitore

18/12/2024 a las 13:49

Muy actual el tema. Por desgracia hay profesiones mal remunerdas, sin embargo son muy útiles en la sociedad. Los personajes encontraron una buena solución para lidiar con la injusticia salarial. Saludos.

José Torma

18/12/2024 a las 17:28

Mi Pato, ¿qué te digo?
Yo soy fan de tu estilo desenfadado y la manera que atacas situaciones reales y, estamos de acuerdo, problemáticas de nuestra actualidad y le das un giro simpático con esta profesional que se hace pasar por charlatana para ayudar.
Te lo había comentado antes, me ha gustado mucho.
Felicidades.

IreneR

20/12/2024 a las 16:33

Buenas, Pato Menudencio.

Me ha gustado bastante tu relato. Ya pensaba que estaba leyendo una historia de una vidente de verdad… Me ha gustado el giro, no me lo esperaba.

Muy bien escrito y llevado.

Nos leemos.

Un saludo.

Kelvin I. Márquez

21/12/2024 a las 03:32

Saludos Pato Memudencio

Madame Ópalo resultó ser, como decimos en Puerto Rico, senda joyita. Aunque no se puede culpar: por redes sociales las personas tienden a compartir todo lo que hacen. Tu relato me ha hecho pensar en esa verdad que se ve tan normal como si fuera respirar. Pero me fui por las nubes.
En cuanto al relato me parece impecable. Tienes una forma de narrar caracteristica y mantienes la atención del lector de principio a fin. Muy bueno ese giro del final.
Nos leemos!

Yvonne

21/12/2024 a las 23:01

Hola Pato,
Pasé un momento entretenido leyéndote. Me hicieron sonreír las connotaciones un tanto irónicas acerca de los métodos.”New Age” de encontrar la felicidad y que una psicóloga tenga que hacerse pasar por pitonisa para poder trabajar. De todas maneras pienso que los buenos terapeutas tienen que tener algo de magia.
Tienes un estilo fluido que se lee fácil.
Saludos

Ana Tirado

22/12/2024 a las 14:17

¡Hola, Pato! Un gusto poder saludarte después de tanto tiempo.

Tu relato tiene un equilibrio perfecto entre el humor y la crítica social. La introducción va directa al grano, es concisa y efectiva. Y ese giro final no lo vi venir. Me gusta que a pesar de ser una farsante, en realidad intenta ayudar a sus clientes aunque sea de una forma poco convencional.

¡Te felicito!

Pato Menudencio

23/12/2024 a las 16:21

Muchas gracias por sus comentarios.

Deja un comentario:

Tu dirección de correo no se publicará. Los campos obligatorios aparecen marcados *